ESCRITURA ACADÉMICA
PABLO BALLESTEROS PÉREZ
ESCRITURA ACADÉMICA
Cómo escribir [buenos]
artículos científicos
EXLIBRIC
ANTEQUERA 2021
ESCRITURA ACADÉMICA
© Pablo Ballesteros Pérez
© de la imagen de cubiertas: Amparo Redondo García, amparoredondo@hotmail.com, amparoredondo.com
Diseño de portada: Dpto. de Diseño Gráfico Exlibric
Iª edición
© ExLibric, 2021.
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ISBN: 978-84-18730-10-8
PABLO BALLESTEROS PÉREZ
ESCRITURA ACADÉMICA
Cómo escribir [buenos]
artículos científicos
A mis hijos Rocío, Nicolás y Ximena.
Perdonadme por las horas que os robé escribiendo este libro,
y por tantas otras que me enseñaron cómo escribirlo.
Agradecimientos
A mis dos directores de tesis, Mari Carmen González Cruz y Juan Pascual Pastor Ferrando. La labor de supervisar doctorandos no está pagada ni suficientemente reconocida. Gracias en particular a Mari Car-men. Tú has sido siempre una buena amiga y consejera.
A Martin Skitmore, por tu ayuda e infinita paciencia respondiendo cientos de emails con mi entonces horrible inglés. Gracias a ti me he convertido en el investigador que soy hoy en día.
A mi compañero Daniel Mora Melià. Si hay alguien con el que he trabajado de igual a igual eres tú. Espero seguir aprendiendo y trabajando muchos años más contigo.
A mi amigo Enoc Sanz Ablanedo. Eres casi mi alma gemela en for-ma de ver la vida y en cómo afrontar el trabajo. A pesar de la distancia siempre sé que estás disponible para lo que necesite. Gran parte de las ideas de este libro provienen de las conversaciones que tuve contigo en Loughborough.
A mis coautores, especialmente a Eugenio Pellicer Armiñana y Gunnar Lucko. He aprendido muchísimas cosas y trucos de ambos. Gracias por estar siempre disponibles.
A mis lectores cero: Andrés Pastor Fernández, Manuel García Rodríguez, Juan Manuel Vázquez Martínez, Alberto Cerezo Narváez, Enoc Sanz Ablanedo, Ramón M. Castro de Thomas y, por supuesto, a mi esposa Amparo Redondo García. Gracias por decir que sí a cualquier cosa que os pido. Estimado lector, si encuentras algún error en este libro, es culpa de estas personas ☺.
Si hay algo que he aprendido con los años es que el tiempo es el regalo más valioso que se puede ofrecer a cualquier persona. Gracias a todos vosotros por haberlo compartido conmigo en innumerables ocasiones.
Por último, deseo agradecer la financiación recibida por el Ministerio de Ciencia e Innovación por mi contrato Ramón y Cajal (RYC-2017-22222) cofinanciado por el Fondo Social Europeo.
Índice
Prólogo Sobre mí, sobre ti y sobre este libro
Bloque I: El investigador
1. Condiciones necesarias (pero no suficientes) para publicar
Bloque II: Comunicando investigación
2. Microestructura: Lenguaje y escritura académica
3. Mesoestructura: Ecuaciones, tablas y figuras
4. Macroestructura I: Secciones frontales del artículo
5. Macroestructura II: Secciones intermedias y finales
Bloque III: Trabajando con otros
6. Endoesqueleto: Coautores, grupos y universidades
7. Exoesqueleto: Revisores, editores, revistas y agencias
Bloque IV: Rechazos y revisiones
8. Desk reject: Aprendiendo de los errores
9. Major/minor revisions: Cómo responder y cómo no
Epílogo
Referencias
Acerca del autor
Prólogo
Sobre mí, sobre ti y sobre este libro
Recuerdo con claridad mis primeros años intentando publicar artículos. Digo «intentando» porque hubo muchos más fracasos que éxitos. También digo «con claridad» porque tendemos a no olvidar las experiencias difíciles. En su autobiografía Becoming, Michelle Obama dijo que desde bien joven se dio cuenta de que existe una fuerte correlación entre el tiempo que le dedicas a algo y lo bien que se te da [1]. En términos generales eso es cierto, pero a veces no basta con dedicarle mucho tiempo a algo. A mí me costó seis años entenderlo.
Déjame que te cuente una historia. Te contaré varias en este libro, muchas de ellas en primera persona. Otras son de personas que me han acompañado en el proceso de convertirme en investigador. ¿Te animas? Prepárate. El camino es largo, pero te aseguro que vale la pena.
Me doctoré en 2010. Para entonces había estudiado una ingeniería técnica, un segundo ciclo, había obtenido un título de especialista universitario, estaba a punto de acabar un máster y llevaba ocho años trabajando en la empresa privada. También había superado numerosos cursos como ingeniero conectados con mi actividad profesional. Dos años antes había comenzado a compaginar mi actividad profesional con la docencia a tiempo parcial en la universidad. En la empresa privada tenía un trabajo bastante gratificante. Era responsable de un pequeño departamento y las cosas me iban bien. Tenía un sueldo decente y estaba bien considerado. Recuerdo que pasaba mucho tiempo preparando licitaciones. Para los que no estén familiarizados, esto significa que escribía propuestas técnico-económicas para administraciones públicas y organismos privados. La intención era agrandar nuestra cartera de proyectos y que, con ello, la empresa para la que trabajaba ganara más dinero.
Como decía, me doctoré en 2010. Lo hice con la calificación máxima, cum laude. Creía que sabía escribir. Al fin y al cabo, escribir era lo que hacía en mi trabajo la mayor parte del tiempo. En 2009, un año antes de someter a revisión mi tesis doctoral, ya la tenía totalmente escrita. En un alarde de ambición y dedicación plena, conseguí escribirla en menos de un mes. Tenía la experimentación realizada. No había motivo para retrasar más la redacción.
Cuando envié el borrador a mis dos directores de tesis, los dos la leyeron con atención. Me citaron a una reunión. Con todo el tacto posible me dijeron que lo que les había enviado «no era una tesis doctoral». Esto me lo dijeron justo al empezar la reunión. El resto de la misma la dedicaron, muy pacientemente, a demostrarme por qué.
Tenían razón, lo que había escrito no era una tesis doctoral, pero yo no lo sabía. Aún me costaría unos años entenderlo. Creo que siempre he sido un poco lento para aprender cosas nuevas, especialmente aquellas cosas que me afectan como persona. ¿Cómo era posible entonces?
Por aquel tiempo tenía bastante rodaje escribiendo documentos profesionales. Escribir una tesis doctoral no podía ser tan diferente. «A escribir se sabe o no se sabe», pensaba. «Yo no podía ser tan mal escritor». Pero sí, lo era, y también me costó varios años darme cuenta.
Finalmente entregué la tesis. Corrijo, entregué la tesis, pero no la misma que había escrito un año antes. Tuve que reescribirla varias veces y estoy casi seguro de que poco material original sobrevivió. Me convertí en Dr. Ballesteros, lo cual sonaba bastante mejor que don Pablo. Este último título lo había adquirido, como el resto de españoles, al completar la enseñanza general básica. Aparte de eso, poco más cambió.
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