Gueorgui Martinov - 220 dias en una nave sideral

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220 dias en una nave sideral: краткое содержание, описание и аннотация

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Ya era de día. Los matorrales gris-azulado iluminados por el sol y la pista arenosa estaban desiertos. Notó su «flash», que había quedado tirado en la arena. El cuerpo de Hapgood no se veía. La mirada de Bayson se detuvo en una mancha obscura en el sitio donde habían estado la noche anterior. Vio una pierna humana con los restos de la escafandra. Al lado estaba el reloj, aplastado. Bayson comprendió que la mancha obscura era sangre y el pedazo de pierna, todo lo que quedaba de su compañero destrozado por el reptil marciano. Otra vez se apoderó de él un temblor convulsivo y la debilidad en las piernas lo hizo recostarse contra la pared. ¡No, fuera de este mundo atroz! Terminar… ¡Acabar con todo, enseguida…! Sintió en su mano el acero frío y, lentamente, levantó el revólver hacia su boca. Pero repentinamente se estremeció y bajó el brazo.

A una distancia de unos trescientos metros movíase un objeto que se acercaba rápidamente. La superficie debía ser metálica porque brillaba. Las plantas ocultaban sus formas y Bayson miraba sin comprender lo que era. Se acercó a la ventana mirando a la enigmática aparición que se dirigía hacia el cohete.

— Se parece al techo de un automóvil — dijo en voz alta.

¿Pero de dónde saldría un automóvil en Marte? ¿Sería posible que el planeta estuviese habitado y que fueran los marcianos que se acercaban a la astronave? Podía ser la salvación llegada en el último momento.

Los latidos de su corazón se aceleraron ante la esperanza renacida. Si los marcianos podían crear un vehículo a motor como un automóvil terrestre entonces su técnica se encuentra en un alto nivel de desarrollo.

«Puede ser que lo que brilla sea la coraza de otro reptil marciano… — pensó —. ¿Quién sabe qué seres pueblan este planeta?»

El objeto brillante se acercaba a gran velocidad y era evidente que se dirigía a la astronave norteamericana. Transcurridos unos segundos, Bayson se convenció de que lo que miraba no era un animal sino algo hecho por manos humanas o por un ser que se parecía al hombre terrestre. Veía que el techo del misterioso automóvil estaba pintado con barniz blanco y lustroso. Se le acercaban criaturas conscientes y racionales. Pasaron otros minutos llenos de angustia y en la pista arenosa, aplastando los tallos de las plantas, apareció un pequeño vehículo a oruga, de una blancura enceguecedora. Por los cristales de sus ventanas veíanse seres humanos. El hombre sentado en el volante se inclinó hacia adelante y Bayson dio un paso atrás con un grito de sorpresa.

Reconoció el rostro, tan frecuentemente fotografiado, de Paichadze.

LA MAÑANA

Entre todos los planetas del sistema solar, el más conocido por el vulgo es indudablemente el planeta Marte, llamado así desde la antigüedad en honor al dios de la guerra. Su color rojo anaranjado, color «ensangrentado» le hace diferente de los demás planetas o «estrellas errantes».

En la mitología griega, el dios de la guerra, Marte, tenía otro nombre, Ares, y por ello la ciencia que estudia la superficie marciana se llama areografía, ciencia que surgió cuando en 1659 el notable astrónomo holandés Cristian Huyghens observó unas manchas obscuras en la superficie del planeta. Ninguno de los astros estudiados por el hombre ha suscitado tantas discusiones, tantas suposiciones y tantas conjeturas como Marte. Ningún planeta ha desempeñado un papel tan importante en el desarrollo de la astronomía. El genial Kepler descubrió las leyes del movimiento planetario precisamente durante sus observaciones de Marte.

La popularidad del «Planeta Rojo» aumentó desde 1895, cuando el astrónomo italiano Schiaparelli expresó su teoría de que las líneas rectas que descubriera él mismo en el disco del planeta, eran canales artificiales creados para un grandioso sistema de irrigación elaborado por seres racionales, los habitantes marcianos. Esta idea tuvo gran éxito entre el público en general, pero encontró objeciones de peso de parte de los astrónomos. Se dudaba no sólo del origen artificial de los canales, sino de su misma existencia. Se emitieron opiniones según las cuales las manchas obscuras diseminadas en la superficie podían tener el aspecto de líneas rectas vistas a esa inmensa distancia. Las grandes oposiciones de Marte, que suelen producirse cada quince a diecisiete años, cuando el planeta se acerca más a la Tierra, no ayudaron a solucionar el problema ni pusieron término a la gran discusión. La incógnita quedó en pie.

Marte no es un gran planeta. Su diámetro es dos veces menor que el de la Tierra. (Diámetro de la Tierra, 12.757 kilómetros; diámetro de Marte, 6.770 km.). Debido a la poca gravitación, la atmósfera es muy enrarecida y por su densidad se aproxima a la terrestre en el límite estratosférico. Marte se encuentra una vez y media más alejado del Sol que la Tierra y por lo tanto recibe mucho menos calor y energía.

El planeta tiene dos satélites de muy reducidas dimensiones y que sólo desde Marte pueden verse como estrellas grandes. Los antiguos astrónomos de la Tierra los llamaron Fobos y Deimos, que quiere decir «Temor» y «Horror» respectivamente. (Diámetro de Fobos, 16 km.; diámetro de Deimos, 8 km.). El temible dios de la guerra, Marte, no podía tener otros satélites.

Debido a su gran distancia del Sol, la órbita de Marte es mucho más larga que la de la Tierra y el planeta se mueve más lentamente, pues para dar una vuelta entera necesita 687 días terrestres; pero como el eje de Marte tiene un ángulo de inclinación igual que el terrestre, en ambos planetas se producen las mismas estaciones del año, con una duración doble en Marte. Las alternativas de noche y día también se producen de igual modo, con una duración casi igual, produciéndose la vuelta entera de Marte con un atraso de treinta y siete minutos y medio.

Antes de que la astronave de Kamov visitara Venus, Marte era el único cuerpo sideral donde los astrónomos suponían encontrar la presencia de la vida. Los distintos matices en las estaciones del año, en diferentes partes del planeta, correspondían a las alteraciones en el colorido de las plantas en primavera y otoño. Quedaba en pie el interrogante de la existencia animal, y precisamente en vista del interés suscitado en la Tierra, se efectuaba el primer vuelo interplanetario, con el fin de dilucidar el enigma. Para la tripulación de la astronave de Kamov, la cuestión de los canales no se planteaba a favor de los que les atribuían origen artificial. Más aún: la existencia de largas líneas rectas que estuviesen regidas por algún ordenamiento, no era, según Paichadze, más que una ilusión creada por la distancia.

El 29 de diciembre de 19… los astronautas del grupo Kamov vieron la primera mañana en el meridiano aerográfico marciano, cuando un Sol dos veces más pequeño que el que se veía desde Tierra se levantó lentamente en el cielo azul oscuro matizado de violeta, donde permanecían brillando las estrellas de primera magnitud.

En los lagos, bastante numerosos en aquel paraje, se produjo un leve movimiento: era que se deshacía la capa de hielo formada durante la noche. El agua de los lagos volvió a tornarse inmóvil. Las plantas abrieron sus hojas, volviéndose hacia el Sol.

El aspecto fantástico de esas plantas sorprendía a los ojos terrestres por las tonalidades de sus colores azulado-grisáceos y celestes. Su altura no excedía de los cien a ciento treinta centímetros. Los gruesos tallos crecían derechos como pinos. Largas hojas, rectas y con bordes dentados, crecían directamente del tronco, ralas en la parte baja y más tupidas arriba. Eran duras y flexibles, alcanzaban hasta un metro de largo y su color era gris-azulado en el centro con los bordes más obscuros, doblándose a la noche como las alas de una mariposa; entonces se veía el revés de la hoja, recubierto por un vello más oscuro. Durante el día, las hojas se abrían, volviéndose hacia el Sol, ensanchándose el borde oscuro hasta llegar casi al centro, hacia mediodía. Mirada desde arriba, toda la planta parecía azul marino. Desde el mediodía hasta la puesta del sol el proceso se invertía y a la noche toda la vegetación era nuevamente gris-azulado.

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