El 30 de septiembre de 1932 salía el primer número de su órgano de prensa con el original título de Concentración Española . La publicación se presentaba con un ¡Viva Cataluña española! Además de explicitar su programa, la publicación no hace ascos a cierto populismo cuando habla de eliminar impuestos o de podar los altos sueldos políticos. Se muestran muy críticos con «Esquerda» Republicana, como denominan al partido de Macià, y con la Generalitat, a la que acusan de estar creando un miniestado. Más virulentos son los artículos contra los partidos independentistas.
Aclaran que no es partido de castellanos, sino de españoles, y que defienden el castellano, pero no son contrarios al catalán. De hecho, publican algún artículo en catalán, en el que afirman «no som aquells espanyolistes d’Albiñana»; ellos se consideran españoles, pero no españolistas. Se consideran «la guardia montada para vigilar que Cataluña autónoma no se convierta en Cataluña separatista». Aceptan el Estatut, pero muestran su disconformidad con su aplicación.
Pero las divisiones habían empezado pronto. A los seis días de constituida Concentración Española un pequeño grupo disidente, impulsado por Daniel J. Hermosilla Torre, presidente de la fantasmagórica Confederación Interregional Hijos de Iberia, que curiosamente obtuvo una efímera fama «por la campaña que realizó defendiendo la causa del país catalán a raíz del plebiscito pro Estatuto», crea Confraternidad Española. Cuelga carteles en la ciudad en los que llama a los españoles de otras regiones a una reunión para el mismo día que Concentración tenía previsto su mitin de presentación.
Concentración publica un extra de su revista donde denuncia el confusionismo que pretenden crear los escindidos. Además, deciden aplazar su presentación para el día 16 de octubre, la que conocemos en el Teatro Bosque. Como hemos visto, el mitin no fue bien. Escaso público e incidentes. El día 24 de octubre volvieron a intentarlo. Se convoca otro acto en el Cine Triunfo. De nuevo poco público. En él insisten en la necesidad de «la unión de los no catalanes residentes en Cataluña, para presentar un frente único en las próximas elecciones». De nuevo se reprodujeron los incidentes, pero esta vez se pudo finalizar el acto. El día 29 volvieron a programar un acto de propaganda en Pueblo Nuevo.
Pero el confusionismo sembrado por Confraternidad seguía. El 9 de octubre se había constituido oficialmente el Partido Republicano Confraternidad Española, formado por «ciudadanos de las distintas regiones españolas no nacidos en Cataluña». No llegan al centenar. Pero la escisión, a su vez, pronto tuvo sus propios problemas internos y el 27 del mismo mes su presidente denunció en el juzgado por desfalco a algunos «individuos que habían pertenecido a la comisión organizadora del partido». Confraternidad Española ya no levantaría cabeza. Unos volvieron a Concentración y los restos del partido acabarán ingresando, en noviembre de 1934, en el Partido Agrario Español.
Para añadir desconcierto a la situación, paralelamente a estos partidos nació la Unión de Regionales de Cataluña. El 26 de octubre anunciaba su constitución. El primero de noviembre escenifican su presentación con un acto también en el Teatro Bosque. Los oradores afirman que su «única finalidad es defender los derechos y los intereses de los regionales que viven en Cataluña». La misma cantinela.
También los radicales contaron en estas elecciones en su candidatura con dirigentes de casas regionales que tradicionalmente habían sido cercanas al lerrouxismo. Además, en alguno de sus mítines utilizaron el argumento de que los no nacidos en Cataluña se podían convertir en ciudadanos de segunda y convocaron actos para aragoneses y gallegos en los que intervinieron diputados radicales de esas regiones. 21
Hubo sectores de las casas regionales que reaccionaron y criticaron duramente la utilización política que se estaba haciendo de los no nacidos en Cataluña. La Casa de Valencia, el Centro Cultural Gallego y cerca de un centenar de inmigrantes publicaron en la prensa un manifiesto en el que se quejaban de «que esta floración espiritual del sentimiento regional despierte al ruido de una cercana lucha electoral». Afirmaban que
contra ciertas propagandas anticatalanas, de quienes indebidamente sé dicen representar a los regionales no catalanes, todas las colonias de estos están plenamente identificadas con el pueblo catalán y por ello debemos pronunciarnos políticamente dentro de los partidos políticos dé arraigo en esta región, sin estar autorizadas agrupaciones que para fines personalistas llevan como banderín de enganche el nombre sagrado de nuestras tierras nativas.
Finalmente, Concentración y la Unión confluyeron en una lista electoral para las elecciones catalanas. Los resultados fueron ridículos. Bermejo, el más votado, se quedó en unos trescientos votos, el resto no llegaron ni a doscientos.
A partir de aquí, el partido, como tantos otros de la extrema derecha, fue languideciendo. Su publicación no volvió a ver la luz. Abandonaron el partido los sectores más derechistas. En septiembre de 1935 todavía subsistía un pequeño núcleo de Concentración, sin actividad alguna. Pero, como veremos, sus juventudes, creadas en noviembre de 1933, tendrán un carácter menos ambiguo.
Ismael Márquez y Eduardo Stern, sin renunciar a colaborar con el PNE y otros proyectos ultras, acabaron en otra fuerza reaccionaria, más numerosa y bien financiada, que se estaba reestructurando, la alfonsina Derecha de Cataluña.
MONARQUIZANTES Y REACCIONARIOS: DERECHA DE CATALUÑA 22
El salón de fiestas del Hotel Ritz, haciendo gala de su elitismo, está lleno ese 22 de enero de 1933 de miembros de la aristocracia barcelonesa y de gente bien de la ciudad. Aunque se trataba de un banquete íntimo, se han reunido unas doscientas personas, que han recogido sus invitaciones en la Peña Blanca, organizadores del acto. Se disponen a escuchar a una de las estrellas del alfonsismo político, el exministro y exmaurista Antonio Goicoechea.
Desde que llegó en el expreso de la mañana no ha parado. Misa, aperitivo en el local de la Peña Blanca, traslado al Hotel Ritz, donde recibe algunas visitas. Tras la comida asiste a una conferencia en el Círculo Tradicionalista del Distrito I en la que el publicista Gonzalo Pardo propugna la unión de todas las fuerzas monárquicas «por el lazo de las ideas y de las doctrinas y por el dolor, por el sacrificio y por el entusiasmo, dejando a Dios, en su sabiduría infinita, la resolución y esfumación» de las pequeñas diferencias. Requerido por los asistentes, Goicoechea tomó la palabra. Afirma sus coincidencias con lo planteado.
Ahora, tras el banquete de homenaje que ha recibido, Goicoechea se dirige a los comensales. Defiende a la Iglesia católica y la monarquía y afirma que
para lograr la consecución de sus ideales y obtener la federación de las derechas españolas propugna el establecimiento de un régimen de justicia entre los nacionales y revisar el texto constitucional, ligándose entre sí las derechas, pero las derechas auténticas, no las falsificadas y suplantadoras, porque dentro del régimen actual, no hay derechas ni posibilidad de haberlas. 23
Aquí está el quid de la cuestión; Goicoechea ha militado hasta entonces en Acción Popular, el partido católico dirigido por Gil Robles, ha liderado su ala monárquica y más derechista. Ahora, este sector ha decidido separarse de un partido que se ha declarado dispuesto a acatar la legalidad republicana. Consideran que Acción Popular, con su gradualismo, ha renunciado a derribar la República. En septiembre de 1932, en una reunión en París entre alfonsinos exiliados y del interior, se ha decidido la creación de un partido propio, el que será Renovación Española. Tienen la aquiescencia de Alfonso XIII. Goicoechea está en Barcelona para presentar el nuevo proyecto político y recabar adhesiones.
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