Para lograr lo anterior se recurrió a una lección clásica que en su momento anotaran Duverger y Panebianco: mirar el origen nos permite comprender el presente. Sin pensar que el origen condiciona la vida organizativa del partido, se asume que la génesis partidaria es un buen momento para apreciar los desafíos en términos de la (ausencia/presencia de) democracia interna. Dicho sea de paso, tal derrotero no siempre es concordante con lo que marcan las reglas formales, ni en todos los casos es inamovible de una vez y para siempre, pues los partidos deben sortear constantemente retos endógenos y exógenos que pueden variar su acontecer interno, como ocurrió en el caso del PAN, PRI y PRD, o profundizarlo, como se observa en los casos del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), el Partido del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano (MC).
Por consiguiente, en primer lugar, se ofrece una discusión en torno a las herramientas teórico-metodológicas empleadas en los estudios de caso. Por ende, se inicia con una breve discusión sobre los pros y contras de la democracia interna, así como la historia del uso del concepto en México. Y enseguida cierra con la simbiosis entre la democracia interna y la tendencia organizacional que permite apreciar el nexo entre el origen partidario, la articulación de sus ingredientes originarios y la huella en torno a la (ausencia/presencia de) democracia interna (participación, competitividad y control político). No sin dedicar un pequeño espacio a los factores internos y externos que podrían generar un cambio organizativo.
Enseguida, se da entrada a cada uno de los casos de estudio que constituyen la obra, en el siguiente orden de aparición: PRI, PAN, PRD, PVEM, PT, MC y MORENA. En cada uno de ellos se muestran los siguientes aspectos: 1) los antecedentes y el momento de génesis; 2) la articulación materializada en las primeras reglas del juego formales o informales; 3) la tendencia organizacional que refleja la (ausencia/presencia de) democracia interna; 4) los momentos y factores de cambio (PRI, PAN y PRD) o profundización (PVEM, PT y MC) de la tendencia organizacional con base en la relación de retos internos y/o externos, y 5) la situación a la que dieron lugar.
Finalmente, antes de emprender el viaje por la cara interna de los partidos políticos en México, es necesario agradecer a quienes contribuyeron de alguna forma a la consecución de este trabajo. En primera instancia, a los becarios del Proyecto PAIDI “Las organizaciones partidistas en México: democracia interna y militancia” (marzo 2018 a febrero 2019): Melissa Mariana González Caamal, Tiffany Hernández Copado, Erika Novoa Cruz, Marco Antonio Hernández Aguilar, Ímuris Villalobos Brena, Aletvia Danae Campos Torres y Hugo Sánchez Robles, así como al prestador de servicio social Luis Manuel Medrano Sánchez. A ustedes, muchas gracias por su apoyo irrestricto a los proyectos de investigación y su profesionalismo en las tareas encomendadas.
Y, por supuesto, a las instancias de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, que han brindado apoyo al trabajo en cuestión. A la Unidad de Investigación Multidisciplinaria I, dirigida por la Dra. Laura Páez Díaz de León, así como a todo su equipo de trabajo. Al Programa Político y al equipo que lo integra, encabezado por la Dra. Claudia Márquez Díaz, Jefa de la División de Ciencias Socioeconómicas. Sin su invaluable apoyo esta obra no tendría lugar. Muchas gracias.
Capítulo 1
Tendencias organizacionales
y democracia interna
En este apartado corresponde mostrar las herramientas teórico-metodológicas que se utilizarán para responder ¿por qué los partidos políticos (PAN, PRI, PRD, PT, PVEM, MC y MORENA) poseen cierto tipo de rasgos democráticos, y no otros? Por consiguiente, se mostrará la relación de los modelos de partido con las tendencias organizacionales que permiten dar cuenta de la (ausencia/presencia de) democracia interna. De igual forma, se muestran las coordenadas metodológicas de la investigación. Sin embargo, para llegar a ello, primero se mostrará una breve discusión sobre los pros y contras de la democracia interna, así como la historia del uso del concepto en México.
1.1 Argumentos a favor y en contra de la democracia interna
El concepto democracia interna se encuentra inmerso en un debate más amplio vinculado con el modelo de democracia que asuma el defensor o crítico. Esto sucede al aclarar y precisar los diversos significados de la democracia interna (y como sistema de gobierno), y señalar los principios y valores que la constituyen es una actividad propia del pensamiento político, de la historia de las ideas y de la teoría política. Por tanto, se trata de un debate inacabado.
En ese orden de ideas, la dificultad de precisar el concepto de manera unívoca persiste. Si bien sobre la democracia existe un consenso en torno a su dimensión abstracta que remite al “gobierno del pueblo”, es posible identificar una multiplicidad de argumentos sobre lo que podría ser la mejor realización de esa idea. 1Algo similar ocurre con el término democracia interna.
Al respecto, existe un debate sobre los beneficios o perjuicios de la democracia interna, lo cual significa que su valor, las funciones que se espera cumplan los partidos, así como las consecuencias que encarna para el conjunto del sistema democrático y la sociedad son polémicas (Flores, 1999; Katz, 2001; Chambers y Croissant, 2008; Scarrow, Webb y Farrell, 2004).
Así pues, de un lado, los argumentos en contra de la democracia interna resaltan que ésta tiende a disminuir la eficiencia operativa, consume los recursos escasos, a la vez que restringe la autonomía de la dirigencia del partido para manejar los procesos internos, lo cual reduce la capacidad de las organizaciones partidistas para competir por los votos y/o cargos.
Junto a ello, se argumenta que profundiza los conflictos al interior de la organización y, por ende, debilita la cohesión de los partidos. De ahí que, en presencia de un partido conflictivo, puede ser más complicado tener un gobierno estable y eficaz (Niedermayer, citado en Chambers y Croissant, 2008: 10).
En ese orden de ideas, dichos autores consideran que el componente primordial de la democracia es la competición electoral, por tanto, una de las contribuciones más importantes de los partidos es ofrecer opciones claras a los votantes. En otras palabras, “la forma en que los partidos formulan las alternativas que ofrecen carece de importancia normativa, frente al hecho de que se propongan distintas opciones” (Scarrow, Webb y Farrell, 2004: 113). Se afirma que “la democracia no se encuentra en los partidos, sino entre los partidos” (Schattschneider, citado en Chambers y Croissant, 2008: 2). Ya que para estos autores la democracia a gran escala no es la suma de muchas pequeñas democracias, la democracia interna saldría sobrando.
En el otro extremo, algunos autores han argumentado la existencia de un vínculo armónico y complementario entre democracia intra e interpartidaria. Por lo cual, plantean que existe un efecto positivo de la democratización al interior de los partidos, pues se verían beneficiados, por un lado, la representación de las ideas del electorado en las políticas del partido, y, por el otro, la atracción de nuevos miembros. Por consiguiente, arguyen que la democracia interna mejora la vinculación del partido con la sociedad, ya que aumenta la capacidad de la organización para conectarse con diversos grupos sociales. En adición, brinda mejores oportunidades para que grupos sociales marginados, como minorías étnicas, jóvenes y mujeres, participen en la toma de decisiones internas. Por ello, algunos autores apuntan a la dificultad de entender cómo un régimen puede ser democrático si los partidos tienen estructuras que no dan pie a la participación interna (Billie, 2001).
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