1.3. El Espíritu como paloma.
El Espíritu es representado como una paloma mansa, frágil, delicada. Nos recuerda al Génesis 1:1-2 donde el Espíritu …aleteaba sobre la faz de las aguas creadoramente, ordenando y convirtiendo el caos en un cosmos. También nos recuerda a la paloma (Gen. 8:11) que fue enviada por Noé y volvió con una rama de olivo en el pico anunciando que el diluvio había terminado, que el caos había desaparecido, que la paz había vuelto.
Es la paloma de la paz y de la esperanza. Es el Espíritu-paloma que comunica que las turbulentas aguas del juicio han bajado, que la tierra está seca y habitable y que el arcoiris multicolor anuncia sobre el cielo un nuevo comienzo para la humanidad. Una madre ha de traer paz y esperanza a su hijo. Cuando yo era bebé, debido a una lucha civil entre dos bandos militares argentinos, los azules y los colorados, mis padres se encontraron inesperadamente en medio de un tiroteo al bajar de un ómnibus. Mi padre me contaba que mi mamá me cubrió de tal manera que ninguna bala pudiera tocarme. Eso hace una madre: nos brinda paz y refugio en medio de las turbulencias y balaceras de la vida. Por eso, recordándola digo: Unos meses estuve dentro tuyo, pero vos estarás siempre dentro mío .
En el vitral que se encuentra en la parte superior de nuestro templo, sobre el púlpito, se visualiza una paloma que desde la cruz constituye la fuente del manantial de vida nueva. Es interesante notar que no desciende sobre Jesús un águila guerrera, como la de la bandera romana, ni como la que simboliza a los EE.UU, sino que desciende sobre Jesús una paloma. Ella, volando y abriendo los cielos, hace presente la paz y la esperanza de salvación anticipándose en Jesús, el Cristo. Cada madre, en este mundo, representa al Espíritu Santo. ¡Que cada mujer irradie la luz de Dios y envuelva a su criatura en las alas del amor y de alegría! ¡Que, sin egoísmo, dé como fruto amor, gozo, paz, tolerancia, bondad, amabilidad, fe, mansedumbre y templanza ! (Gá. 5:22).
2. La Palabra paterna como fundamento.
2.1. La voz de Dios.
Y vino una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado en ti tengo complacencia (o en ti me alegro), (Mr. 1:11). Ahí tenemos la palabra paterna. Aquí se observa la misma alternancia que encontramos en Génesis 1, Dios crea a través del Espíritu: …y el Espíritu de Dios se movía (1:2) y Dios crea a través de la Palabra: Y dijo Dios (1:3). Aquí ambos se hacen presentes: el Espíritu materno y la Palabra paterna en el momento en que Jesús, subiendo de las aguas, miró hacia el cielo para orar.
Tú eres… es la voz paterna que lo identifica, que lo reconoce, que le da una identidad única y peculiar: … mi Hijo amado, mi alegría . Toda criatura necesita de la voz de otro que le dé un nombre, que la identifique, que la reconozca, que la singularice, que la ame y que se alegre por su existencia. Toda persona adolescente necesita de la voz paterna que le abra un camino en la sociedad, que la ayude a encontrar su vocación en el mundo. La voz del Padre le abrió a Jesús el camino de su misión, de su función.
Es una voz instituyente, que nos evoca el Salmo 2:7 e Isaías 41:8. Es la palabra que instituía a los reyes o a los profetas como hijos de Dios. Pero aquí encontramos una diferencia notable: Jesús no es Hijo por ostentar el poder de un rey terrenal, que extiende su imperio a través de la sangre y la violencia. Es Hijo porque ha emprendido el camino de la paz.
Tú eres mi Hijo amado le dice el Padre a Jesús, siendo diferente a mí eres lo más íntimo mío, y, en mi amor, estás llamado a mostrar un nuevo camino de vida para la humanidad. El Hijo es Hijo por el Padre, el Padre es Padre por el Hijo y ambos son en la comunión del Espíritu Santo. Por eso decimos: el Padre y el Hijo en la unidad del Espíritu.
Surge en Jesús una vocación sin que haya una orden, el Padre no le da ningún mandato como a los profetas o aún a los reyes, sino que surge una vocación sin una orden. El Hijo sabrá lo que tiene que hacer.
2.2. El Dios Abba.
El Dios que aquí se nos manifiesta es el Abba . Es el “Papi”. Me llena de ternura que mi hijita Giuliana, que está por cumplir 2 añitos, me sonría y me llame “Tati”. Pablo afirmaba en Romanos 8:15-16 que es el Espíritu el que nos lleva a decir “Abba”. El Abba está más allá de la violencia , ese falso dios que se goza en la justicia retributiva, en la venganza y en los sacrificios sangrientos del templo. El Abba va más allá del Dios del miedo , que busca castigarnos y “hacernos pagar” nuestros yerros. El Abba va más allá del Dios-solitario . Es común al judaísmo e islamismo el Dios que dice: Yo Soy… Y hay mucho de verdad en este nombre. Sin embargo, es original del cristianismo escuchar una voz, perteneciente al ser interno de Dios, que dice Tú eres… Ningún Tú eres… podría escucharse en el interior del ser divino en el que creen judíos y musulmanes. Pero un Dios que no comparte intra-trinitariamente, no es un Dios capaz de crear una humanidad que sepa compartir y vivir en comunión. Así como hay comunión entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; del mismo modo Dios creó un mundo para vivir en comunión, comunión entre la diversidad de criaturas, a través del amor. El Abba va más allá del Dios condenador . Ante la pregunta hecha a un grupo de cien jóvenes acerca de qué sentirían si tuvieran que encontrarse con Dios en ese momento, la mayoría respondió “culpa y temor”. Pero el Abba es el Dios que revela su amor indiscriminado e incondicional, un amor que perdona y rehabilita. El Abba va más allá del Dios-tristeza . Muchos viven entristecidos, melancólicos por el pasado y amargados por la culpa; pero aquí aparece un Dios muy diferente, un Dios que se alegra en nuestra existencia. Así como le dijo a Jesús, nos dice: en ti me he alegrado , a ti te he deseado . Solo un Dios que se alegra puede ser feliz haciendo felices a los seres humanos.
Quizá alguna lectora o lector no haya conocido a su padre terrenal o haya sido rechazado por él. Sepa que tenemos un Padre Celestial para quien nada pasa inadvertido. Él nos ama y espera que levantemos los ojos para escucharlo decir: Tu eres mi hijo amado, en ti me alegro, a ti te he deseado.
El amor de Dios es más fuerte que cualquier pecado, temor, amenaza, aislamiento o tristeza. Un hijo equipado por el Espíritu materno, que envuelve y bautiza, que unge y acaricia; un hijo equipado por la palabra Paterna que lo identifica y lo reconoce con alegría, está preparado para la vida. Nosotros como padres o como madres, ¿queremos que nuestros hijos estén preparados para la vida? Actuemos en el Espíritu materno y con la Palabra paterna.
3. La fidelidad del Hijo como fundamento.
Enseguida, el Espíritu lo arrojó al desierto, y estuvo en el desierto cuarenta días siendo tentado por Satanás y estaba entre las fieras y los ángeles le servían (Mr. 1:12-13). Y aquí, en tercer lugar, después de haber considerado al Espíritu materno y la Palabra paterna, es necesario considerar la fidelidad del Hijo y completar así la acción de la Trinidad. Es interesante notar que ser hijo de Dios no significa hacer lo que se nos antoja y actuar de manera consentida y caprichosa. Ser hijo de Dios implica serle fiel. Y su fidelidad a Dios fue probada cuando el Espíritu lo expulsó , lo arrojó al desierto. Esa madre amorosa que lo bautizó; lo expulsó al desierto. La palabra griega exballo es la misma que se utiliza para echar fuera a los demonios. La madre debe amar, debe preparar, pero no debe retener. Hay madres que quieren retener a sus hijos aun cuando ya es tiempo de que estén fuera del nido. Cuando las aves enseñan a volar a sus pichones los llevan a lo alto de la montaña y los arrojan; en una primera experiencia los pichones no pueden ni siquiera abrir las alas, se asustan, gritan y esbozan un aleteo, entonces la madre planea por abajo y vuelve a tomarlos; pero repite la operación hasta que el pichón vuela solo. El Espíritu materno arrojó a Jesús al desierto, al desierto de la vida y de las pruebas.
Читать дальше