Ser judío significaba vivir con memoria […] Solamente se necesitaba continuar la tradición, reproducir los gestos y sonidos transmitidos a través de las generaciones cuyo producto final era yo [...].
Con los años aprendí un vocabulario más moderno, más ‘sofisticado’. Me dijeron que ser judío significa poner el acento simultáneamente e igualmente en el verbo y el sustantivo, en lo secular y en lo eterno, prevenir que uno excluya al otro o triunfe a expensas del otro. Significa servir a Dios abrazando las causas del hombre, rogar por el hombre mientras se reconoce su necesidad de Dios. Y optar por el Creador y Su creación, rehusando a oponer uno contra otra.
Por supuesto que el hombre debe interrogar a Dios, como lo hizo Abraham; articular su enojo, como lo hizo Moisés; y gritar su pena, como lo hizo Job. Pero solo el judío opta por Abraham –que cuestiona– y por Dios –que es cuestionado– [...]. Pero ser judío es, mostrarse uno mismo con sus propias contradicciones, aceptándolas. Significa salvaguardar el propio pasado en una época en que la humanidad aspira solamente a conquistar el futuro; significa respetar el Shabat cuando el día oficial de descanso es el domingo o el viernes; significa explorar fervientemente el Talmud, con sus leyes y discusiones aparentemente anticuadas [...]; significa afirmar el derecho de la espiritualidad en un mundo que niega la espiritualidad; significa cantar y volver a cantar, cada vez más alto, cuando alrededor anuncia el fin del mundo, el fin del hombre...
BIBLIOGRAFIA
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Notas:
[1]Intervenció llegida el 19 d’octubre de 2011 al IV Congrés d’Estudis Personalistes «Colligite Fragmenta. Repensar la tradició cristiana en el món postmodern», dins la taula redona titulada «Ecumenisme i diàleg interreligiós versus fonamentalisme i replegaments confessionals. El cas valencià».
[2]D. Runes, Historia ilustrada de la Filosofía [J. García, trad.], Barcelona, Grijalbo, 1966, p. 2.
[3]El jasidismo es un movimiento ortodoxo místico dentro del judaísmo que surgió en el siglo XVIII en Bielorrusia y Ucrania, fundado por el rabino Israel ben Eliezer conocido como el Baal Shem Tov (1700–1760), (en hebreo, literalmente: «Señor del Buen Nombre»). La palabra hebrea jasid, piadoso, deriva de la raíz jsd, «piedad» y «bondad», dando lugar a jasidut, que significa «práctica de la piedad y de la bondad».
[4]M.-A., Ouaknim, El libro quemado. Filosofía del Talmud [A. Sucasas, trad.], Barcelona, Riopiedras, 1999, pp 94-95.
[5]E. Lévinas, Ética e Infinito [J. M. Ayuso, trad.], Madrid, La balsa de la Medusa, 2000, p. 163.
[6]«Y aconteció después de estos sucesos que Dios puso a prueba a Abraham diciéndole ‘¡Abraham!’. Y le contestó ‘Heme aquí’ […]», (Génesis 22, 1); «Entonces Isaac le dijo a su padre Abraham ‘¡Padre mío!’, y éste contestole ‘Aquí estoy, hijo mío’ […]», (Génesis 22, 7); «cuando lo llamó del cielo un ángel divino diciéndole ‘¡Abraham, Abraham!’ y éste contestó: ‘Heme aquí’ […]», (Génesis 22, 11).
[7]Como expresa Günter Stemberger en El judaísmo clásico. Cultura e historia del periodo rabínico [L. Miralles, trad.], Madrid, Trotta, 2011, p. 19: «una fractura tan profunda en la historia judía, que en época rabínica incluso les llevó ocasionalmente a emplear una cronología ‘desde la destrucción del Templo’.»
[8]J. Derrida, Acabados seguido de Kant, el judío, el alemán [P. Peñalver, trad.], Madrid, Trotta, 2004, pp. 87-88.
[9]Y. H. Yerushalmi, Zajor. La historia judía y la memoria judía [A. Castaño y P. Villaseñor, trads.], Barcelona, Anthropos, 2002, p. 2.
[10]Tefelim, derivado de la palabra hebrea tefilá, plegaria, son pequeñas cajas que contienen pasajes bíblicos que los varones adultos deben colocarse durante la plegaria matutina en cumplimiento del precepto «una señal sobre tu mano» y «recuerdo entre tus ojos» (Éxodo 13, 9-16; Deuteronomio 6, 8 y 11, 18). Mezuzot, plural de mezuzá, literalmente, jamba de la puerta, pergamino fijado en las jambas de la puerta que contiene versículos bíblicos (Deuteronomio 6, 4-9 y 11, 13-21).
[11]Génesis 1, 26-27.
[12]Martin Buber escribe: «La palabra básica Yo-Tú sólo puede ser dicha con la totalidad del ser. Pero la reunión y la fusión en orden al ser entero nunca puedo realizarlas desde mí, aunque nunca pueden darse sin mí. Yo llego a ser Yo en el Tú; al llegar a ser Yo, digo Tú. Toda vida verdadera es encuentro.» M. Buber, Yo y tú [C. Díaz, trad.], Madrid, Caparrós, 1998, p. 18.
[13]E. Lévinas, La realidad y su sombra. Libertad y mandato, Trascendencia y altura [A. Domínguez, trad.], Madrid, Trotta, 2001, p. 98.
[14]Ibíd., p. 85.
[15]La palabra avot puede traducirse como padres o maestros. Este tratado de la Mishná se llama Maséjet Avot, pues habla sobre importantes enseñanzas en el campo de la ética y la filosofía judía transmitidas a través de los maestros -que son como los padres-. También se acostumbra llamar a este tratado Pirkei Avot (Capítulos de Avot), debido a que las distintas comunidades judías acostumbraron a estudiarlo por capítulos.
[16]P. Freire, Pedagogía de la autonomía, Sao Paolo, Paz e Terra, 2004, p. 75.
[17]Elie Wiesel [American Jewish Committee], «Qué significa para mí ser judío», en New York Times, 29/09/2000.
[18]J. Kullok, «¿Contribuyen las religiones al valor del respeto?», JDC Europe, 2007. Disponible en http://sp.morim.org/contents.aspx?id=2218 [Consulta, 18/03/2012].
[19]M. Buber, Darkó shel Adam al-pi Torat ha Hasidut, Jerusalén, Mosad Bialik, 1964. Citado en M.-A., Ouaknim, El libro quemado…, op. cit., pp. 93-94.
[20]N. de Lange, Judaísmo [J. Targarona, trad.], Barcelona, Riopiedras, 1996, p. 40.
[21]Citado en Ll. Duch, Estaciones del laberinto. Ensayos de antropología, Barcelona, Herder, 2004, p. 102.
[22]M.-A., Ouaknim, El libro quemado…, op. cit., pp. 124-125.
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