Bernal Díaz del Castillo - Verdadera Historia de los Sucesos de la Conquista de la Nueva-España (Tomos 1-3)

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Verdadera Historia de los Sucesos de la Conquista de la Nueva-España (Tomos 1-3): краткое содержание, описание и аннотация

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La Historia verdadera de la conquista de la Nueva España es una obra de Bernal Díaz del Castillo, que fue uno de los soldados participantes en la mayoría de las jornadas de la conquista de México en el siglo XVI. Es una obra de estilo cautivador desde las primeras líneas. Nos narra el proceso de la conquista de México de una manera ruda, aunque sencilla, ágil y directa. Leer su libro es transportarse al pasado y vivir al lado de un soldado todos los sucesos de la conquista: descripciones de lugares, relatos de personajes, anécdotas, críticas agudas y angustiantes relaciones de fatiga y peligros enfrentados.

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—«Señores, ya veis que queremos hacer un presente á su majestad del oro que aquí hemos habido, y para ser el primero que enviamos destas tierras habia de ser mucho más; parécenos que todos le sirvamos con las partes que nos caben; los caballeros y soldados que aquí estamos escritos tenemos firmado cómo no queremos parte ninguna della, sino que servimos á su majestad con ello porque nos haga mercedes. El que quisiere su parte no se le negará; el que no la quisiere, haga lo que todos hemos hecho, fírmelo aquí.»

Y desta manera todos lo firmaron á una.

Y hecho esto, luego se nombraron para procuradores que fuesen á Castilla á Alonso Hernandez Puertocarrero y Francisco de Montejo, porque ya Cortés le habia dado sobre dos mil pesos por tenelle de su parte.

Y se mandó apercebir el mejor navío de toda la flota, y con dos pilotos, que fué uno Anton de Alaminos, que sabia cómo habian de desembarcar por la canal de Bahama, porque él fué el primero que navegó por aquella canal; y tambien apercibimos quince marineros, y se les dió todo recaudo de matalotaje.

Y esto apercebido, acordamos de escribir y hacer saber á su majestad todo lo acaecido, y Cortés escribió por sí, segun él nos dijo, con recta relacion; mas no vimos su carta; y el Cabildo escribió juntamente con diez soldados de los que fuimos en que se poblase la tierra, y le alzamos á Cortés por general; y con toda verdad que no faltó cosa ninguna en la carta, é iba yo firmado en ella; y demás destas cartas y relaciones, todos los capitanes y soldados juntamente escribimos otra carta y relacion; y lo que se contenia en la carta que escribimos es lo siguiente.

CAPÍTULO LIV

Índice

DE LA RELACION Y CARTA QUE ESCRIBIMOS Á SU MAJESTAD CON NUESTROS PROCURADORES ALONSO HERNANDEZ PUERTOCARRERO Y FRANCISCO MONTEJO, LA CUAL CARTA IBA FIRMADA DE ALGUNOS CAPITANES Y SOLDADOS.

Despues de poner en el principio aquel muy debido acato que somos obligados á tan gran majestad del Emperador nuestro señor, que fué así: «Siempre sacra, católica, cesárea, Real majestad;» y poner otras cosas que se convenian decir en la relacion y cuenta de nuestra vida y viaje, cada capítulo por sí, fué esto que aquí diré en suma breve.

Cómo salimos de la isla de Cuba con Hernando Cortés, los pregones que se dieron, cómo veniamos á poblar, y que Diego Velazquez secretamente enviaba á rescatar, y no á poblar; cómo Cortés se queria volver con cierto oro rescatado, conforme á las instrucciones que de Diego Velazquez traia, de las cuales hicimos presentacion; cómo hicimos á Cortés que poblase y le nombramos por capitan general y justicia mayor hasta que otra cosa su majestad fuese servido mandar; cómo le prometimos el quinto de lo que hubiese, despues de sacado su Real quinto; cómo llegamos á Cozumel y por qué ventura se hubo Jerónimo de Aguilar en la punta de Cotoche, y de la manera que decia que allí aportó él y un Gonzalo Guerrero, que se quedó con los indios por estar casado y tener hijos y estar ya hecho indio; cómo llegamos á Tabasco, y de las guerras que nos dieron y batallas que con ellos tuvimos; cómo los atrajimos de paz; cómo á do quiera que llegamos se les hacen buenos razonamientos para que dejasen sus ídolos, y se les declara las cosas tocantes á nuestra santa fe; cómo dieron la obediencia á su Real Majestad y fueron los primeros vasallos que tiene en aquestas partes; cómo hicieron un presente de mujeres, y en él una cacica, para india de mucho ser, que sabe la lengua de Méjico, que es la que se usa en toda la tierra, y que con ella y el Aguilar tenemos verdaderas lenguas; cómo desembarcamos en San Juan de Ulúa, y de las pláticas de los embajadores del gran Montezuma, y quién era el gran Montezuma y lo que se decia de sus grandezas y del presente que trujeron, y cómo fuimos á Cempoal, que es un pueblo grande, y desde allí á otro pueblo que se dice Quiahuistlan, que estaba en fortaleza, y cómo se hizo la liga y confederacion con nosotros, y quitaron la obediencia á Montezuma en aquel pueblo, demás de treinta pueblos que todos le dieron la obediencia y están en su Real patrimonio, y la ida de Cingapacinga; cómo hicimos la fortaleza, y que agora estamos de camino para ir la tierra adentro hasta vernos con el Montezuma; cómo aquella tierra es muy grande y de muchas ciudades y muy pobladísima, y los naturales grandes guerreros; cómo entre ellos hay muchas diversidades de lenguas y tienen guerra unos con otros; cómo son idólatras y se sacrifican y matan en sacrificios muchos hombres é niños y mujeres, y comen carne humana y usan otras torpedades; cómo el primer descubridor fué un Francisco Hernandez de Córdoba, y luego cómo vino Juan de Grijalva, é que agora al presente le servimos con el oro que hemos habido, que es el sol de oro y la luna de plata y un casco de oro en granos como se coge en las minas, y muchas diversidades y géneros de piezas de oro hechas de muchas maneras, mantas de algodon muy labradas de plumas y primas; otras muchas de oro, que fueron mosqueadores, rodelas y otras cosas que ya no se me acuerda, como há ya tantos años que pasó; tambien enviamos cuatro indios que quitamos en Cempoal, que tenian á engordar en unas jaulas de madera para despues de gordos sacrificallos y comérselos.

Y despues de hecha esta relacion é otras cosas, dimos cuenta y relacion cómo quedábamos en estos sus reinos cuatrocientos y cincuenta soldados á muy gran peligro entre tanta multitud de pueblos y gentes belicosas y muy grandes guerreros, para servir á Dios y á su Real Corona; y le suplicamos que en todo lo que se nos ofreciese nos haga mercedes, y que no hiciese merced de la gobernacion destas tierras ni de ningunos oficios reales á persona ninguna, porque son tales, ricas y de grandes pueblos y ciudades, que convienen para un Infante ó gran señor; y tenemos pensamiento que, como D. Juan Rodriguez de Fonseca, Obispo de Búrgos y Arzobispo de Rosano, es su presidente y manda á todas las Indias, que lo dará á algun su deudo ó amigo, especialmente á un Diego Velazquez que está por gobernador en la isla de Cuba; y la causa es porque se le dará la gobernacion ó otro cualquier cargo, que siempre le sirve con presentes de oro, y le ha dejado en la misma isla pueblos de indios que le sacan oro de las minas; de lo cual habia primeramente de dar los mejores pueblos á su Real Corona, y no le dejó ningunos, que solamente por esto es digno de que no se le hagan mercedes; y que, como en todo somos sus muy leales servidores, y hasta fenecer nuestras vidas le hemos de servir, se lo hacemos saber para que tenga noticia de todo, y que estamos determinados que hasta que sea servido de nuestros procuradores que allá enviamos besen sus Reales piés y ver nuestras cartas, y nosotros veamos su Real firma, que entónces, los pechos por tierra, para obedecer sus Reales mandos; y que si el Obispo de Búrgos por su mandado nos envia á cualquiera persona á gobernar ó á ser capitan, que primero que le obedezcamos se lo harémos saber á su Real persona á do quiera que estuviere y lo fuere servido de mandar, que le obedeceremos como mando de nuestro Rey y señor, como somos obligados; y demás destas relaciones, le suplicamos que entre tanto que otra cosa sea servido mandar, que le hiciese merced de la gobernacion á Hernando Cortés, y dimos tantos loores dél y que es tan gran servidor suyo, hasta ponello en las nubes.

Y despues de haber escrito todas estas relaciones con todo el mayor acato y humildad que pudimos y convenia, y cada capítulo por sí, y declaramos cada cosa cómo y cuándo y de qué arte pasaron, como carta para nuestro Rey y señor, y no del arte que va aquí en esta relacion; y la firmamos todos los capitanes y soldados que éramos de la parte de Cortés, é fueron dos cartas duplicadas; y nos rogó que se la mostrásemos; y como vió la relacion tan verdadera y los grandes loores que dél dábamos, hubo mucho placer y dijo que nos lo tenia en merced, con grandes ofrecimientos que nos hizo; empero no quisiera que dijéramos en ella ni mentáramos del quinto del oro que le prometimos, ni que declaráramos quién fueron los primeros descubridores; porque, segun entendimos, no hacia en su carta relacion de Francisco Hernandez de Córdoba ni del Grijalva, sino á él solo se atribuia el descubrimiento y la honra é honor de todo; y dijo que agora al presente aquello estuviera mejor por escribir, y no dar relacion dello á su majestad; y no faltó quien le dijo que á nuestro Rey y señor no se le ha de dejar de decir todo lo que pasa.

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