El presente trabajo se ha realizado bajo el amparo del Proyecto de Investigación La Catedral Barroca. Iglesia, sociedad y cultura en la Valencia del siglo XVII , financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España (HAR2016-74907-R).
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Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, ya sea fotomecánico, fotoquímico, electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el permiso previo de la editorial. |
© Del texto: Emilio Callado Estela, 2020
© De esta edición: Universitat de València, 2020
© De la ilustración de la cubierta:
Coordinación editorial: Maite Simón
Maquetación: Inmaculada Mesa
Cubierta:
Ilustración: Eduardo González Gallinas, Estigmatización de Santa Catalina de Siena , 1862, óleo sobre lienzo, 214 × 134 cm, Museo Nacional del Prado
Diseño: Celso Hernández de la Figuera
Corrección: Iván García Esteve
ISBN: 978-84-9134-602-9
Edición digital
Alphonso Esponera magistro collegae amico fratri dicatum
PRÓLOGO, Ángela Atienza López
INTRODUCCIÓN
PRIMERA PARTE
1. LA AVENTURA FUNDACIONAL DE SOR INÉS DEL ESPÍRITU SANTO
2. EN CARCAIXENT Y DE CORPUS CHRISTI
3. FRAY JOSÉ AGRAMUNT
4. VERGEL DE PERFECTÍSIMAS FLORES
5. LAS MADRES AGUSTINA DE SAN NICOLÁS Y HERMENEGILDA DE SAN BERNARDO
6. CRISIS, CONFLICTOS Y GUERRAS
SEGUNDA PARTE
1. EL PARAYSO DE DIOS. IDEA DEL RELIGIOSÍSSIMO MONASTERIO DE SEÑORAS DOMINICAS DE LA REAL VILLA DE CARCAXENTE, DE FRAY JOSÉ AGRAMUNT
2. CATÁLOGO DE RELIGIOSAS DEL CONVENTO DE CORPUS CHRISTI DE CARCAIXENT (1654-1984)
FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA
1. FUENTES MANUSCRITAS
2. FUENTES IMPRESAS
3. BIBLIOGRAFÍA
ÍNDICE ONOMÁSTICO DE RELIGIOSAS DOMINICAS
ÍNDICE ONOMÁSTICO Y TOPONÍMICO GENERAL
«La última entrega de mi trilogía monjil dominicana…». Tales eran las palabras utilizadas por Emilio Callado Estela para referirse a este libro cuando me proponía prologarlo. Seguramente aquellos que siguen con interés sus investigaciones y conocen bien la perseverante búsqueda de documentación histórica y la extraordinaria capacidad de trabajo de la que hace gala nuestro autor coincidirán conmigo en pensar que esta es, efectivamente, «la última entrega». Pero que lo sea de «una trilogía» entra en el terreno de la duda razonable, porque es muy posible que la obra que el lector tiene en sus manos sea el postrero episodio de lo que quizá pueda llegar a ser «una serie» de estudios sobre los conventos de monjas dominicas establecidos en territorio valenciano. Aún quedan otras comunidades religiosas blanquinegras fundadas en esta geografía durante la Edad Moderna y muy probablemente el profesor Callado recupere, antes o después, fuentes inéditas y desconocidas sobre ellas que le permitan ofrecer nuevos trabajos y seguir ampliando los conocimientos sobre la historia de la Iglesia valentina, campo de investigación del que es indiscutible especialista y en el que acumula una obra extraordinariamente copiosa, abierta también al análisis del mundo religioso femenino, como su trayectoria muestra y esta nueva publicación reafirma.
En 2014 aparecía el libro que titulaba Mujeres en clausura. El convento de Santa María Magdalena de Valencia . Al año siguiente nos ofrecía el segundo trabajo de esta índole, con el título de El Paraíso que no fue. El convento de Nuestra Señora de Belén . La aportación que ahora presentamos sigue la estela formal de las dos anteriores. En los tres casos Emilio Callado nos brinda los tesoros documentales que ha logrado descubrir, acompañados de un estudio preliminar que siempre es detallista, preciso y riguroso y en el que despliega el producto de ese seguimiento incansable de datos e información útil para su investigación que le caracteriza.
Este convento de Corpus Christi de Carcaixent tiene un interés especial. Nuestro autor destaca su «carácter modesto», perfil que podemos pensar que tuvo un número importante de claustros femeninos que se fueron estableciendo por el territorio español durante los siglos modernos y que –seguramente debido a esta misma caracterización, como comunidades «modestas»– han dejado menos rastro documental que el relativo a otros monasterios y cenobios de identidad más aristocrática y oligárquica y filiación de mayor relevancia; comunidades que han recibido una atención historiográfica más amplia. Y es que las dominicas carcagentinas se encuadraron en sectores sociales menos pudientes, más humildes, con sus cuentas acompasadas con esta realidad. Aquellas religiosas no estuvieron en condiciones de dedicar su jornada en exclusiva a la contemplación y a la oración. La habitual economía rentista de los conventos femeninos no era suficiente y debieron trabajar para su propio sustento, ocupándose, por ejemplo, de la manufactura sedera, para lo que contaban con un telar del que salían tejidos de seda; confeccionaban también medias de hilo; y fabricaban perfumes para las celebraciones solemnes en las iglesias. Nos situamos en un escenario de actividad laboral desarrollada por las monjas todavía poco conocido y que reclama mayor atención por parte de los historiadores.
El libro que prologamos y la documentación que el profesor Callado saca ahora a la luz ofrece –como en las obras anteriores– un rico caleidoscopio de proyectos, acciones, vivencias, empeños, preocupaciones… de las mujeres que formaron parte de la comunidad religiosa que centra su estudio, empezando por sor Inés del Espíritu Santo, en el siglo Sisternes de Oblites, una monja clave ya en la historia del convento de Santa María Magdalena de Valencia y protagonista en la empresa fundadora de Carcaixent. Nuestro autor sigue sus pasos en un capítulo que refleja los problemas de observancia en el mundo religioso femenino, una problemática que fue percibida, vivida y respondida también desde dentro de ese mismo universo femenino. Porque, efectivamente, muchas monjas pusieron su empeño en buscar y encontrar soluciones. Algunas, como sor María Fe Capdevila, intentando apoyarse en las autoridades, pero tomando ella la iniciativa. Otras, como la propia sor Inés, optando por partir de cero y levantar nuevas fundaciones conventuales en las que edificar y asentar el desarrollo de una vida religiosa comprometida con la observancia. De ninguna manera puede sostenerse ya en el actual panorama historiográfico la idea de que las iniciativas de reforma únicamente vinieron de arriba, de los superiores masculinos, y que aquellas mujeres permanecieron pasivas e inertes ante los problemas que afectaban a la observancia religiosa de sus comunidades y de las órdenes en las que habían profesado. Por supuesto, tampoco cabe seguir pensando que la respuesta de las monjas a las exigencias de reforma fue únicamente la de la reacción airada y la resistencia obstinada. La hubo, sin duda, hubo réplicas y oposiciones que plantearon argumentos, justificaciones y formas que la investigación histórica está sacando a la luz. Pero también se dieron respuestas en términos de movilización e iniciativa reformista desde dentro de ese mismo mundo conventual femenino. Y seguramente este nervio reformista, esta búsqueda de soluciones desarrollada e impulsada por las propias religiosas fue más amplio y tuvo mayor presencia de la que hasta aquí historiadores e historiadoras hemos considerado. Ciertamente, se trata de intervenciones que tuvieron un radio de acción limitado al marco interno de sus claustros y/o una proyección restringida en el ámbito de lo local. Las madres Capdevila o del Espíritu Santo no fueron Teresa de Jesús o Mariana de San José, ni tuvieron la trascendencia histórica que ellas tuvieron, reformadoras de sus órdenes religiosas. Pero sus acciones, su celo reformista y renovador seguramente ejemplifiquen las preocupaciones y las acciones de muchas otras religiosas,
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