Cuando aquello oyó el Obispo, le mandó echar preso, y porque le informaron que habia sacado de Medellin tres años habia una mujer que se decia María Rodriguez y la llevó á las Indias.
Por manera que todos nuestros servicios y los presentes de oro estaban del arte que aquí he dicho; y acordaron nuestros embajadores de callar hasta su tiempo é lugar.
Y el Obispo escribió á su majestad á Flandes á favor de su privado é amigo Diego Velazquez, y muy malas palabras contra Hernando Cortés y contra todos nosotros; mas no hizo relacion de ninguna manera de las cartas que le enviábamos, salvo que se habia alzado Hernando Cortés al Diego Velazquez, y otras cosas que dijo.
Volvamos á decir del Alonso Hernandez Puertocarrero y del Francisco de Montejo, y aun de Martin Cortés, padre del mismo Cortés, y de un licenciado Nuñez, relator del Real consejo de su majestad y cercano pariente del Cortés, qué hacian por él: acordaron de enviar mensajeros á Flandes con otras cartas como las que dieron al Obispo de Búrgos, porque iban duplicadas las que enviamos con los procuradores, y escribieron á su majestad todo lo que pasaba é la memoria de las joyas de oro del presente, y dando quejas del Obispo y descubriendo sus tratos que tenia con el Diego Velazquez; y aun otros caballeros les favorecieron, que no estaban muy bien con el D. Juan Rodriguez de Fonseca; porque, segun decian, era malquisto por muchas demasías y soberbias que mostraba con los grandes cargos que tenia; y como nuestros grandes servicios eran por Dios nuestro Señor y por su majestad, y siempre poniamos nuestras fuerzas en ello, quiso Dios que su majestad lo alcanzó á saber muy claramente; y como lo vió y entendió, fué tanto el contentamiento que mostró, y los duques, marqueses y condes y otros caballeros que estaban en su Real córte, que en otra cosa no hablaban por algunos dias sino de Cortés y de todos nosotros los que le ayudamos en las conquistas, y de las riquezas que destas partes le enviamos; y así por esto como por las cartas glosadas que sobre ello le escribió el Obispo de Búrgos, desque vió su majestad que todo era al contrario de la verdad, desde allí adelante le tuvo mala voluntad al Obispo, especialmente que no envió todas las piezas de oro, é se quedó con gran parte dellas.
Todo lo cual alcanzó á saber el mismo Obispo, que se lo escribieron desde Flandes, de lo cual recibió muy grande enojo, y si de ántes que fuesen nuestras cartas ante su majestad el Obispo decia muchos males de Cortés y de todos nosotros, de allí adelante á boca llena nos llamaba traidores; mas quiso Dios que perdió la furia y braveza, que desde ahí á dos años fué recusado y aun quedó corrido y afrentado, y nosotros quedamos por muy leales servidores, como adelante diré de que venga á coyuntura; y escribió su majestad que presto vendria á Castilla y entenderia en lo que nos conviniese, é nos haria mercedes.
Y porque adelante lo diré muy por extenso cómo y de qué manera pasó, se quedará aquí así, y nuestros procuradores aguardando la venida de su majestad.
Y ántes que más pase adelante quiero decir, por lo que me han preguntado ciertos caballeros muy curiosos, y aun tienen razon de lo saber, que ¿cómo puedo yo escribir en esta relacion lo que no vi, pues estaba en aquella sazon en las conquistas de la Nueva-España cuando los procuradores dieron las cartas, recaudos y presente de oro que llevaban para su majestad, y tuvieron aquellas contiendas con el Obispo de Búrgos? Á esto digo que nuestros procuradores nos escribian á los verdaderos conquistadores lo que pasaba, así lo del Obispo de Búrgos como lo que su majestad fué servido mandar en nuestro favor, letra por letra en capítulos, y de qué manera pasaba; y Cortés nos enviaba otras cartas que recibia de nuestros procuradores, á las villas donde viviamos en aquella sazon, para que viésemos cuán bien negociábamos con su majestad y qué grande contrario teniamos en el Obispo de Búrgos.
Y esto doy por descargo de lo que me preguntaban aquellos caballeros que dicho tengo. Dejemos esto, y digamos en otro capítulo lo que en nuestro real pasó.
Índice
CÓMO DESPUES QUE PARTIERON NUESTROS EMBAJADORES PARA SU MAJESTAD CON TODO EL ORO Y CARTAS Y RELACIONES DE LO QUE EN EL REAL SE HIZO, Y LA JUSTICIA QUE CORTÉS MANDÓ HACER.
Desde á cuatro dias que partieron nuestros procuradores para ir ante el Emperador nuestro señor, como dicho habemos, y los corazones de los hombres son de muchas calidades é pensamientos, parece ser que unos amigos y criados del Diego Velazquez, que se decian Pedro Escudero y un Juan Cermeño, y un Gonzalo de Umbría, piloto, y Bernaldino de Coria, vecino que fué despues de Chiapa, padre de un Hulano Centeno, y un Clérigo que se decia Juan Diaz, y ciertos hombres de la mar que se decian Peñates, naturales de Gibraleon, estaban mal con Cortés, los unos porque no les dió licencia para se volver á Cuba, como se la habian prometido, y otros porque no les dió parte del oro que enviamos á Castilla; los Peñates porque los azotó en Cozumel, como ya otra vez tengo dicho, cuando hurtaron los tocinos á un soldado que se decia Barrio; acordaron todos de tomar un navío de poco porte é irse con él á Cuba á dar mandato al Diego Velazquez, para avisalle como en la Habana podian tomar en la estancia de Francisco Montejo á nuestros procuradores con el oro y recaudos; que segun pareció, de otras personas principales que estaban en nuestro real fueron aconsejados que fuesen á aquella estancia que he dicho, y aun escribieron para que el Diego Velazquez tuviese tiempo de habellos á las manos.
Por manera que las personas que he dicho ya tenian metido matalotaje, que era pan cazabe, aceite, pescado y agua, y otras pobrezas de lo que podian haber; é ya que se iban á embarcar, y era á más de media noche, el uno dellos, que era el Bernaldino de Coria, parece ser se arrepintió de se volver á Cuba, y lo fué á hacer saber á Cortés.
É como lo supo, é de qué manera y cuántos é por qué causas se querian ir, y quiénes fueron en los consejos y tramas para ello, les mandó luego sacar las velas, aguja y timon del navío, y los mandó echar presos y les tomó sus confesiones, y confesaron la verdad, y condenaron á otros que estaban con nosotros, que se disimuló por el tiempo, que no permitia otra cosa; y por sentencia que dió, mandó ahorcar al Pedro Escudero y á Juan Cermeño, y á cortar los piés al piloto Gonzalo de Umbría, y azotar á los marineros Peñates, á cada ducientos azotes, y al padre Juan Diaz si no fuera de Misa tambien lo castigara, más metióle algo temor.
Acuérdome que cuando Cortés firmó aquella sentencia dijo con grandes suspiros y sentimientos:
—«¡Oh, quién no supiera escribir, para no firmar muertes de hombres!»
Y paréceme que aqueste dicho es muy comun entre los jueces que sentencian algunas personas á muerte, que lo tomaron de aquel cruel Neron en el tiempo que dió muestras de buen Emperador; y así como se hubo ejecutado la sentencia, se fué Cortés luego á mata-caballo á Cempoal, que es cinco leguas de la villa, y nos mandó que luego fuésemos tras él ducientos soldados y todos los de á caballo; y acuérdome que Pedro de Albarado, que habia tres dias que le habia enviado Cortés con otros ducientos soldados por los pueblos de la sierra porque tuviesen qué comer, porque en nuestra villa pasábamos mucha necesidad de bastimentos, y le mandó que se fuese á Cempoal para que allí diéramos órden de nuestro viaje á Méjico.
Por manera que el Pedro de Albarado no se halló presente cuando se hizo la justicia que dicho tengo. Y cuando nos vimos juntos en Cempoal, la órden que se dió en todo diré adelante.
Índice
CÓMO ACORDAMOS DE IR Á MÉJICO, Y ÁNTES QUE PARTIÉSEMOS DAR CON TODOS LOS NAVÍOS AL TRAVÉS, Y LO QUE MÁS PASÓ; Y ESTO DE DAR CON LOS NAVÍOS AL TRAVÉS FUÉ POR CONSEJO É ACUERDO DE TODOS NOSOTROS LOS QUE ÉRAMOS AMIGOS DE CORTÉS.
Читать дальше