La condición contemporánea de la literatura no consiste propiamente en un período cronológico ni en determinadas características formales o estilísticas de la escritura. Lo contemporáneo implica justamente una crisis de la periodización historiográfica cuando el pasado reciente, donde se esperaban encontrar las claves de comprensión del presente, no se cierra como período, no llega a constituirse como unidad de sentido. (“Narrar desde el olvido”, en este volumen)
Lo que comienza mostrando “Narrar desde el olvido” es que la crisis de la Historia va asociada a la multiplicación de relatos menores en torno a un pasado irrecuperable, pero determinante para la clausura del presente. En este contexto, señala Rojas, la narrativa chilena contemporánea se ha comenzado a volcar, sin perjuicio de sus irreductibles matices, en un ejercicio de recuperación de un ámbito que había sido olvidado por los grandes registros de la
Historia: lo cotidiano . Pues bien, se trata, de una cotidianeidad pretérita que sólo puede ser narrada por la literatura contemporánea haciendo pagar al presente el precio de lo que podríamos describir como un duelo interminable. Si la Historia ofrecía el registro del pasado bajo cierto criterio de objetividad y de unidad de sentido para reconciliarse con el presente, Rojas mostrará en cambio que la literatura contemporánea se ha decantado por multiplicar —sin criterio unificador— los sentidos de un pasado que no se puede reconciliar con el presente, sino que lo estremecerá desde sus profundidades tectónicas, empalmando el presente de una mezcla de ‘intensidad’ y de ‘incerteza’.
Se vuelve importante detenernos en la manera en que Rojas articula lo cotidiano con lo tremendo . Lo tremendo para el autor es lo que estremece al presente, lo que marca la subjetividad contemporánea con el pathos de la intensidad y de la incerteza. La metáfora de las profundidades tectónicas puede ser pertinente para recalcar la especificidad de esta noción que, como habíamos señalado más arriba, comienza a desplazar en los últimos trabajos del autor la primacía de las categorías de la ‘estética de lo sublime’. En palabras de Rojas: “Es como si la experiencia nos enviara hacia una realidad que está siempre temblando, y pienso que nuestra idea presente de totalidad […] está internamente relacionada con esa experiencia del paradigma que tiembla” (Presce 2018, 161). Y es que, a diferencia de lo sublime, lo tremendo no se identifica con lo excepcional ni con la trascendencia de un ‘más allá’ sino que se aproxima a lo cotidiano y la gravedad perturbadora del ‘más acá’. A nuestro juicio, ‘lo tremendo’ sobre lo que habla Rojas apunta a una experiencia posiluminista pero también posromántica: arruina el sentido de un progreso de la Historia al mismo tiempo que neutraliza la vigencia de categorías tales como ‘genio’ o ‘espíritu’. Lo tremendo , a diferencia de la excepcionalidad de lo sublime, marca un ritmo repetitivo en la experiencia del cotidiano y aquí tal vez la naturaleza tectónica de la metáfora sísmica no agote el sentido de una noción que Rojas asocia al mismo tiempo a una materialidad desnaturalizada por la técnica ( cf. , 159-172).
Volviendo a “Narrar desde el olvido”, en el caso de la literatura contemporánea chilena, la puesta en escena de lo tremendo en Roberto Bolaño y Nona Fernández es reflexionada por Rojas a partir de los intentos de contar lo cotidiano de la vida en dictadura. Una cotidianeidad constreñida por el recurso de los aparatos de seguridad a la crueldad. Si se nos permite una digresión, esta perversión de lo cotidiano que moviliza la experiencia de lo tremendo nos reenvía a los sucesos acaecidos en Chile con posterioridad al 18 de octubre de 2019: en cuestión de días y horas, amparado en un comienzo por la excepcionalidad del Estado de Emergencia decretado por Sebastián Piñera, retornando con la normalización de la represión ‘no letal’ de las semanas posteriores, el espectro de lo que parecía haberse esfumado en un pasado irrecuperable reaparece intensamente en las plazas, en las calles y grandes avenidas, en los consultorios y en los pasajes de las poblaciones, en las comisarías, en los subterráneos de una estación de metro y en las bodegas de centros comerciales, supermercados e industrias manufactureras. Las obras de Roberto Bolaño y Nona Fernández que interpelan a Rojas en “Narrar desde el olvido” guardan relación con lo tremendo de una catástrofe que no se circunscribe al Golpe Militar de 1973 sino que se expande a lo que vino después , a saber, los 17 años de vida en dictadura (y por qué no agregar, los 30 años de vida en post-dictadura). Ahora bien, lo que la literatura da para pensar a la filosofía a partir de la problemática de la narración de las “circunstancias del dolor”, dice el autor, es que, dada la singularidad absoluta de las experiencias de represión y desaparición, éstas nunca podrán ser representadas en el archivo colectivo de la Historia. 11
Ciertamente, por el carácter irrepresentable de dichas experiencias, éstas no pueden ser recuperadas como recuerdos y estarán, bajo la lógica de la Historia con H mayúscula, destinadas al olvido. Sin embargo, quedarán las perturbadoras huellas de la desaparición, que siguen removiendo las placas tectónicas sobre las que se levantan los cimientos de lo que el filósofo chileno denomina ‘lo actual’. Si lo contemporáneo de la literatura chilena es para Rojas su capacidad política de poner en escena el anacronismo de la actualidad postdictatorial y neoliberal, entonces, deberíamos dejarnos interpelar por lo que esa la literatura contemporánea dice del pasado que retorna, como el espectro de una pulsión (de lo) irrepresentable, en la actualidad de la Historia General.
VIII
Se incluye en estas Escenas de escritura el trabajo titulado “Ensayos de terror. Del Sade de Bataille al Céline de Sollers” de Silvia Schwarzböck. Schwarzböck es profesora titular en la Universidad de Buenos Aires y su trabajo se ha desarrollado sobre lo que diríamos son cuatro coordenadas: la política, la estética, la literatura y la cinematografía. Destaco las que hasta el momento han sido sus obras más importantes: Adorno y lo político (2008); Los espantos. Estética y postdictadura (2016); Los monstruos más fríos. Estética después del cine (2017). La filósofa también ha traducido obras de Immanuel Kant, Carl Schmitt y Theodor Adorno y es autora de múltiples ensayos que ha venido publicando desde hace más de diez años.
En un primer momento, el pensamiento que ha desarrollado Schwarzböck podría definirse como una ‘dialéctica abierta’, término al que, por ejemplo, recurre constantemente en su libro-te-sis-doctoral, Adorno y lo político ( cf . 2008, 17-18). Dialéctica abierta expresa el sentido de una dialéctica que fluye de la apertura a una contingencia que “afecta tanto al pasado como al futuro”, en oposición a la ‘dialéctica cerrada’, que deriva de la resignación ante la necesidad que clausura el pasado en el presente. Esta distinción puede llegar a ser bastante instructiva, en la medida que lo que Schwarzböck señaló entonces como ‘dialéctica cerrada’ permite enmarcar, por ejemplo, la época de la filosofía de Hegel y de Marx (siglo XIX) en oposición a los esfuerzos, generados principalmente a partir de la primera posguerra europea, por redefinir la dialéctica más allá de la clausura de lo negativo en lo Absoluto (siglo XX). Así, lo que la autora llama dialéctica abierta comprende efectivamente la dialéctica negativa que Theodor Adorno desarrolló en su debida época, pero también algo distinto: en el marco de la escritura de la autora, el esfuerzo de singularización en la lengua española, una dialéctica menos alemana, aunque sí más latinoamericana . Y aún así, la dialéctica abierta seguirá comprendiéndose en la obra de la filósofa como algo distinto, porque más allá de la trama de las letras latinoamericanas, esta dialéctica también habrá comprendido un esfuerzo por desmontar cinematográficamente las imágenes representadas por el lenguaje positivo, y por eso, la dialéctica abierta también habrá sido más o menos Godard iana , más o menos Hitchcock iana . De ahí que, sobre el suelo de dicha dialéctica abierta, Schwarzböck también pueda plantear la posibilidad de pensar en los términos de un “adornismo sin Adorno” ( cf. 2017, 245-249).
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