En el ensayo que aquí presentamos Salamon se refiere a tres exigencias de justificación: biográfica (“¿Qué eres?”); teórica (“¿Qué tienen en común la teoría queer y la fenomenología?”); laboral (“¿Acaso un violador o un asesino en serie no usan también la razón para justificar su comportamiento?”). Lo queer , ya sea en el terreno biográfico, laboral o teórico, no puede estar marginado de una exigencia de justificación que supone entonces la centralidad de las cuestiones de índole metodológica. Para Salamon no se trata de rehuir la exigencia de la justificación sino de encontrar en esta exigencia el sentido de una reapropiación crítica, ya no de las identidades ( identities ) sino más bien de las posibilidades políticas abiertas por las ‘identificaciones canallas’ ( rogue identifications ) que las desbordan. Porque para Salamon, la teoría queer es también una forma de responder a la violencia de la teoría asumiendo críticamente la violencia de la teoría, invirtiéndola, torciéndola, inscribiéndola en el seno de una violencia menor que se desvía de la autojustificación tradicional, que se desvía de la ‘razón del más fuerte’, reprogramando los procesos de teorización que dan lugar a las peores violencias de la teoría.
Muy importante es señalar que, a diferencia de las tematizaciones ligadas a la ‘muerte del sujeto’ que caracterizaron la escena de la escritura posestructuralista, en la obra de Gayle Salamon encontramos una propuesta que no se desentiende del sujeto, sino que lo redefine desde la óptica de ‘una multiplicidad políglota de voces’ ( a polyglot multiplicity of voices ), que inscribe la autojustificación en una escena radicalmente heterogénea. Y remitimos aquí a su primer libro, Assuming a Body: Transgender and Rhetorics of Materiality (2010), donde la autora esboza su aproximación políglota a la experiencia del cuerpo transgénero, lo que ella llama ‘ felt sense ’, a saber, la ‘sensación sentida’ o el ‘significado sentido’ del cuerpo transgénero, desde una triple perspectiva: psicoanalítica/fenomenológica/ queer .
En el ensayo que aquí presentamos, y tal como Salamon autodefine su proyecto teórico, próximo a la retórica y la sofística que Platón condenase en sus Diálogos , la metodología queer es un trabajo sobre sí mismx: una metodología políglota, heterogénea, plural, en la medida que la filosofía de tinte más tradicional y metafísico se relaciona con un vocifero monótono, un querer-decir , o si se prefiere, una voluntad de apropiación y homogeneización de las diferencias que tensionan al propio sujeto. El pensamiento de Salamon, más allá del antiplatonismo, representa un cierto ‘adiós a la filosofía’ entre paréntesis ,
(ADIÓS A LA FILOSOFÍA)
adiós sólo a una forma de hacer filosofía, pues Gayle Salamon nunca habrá abandonado el legado de cierta herencia fenomenológica (especialmente la vinculada a la obra de Maurice Merleau-Ponty). En “Justificación y método queer ” Gayle Salamon ha delineado la impronta de un proyecto de pensamiento que hoy en día se puede enmarcar dentro de un movimiento que ha comenzado a cavar profundamente en la red que enlaza la teoría queer a la teoría feminista pero también a la teoría de las prisiones y de la tortura, a la teoría de la raza y la postcolonialidad. Nos referimos a la critical phenomenology , que hoy por hoy encuentra en el trabajo de las filósofas Lisa Guenther, Sara Ahmed, Gail Weiss y Ann V. Murphy, además de la misma Salamon, sus más importantes exponentes.
VII
Filósofo que desde hace años imparte docencia en la Facultad de Artes y en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, Sergio Rojas es un autor tan prolífico como pocos hay en el ámbito de la filosofía chilena. Confesaré que el 2005 tuve la suerte de asistir como alumno al módulo sobre Literatura Neobarroca I que entonces Rojas impartía en la extinta Universidad ARCIS, y lo confieso por la sencilla razón de que autores como Severo Sarduy, Salvador Elizondo, y, por cierto, Diamela Eltit, habían sido hasta ese momento para mí desconocidos. Fueron varias las generaciones de estudiantes que ante esas lecciones descubrieron una nueva imagen de las letras hispanoamericanas y tal vez la única cosa interesante de este rodeo narcisista sea que buena parte de lo que Sergio Rojas expuso en esa época iba a terminar decantándose en la investigación doctoral que fue publicada cinco años después como Escritura neobarroca: temporalidad y cuerpo significante (2010). Gran reflexión filosófica sobre la literatura latinoamericana y también europea. Y podría seguir destacando tantos otros títulos del autor, por ejemplo, Materiales para una historia de la subjetividad (1999); El problema de la historia en la filosofía crítica de Kant (2008); Catástrofe y trascendencia en la narrativa de Diamela Eltit (2012); Escribir el mal: literatura y violencia en América Latina (2017). En cualquier caso, si bien no es completa, tengo la necesidad de evocar esta lista porque, en cierto modo, cada uno de los títulos mencionados anticipa motivos que van a rondar la trama de “Narrar desde el olvido”, ensayo inédito de Sergio Rojas que se presenta en estas Escenas de escritura .
El pivote de “Narrar desde el olvido” es la literatura chilena contemporánea, particularmente, el caso de Estrella distante y Nocturno de Chile de Roberto Bolaño y La dimensión desconocida de Nona Fernández. El ensayo en cuestión presupone una reflexión acerca de la narrativa del tiempo, y en ella, otra reflexión sobre los relatos que comienzan a proliferar tras el derrumbe de la Historia con H mayúscula. 10 Impera en este contexto la impronta de una posterioridad sobre la que gravita el presente, cuestión que, en el contexto de una entrevista que Rojas mantuvo con Franco Presce en 2018, se inscribe en trabajos fundamentales de la literatura contemporéanea como es el caso de Los detectives salvajes de Roberto Bolaño:
Esto es lo que hace de Los detectives salvajes , más allá de los juicios de admiración, una gran novela: pareciera que algo tremendo se cumple en esta, algo que, por lo mismo, ya no es posible reemprender. No es descamisado pensarla como una novela postapocalíptica: todo en ella sucede después, que es como decir que todo en ella ya sucedió . Nos encontramos en ella después de los crímenes, después de la literatura, después del entusiasmo. No existe el futuro, solo el pasado. Sin embargo, nunca sabemos con total certeza qué fue lo que sucedió. (Presce 2018, 169)
Según Rojas, tras ‘la catástrofe’, que tal vez sea el mejor sinómico para el siglo XX, el presente comienza a cargar el peso de un ‘ después ’ que le arrebata el ‘futuro’ como horizonte de progreso en clave iluminista. En términos de la institución filosófica, por ejemplo, el diagnóstico de Rojas ha exigido de sí pensar el después de la época de Kant y el después del derrumbe del hilo conductor de la así llamada Filosofía de la Historia. De ahí que, como muy bien señala Presce, comience a detectarse no tanto un relevo sino una desviación, una oscilación desde las categorías de la ‘estética de lo sublime’, que de hecho marcaron la etapa en la que Rojas se ocupó de pensar la ‘escritura neobarroca’, hacia lo que Presce describe como la “necesidad de hablar de lo tremendo ”. Una necesidad que surge precisamente del peso del después sobre la experiencia del tiempo y que entonces encarrila la reflexión del filósofo antofagastino en la vía de ‘lo contemporáneo’:
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