Paul Preston - España en la guerra civil europea

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La larga trayectoria historiográfica del profesor Paul Preston le acredita como el más relevante continuador de la fecunda tradición del hispanismo británico. El presente volumen quiere constituir un homenaje que completa el que se le rindiera con su nombramiento como doctor honoris causa de nuestra Universidad. En los textos aquí seleccionados se articula un enfoque coherente y, a la vez, complejo de la contemporaneidad española en su profunda imbricación con la historia del siglo XX europeo. Analizando dinámicas políticas y estructurales tanto como las vivencias y experiencias de personajes relevantes, se configura una aportación tan rica en el plano histórico como en el historiográfico.

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La colaboración intelectual entre alfonsinos y tradicionalistas no implicaba unión alguna entre sí. Compartían una encarnizada hostilidad hacia la República, y la determinación de acabar con ella, pero al seguir en pie el problema dinástico, se hacía imposible una verdadera unión. 20A lo largo de los dos primeros años de la República, se unieron en su adversidad, siendo claramente los carlistas los socios mayoritarios. Los alfonsinos, deseando aprovecharse del apoyo popular carlista, hacían continuas referencias a la unión, queriendo dar a entender que ésta era un hecho consumado. Las limitaciones de dicha cooperación se hicieron manifiestas en agosto, al fracasar el golpe llamado «La Sanjurjada», en el que los carlistas tuvieron escasa participación, puesto que se dedicaban independientemente a sus propias maquinaciones subversivas. Los alfonsinos, en cambio, participaron con gran entusiasmo. Desde la quema de conventos habían estado esperando el momento más propicio para alzarse. Un grupo de generales monárquicos exilados en Francia reanudaron en 1932 los indecisos preparativos del año anterior. Se recaudó el dinero, y Juan Ansaldo, el más ardiente conspirador de Acción Española, llevó al general Ponte a Roma para pedir armas al mariscal Balbo. Estas maquinaciones coincidían con los intentos de otros grupos de persuadir al general Sanjurjo para que se sublevara para salvar a España de la anarquía y del separatismo. Sanjurjo, viejo camarada y colaborador de Primo, efectuó el 10 de agosto un levantamiento extremadamente confuso; su fracaso fue inmediato. 21

Las consecuencias del alzamiento fueron cruciales para el desarrollo del monarquismo insurrecciona! Los alfonsinos y los carlistas fueron arrestados en masa y prácticamente se cerró toda la prensa de derechas. Los militantes alfonsinos decidieron no volver a cometer el mismo error. A finales de septiembre volvió a crearse un «comité conspiratorio». Vegas, Jorge Vigón, capitán de Estado Mayor y colaborador de la revista, y también el marqués de Eliseda empezaron a planear, en casa de Ansaldo, en Biarritz, la reorganización de los dispersos componentes que habían participado en el golpe, con el fin de intentar un futuro alzamiento nacional. Empezaron a recaudar fondos, y en pocos días alcanzaron la cantidad de tres millones de francos, que fueron confiados al conde de los Andes para comprar armas en el extranjero y al marqués de Arriluce para operaciones dentro de España. Esto ocurría «con el conocimiento y aprobación de los decanos políticos monárquicos». Saínz Rodríguez, de los Andes y Vigón hablaron de sus planes en París con Goicoechea y Calvo Sotelo. Alfonso XIII concedió su aprobación, aunque no de muy buen grado. 22

Este más enérgico compromiso de rebelión provocó finalmente la escisión de Acción Popular. Los legalistas habían obstruido en las Cortes todas las tentativas de reforma agraria y ahora veían como la Sanjurjada estimuló un entusiasmo republicano que facilitó el éxito de la reforma. Gil Robles convocó una asamblea para evitar que en el futuro los catastrofistas alfonsinos no pudieran estropear la táctica legalista de socavar la República desde dentro. Se dejó de ambigüedades y Acción Popular adoptó, cuando menos públicamente, una actitud legalista. Los alfonsinos seguían siendo miembros, pero cuando los accidentalistas se dispusieron a fundar un partido político para buscar el poder por medios legales, se vieron forzados a tomar sus propias medidas.

Dada esta situación, Goicoechea propuso crear un partido político alfonsino que sería el eje de una federación de derechas. Esto les permitiría esquivar las decisiones de la asamblea de octubre y seguir aprovechándose del apoyo de masas de Acción Popular y de los tradicionalistas. Basándose más bien en deseos que en realidades, presupuso así que Gil Robles, habiéndose tomado la molestia de desembarazarse de los catastrofistas, estaría dispuesto a asociarse con ellos de nuevo en las mismas condiciones de antes. Mientras los monárquicos seguían dedicándose a la subversión, esto era más bien improbable. Cuando tras su suspensión volvió a aparecer Acción Española , pudo comprobarse, a través de la solidaridad expresada hacia los hombres del 10 de agosto y el homenaje rendido a la caballerosidad, patriotismo y valentía de Sanjurjo, que su actitud no había cambiado. 23

La idea de realizar una unión se hizo pública en una serie de reuniones tradicionalistas que comenzaron en diciembre. Enseguida se vio claramente que la unión se efectuaría sólo en términos favorables a los carlistas. Goicoechea pronunció el segundo discurso de la serie, en el que trazó una difícil línea divisoria entre las alabanzas al tradicionalismo y el deseo de mantener la autonomía Alfonsina. 24A pesar de ello, la prensa carlista supuso que sus seguidores iban a pasarse a las filas de la comunión tradicionalista. 25Como Goicoechea se había dado cuenta de la imposibilidad de llegar a formar una alianza con Gil Robles y con los tradicionalistas, se dispuso a crear su propio partido.

Su formación había sido prevista, naturalmente, en 1931, cuando se planeó la creación de un frente legal para actividades antirrepublicanas en caso de que Acción Nacional no fuera eficaz para tales fines. En opinión del secretario de Goicoechea la nueva organización debería ser aparentemente legal. 26Dicho de otro modo, representaría, en la práctica, las ideas de Acción Española . En principio, el partido se concibió, según dijo el máximo conspirador de la organización, como «camuflaje para la preparación del complot militar». 27Cuando en enero de 1933 se anunció que Goicoechea se retiraba de Acción Popular, unos cuantos monárquicos escribieron al ABC para manifestarle su apoyo. Su respuesta fue el manifiesto del nuevo partido, que sería conocido como Renovación Española. La imprecisa amalgama de tradicionalismo, maurismo y monarquismo constitucional del escrito de Goicoechea, indicó que él era igualmente confuso en su aspecto doctrinal como en su aspecto táctico. El pequeño partido de Goicoechea entró en acción en febrero de 1933, dudando entre ser una mera fachada para conspirar, o participar legalmente en la política a pesar de carecer de apoyo popular. 28

Al principio no se hizo gran cosa por aclarar la confusión. A finales de enero, un discurso pronunciado en Bilbao por Goicoechea puso de manifiesto que seguía aún buscando el apoyo de otros grupos. Pensando en los monárquicos moderados de Acción Popular, daba la impresión que su partido era maurista, declarándolo «constitucionalista y legalista» –lo que era absolutamente falso. Se refirió también a los carlistas que creían en su legalismo: «Del Tradicionalismo diré que en el pasado nos separó mucho, en la actualidad no nos separa casi nada y en el porvenir nada nos separará». ABC , siguiendo la línea de Goicoechea, hizo un llamamiento para que se creara una federación de derechas, sin hacer una comparación de los respectivos programas ni minucioso escrutinio de quién tendría más votos o influencia en la unión –un débil intento de evitar la absorción de los alfonsinos por los carlistas y de ocultar la falta absoluta de apoyo popular del alfonsismo. 29

Goicoechea elaboró, el 1 de marzo, la posición ideológica de su nuevo partido. Metido entre los ya frecuentes halagos a sus rivales, se encontraba el primer indicio de la auténtica voz de Renovación Española. Proponiendo la profunda renovación del concepto del Estado, y hablando con admiración de Italia, predicó la eliminación de la lucha de clases mediante «el fascismo, la disciplina de todas las clases por el Estado». 30Puede que el haberse adherido más decididamente a esta noción hubiera resultado más provechoso, ya que los caóticos intentos de unirse a otros grupos habían dado escasos resultados. Pero Goicoechea, si bien estaba entregado a la idea de la conspiración, nunca fue capaz de desembarazarse totalmente de su pasado maurista y de la idea de que los partidos servían para hacer política. Entonces, Renovación empezó su vida un poco confusamente. En vez de desarrollar una postura propia, la actividad pública alfonsina tomó en 1933 la forma de una encarnizada polémica contra Acción Popular, transformada ya en la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). Fue vano el intento de conseguir que Alfonso XIII declarara que el ser miembro de la CEDA era incompatible con los ideales monárquicos. 31También los esfuerzos para crear una unión monárquica con los carlistas fueron rechazados. La amistad nunca fue más allá de una cooperación práctica para determinados fines, tales como la creación de un centro electoral conjunto, TYRE. 32

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