1 ...8 9 10 12 13 14 ...17 La Generalitat Valenciana ha clasificado en varias categorías estos PNMs según el tipo de ambiente o el motivo de la declaración ( http://www.cma.gva.es/web/valencia_con_puntos.swf). La mayoría (19) corresponden a las denominadas “Sierras prelitorales” (incluimos aquí el PNM Cinc Germans, de Canals, no incluido en la clasificación de la Generalitat). Siete más están clasificados como “Parajes fluviales”, tres como “Enclaves singulares”, tres más como “Natura-Cultura”, dos como “Bosques de interior”, y uno (el PNM La Murta y la Casella, en Carcaixent) como “Paisaje mágico”.
Paisajes Protegidos
La Ley 11/1994, de 27 de diciembre, de la Generalitat Valenciana define los Paisajes Protegidos como espacios, tanto naturales como transformados, merecedores de una protección especial, bien como ejemplos significativos de una relación armoniosa entre el hombre y el medio natural, o bien por sus especiales valores estéticos o culturales. Esta ley especifica que el régimen de protección de estos paisajes estará dirigido expresamente a la conservación de las relaciones y procesos, tanto naturales como socioeconómicos, que han contribuido a su formación y hacen posible su pervivencia. En la utilización de estos espacios se compatibilizará el desarrollo de las actividades rurales tradicionales con el uso social a través del estudio, la enseñanza, y el disfrute ordenado de sus valores.
La provincia de Valencia cuenta con dos Paisajes Protegidos, que suman 5.403 ha (Figura 5A). Por un lado, el Paisaje Protegido del Serpis, que abarca el Río Serpis y su entorno desde Alcoy hasta su desembocadura en Gandía, tiene la mayor parte de su superficie en la provincia de Alicante. En la provincia de Valencia está encuadrado en la comarca de La Safor, donde ocupa 3.285 ha. Aunque en la provincia de Valencia incluye superficie de 11 municipios, es Villalonga, con 2.810 ha, el que realiza la principal aportación.
Por otro, al sur del anterior, el Paisaje Protegido de la Ombria del Benicadell, con 2.118 ha, discurre por la ladera norte de la Serra de Benicadell, en la comarca de La Vall d’Albaida, que sirve de límite natural entre Valencia y Alicante. Su superficie se encuentra repartida sobre 10 municipios, que contribuyen entre 69 (Bufalí) y 423 ha (Beniatjar). También es paisaje protegido el lado sur, la Solana de Benicadell, ya en la comarca del Comtat, en Alicante.
Lugares de Importancia Comunitaria (LIC)
Los Lugares de Interés Comunitario son una figura de protección recogida en la Directiva 92/43/CE sobre Conservación de Hábitats Naturales y la Flora y Fauna Silvestres (Directiva Hábitats), traspuesta al Derecho español en el RD 1997/1995, de 7 de diciembre. Son espacios seleccionados por la presencia de hábitats y especies prioritarios desde el punto de vista de la conservación, y en su delimitación se tienen en cuenta tanto criterios ecológicos como socioeconómicos.
La provincia de Valencia cuenta con 46 LICs, que cubren un total de 286.782 ha en 142 municipios de las 16 comarcas (Figura 5B). Con mucho, el más extenso es el de la Muela de Cortes y el Caroig, con más de 60.000 ha (Figura 10), y el más modesto, excluyendo cuevas, simas y túneles, el de la Serra del Castell de Xàtiva, con poco más de 3 ha.
Figura 10. Los 10 LICs de la provincia de Valencia con una superficie mayor de 10.000 ha
Fuente: Elaboración propia a partir de MAGRAMA
El Valle de Cofrentes-Ayora es la comarca que cuenta con una mayor extensión de LICs, ya que acoge algunos de los lugares de mayor superficie (Muela de Cortes y el Caroig, Sierras de Martés y El Ave, Valle de Ayora y Sierra del Boquerón) (Figura 11). En el otro extremo, L’Horta Nord, con algo más de 34 ha, correspondientes a la Marjal dels Moros, es la comarca con una menor superficie de LICs (Figura 11).
Figura 11. Superficie de cada comarca incluida en LICs (ha)
Fuente: Elaboración propia a partir de MAGRAMA
Zonas de Especial Protección para las Aves (ZEPA)
Las aves han sido pioneras en muchos aspectos relacionados con la conservación. A nivel europeo, la llamada “Directiva Aves”(79/709/CEE) data de hace más de 40 años. Fue recogida en la “Directiva Hábitats”(92/43/CE), mencionada arriba y, tras varias modificaciones, ha sido recientemente codificada (Directiva 2009/147/CE, de 30 de noviembre de 2009, relativa a la conservación de las aves silvestres). En esta directiva se insta a los estados miembros a asegurar la protección eficaz de todas las aves que viven en estado salvaje, mediante la protección, conservación, restauración y creación de los hábitats necesarios para que las poblaciones puedan persistir a lo largo del tiempo.
La provincia de Valencia contiene 15 ZEPAs, que cubren un total de 356.013 ha, y se extienden por todas las comarcas (Figura 5B). Con diferencia, las ZEPAS de la Sierra de Martés-Muela de Cortes, con casi 141.000 ha, y la del Alto Turia y Sierra del Negrete, con algo más de 100.000 ha, son las más extensas (Tabla 3).
Tabla 3. ZEPAs de la provincia de Valencia, indicando las comarcas en las que se encuentran y su extensión
Fuente: Elaboración propia a partir de MAGRAMA
Por comarcas, Los Serranos es la que cuenta con una mayor superficie de ZEPAs, con más de 80.000 ha, al incluir la mayor parte de la ZEPA del Alto Turia y Sierra del Negrete (Figura 12). También destacan las comarcas de El Valle de Cofrentes-Ayora, La Plana de Utiel-Requena, y La Canal de Navarrés, con unas 50.000 ha de ZEPAs cada una.
Figura 12. Superficie de cada comarca incluida en ZEPAs (ha)
Fuente: Elaboración propia a partir de MAGRAMA
Los espacios protegidos como recurso
El análisis aquí presentado es obviamente un primer paso muy preliminar para poder llegar a obtener conclusiones sobre el valor de los espacios protegidos como recurso. Como hemos indicado al inicio del capítulo, la mera designación de una zona como protegida debería suponer un reconocimiento a sus valores naturales. Podemos asumir que esto ocurre cuando hablamos de LICs o ZEPAs, ya que tienen un reconocimiento internacional, pero no es necesariamente así con las figuras regionales o municipales, ya que en su designación pueden primar intereses diferentes a los de la conservación (Prato y Fagre 2005), lo que puede suponer que áreas que lo merezcan desde un punto de vista estrictamente biológico o geológico no alcancen el reconocimiento a nivel regional. En un reciente análisis a nivel nacional, considerando las especies de vertebrados terrestres, López-López et al. (2011) concluyen que sólo el 5% de las áreas de interés para estas especies están actualmente protegidas.
Otro aspecto a tener en cuenta es el grado de “protección” que realmente tiene un “espacio protegido”. Por un lado, se sabe que la fragmentación de los ecosistemas es una de las causas principales de extinción, y pocos espacios protegidos tienen una superficie suficiente como para mantener poblaciones viables de muchas especies. Es por ello que es indispensable la creación de redes o sistemas de conservación bien coordinados y espacialmente estructurados al menos a una escala regional. El análisis de la conectividad espacial de los diferentes espacios escapa al presente trabajo, pero es evidente el aislamiento de muchos espacios protegidos, que se encuentran rodeados de un hábitat hostil para la mayor parte de especies presentes. Por otro lado, pocos espacios protegidos, por no decir ninguno, son “autosuficientes”, es decir, pueden mantener su estructura, función y dinámica sin intervención del hombre –lo que se entiende por “gestión”. Hoy en día, en un contexto de un mundo rápidamente cambiante, tanto por cambios en el clima como por las rápidas e impactantes acciones humanas, es necesaria una gestión adaptativa (no reactiva), que implica el seguimiento y evaluación de las acciones de conservación, para corregir rápidamente errores o ajustarse a los cambios ambientales (Gómez-Limón, 2008). Esta gestión adaptativa brilla por su ausencia en el entorno territorial en el que nos encontramos.
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