1. «El papel de la prensa diaria en la Transición democrática. El comportamiento político de periódicos y periodistas (1975-1978)» (MINECO CSO 2012-36774). Investigador principal: Jaume Guillamet. Equipo de investigación: Marcel Mauri, Carles Pont, Ruth Rodríguez-Martínez, Francesc Salgado, Christopher D. Tulloch, David Caminada, Rita Luis y Anna Nogué (Universitat Pompeu Fabra), Josep Maria Sanmartí (Universidad Carlos III) y Jezabel Martínez (Universidad de Sevilla).
2. «El papel de la prensa no diaria en la Transición española. Información, política y partidos (1975-1982)» (MINECO CSO 2015-67752-P). Investigador principal: Jaume Guillamet. Equipo de investigación: Francesc Salgado, Christopher D. Tulloch, Cristina Perales-García y David Caminada (Universitat Pompeu Fabra), José Reig Cruañes (Universidad de Castilla-La Mancha), Gloria García González (Universidad Pontificia de Salamanca), Javier Muñoz Soro (Universidad Complutense de Madrid) y Rita Luis (Universidade Nova de Lisboa). Formó también parte del equipo en el inicio Josep Maria Sanmartí (Universidad Carlos III), que falleció repentinamente en julio de 2017.
3. Se analizaron siete diarios procedentes de los años de la dictadura franquista – ABC , El Alcázar, Arriba, Informaciones, Pueblo y Ya de Madrid y La Vanguardia Española de Barcelona– y otros cinco
nacidos tras la muerte del Caudillo y la jura del rey Juan Carlos – Avui de Barcelona, El País y Diario 16 de Madrid, Deia de Bilbao y Egin de San Sebastián.
4. En 1972, Destino tenía un 25 % de la difusión fuera de Cataluña, sobre un total de 41.980 ejemplares, algo inferior al 29 % de Gaceta Ilustrada , sobre un total de 73.725 ejemplares, y al 37 % del semanario Mundo , sobre un total de 21.952 ejemplares (Guillamet, 1990: 20-28).
5. «Noticias Internacionales de España. La Transición, 1975-1978. La percepción exterior de la política española a través de la prensa internacional», Ministerio de Ciencia e Innovación, CSO 2009-09655. Investigador principal: Jaume Guillamet. Equipo de investigación: Marcel Mauri, Ruth Ro-dríguez-Martínez, Christopher D. Tulloch y Francesc Salgado (Universitat Pompeu Fabra) y Tobias Reckling (Universidad de Portsmouth, Reino Unido).
I.
REVISTAS GENERALES
1. LA INFLUENCIA DE LAS REVISTAS POLÍTICAS: CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO, TRIUNFO Y LA CALLE
Javier Muñoz Soro Gloria García González
Cuando en 1962 José Ángel Ezcurra trasladó la redacción del semanario cinematográfico Triunfo desde Valencia a Madrid para reconvertirlo en una revista cultural al estilo de Paris Match , no podía sospechar que en unos pocos años acabaría siendo una revista emblemática entre los muy diversos colectivos de la izquierda antifranquista (Alted y Aubert, 1995: 384). Que otra revista mensual fundada al año siguiente por un eminente miembro de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP), exembajador ante la Santa Sede y exministro de Educación Nacional, tuviera una evolución en gran medida paralela habría parecido aún más sorprendente, antes que a nadie, a su propio fundador, Joaquín Ruiz-Giménez. Su título, Cuadernos para el Diálogo , no podía ser más transparente sobre la naturaleza instrumental de aquella austera publicación y sobre el espíritu que la animaba, tras la muerte del papa Juan XXIII y el comienzo del Concilio Vaticano II.
DOS REVISTAS EN BUSCA DE UNA TRANSICIÓN
Triunfo y Cuadernos para el Diálogo eran revistas muy distintas en su lenguaje y sus contenidos. Si la primera se especializó en el comentario del panorama internacional, a menudo con una doble lectura interna para el cómplice lector, la segunda abordaba temas nacionales con abundantes citas de la doctrina católica que, junto a la personalidad de su fundador, la protegían de la censura hasta cierto límite nunca bien precisado. 1 Triunfo fue una revista cultural muy atenta a las tendencias que llegaban del otro lado de los Pirineos; Cuadernos analizaba la legislación y las instituciones de la dictadura con un tono jurídico, sesudo y prudente, pero de gran fuerza deslegitimadora. Ambas fueron espacios de sociabilidad intelectual y puentes generacionales entre quienes habían vivido la guerra, como combatientes o como niños, y las cohortes nacidas después. Cada una con su estilo, las dos revistas se convirtieron durante los años sesenta en referentes imprescindibles de esa generación de jóvenes universitarios que empezaba a manifestar en público sus ansias de consumo cultural, de justicia social y de cambio político. Según la Encuesta sobre hábitos de lectura, radioaudición y televisión , elaborada por el Instituto de la Opinión Pública en 1970, aparecían como las de mayor difusión entre estudiantes, licenciados y profesores universitarios, en particular entre los menores de 35 años. 2
Las revistas habían ocupado una parte del enorme vacío dejado por los diarios, controlados por el Estado o por los grandes grupos católicos y monárquicos integrados en el bloque de poder franquista. Su precariedad, paradójicamente, las hacía más fuertes para ejercer las funciones informativas y críticas propias de la prensa, aunque muchas sucumbieran en el empeño por los embates de la censura, las sanciones administrativas y las causas penales que se mantuvieron tras la nueva Ley de Prensa de 1966. Ello las convirtió en algo más, en señas de identidad de los jóvenes de orientación izquierdista, que conectaron con las inquietudes y las luchas de sus contemporáneos europeos y americanos. La España franquista se abría cada vez más al exterior por los intercambios económicos y culturales, por la emigración, el turismo y la dificultad cada vez mayor de impedir los flujos de información a través de los medios de comunicación modernos.
En esto coincidían con la multitud de revistas políticas que inundaban Europa por esos mismos años alentadas por el crecimiento económico y que, de manera algo contradictoria, servían de altavoz a una izquierda intelectual lacónicamente revolucionaria. La principal diferencia es que, mientras esa izquierda europea debatía sobre cómo superar la democracia burguesa impuesta tras la Segunda Guerra Mundial, Triunfo y Cuadernos para el Diálogo trataban de incorporar a sus lectores a una corriente de modernidad incompatible en la práctica con la dictadura aún vigente en España. Por ello, la historia de ambas revistas desde la década de 1960 también fue la de una generación de españoles que despertaron al pensamiento crítico y al compromiso político en compañía de sus páginas. Solo desde esta perspectiva puede entenderse el papel que jugó en Triunfo , especialmente, pero también en Cuadernos a través de su colección Los Suplementos y su editorial Edicusa, la cultura en todas sus expresiones –literatura, música, arquitectura, cine, teatro, arte, cómic− como una forma más de politización.
Como en otras situaciones de transición a la democracia desde un régimen autoritario, en España las revistas progresistas sirvieron de cauce de expresión a los sectores sociales más concienciados políticamente –las minorías «ruidosas» que coexisten con las mayorías «silenciosas»– para liberar espacios públicos de la hegemonía impuesta por un régimen de lejanos orígenes totalitarios. Una conquista cultural de espacios libres que precedió al cambio político y lo hizo posible (Guillamet y Salgado, 2014; Smith, 1980; Filgueira y Nohlen, 1994; Renaudet, 2003). Desde enero de 1976 hasta las elecciones de junio de 1977, la movilización social, y con ella el conflicto, ya fuera en su variante más política o laboral, marcó la agenda periodística de Triunfo y Cuadernos para el Diálogo . El amplio despliegue dedicado en sus páginas a cualquier forma de conflicto fortalecía la imagen pública de los movilizados y legitimaba la causa de su protesta, al tiempo que daba cuerpo a eso que se ha venido designando como «presión desde abajo» (Maravall, 1985: 199). Fue así con el movimiento obrero, eje primordial de la contestación, pero también con el estudiantil o el vecinal (Alonso, 1991: 85).
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