Quiso el tiempo que algunas de estas pupilas bertranianas acabaran rigiendo los destinos de las magdalenas en tan crucial etapa de su historia. Lo hizo por ejemplo sor Mónica Antist, que en 1538 había ingresado con su hermana gemela Luisa en esta comunidad, donde ambas pasaron una década antes de profesar a los diecisiete años de edad. 50Al priorato llegó en 1572, de la mano de fray Luis, para «dedicar todos sus alientos a multiplicar los bienes espirituales y temporales sobre los que se apoya la religión». Velaría así por el cumplimiento de los ejercicios comunitarios por parte de las monjas, estimulando entre ellas oraciones, vigilias y penitencias. Para la rehabilitación de las viejas instalaciones conventuales logró agenciarse diferentes cantidades económicas de importancia –a partir de un privilegio de amortización de dos mil libras– que destinó a mejorar la entrada del recinto, levantar la cerca del mismo y abrir nuevas dependencias en su interior. Obras proseguidas durante su segundo mandato al frente del cenobio, entre 1581 y 1584, esta vez con el dormitorio de las religiosas, algunas habitaciones de la enfermería, el coro y la sacristía, dejando «la casa sens dengú deute, provehida de forment y de tot lo demés, con [solvènsia] y xixanta lliures en lo depòsit». 51
Vinculada como la madre Antist al padre Bertrán estuvo sor Catarina de Castro, de la casa de Ariza, muy próxima a la orden de Predicadores. En 1553, con solo diez años de edad, había tomado el hábito dominicano por consejo del santo, profesando algo más de un lustro después. 52El 20 de septiembre de 1594 se convirtió en priora muy a su pesar. 53Aunque pudo de esta forma solicitar a las autoridades provinciales la designación de fray Francisco Sala –hechura también de su maestro– 54como confesor del convento. La ayuda de este último resultó determinante para el establecimiento de la celebración anual de la festividad del Santísimo Sacramento. 55Junto a él constituyó también
la germandad y devoció dels vehins del convent que los disaptes y vespres de festes de Nostra Señora se canta la Salve y vénen desde lo altar major fins a la capella de Nostra Señora de la Consolació ab sos ciris encesos y lo confesor y a voltes ab la imatge de Nostra Señora, lo qual nunca se havia fet en aquest convent. 56
Por aquel tiempo debía de frecuentar igualmente Santa María Magdalena un segundo discípulo de san Luis Bertrán con reputación de varón ejemplar. Hablamos del padre Domingo Anadón, popular portero y limosnero del convento de Predicadores que «a las religiosas encargava siempre la humildad y obediencia y olvido del mundo y de todas las criaturas, exhortándolas que procurassen agradar a un solo Dios y parecer bien a los divinos ojos, cuyas esposas eran». Bien pudo acaecer así entre aquellos muros la conocida anécdota por éste protagonizada:
Entró en un monasterio a visitar unas religiosas, y dos dellas le rogaron que las oyesse sus confessiones, la una con mucha devoción y la otra con curiosidad mujeril por provarle en aquel sacramento si era santo, y si la descubriría algún pecado que no huviesse ella confessado. Confessáronse las dos, y ella salió muy descontenta quexándose de su sequedad, diciendo: ¡Qué fraile y qué santidad. ¿Éste es santo?! Y díxolo de manera que todas las demás conocieron lo que le avía sucedido y la intención que llevaba quando se fue a confessar con él. Y la otra salió alegre y consoladíssima, aviendo notado el bendito padre las intenciones de las dos y hablado a cada una según su espíritu. Y como de Dios dize el psalmista: Cum sancto, sanctus eris, et cum perverso, pervereteris (Ps. 17, 27), assí el bendito padre con la devota estuvo devoto, y con la tibia habló con sequedad, pagándola con la propria moneda y tratándola como indigna por entonces de mejor lenguaje. Con todo, porque todas havían, por la imprudencia de la religiosa, notado su impertinente intención..., dixo con las manos puestas al cielo: Yo confío en la Santíssima Trinidad que todas las monjas que oy están en esta casa han de yr al Cielo . 57
«Otra de las nobles plantas que en este cerrado huerto descolló en santidad al riego de la enseñança de su divino jardinero san Luis Bertrán», sería sor Esperanza Palafox, 58superiora de rígida vida ascética, eclipsada por la estela de su sobrina sor Bernardina, exponente destacado de una pléyade de emprendedoras magdalenas valencianas que, bajo idéntica estela bertraniana, proyectaron la reforma a través de la fundación de nuevos establecimientos religiosos diseminados por la Provincia dominicana de Aragón. 59
1. A. Robles Sierra, «La reforma entre los dominicos de Valencia en el siglo XVI», en Corrientes espirituales en la Valencia del siglo XVI (1550-1600) , Valencia, 1983, pp. 184 y 195.
2. A falta de una biografía sobre tan interesante personaje, superior hasta entonces del convento de San Esteban de Salamanca, remitimos a V. Beltrán de Heredia, Historia de la reforma de la Provincia de España (1450-1550) , Roma, 1939, pp. 143-183.
3. J. M. ade Garganta, «San Juan de Ribera y san Luis Bertrán», Teología espiritual , 5 (1961), pp. 72-73.
4. «Acompañado [fray Domingo de Montemayor] del maestro fray Amador Spí, del convento de Predicadores, fue al monasterio de Santa Catalina de Sena, que es de religiosas de la misma orden, para consolarlas espiritualmente y ordenar lo que convenía para su buen regimiento. Saliendo el provincial y el prior de este monasterio a 10 de julio de este año, dos apóstatas, que días avía que lo eran y andavan por la ciudad, le salieron al encuentro cerca las casas de don Joan Cervellón, llamadas comúnmente la Taraçana. Dieron al provincial una cuchillada grande en la cabeza y otra en el ombro; cayó en tierra con la fuerça de las heridas y luego el prior se amparó de él para defenderle de otras heridas que le querían dar; recibiólas el prior en su persona de los apóstatas no menos mortales que las que su santo prelado avía recibido». BUV. Ms. 204, J. Falcó, J. Falcó, Historia de algunas cosas más notables pertenecientes a este convento de Predicadores de Valencia , p. 184.
5. L. Robles, «Ne pereant . 15 documentos relativos a fray Juan Micó (1489-1555)»y «Juan Micó, O.P., autor del Rosarium sive psalterium Sanctissimi Nominis Jesu» , ambos en Escritos del Vedat , VI (1976), pp. 203-232, y XI (1981), pp. 339-360; A. Soler Molina, «El Palomar, bressol de religiosos il·lustres», en El Palomar. On es troben la séquia i el camí , Ontinyent, 1996, pp. 408-455; A. Esponera Cerdán, «Los dominicos Micó y Vidal, de la universidad del Palomar (siglos xvi-xviii)», en II Congrés d’Estudis de la Vall d’Albaida , Valencia, 2008, pp. 552-558; y E. Callado Estela, «El dominico fray Juan Micó. Reforma y predicación en el siglo xvi», en E. Callado Estela (coord.), Valencianos en la Historia de la Iglesia IV , Valencia, 2013, pp. 179-226.
6. «Fon rebuda a l’hàbit a set de novembre de 1499, essent priora sor Aldolça Çavall. Portà de dot huytanta lliures. Morí a cinch de agost de 1567, havent vixcut en la religió xixanta-set anys». ARCSCS. Fondo Magdalenas. Libro antiguo de la fundación y privilegios... Religioses y dots de aquelles , f. 33 bis.
7. F. Diago, Historia de la Provincia de Aragón de la orden de Predicadores, desde su origen y principio hasta el año de mil y seyscientos , Barcelona, 1599, f. 255.
8. V. Beaumont de Navarra, Breve y devota descripción de la gloriosa celda del padre san Luis Bertrán, acreditada con singulares prodigios y favores celestiales, venerada en el real convento de Predicadores de Valencia , Valencia, 1722, pp. 96-97.
9. Bullarium ordinis fratres Praedicatorum , Roma, 1732, vol. ii, pp. 655-656. Véase apéndice documental I, doc. 5.
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