La segona és de Laborde (1975: 94-96), prèvia a la Guerra del Francés:
La ciutat de Dénia, que hom troba aproximadament a tres llegües d’Oliva, es presenta sota un aspecte imponent, construïda com està a la vora de la mar i al peu d’una muntanya coronada de velles muralles. Dissortadament, aquest conjunt perd força quan hom el veu de la vora, i la mirada, que només hi descobreix ruïnes, deixa córrer la imaginació i la memòria, que, en efecte, hi troben nombrosos motius d’interès i de meditació. Aquestes restes de murs circulars, sobre les quals avui bat la mar i l’interior de les quals ha estat omplert per la sorra, foren, en altre temps, el recinte d’un port gran i freqüentat. Aquestes ruïnes que coronen la muntanya antigament foren un temple famós consagrat a Diana. D’ací l’origen dels noms antics Dianium, que els romans donaren a la ciutat, i Artemisia, que va rebre dels grecs, entre els quals la mateixa deessa era anomenada així. Aquests darrers coneixien també Dénia pel nom d’Hemeroscopium, que vol dir sentinella del dia, perquè era un punt de reconeixement per als navegants, que la veien des de lluny. El Montgó, muntanya distant una llegua i mitja de Dénia, pel costat de ponent, és visible de quinze llegües enllà de la mar.
13. Plànol de Dénia d’Alexandre de Laborde (principi del segle XIX).
La tradició ens diu que aquesta ciutat ja era florent abans que els romans se n’apoderessin i que havia estat construïda pels marsellesos a l’època que esta colònia del foceus havia prosperat prou ràpidament per a fundar-ne d’altres. El fet és que una part dels murs, propers de l’antic port i flanquejats per grosses torres, és encara avui anomenada Barri dels marsellesos. Els successius posseïdors d’aquesta ciutat, marsellesos, romans, gots i àrabs, tots hi han deixat senyals de llur estada, i una mirada experta reconeix, sota l’herba o la sorra que cobreix aquests enderrocs, la traça dels diversos pobles que l’han habitada.
3.2 La desaparició de la plaça militar: l’eixample urbà i l’enderrocament de les muralles
És evident que cap a la fi del segle XVIII Dénia s’havia recuperat tant econòmicament –per l’exportació de la pansa– com demogràficament –el nombre d’habitants s’iguala amb els de mitjan segle XVII. Junt amb les aportacions de Chabàs, cal citar els estudis més recents de Costa Mas (1977) i Javier Calvo (2003).
Però aquesta recuperació propiciada per l’exportació de la pansa quedava llastrada per les mancances del port: malgrat que el marqués de Dénia tenia els drets jurisdiccionals, les inversions o millores havien estat nul·les. Per Reial Ordre de 8 de gener de 1804 s’incorporava la ciutat de Dénia a la Corona d’Espanya, amb terme i port. S’obri així una etapa nova amb activitats comercials que propiciaran l’augment demogràfic i l’eixample de la ciutat.
Al principi del segle XIX. comença la Guerra del Francés. El 19 de gener de 1812, la ciutat i castell de Dénia es reten a l’exèrcit francés. Ja hem vist l’estat del castell i els recursos humans i armamentístics en l’informe de José de Roxas de 1788, que no havia millorat en 1812, almenys així ho constata Chabàs (1985: 452): «A sus órdenes [el governador Esteban Echenique] tenía un teniente de Rey (pero empleado en Valencia por urgencias del servicio), un sargento mayor (viejo y sordo) y varios oficiales y tropas de inválidos». Abans del 19 de gener, s’havien executat obres de millora en les fortificacions, com ara la muralla sud del primer recinte del castell, i altres, totalment inútils, com el fossat del portal de Terra i el canal del Saladar. Després de l’ocupació pacífica de la ciutat per part l’exèrcit francés, les obres de millora hi continuaran, amb mà d’obra de la comarca reclutada forçosament.
14. Dénia al principi del segle XIX. Elaboració sobre cartografia actual. (J. Ivars)
El setge de les tropes espanyoles, amb un bombardeig excessiu de difícil justificació, deixà la plaça i el castell arruïnats. La ciutat es recuperà ràpidament, gràcies a l’exportació de la pansa, però el castell continuarà fins avui mostrant els efectes d’aquest bombardeig.
Dues descripcions posteriors a aquesta guerra fan patent aquest deficient estat. La primera és de Sebastián de Miñano (1826): «El castillo tiene su asiento sobre lo alto del cerro que domina la campiña, pero està casi arruinado».
La segona, més extensa, és de Pascual Madoz (1982: I, 317-318):
FORTIFICACIONES. Aunque construidas las murallas de esta ciudad en distintas épocas, y antes de perfeccionarse el arte de fortificacion, sin foso ni obras esteriores, tienen sin embargo bastante elevacion lo mismo que sus parapetos, á trechos aspillerados, y á trechos con banqueta: en vez de los modernos baluartes hay torreones circulares colocados á corta distancia entre si, todos con su correspondiente garita de piedra aspillerada; unos con 2 y otros con 3 troneras, cuyas explanadas son de sólida fábrica. La mayor parte de su terraplen es bastante ancho para que puedan caminar por él 6 ú 8 personas de frente: ofrece un paseo cómodo y deleitable, y en su parte oriental bajo de cuyo lienzo está el juego de pelota, hay una plazuela rodeada de bancos de canteria con respaldos, llamada la antigua Glorieta, 14viéndose allí una bateria á barbeta que domina el puerto. Al Este se halla la puerta de la ciudad denominada del Mar, y al Oeste otra con el nombre de Puerta de Tierra, ambas precedidas por un tambor cerrado con otra puerta. Unense los dos estremos de esta muralla con el castillo, que tiene su puerta principal dentro de la ciudad, y otra estramuros á pocos pasos del mar llamada del Socorro. Está fundado este castillo á la lengua del agua, al Norte de la misma ciudad, á la que domina y defiende así como á su puerto, sobre un montecito de peña, llamado en lo antiguo Promontorio Dianiae, desde el que se ofrecen horizontes estensos y vistosos, asi como proporciona una defensa natural. Puesto por los franceses en estado de hacerla durante la guerra de la Independencia, teniendo ya dentro de su recinto una gran cisterna, almacenes y cuarteles á prueba de bomba, fue luego casi completamente destruido en 1813 por los españoles, quienes lo tuvieron sitiado por mas de 5 meses, durante cuyo tiempo tomaron la ciudad asaltando la muralla por una brecha abierta a su efecto; y fué tan copioso el número de las bombas y balas que sobre él lanzaron, que arruinado el magnífico palacio en su tercera plaza, abiertas 3 espaciosas brechas en las murallas del primer recinto, desplomados los de los otros 2, y convertido por la parte del Sur en un monton de escombros, podia decirse que no quedaba en él piedra sobre piedra. En medio de tanto estrago y desolación, cuando el territorio peninsular estaba casi del todo libre y apenas le hollaba ya mas fuerza enemiga que la de este castillo reducida á solos 100 hombres mandados por el gefe del batallon Bil, obtuvieron todavía aquellos valerosos defensores en justo premio de su desgraciado valor, la mas honrosa capitulación. El 6 de diciembre de dicho año bajaron con todos los honores de guerra por entre los escombros de una de las indicadas brechas, se respetaron sus personas y propiedades, conservaron los oficiales sus espadas, y fueron transportados por mar á Francia. Puédese concebir á vista de este sitio y defensa lo que esta fortificacion fué, y lo que aun puede ser. En 1829 se acabaron de levantar sin la suficiente solidez los lienzos derribados de la primera plaza y se repararon algunas otras obras: mas todavía quedan señales indelebles de aquel terrible bombardeo. Tambien puede contar esta ciudad con otras defensas naturales que aumentan su importancia como punto militar y marítimo, no bien conocido al parecer en estos últimos tiempos, aunque debidamente apreciado en los antiguos: estas defensas las presenta la misma topografia del pais. A la orilla del mar y á pocos pasos hácia el Sur del arrabal de Denia, ó sea al Sureste próximamente de esta ciudad, se ve igualmente un torreon circular o cubo redondo llamado Fortin, con esplanada de tosca, en la cual habia 3 cañones que enfilaba el canal del puerto de la antigua ciudad: por el Oeste esta ceñido de un alto parapeto con aspilleras que miran al campo, y que se une por el Norte con una garita de fábrica aspillerada, la cual domina la entrada del mismo torreon. Súbese á él por una escalera de tosca en cuyo estremo superior hay un puente formado hoy de tablones sueltos, pero que debió ser antiguamente levadizo, según asi lo demuestran sus vestigios: comunícase este fortin con una casa á él contigua, tambien aspillerada, que servia de cuerpo de guardia. Hoy es esta fortificacion una de las señales para entrar en dicho puerto. En el pais se llama tambien impropiamente Fortin un largo lienzo de muralla, que subsiste medio arruinado, y que servia para cerrar el barrio ó arrabal llamado de los Marselleses. Empieza este lienzo, reedificado por los árabes, algunas varas mas cerca del actual arrabal de Denia, que de la espresada fortificacion, de que forma parte, y se estiende unas 600 varas casi paralelo á la orilla del mar, hasta en frente de la torre de Encarrós llamada en lo antiguo Carrós ó Carruz. En el dia es uno de los monumentos ruinosos que atestiguan la pasada grandeza de Denia. La torre de Encarros es un torreon circular medio derribado, situado á la orilla del mar y batido por sus aguas, á la distancia de unas 1.400 varas al Sureste de Denia: estaba antiguamente unido al lienzo de muralla que acabamos de mencionar. Se le dio el nombre de un capitan llamado Pedro Carrós, quien sirviendo al Rey Don Jaime, lo tomó por asalto á los moros los que le forzaron á abandonarlo enseguida, aunque poco despues reconquistó á Denia en 1244. En la actualidad es como el fortin una de las señales para entrar los buques en el puerto de esta ciudad, por cuya razon de utilidad, y por ser ademas un monumento histórico antiquísimo, convendria que se separase [reparase]: si asi no se hace desaparecerá probablemente muy en breve, socavado por el mar, que cubrirá sus restos, como sepulta en sus alrededores otras muchas ruinas.
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