Biografía de Gladys Liliana Rodríguez
Gladiadora xeneize (1989/1998)
ULISES BARREIRO
Prólogo de Ayelén Pujol
Prefacio de Sebastián Martincic
Apéndice de Xiomara Cubero Marín
Una publicación del colectivo de investigadorxs
La historia del fútbol femenino estaba escondida hasta que el proceso de recuperación, atravesado por el empuje de los feminismos en la calle, empezó a tirar mitos y prejuicios a pelotazos para demostrarle al mundo que las mujeres amamos este deporte desde el inicio mismo del juego. Ahí estamos, en fotos viejas, en sepia, pateando una pelota y siendo felices desde el origen. En este tres de reparaciones históricas apareció Gladys Liliana Rodriguez. Conocí su trayectoria gracias a Lucila Sandoval y las Pioneras del Fútbol Argentino, y entendí que estaba ante una ídola (...) Vamos a ponerle nombre propio y voz a todas nuestras heroínas. A colgar los posters que el patriarcado nos quiso sacar de nuestras paredes y a gritar los goles que no pudimos festejar por la invisibilización. En esa propuesta la historia de Gladys Liliana Rodriguez no puede faltar. Este libro entonces es un acto más de justicia.
Ayelén Pujol
Barreiro, Ulises Pastor
Gladys Liliana Rodríguez / Ulises Pastor Barreiro. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Imaginante, 2022
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga
ISBN 978-987-8919-25-6
1. Biografías. 2. Fútbol. I. Título.
CDD 796.33
Edición: Oscar Fortuna.
Correcciones: Paloma Vidal Ruiz.
© 2022 Ulises Pastor Barreiro
© De esta edición:
2022 - Editorial Imaginante.
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ISBN 978-987-8919-25-6
Conversión a formato digital: Libresque
Agradezco a las personas que hicieron posible desde distintos aspectos este libro: Jorge Amor Ameal, Mariano Aliani, Lucas Balbuena, Viviana Sandra Borjas, Cecilia Cigler, M. L. Barreiro Gromez, O. A. Barreiro Gromez, Xiomara Cubero Marín, Leandro Chialvo, Roberto S. Digón, Carla Mariela Gómez, Sebastián Juliá Francés, Dominique Gromez, Bettiana E. Iglesias, Alfredo Jonsson, Florencia Jonsson, Manuel Kil, Sebastián Martincic, Maximiliano Murad, Carlos Navarro, Liliana Gladys Rodríguez, Gloria Ramos, María Felicidad “Pico” Roblez, Pía Sanabria, Cecilia Sigles Relgis, Carlos Scalesi, Javier Stanco, Stephanie Simonetta, María Fernanda Trujillo, Rodrigo Insausti, María José Pautasso, Ayelén Pujol, Ludmila Pautasso, Dr. Javier Vaca y Claudia Vogel.
Además, no puedo dejar de mencionar a los siguientes colectivos de personas que colaboraron conmigo: las Pioneras del Fútbol Argentino, el equipo de investigadoras e investigadores de Leyendas Xeneizes , la Agrupación Nuevo Boca, la Peña “Somos Boca” de la ciudad de Chacabuco en la Provincia de Buenos Aires, el complejo de fútbol Arsenal Fútbol Club de Vicente López; y especialmente al Departamento Boca Ciudad del CABJ, que me dio el apoyo institucional necesario para terminar este trabajo.
Todes hicieron posible que esta investigación histórica alcance su publicación. En nombre de la familia xeneize, del fútbol femenino xeneize y de la historia del deporte en general: “Muchas gracias”.
por Ayelén Pujol
La historia del fútbol femenino estaba escondida hasta que el proceso de recuperación, atravesado por el empuje de los feminismos en la calle, empezó a tirar mitos y prejuicios a pelotazos para demostrarle al mundo que las mujeres amamos este deporte desde el inicio mismo del juego. Ahí estamos, en fotos viejas, en sepia, pateando una pelota y siendo felices desde el origen.
En este tren de reparaciones históricas apareció Gladys Liliana Rodríguez. Conocí su trayectoria gracias a Lucila Sandoval y las Pioneras del Fútbol Argentino, y entendí que estaba ante una ídola. Esa palabra tan usada en el fútbol parecía no incluir a mujeres hasta que conocimos a las Mundialistas del ‘71, a las que jugaron el primer partido en el país en 1913, a las Pioneras y a defensoras como Lili. Habilidosas, marcadoras raspadoras, incansables, gambeteadoras: futbolistas.
Como tantas ella también enfrentó los prejuicios que indicaban que si eras mujer y jugabas al fútbol eras machona, varonera, tortillera, marimacho. Pero los salteó. El amor por la pelota fue más fuerte. Un corazón no se endurece porque sí. Lili fue la zaguera de Boca durante años. Es inevitable pensar qué hubiera sido de ella y cuántos poster con su imagen se hubiera colgado en las casas argentinas si Lili hubiera sido varón, defensor central en el equipo de la mitad más uno, en el país más futbolero que hay en el planeta tierra.
No importa. Saltamos la grieta como Lili saltaba para rechazar centros en el área de Boca. Recordemos lo sembrado, como hacen las páginas de este libro. Lili fue también capitana, lideresa. Jugó el primer partido de una Selección en la Era AFA, cuando la Asociación del Fútbol Argentino se dignó a aceptar la historia. Dio vueltas olímpicas. Hizo amigas, Mamó, creció, vivió, lloró y fue feliz con el fútbol de primera.
Lili, como tantas, es parte de nuestro presente: por el recorrido, por la lucha, por faltar al trabajo para jugar, por bancarse lesiones para seguir pateando, por formarse en los potreros cuando los clubes no nos abrían las puertas, por defender los colores que vestía, por embarrarse en la cancha y en la vida, y por sobre todo por defender el amor: el amor al fútbol.
Vamos a ponerle nombre propio y voz a todas nuestras heroínas. A colgar los posters que el patriarcado nos quiso sacar de nuestras paredes y a gritar los goles que no pudimos festejar por la invisibilización.
En esa propuesta la historia de Gladys Liliana Rodriguez no puede faltar. Este libro entonces es un acto más de justicia.
Históricamente, la inclusión de la mujer en los deportes estuvo marcada por la lucha. Una lucha librada contra una sociedad que consideraba que las mujeres eran más débiles que los hombres y por lo tanto indignas de practicar cualquier deporte. Ya que requerían no sólo de destreza sino de una fuerza física que las mujeres no poseían, según ellos. La mujer no tenía lugar en un mundo en el que el hombre se consideraba así mismo como el ideal del deportista.
Uno de los ejemplos más claros de esta discriminación por el género se dio en el Maratón de Boston de 1967, donde Kathrine Switzer debió anotarse como KV Switzer para burlar la prohibición de participar que recaía sobre las mujeres y debiendo aguantar además los empujones de hombres del público que al reconocerla tocados en su orgullo masculino quisieron sacarla de la carrera , “acabaré esta prueba, aunque sea a cuatro patas, porque nadie cree que soy capaz de hacerlo” . Ésa fue la frase con la que Kathrine respondió ante los ataques y hoy bien puede ser tomada como símbolo de lucha por la igualdad de género en el deporte.
Historias así en el ambiente deportivo practicado por mujeres tenemos infinidades. Podemos recordar también un hecho mucho más cercano, sucedido en los Juegos Panamericanos de Lima del año 2019 cuando el equipo femenino de básquet quedó eliminado por un insólito error en la logística del equipo. Se le dio por perdido un partido en la fase de grupos y quedaron de esta forma eliminadas por no tener las camisetas con los colores correctos para disputar dicho partido, tirando por la borda el esfuerzo realizado por las jugadoras para llegar hasta esos juegos.
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