Estando en Cempoal, como dicho tengo, platicando con Cortés en las cosas de la guerra y camino para adelante, de plática en plática le aconsejamos los que éramos sus amigos que no dejase navío en el puerto ninguno, sino que luego diese al través con todos, y no quedasen ocasiones, porque entre tanto que estábamos la tierra adentro no se alzasen otras personas como los pasados; y demás desto, que teniamos mucha ayuda de los maestres, pilotos y marineros, que serian al pié de cien personas, y que mejor nos ayudarian á pelear y guerrear que no estando en el puerto; y segun vi y entendí, esta plática de dar con los navíos al través que allí le propusimos, el mismo Cortés lo tenia ya concertado, sino que quiso que saliese de nosotros, porque si algo le demandasen que pagase los navíos, que era por nuestro consejo, y todos fuésemos en los pagar.
Y luego mandó á un Juan de Escalante, que era alguacil mayor y persona de mucho valor y gran amigo de Cortés, y enemigo de Diego Velazquez porque en la isla de Cuba no le dió buenos indios, que luego fuese á la villa, y que de todos los navíos se sacasen todas las anclas, cables, velas y lo que dentro tenian de que se pudiesen aprovechar, y que diese con todos ellos al través, que no quedasen más de los bateles; é que los pilotos é maestres viejos y marineros que no eran buenos para ir á la guerra, que se quedasen en la villa, y con dos chinchorros que tuviesen cargo de pescar, que en aquel puerto siempre habia pescado, aunque no mucho; y el Juan de Escalante lo hizo segun y de la manera que le fué mandado, y luego se vino á Cempoal con una capitanía de hombres de la mar, que fueron los que sacaron de los navíos, y salieron algunos dellos muy buenos soldados.
Pues hecho esto, mandó Cortés llamar á todos los caciques de la serranía de los pueblos nuestros confederados, y rebelados al gran Montezuma, y les dijo cómo habian de servir á los que quedaban en la Villa-Rica, é acabar de hacer la iglesia, fortaleza y casas; y allí delante dellos tomó Cortés por la mano al Juan de Escalante, y les dijo:
—«Este es mi hermano.»
Y que lo que les mandase que lo hiciesen; é que si hubiesen menester favor é ayuda contra algunos indios mejicanos, que á él ocurriesen, que él iria en persona á les ayudar.
Y todos los caciques se ofrecieron de buena voluntad de hacer lo que les mandase; é acuérdome que luego le zahumaron al Juan de Escalante con sus inciensos, aunque no quiso.
Ya he dicho era persona muy bastante para cualquier cargo y amigo de Cortés, y con aquella confianza le puso en aquella villa y puerto por capitan, para si algo enviase Diego Velazquez, que hubiese resistencia.
Dejallo he aquí, y diré lo que pasó.
Aquí es donde dice el coronista Gómora que mandó Cortés barrenar los navíos, y tambien dice el mismo que Cortés no osaba publicar á los soldados que queria ir á Méjico en busca del gran Montezuma. Pues ¿de qué condicion somos los españoles para no ir adelante, y estarnos en partes que no tengamos provecho é guerras? Tambien dice el mismo Gómora que Pedro de Ircio quedó por capitan en la Veracruz; no le informaron bien.
Digo que Juan de Escalante fué el que quedó por capitan y alguacil mayor de la Nueva-España, que aun al Pedro de Ircio no le habian dado cargo ninguno, ni aun de cuadrillero, ni era para ello, ni es justo dar á nadie lo que no tuvo, ni quitarlo á quien lo tuvo.
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DE UN RAZONAMIENTO QUE CORTÉS NOS HIZO DESPUES DE HABER DADO CON LOS NAVÍOS AL TRAVÉS, Y CÓMO APRESTAMOS NUESTRA IDA PARA MÉJICO.
Despues de haber dado con los navíos al través á ojos vistas, y no como lo dice el coronista Gómora, una mañana, despues de haber oido Misa, estando que estábamos todos los capitanes y soldados juntos hablando con Cortés en cosas de la guerra, dijo que nos pedia por merced que lo oyésemos, y propuso un razonamiento desta manera: que ya habiamos entendido la jornada á que íbamos, y mediante nuestro Señor Jesucristo habiamos de vencer todas las batallas y rencuentros, y que habiamos de estar tan prestos para ello como convenia; porque en cualquier parte que fuésemos desbaratados (lo cual Dios no permitiese) no podriamos alzar cabeza, por ser muy pocos, y que no teniamos otro socorro ni ayuda sino el de Dios, porque ya no teniamos navíos para ir á Cuba, salvo nuestro buen pelear y corazones fuertes; y sobre ello dijo otras muchas comparaciones de hechos heróicos de los romanos.
Y todos á una le respondimos que hariamos lo que ordenase; que echada estaba la suerte de la buena ó mala ventura, como dijo Julio César sobre el Rubicon, pues eran todos nuestros servicios para servir á Dios y á su Majestad.
Y despues deste razonamiento, que fué muy bueno, cierto, con otras palabras más melosas y elocuencia que yo aquí las digo, luego mandó llamar al cacique gordo, y le tornó á traer á la memoria que tuviese muy reverenciada y limpia la iglesia y cruz; é demás desto le dijo que él se queria partir luego para Méjico á mandar á Montezuma que no robe ni sacrifique, é que ha menester ducientos indios tamemes para llevar el artillería, que ya he dicho otra vez que llevan dos arrobas á cuestas é andan con ellas cinco leguas; y tambien les demandó cincuenta principales hombres de guerra que fuesen con nosotros.
Estando desta manera para partir, vino de la Villa-Rica un soldado con una carta del Escalante, que ya le habia mandado otra vez Cortés que fuese á la villa para que le enviase otros soldados, y lo que en la carta decia el Escalante era que andaba un navío por la costa, y que le habia hecho ahumadas y otras grandes señas, y habia puesto unas mantas blancas por banderas, y que cabalgó á caballo con una capa de grana colorada porque lo viesen los del navío; y que le pareció á él que bien vieron las señas, banderas, caballo y capa, y no quisieron venir al puerto; y que luego envió españoles á ver en qué pareja iba, y le trujeron respuesta que tres leguas de allí estaba surto, cerca de una boca de un rio; y que se lo hace saber para ver lo que manda.
Y como Cortés vió la carta, mandó luego á Pedro de Albarado que tuviese cargo de todo el ejército que estaba allí en Cempoal, y juntamente con él á Gonzalo de Sandoval, que ya daba muestras de varon muy esforzado, como siempre lo fué.
Este fué el primer cargo que tuvo el Sandoval; y aun sobre que le dió entónces aquel cargo que fué el primero, y se lo dejó de dar á Alonso de Ávila, tuvieron ciertas cosquillas el Alonso de Ávila y el Sandoval.
Volvamos á nuestro cuento, y es, que luego Cortés cabalgó con cuatro de á caballo que le acompañaron, y mandó que le siguiésemos cincuenta soldados de los más sueltos, porque Cortés nos nombró los que habiamos de ir con él; y aquella noche llegamos á la Villa-Rica.
Y lo que allí pasamos diré adelante.
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CÓMO CORTÉS FUÉ ADONDE ESTABA SURTO EL NAVÍO, Y PRENDIMOS SEIS SOLDADOS Y MARINEROS QUE DEL NAVÍO HUYERON, Y LO QUE SOBRE ELLO PASÓ.
Así como llegamos á Villa-Rica, como dicho tengo, vino Juan de Escalante á hablar á Cortés, y le dijo que seria bien ir luego aquella noche al navío, por ventura no alzase velas y se fuese, y que reposase el Cortés, que él iria con veinte soldados.
Y Cortés dijo que no podia reposar; que cabra coja no tenga siesta, que él queria ir en persona con los soldados que consigo traia; y ántes que bocado comiésemos comenzamos á caminar la costa adelante, y topamos en el camino á cuatro españoles que venian á tomar posesion en aquella tierra por Francisco de Garay, gobernador de Jamáica, los cuales enviaba un capitan que estaba poblando de pocos dias habia en el rio de Pánuco, que se llamaba Alonso Álvarez de Pineda ó Pinedo; y los cuatro españoles que tomamos se decian Guillen de la Loa, este venia por escribano; y los testigos que traia para tomar la posesion se decian Andrés Nuñez, y era carpintero de ribera, y el otro se decia maestre Pedro el de la Arpa, y era valenciano, el otro no me acuerdo el nombre.
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