Además, existen muchos estereotipos sociales, los cuales representan generalizaciones sobre el grado en el que los miembros de un grupo poseen determinados atributos comunes. Los estereotipos aparecen en contextos ambientales muy diversos y se ponen de manifiesto en una diversidad de procesos cognitivos y motivacionales. La sociedad impone normas de comportamiento basadas en estereotipos que asumen la familia, el equipo de salud, la comunidad y, por lo regular, el mismo anciano, quien siempre es el mayor perjudicado. Los principales estereotiposexistentes son:
• Los ancianos se consideran un grupo homogéneo, “todos los ancianos son iguales”. Es el grupo de población con mayor variabilidad interindividual, con diferencias biológicas, psicológicas, sociales y culturales.
• Los ancianos son enfermos, dependientes y frágiles. Si bien es cierto que los ancianos padecen un número elevado de patologías crónicas, cuando se les pregunta acerca de la percepción que tienen sobre su salud, tres de cada cuatro personas dicen tener buena salud; además, a pesar de estas patologías, mantienen un buen nivel funcional para la realización de las actividades de la vida diaria, pueden vivir solos y tener una vida totalmente autónoma. Aunque hay algunos que requieren cuidado, también hay, y son la mayoría, los que son competentes y tienen una vida plena e independiente.
• Se tiene una imagen del anciano como un personaje huraño, triste, solitario y aislado que evita todo contacto social. Sin embargo, en general, los ancianos mantienen buenas relaciones y apoyos sociales con una red social menos extensa que en la juventud, pero más gratificante y más leal. En muchas ocasiones es la propia familia la que se encarga de fomentar esta imagen, por rechazo o por sobreprotección.
• Se considera al anciano como una persona terca, lenta hasta la torpeza, dependiente y que requiere vigilancia y atención continua. Es tan arraigado el estereotipo que se llega a comparar al anciano con un niño que necesita protección. No se logra entender que entre un anciano y un niño media una biografía.
• Con el envejecimiento hay una pérdida progresiva de todas las capacidades mentales, comienza en edades tempranas y es constante y uniforme en todas las personas. Una razón más para la sobreprotección o el rechazo.
• Los signos de deterioro de la memoria son parte del envejecimiento y son irreversibles. La mayoría de estas pérdidas se deben a aspectos como la motivación para hacer las tareas, la atención que se les presta o la velocidad al realizar diferentes tareas a la vez, y no afectan al desarrollo de las actividades de la vida diaria. Sin embargo, si existe deterioro deben considerarse las causas reales, como enfermedad o bajos niveles de estimulación mental (ver capítulo 49).
• La capacidad de aprendizaje se pierde con el envejecimiento. El difundido dicho “loro viejo no aprende a hablar” se refiere solo a que los hábitos y las costumbres no se cambian fácilmente.
• El anciano se caracteriza por ser dogmático, inflexible y desconfiado. Nunca se analiza qué se esconde tras estas conductas: vulnerabilidad, temores o ansiedades. Los rasgos de personalidad se mantienen a lo largo de toda la vida. Los ancianos se adaptan a los cambios poniendo en marcha sus habilidades de afrontamiento ante las situaciones estresantes o cambiantes, del mismo modo que los jóvenes, además, cuentan con su experiencia personal previa.
• Los estereotipos negativos se realimentan constantemente en escuelas, colegios, libros, revistas y medios de comunicación y llevan al peor de los estereotipos: “La vejez, ¡qué horror!”.
Esta concepción negativa se debe combatir enérgicamente, pues disminuye la apreciación de los valores positivos del anciano e impide reconocer los nuevos horizontes que aparecen al llegar a esta etapa de la vida. El primer paso para acabar con los estereotipos es recordar que en los ancianos el interés por el mundo no disminuye al aumentar la edad, la responsabilidad, el autocontrol, las capacidades de adaptación y aprendizaje y el humor, permanecen constantes o se incrementan. Si en edades tempranas tienden a alterarse, al envejecer se exacerbarán y se traducirán en un mal manejo de los cambios que ocurren en la vida de la persona.
Es claro ahora que algunas habilidades cognoscitivas, como el vocabulario, son resilientes al envejecimiento cerebral y pueden mejorar con los años. Otras habilidades como el razonamiento conceptual, la memoria y la velocidad de procesamiento declinan gradualmente con el tiempo. En la figura 11.1se muestran los diferentes dominios cognoscitivos con sus partes constitutivas.
Figura 11.1 Dominios cognoscitivos
Fuente: Adaptado de Andriannopuoulos V, Gleckl R, Vogiatzis I, Kenn K. Cognitive impairment in COPD: should cognitive evaluation be part of respiratory assessment? Breathe, 2017. 13(1):e1-e9. doi: 10.1183%2F20734735.001417
Se han hecho múltiples intentos de teorizar los cambios cognoscitivos al envejecer sin hallar una explicación completa de por qué se presentan. De una parte, se tiene el enfoque biológico en el cual se asume que los cambios se deben a la disminución o alteración de receptores y neurotransmisores como acetilcolina y aminas como la norepinefrina, a alteraciones estructurales como degeneración neuronal, a cambios en la neurotransmisión en la sinapsis, acumulación de lipofucsina o presencia de marañas neurofibrilares. De otro lado, están las teorías psicológicas que relacionan los cambios psicológicos con carencia o desuso de la práctica habitual, restricción de oportunidades medioambientales o presencia de enfermedades asociadas al envejecimiento.
Los siguientes cambios cognoscitivos se han relacionado con el envejecimiento:
• No hay un patrón de declive generalizado, normativo y universal asociado al envejecimiento. Al tiempo que unas funciones cognoscitivas declinan, otras se mantienen e incluso aumentan.
• Existe una gran variabilidad individual en los patrones de cambio y estabilidad.
• Debido a las variaciones sociohistóricas, los efectos generacionales son superiores a los efectos de la edad. Si se compararan diferentes generaciones a una misma edad, las cohortes más jóvenes muestran puntuaciones más altas de funcionamiento cognoscitivo.
• Los estudios neuropsicológicos evidencian que el envejecimiento no afecta por igual los diferentes componentes de las diversas funciones cognoscitivas, por ejemplo, la fluencia verbal disminuye después de los 70 años y la comprensión o no se afecta o aparece disminuida en los muy viejos.
• Además de los aspectos biológicos, en los cambios cognoscitivos intervienen otros factores educativos, motivacionales, de salud, de personalidad y de estilo de vida.
Las investigaciones realizadas en el área han permitido delinear cinco tendencias mayores en la función cognoscitiva asociada al envejecimiento:
1. Disminución en la habilidad para recordar diferentes tipos de información.
2. Deterioro de la eficiencia y efectividad en procesos que requieren razonamiento y decisión.
3. Reducción de las tareas que necesitan habilidades viso espaciales.
4. Disminución en tareas que involucran rapidez en la ejecución.
5. Cambio en los procesos sensoriales requeridos en detección y discriminación de estímulos.
Las diferentes pruebas existentes de valoración de la capacidad cognoscitiva muestran diferencias entre jóvenes y adultos que, generalmente, van a favor de los adultos jóvenes. Pero, desde un punto de vista práctico, las tendencias de disminución, mencionadas anteriormente, pueden ser insignificantes y desaparecer con práctica o con entrenamiento, además, la mayoría de las pruebas de valoración cognoscitiva han sido elaboradas para personas jóvenes, de hecho, existen algunas tareas de memoria y aprendizaje que los ancianos realizan mejor que los jóvenes. En la tabla 11.1se presentan los principales cambios en las funciones cognoscitivas.
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