• Пожаловаться

Francis Carsac: Los habitantes de la nada

Здесь есть возможность читать онлайн «Francis Carsac: Los habitantes de la nada» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. год выпуска: 1956, категория: Фантастика и фэнтези / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Francis Carsac Los habitantes de la nada

Los habitantes de la nada: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los habitantes de la nada»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

F. Borie es trasnportado en un platillo volante por los humanoides de piel verde, los Hiis, a los mundos extra-galácticos, para que les ayude en su lucha contra las criaturas metálicas devoradoras de soles: los Misliks.

Francis Carsac: другие книги автора


Кто написал Los habitantes de la nada? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Los habitantes de la nada — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los habitantes de la nada», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

— No mucho. Necesitaría la ayuda de uno de nuestros científicos.

— El verdadero peligro lo constituyen los universos negativos que nos rodean. Teóricamente, todo universo positivo debe estar rodeado por dos universos negativos, y viceversa. Son los universos donde la materia es de sentido inverso a la nuestra: el núcleo de los átomos contiene una carga negativa. Si nos alejamos demasiado de nuestro universo, corremos el riesgo de encontrar uno de éstos; entonces nuestra materia se desintegraría en un fantástico destello de luz. Esto debió ocurrir al principio, a algunos de nuestros ksill que no volvieron jamás. Desde entonces, hemos aprendido a controlar mejor el paso del ahun. Voy a dirigir la maniobra. ¿Quieres venir?

Penetramos en la torre de mando. Souilik, inclinado sobre el cuadro de a bordo, estaba ocupadísimo en minuciosos reglajes. Aass me señaló un asiento, diciendo:

— ¡Pase lo que pase, cállate!

Inició con Souilik una interminable letanía que me recordó el «check-list» de los pilotos de los bombarderos pesados. Después de cada respuesta, Souilik tocaba una palanca, daba la vuelta a un conmutador, apretaba un botón. Cuando hubieron terminado, Aass se volvió a mí, esbozó una de sus singulares sonrisas y gritó:

— ¡Asth!

Durante unos diez segundos, no pasó nada. Yo esperaba angustiado. Entonces el ksill se inclinó violentamente y tuve que agarrarme con fuerza a los brazos de mi butaca para no ser lanzado al suelo. Un extraño ruido fue creciendo, mezcla de susurro y de zumbido. Eso fue todo. Volvió a reinar el silencio, el piso dejó de moverse y Aass se levantó:

— Ahora vamos a esperar durante unos 101 basikes.

Me hice explicar lo que era un basike: es su unidad de tiempo y equivale a una hora, once minutos y diecinueve segundos.

No voy a extenderme sobre el tedio de estos 101 basikes. La vida en un ksill es tan monótona como pueda serlo en un submarino. No hay que hacer ninguna maniobra. Los Hiss, excepto un hombre de guardia en el puesto de mando, jugaban a un juego que recordaba vagamente al ajedrez, leían grandes libros impresos sobre un material irrompible, o hablaban entre ellos. Pronto me di cuenta de que a excepción de Aass, Souilik y Essine, los demás no me respondían cuando intentaba comunicar con ellos. Se limitaban a sonreír.

La mayor parte del tiempo Aass permanecía encerrado en su laboratorio. En cambio, Souilik y Essine se mostraban muy amables, haciéndome múltiples preguntas sobre la Tierra, la forma en que vivimos, nuestra historia. Eludían hábilmente mis propias preguntas y no me mandaban más que respuestas evasivas, dejando para otra ocasión el precisar. A pesar de ello, los encontré muy próximos a nosotros, tal vez más que algunos japoneses que he conocido.

Cansado de informar a los Hiss sin recibir contestación a las preguntas que les hacía en justa compensación, me dirigí a Aass exponiéndole la situación. Me miró largo rato y respondió:

— Obran según las órdenes que les he dado. Si los sabios de Ela te aceptan, tendrás sobradas ocasiones de aprender lo que te interesa. En caso contrario, preferimos que sepas pocas cosas sobre nosotros.

— ¿Crees que seré rechazado? No comprendo qué peligro pueda representar para vosotros mi presencia en vuestro planeta.

Apenas había pronunciado estas palabras, cuando palidecí: ¡Claro que había peligro! ¡Y no sólo para ellos! Para mí también, ¡sobre todo para mí! Como médico, debí haberlo pensado en seguida: ¡Los microbios! Mi cuerpo debía contener miles de millones de gérmenes contra los que mi organismo ya no reaccionaba, protegido por una lenta vacuna, pero estos gérmenes podían resultar mortales para los Hiss. Y ellos llevaban, sin duda, otros gérmenes mortales para mí.

Como loco, transmití mis reflexiones a Aass. Este sonrió.

— Ya hace tiempo que nos habíamos planteado este problema. Exactamente desde que nuestra humanidad abandonó nuestro planeta natal, Ella-Ven, de la estrella Oriabor, para colonizar Ella-Tan de la constelación de lalthar. Ya no hay en ti vidas extrañas. Mientras dormías, has sido sometido a la acción del hassrn.

— ¿Qué es el Hassrn?

— Ya lo sabrás más tarde. Te hemos extraído un poco de sangre para poder inmunizarte cuando volvamos a llevarte a Tierra. Por lo que a nosotros se refiere, cada dos días pasamos bajo los rayos del Hassrn, cuando nos encontramos en un planeta extraño. En Ela ya trataremos de protegerte contra nuestros microbios. En el caso de que no lo consigamos, también tú pasarás cada dos días por el Hassrn. A propósito, ¿todos los seres de la Tierra llevan en su sangre tanto hierro como tú?

— Si, excepto algunos invertebrados cuyo pigmento respiratorio tiene por base el cobre.

— ¡En este caso sois parientes de los Misliks!

— ¿Quiénes son esos Misliks de los que siempre estáis hablando?

— Pronto lo sabrás. Desgraciadamente hasta tu planeta lo sabrá pronto.

E inclinó la cabeza como cada vez que deseaba acabar la conversación.

Las horas — los basikes — pasaron. Aass vino a buscarme para conducirme a la sala de mando en el momento en que íbamos a entrar de nuevo en el «Gran Espacio». Recitaron la misma letanía y sufrimos el mismo balanceo. Souilik puso en funcionamiento la pantalla de visión: estábamos en el vacío, rodeados de estrellas. Una de ellas estaba netamente más próxima que las otras, su diámetro aparente alcanzaba más o menos el tercio de el de la luna. Aass la señaló con el dedo:

— Ialthar, nuestro sol. Estaremos en Ela dentro de algunos basikes.

¡Cuan interminables fueron estos basikes! Fascinado, miraba cómo se agrandaba la estrella hacia la que nos dirigíamos. Algo azulada, pronto me cegó y dirigí mi atención a los planetas que giraban a su alrededor. Souilik me enseñó el funcionamiento de su periscopio que, a voluntad, podía convertirse en un potente telescopio. Alrededor de lalthar giran doce planetas; sus nombres, del más alejado al más próximo, son; Aphen, Setor, Sigón, Heran, Tan, Sophir, Ressan, Marte — sí, sí, Marte, es una curiosa coincidencia —, Ela, Song, Eiklé y Roni. Sigon y Tan tienen unos anillos como nuestro Saturno. El mayor es Heran y los más pequeños Aphen y Roni, Marte y Ela son ambos del mismo tamaño, algo mayores que nuestra Tierra. Ressan, más pequeño, está habitado, así como Marte y desde luego, Ela. En la mayor parte de los demás planetas los Hiss han establecido colonias industriales o científicas, algunas veces en condiciones extraordinariamente difíciles. Casi todos tienen sus satélites repartidos de acuerdo con una curiosa ley numérica: Roni no tiene, Eikle tampoco, Song tiene uno, Ela tiene dos — Ari y Arzi —, Marte tiene tres — Sen, San y Sun, Ressan, cuatro — Atua, Atea, Asua y Asea —, Sophir, tiene cinco, Tan seis. Después las cifras vuelven a decrecer hasta Setor que sólo tiene tres y Aphen que no tiene ninguno. Uno de los satélites de Eran, monstruoso mundo mayor que nuestro.Júpiter, es del tamaño de la Tierra, Aphen Sira a once billones de kilómetros de lalthar. Como puedes comprender, estos datos llegaron a mi conocimiento más adelante.

Nosotros habíamos surgido en el Espacio entre la órbita de Sophir y de San. Pasamos muy cerca de este último; tan cerca, que por el telescopio pude distinguir claramente una costa que se me apareció entre las nubes. En cambio, Marte estaba muy lejos, al otro lado de lalthar. Finamente, Ela dejó de ser un punto en el cielo para convertirse en una pequeña esfera que se iba agrandando a cada minuto.

SEGUNDA PARTE — UN MUNDO FANTASTICO

CAPÍTULO PRIMERO — EN EL PLANETA ELA

Con gran pesar mío aterrizamos durante la noche. Cuando penetramos en la atmósfera de Ela, mi reloj señalaba las 7,20 h.; siempre ignoraré si eran de la mañana o de la tarde en Tierra. El cielo estaba cubierto, tanto, que poco pude distinguir antes de entrar en la zona de sombras: tan sólo, entre las nubes algunas superficies relucientes, probablemente mares. Aterrizamos sin ruido, sin una sacudida. El ksill se posó en el centro de un espacio desnudo, sombrío. Algunas luces brillaban a lo lejos.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los habitantes de la nada»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los habitantes de la nada» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Francis Carsac: Kosmoso robinzonai
Kosmoso robinzonai
Francis Carsac
Francis Carsac: Guerra de estrelas
Guerra de estrelas
Francis Carsac
Francis Carsac: A világűr Robinsonjai
A világűr Robinsonjai
Francis Carsac
Francis Carsac: Ceux de nulle part
Ceux de nulle part
Francis Carsac
Francis Carsac: Ce monde est nôtre
Ce monde est nôtre
Francis Carsac
Francis Carsac: Sur un monde stérile
Sur un monde stérile
Francis Carsac
Отзывы о книге «Los habitantes de la nada»

Обсуждение, отзывы о книге «Los habitantes de la nada» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.