LA TRANSICIÓN DE LA PRENSA
EL COMPORTAMIENTO POLÍTICO
DE DIARIOS Y PERIODISTAS
LA TRANSICIÓN DE LA PRENSA
EL COMPORTAMIENTO POLÍTICO
DE DIARIOS Y PERIODISTAS
Jaume Guillamet (ed.)
UNIVERSITAT DE VALÈNCIA
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© De los textos: los autores, 2018
© De esta edición: Universitat de Valéncia, 2018
Coordinación editorial: Maite Simon
Maquetación: Inmaculada Mesa
Corrección: Pau Viciano
Diseño de la cubierta: Celso Hernández de la Figuera
ISBN: 978-84-9134-339-4
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
I. EL CAMBIO VIGILADO
1. El cambio vigilado Jaume Guillamet y Christopher D. Tulloch
II. LOS DIARIOS
1. La apuesta monárquica de La Vanguardia Marcel Mauri i de los Ríos y Anna Nogué Regàs
2. El neofranquismo de ABC Jaume Guillamet
3. La independencia de Informaciones Ruth Rodríguez-Martínez
4. El centrismo católico de Ya Christopher D. Tulloch
5. De franquistas a reformistas: Arriba y Pueblo Jezabel Martínez Fábregas
6. El franquismo intransigente y golpista de El Alcázar Francesc Salgado
7. La mirada catalanista de Avui Marcel Mauri i de los Ríos y David Caminada
8. La influencia de El País Josep Maria Sanmartí
9. La libertad de Diario 16 Rita Luis y Carles Pont Sorribes
10. La distancia vasca de Deia y Egin David Caminada
III. PERIODISTAS Y POLÍTICOS
1. Un ejercicio colectivo de memoria profesional Carles Pont Sorribes, Rita Luis y Josep Maria Sanmartí
2. Cuatro miradas sobre un proyecto compartido Josep Maria Sanmartí, David Caminada y Christopher D. Tulloch
3. Tres reflexiones Francesc Salgado
EPÍLOGO: LÍMITES Y EXCESOS DEL «PARLAMENTO DE PAPEL»
BIBLIOGRAFÍA
ÍNDICE ANTROPONÍMICO
ÍNDICE DE MEDIOS DE COMUNICACIÓN
ÍNDICE ONOMÁSTICO GENERAL
INTRODUCCIÓN
El 22 de noviembre de 1975, día en que Juan Carlos de Borbón juró como rey ante las Cortes, dos semanarios de amplia difusión permanecían suspendidos por una orden administrativa. Uno de ellos – Mundo – pudo reaparecer pronto, gracias al posterior indulto concedido por el Gobierno, mientras que el otro – Triunfo– tuvo que cumplir por completo los cuatro meses de sanción. El título del artículo que la motivó seguía vigente: «¿Estamos preparados para el cambio?».
Salvo algunas excepciones, la prensa diaria continuaba llena de homenajes y evocaciones a la figura y obra del Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos Francisco Franco Bahamonde, fallecido el día 20, a punto de cumplir 83 años. Con pocas excepciones también, la prensa diaria había sido objeto de un menor número de sanciones administrativas previstas por la Ley de Prensa e Imprenta de 1966 de las que sufrió la prensa semanal, gracias al acuerdo tácito que el interés mutuo inspiró al Gobierno y a las empresas editoras de diarios.
Al primero no le convenía mostrar las insuficiencias de la libertad de prensa establecida y limitada sucesivamente en los dos primeros artículos de la ley. A las segundas, les convenía aún menos afrontar los riesgos sobre todo económicos de las pérdidas derivadas por eventuales multas, expedientes y procesos judiciales pero, sobre todo, por los secuestros de ediciones completas que el Gobierno se reservaba como actuación preventiva.
Los secuestros de ABC –en julio de 1966, por un artículo de reivindicación de la monarquía tradicional 1– y de Madrid –en mayo de 1968, por un editorial sugiriendo la retirada del general Franco, tomando ejemplo de la efectuada por el general Charles De Gaulle como presidente de la República francesa 2– habían quedado como casos señalados y aislados. Ambos eran anteriores al nombramiento por las Cortes del joven Príncipe de España como sucesor a la Jefatura del Estado a título de rey, en julio de 1969.
Habitualmente, Gobierno y diarios se valían de una fórmula preventiva conocida también como «censura telefónica», por la que se sugerían cambios en las ediciones durante la media hora preceptiva de depósito previo de ejemplares en las oficinas del Ministerio de Información y Turismo, ignorando aquellos que ya hubieran comenzado la distribución. En casos más agudos, la policía podía proceder a su recogida en los quioscos.
Ese acuerdo tácito no libró a los editores de diarios de otras intervenciones del Gobierno, que afectaron a algunas iniciativas renovadoras en el marco de las luchas internas entre las familias políticas del régimen. Así, el vespertino El Alcázar , adquirido a la Hermandad de Defensores del Alcázar de Toledo por una empresa cercana al Opus Dei, fue devuelto a sus fundadores con base en supuestas irregularidades administrativas en septiembre de 1968 (Rodríguez Virgili, 2006), siendo ministro Manuel Fraga Iribarne, que puso también dificultades a Nuevo Diario , matutino de la misma editora. En cambio, otro diario autorizado con el nombre de Nivel , fue prohibido por su sucesor Alfredo Sánchez Bella tras la publicación del primer número, el 31 de diciembre de 1969. También por irregularidades administrativas, se procedió en 1971 al cierre del citado Madrid (Barrera, 1995) y de los semanarios como Presència de Gerona y El Maresme de Mataró (Guillamet, 1996: 120-123).
La liberalización parcial que había significado en 1966 la llamada ley Fraga –tras veintiocho años de vigencia de la ley de inspiración fascista dictada apenas dos años después del inicio de la Guerra Civil, en marzo de 1938– no comportó grandes cambios en la estructura de la prensa diaria. Muy pocos periódicos habían sobrevivido al alzamiento militar en las zonas controladas desde el principio por los rebeldes y muchos menos habían sido autorizados a reaparecer en las demás.
Excepto los del Movimiento –diarios únicos en la mayoría de provincias, creados con la expropiación de la antigua prensa republicana– casi ningún diario nuevo fue autorizado antes de 1966 y muy pocos lo fueron después. Entre las pocas excepciones están el vespertino barcelonés Tele/eXprés , fundado en 1964 por el industrial y banquero Jaime Castell Lastortras, cercano a la familia Franco, el procurador en Cortes Juan Antonio Samaranch y el director de la Agencia Efe Carlos Sentís, así como Diario de Lérida , 1966, órgano diocesano del obispo Aurelio del Pino, confesor de Carmen Polo de Franco (Guillamet, 2004).
La Vanguardia Española en Barcelona y abc en Madrid, el primero en difusión y el segundo en influencia, son los dos principales diarios que se publican en España en 1975, ambos de tradición monárquica como revelan los títulos nobiliarios de sus editores, el conde de Godó y el marqués de Luca de Tena. La mayoría de diarios en provincias dependen de los gobernadores civiles y jefes provinciales del Movimiento. Su órgano de cabecera en Madrid, aunque de baja difusión, es el falangista Arriba , fundado en 1934 por José Antonio Primo de Rivera, cuyos editoriales y artículos son reproducidos habitualmente en los demás, que en las principales ciudades apenas pueden competir con los viejos diarios conservadores.
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