Stanislaw Lem - La máscara

Здесь есть возможность читать онлайн «Stanislaw Lem - La máscara» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Год выпуска: 1991, Издательство: Ediciones Gigamesh, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La máscara: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La máscara»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La máscara — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La máscara», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

¿Y mi yo neutro y su viaje boca arriba, y los besos plantados en mis manos, mis pies y mi frente por las cimbreantes serpientes de metal? Ese horror ahora se había desvanecido completamente y pese a todos mis esfuerzos me costaba evocarlo, como si fuera un mal sueño imposible de expresar en palabras. No, era imposible que hubiera experimentado, ya simultánea o sucesivamente, vidas tan disímiles. ¿Qué certeza tenía entonces? Yo era bella.

Había sentido tanta desesperación como euforia al verme reflejada en el rostro de él como en un espejo viviente, pues la perfección de mis rasgos era tan absoluta que, pese a cualquier locura que cometiese, aunque aullara con la boca babeante, o royera carne cruda, la belleza no abandonaría mi rostro. Pero ¿por qué pensaba en «mi rostro» y no simplemente en «mí»? ¿Era yo una persona reñida con su cara y su cuerpo? ¿Una hechicera, una Medea? Era descabellado, ridículo. Y sin embargo el hecho de que mi mente funcionara como un acero afilado en manos de un caballero fugitivo y despojado de su nobleza, de que yo escindiera cada tema sin esfuerzo, esos obstinados pensamientos parecían excesivamente fríos en su corrección, demasiado serenos, pues el miedo no entraba en ellos — como si fuera algo trascendente, omnipresente, pero distinto—, y por lo tanto recelé también de mis pensamientos. Pero si no podía confiar en mi rostro ni en mi mente, ¿contra qué podía abrigar temores y sospechas, cuando lo único que se posee es el alma y el cuerpo? Era desconcertante.

Las raíces dispersas de mis diversos pasados no me contaban nada importante. La inspección sólo permitía cribar imágenes de colores brillantes, ya como la dama del Norte, ya como Angelita del sol ardiente, ya como Mignonne. En cada oportunidad era otra persona con otro nombre, posición, ascendencia, bajo otro cielo, aquí nada tenía precedencia: el paisaje del Sur volvía a mi visión como tensado por un hartazgo de dulzura y contraste, un color teñido de azules demasiado ostentosos, y si no hubiera sido por esos perros sarnosos, y esos niños medio ciegos con ojos infectados y vientres hinchados, esa costa de palmeras me habría resultado excesivamente fácil, tan tersa como una mentira. Y el norte de la dama de compañía, con sus torres nevadas, el cielo plomizo, los inviernos con tortuosas figuras de nieve inventadas por el viento, figuras que se arrastraban hasta el foso a lo largo de almenas y contrafuertes, emergían de las aspilleras del castillo con sus lenguas blancas a través de la piedra, y de las cadenas del puente levadizo parecían colgar lágrimas amarillas, pero era sólo el óxido coloreando los carámbanos de los eslabones, mientras que en verano el agua estaba cubierta por una mullida capa de musgo. ¡Todo esto, qué bien lo recordaba!

Pero luego mi tercera existencia; jardines vastos, frescos, cuidados, jardineros con tijeras, jaurías de sabuesos y el gran danés del arlequín tendido en la escalinata del trono — una hastiada escultura con la gracia inequívoca del letargo apenas interrumpida por el costillar jadeante—, y en sus ojos amarillentos e indiferentes centelleaban, podría pensarse, las figuras reducidas de los catabancos y los réncoros. Y estas palabras, réncoros, catabancos, yo ahora ignoraba el significado, pero sin duda lo había conocido en un tiempo, y cuando me sumergía así en ese pasado tan bien recordado, recordado hasta el gusto de las hojas de hierba que mascaba, sentía que no debía volver a los zapatitos que ya había dejado, ni a mi primer vestido largo bordado en plata, como si aún la niña que había en mí ocultara una traición. Por lo tanto evoqué un recuerdo inhumanamente cruel, el del viaje inerte boca arriba, los glaciales besos de metal que, tocándome el cuerpo desnudo, producían un ruido reverberante, como si mi desnudez hubiera sido una campana sin voz, una campana incapaz de vibrar porque aún no tenía corazón ni lengua. Sí, yo apelaba a esta implausibilidad, ya no sorprendida de que esa pesadilla delirante se me apegara con tal tenacidad, pues tenía que haber sido una pesadilla. Para reafirmar esta certidumbre me toqué los suaves brazos y los pechos con las yemas de los dedos; una intrusión, sin duda, y me sometí a ella temblando, como si con la cabeza echada hacia atrás hubiera pasado bajo una lluvia helada y vivificante.

En ninguna parte hallaba respuesta a mis preguntas, así que me alejé del abismo que era yo y no era yo. Y volví a eso que era uno, sólo uno. El rey, el baile, la corte y ese hombre. Yo estaba hecha para él, y él para mí, lo sabía pero con miedo. No, no era miedo, sino la presencia férrea del destino, inevitable, inescrutable, y era precisamente esa inevitabilidad, como un presagio de muerte, el conocimiento que ahora ya no podría rehusar, evadir, esquivar, rehuir, y podría perecer, pero perecer de esa sola manera. Me hundí sin aliento en esa presencia escalofriante. Incapaz de soportarla, pronuncié las palabras «padre, madre, hermano, hermana, amigas, parientes». Qué bien entendía esas palabras. Aparecían figuras voluntariosas, figuras conocidas, tenía que reconocerlas ante mí misma, sí, pero era imposible haber tenido cuatro madres y cuatro padres. ¿Volvía la locura? ¿Era tan estúpida y obstinada?

Recurrí a la aritmética: uno más uno dos, de un padre y una madre nace una niña, tú eras esa niña, tienes recuerdos de tu infancia.

Me dije que había estado loca, o lo estaba aún. Siendo una mente, era una mente totalmente eclipsada. No había baile ni castillo ni rey, ninguna emergencia a un estado del ser compulsivamente sujeto a las leyes de la eterna armonía. Sentí una punzada de dolor, una resistencia ante la idea de que también debía despedirme de mi belleza. A partir de esos elementos contradictorios no podía construir nada propio, a menos que encontrara en el diseño ya existente un punto débil, fisuras por donde pudiera penetrar para abrir la estructura y llegar a su centro. ¿De veras todo había ocurrido como se suponía? Si yo era propiedad del rey, ¿cómo podía saber esto? Ni siquiera me habría permitido reflexionar sobre ello. Si él estaba detrás de todo, ¿por qué yo había deseado hacerle una reverencia pero al principio me había negado? Si los preparativos eran irreprochables, ¿por qué yo recordaba cosas que no debía recordar? Pues sin duda, contando tan sólo con el pasado de una muchacha y una niña, yo no habría caído en ese doloroso titubeo que provocaba desesperación, el preludio de la rebelión contra el propio destino. Y por cierto debían al menos haber borrado esa secuencia del viaje boca arriba, la animación de mi desnudez, inerte y muda, por los besos centelleantes, pero eso también había ocurrido y ahora estaba conmigo. ¿Era posible que el defecto estuviera en el diseño y la ejecución? ¿Errores negligentes, un descuido, filtraciones ocultas, confundidos con un enigma o un mal sueño? Pero en tal caso había razones para alentar esperanzas. Para esperar. Para esperar, mientras se desarrollaban los sucesos, nuevas incongruencias, y hacer de ellas una espada contra el rey, contra mí misma, no importaba contra quién mientras se opusiera a un destino impuesto. Por lo tanto, me sometería al hechizo, lo padecería, asistiría a la cita a primera hora de la mañana, y supe, supe sin saber cómo o porqué, que nada me impediría hacerlo. Por el contrario, todo me impulsaría precisamente en esa dirección. Y mi circunstancia inmediata era tan primitiva, sí, paredes, tapizados mullidos que al principio cedían tan blandamente al tacto, y debajo una barrera de acero o mampostería, lo ignoraba, pero podía haber rasgado la cómoda blandura con las uñas. Me puse de pie, mi cabeza tocó la curva cóncava del cielo raso. Esto, alrededor de mí y encima de mí. Pero adentro… ¿Yo, sólo yo?

Continué examinando y exponiendo esa ultrajante incapacidad para entenderme a mí misma, y como los niveles de ideas afloraban enseguida, uno sobre el otro, empecé a dudar de mi propio juicio, pues si estaba ahogada por la locura, como un insecto en ámbar claro, aprisionada en mi obnubilatio lucida, era natural que…

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La máscara»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La máscara» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
Stanislaw Lem
Stanislaw Lem - Az Úr Hangja
Stanislaw Lem
Stanislaw Lem - Frieden auf Erden
Stanislaw Lem
Stanislaw Lem - Fiasko
Stanislaw Lem
Stanislaw Lem - The Albatross
Stanislaw Lem
Stanislaw Lem - His Masters Voice
Stanislaw Lem
Stanislaw Lem - Nenugalimasis
Stanislaw Lem
Stanislaw Lem - Regresso das estrelas
Stanislaw Lem
Stanislaw Lem - Kyberiade
Stanislaw Lem
Stanislaw Lem - Ciberiada
Stanislaw Lem
Отзывы о книге «La máscara»

Обсуждение, отзывы о книге «La máscara» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x