1 ...6 7 8 10 11 12 ...17 Sin embargo, es posible pronosticar que la escuela ya no será la misma; la pandemia dejó una huella que todavía no alcanza a percibirse en su magnitud. La moral cívica sufrirá alteraciones, el comportamiento ciudadano será diferente —tal vez menos pasivo—; los planes de estudio, aunque no se modifiquen en la norma, producirán nuevos guiones cognositivos y los docentes forcejearán entre sus capacidades adquiridas y los desafíos pospandémicos. Tal vez se aceleré el cambio de paradigma en la educación nacional que comenzó en la década de 1990. Si bien nadie sabe cuál será el rumbo de los cambios, es probable que se enmarquen en tendencias globales y haya al mismo tiempo una defensa —incluso férrea— de lo doméstico. Empieza una contienda por la educación del futuro. El término cambio de paradigma se utiliza aquí de forma operativa para acompañar descripciones sobre las consecuencias que produjo el covid-19, pero sobre todo de la estructura del sistema educativo mexicano y su historia.
Shoko Yamada señala que un cambio de paradigma presenta tres características principales: primero, un discurso sobre los efectos de las intervenciones que a veces no se refrenda con evidencias; segundo, las relaciones de poder entre los actores implicados, tanto globales como nacionales, incluso, regionales y locales; y tercero, participación de la sociedad civil en asuntos de la educación (Yamada, 2016, pp. 4-5). Un cambio de paradigma no es comparable a una revolución científica en una matriz disciplinaria, como la definió Thomas Kuhn (Bird, 2018); aquel implica mudanzas en un determinado sistema de acción y creencias, no es una transformación total. El término cambio de paradigma parece apropiado para discutir fluctuaciones en propósitos, prácticas, discursos de los actores políticos que participarán en el diseño y ejecución de las políticas educativas en México tras la pandemia de covid-19.
El paradigma vigente hasta la década de 1980 engendró una organización institucional centralista, rígida y burocrática, en la que sólo el gobierno y el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (snte) determinaban el camino a seguir. Un plan de estudios y libros de texto casi únicos invitaban a la práctica rutinaria y memorística. Las escuelas normales formaban a los maestros para que realizaran las mismas tareas durante toda su vida profesional. La orientación del sistema era enseñar; se suponía que en la escuela los alumnos aprendían lo necesario para formar parte de la sociedad. No había una evaluación sistemática de los aprendizajes y cada profesor tenía amplios márgenes de autonomía para calificar a los alumnos.
Ese modelo se implantó de modo radical durante el régimen de la Revolución mexicana, con una estructura corporativa sindical vertical y corrupta que, para finales de los ochenta del siglo xx, constituía una catástrofe silenciosa (Guevara Niebla, 1992). La calamidad empeoró con la pandemia de covid-19, que forzó a que las autoridades decidieran que el ciclo escolar 2019-2020 continuara de manera virtual y por medio de la televisión. Para el ciclo escolar 2020-2021, que para fines prácticos se llevó a cabo completamente a distancia, la Secretaría de Educación Pública instauró Aprende en Casa ii, con métodos híbridos y cuyas consecuencias finales todavía se desconocen.
La cuestión hoy es cómo será el regreso a clases y qué pasará en las aulas. ¿Se replicará el pasado o hay alternativas?
Incógnitas para el porvenir
El covid-19 provocó un sinnúmero de reflexiones en la prensa sobre la pandemia y la educación; en publicaciones académicas abundan ensayos sobre esta enfermedad, sus efectos y aprendizajes (Casanova Cardiel, 2020; Signos Vitales, 2020). Con base en esa bibliografía, en este capítulo se despliega una tipología sobre lo que se espera con el regreso a clases. Destacan tres narrativas: la imperiosa, la innovadora y la edutópica (híbrido de educación y utopía).
La primera plantea, con ligeros cambios, retornar a la “normalidad” anterior a la pandemia; romantiza al pasado, la perspectiva es más doméstica que global. Al parecer es la visión que empuja el gobierno, el presidente López Obrador en persona. La segunda postula que la educación remota dejó experiencias que escuelas y docentes incorporarán en su hacer cotidiano, habrá un uso más intenso de las tecnologías de la información y comunicación para mejorar el trabajo pedagógico; si bien las propuestas toman en préstamo ideas del orden global, piensan en el sistema educativo mexicano para su puesta en práctica. La tercera esboza un cambio de paradigma siguiendo los Objetivos de Desarrollo Sostenible que propone la Unesco y educadores democráticos como Paulo Freire (1993 y 2005). Es una edutopía que aboga por el ingreso a la globalización desde una postura humanista, distinta de planteamientos tecnocráticos de otras organizaciones intergubernamentales.
Una nota de método
Nadie puede predecir con certeza qué pasará en el regreso a clases. Empero, académicos dedicados a la prospectiva —o futurólogos— diseñaron herramientas para hacer ejercicios de imaginación con base en evidencia del presente y tramas razonables, los denominan escenarios (Godet et al., 2000, pp. 38-41). La idea central es entrever, como si fuera un teatro, el comportamiento de personajes conforme a los mismos elementos, pero con perspectivas de desarrollo distintas. A pesar de que hay métodos probados para la construcción de escenarios entre académicos y organizaciones que practican la planeación estratégica, no hay un consenso firme sobre cómo deben desplegarse. Unos, citados por Tomás Miklos y Margarita Arroyo (2008) plantean que “el (largo plazo) futuro no se concibe como una línea causal pasado-presente-futuro, sino como un bucle generador de sentido y dirección social que parte de un pasado-presente cierto hacia un futuro incierto: el futuro devuelve incertidumbre al presente, lo que suscita el cambio, la evolución histórica”. Sugieren plantear escenarios alternativos con el fin de imaginar cómo será ese futuro, en vez de pronosticar determinado rumbo.
Sin embargo, otros autores que cita Alain Michel (2002) insisten en cierto determinismo del tiempo histórico y vislumbran el futuro como una extensión del presente, pero apuntan que la selección de variables para construir escenarios posibles condiciona la visión del futuro. También abogan por el levantamiento de escenarios contrastantes. Los primeros exponen los tablados a partir de un futuro imaginado; los segundos, a partir de tendencias identificadas en el presente.
Estos escenarios son puros, al igual que los tipos ideales de matriz weberiana; en la realidad podrán coexistir posturas y mezclarse dispositivos de maneras complejas. El propósito de este ensayo es trasmutar los argumentos trazados en los párrafos precedentes en escenarios potenciales. Acepta las sugerencias del equipo de Prospekit, en principio por la flexibilidad que ofrece para montar narrativas. Lo que importa es la verosimilitud, nadie asegura que su relato represente la realidad.
Los autores de Prospekit advierten que el método de escenarios tiende a construir representaciones de los futuros posibles y el camino que conduzca a su consecución. Su objetivo es poner en evidencia las tendencias y los gérmenes de ruptura del entorno. Distinguen dos grandes tipos de escenarios: 1) exploratorios, que parten de tendencias pasadas y presentes y conducen a futuros verosímiles, y 2) de anticipación o normativos. Ambos son construidos a partir de imágenes alternativas del futuro. Atención: se conciben de un modo retrospectivo, se narran como si fueran historia. Estos pueden ser tendenciales o contrastados, según se tome en cuenta su evolución. Para ello, sugieren: 1) delimitar el sistema y su entorno, 2) determinar las variables esenciales y 3) analizar la estrategia de los principales actores (Godet et al., 2000, pp. 38-39). En consecuencia, los tres escenarios que se despliegan en este ensayo se vierten como si ya se viviera ese futuro, quizá hacia la mitad de la década de 2030. La narrativa evita una posición normativa; no se especula sobre el cómo deberían ser las cosas, sino cómo tal vez acontecerán.
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