Mijail Shólojov - Lucharon Por La Patria

Здесь есть возможность читать онлайн «Mijail Shólojov - Lucharon Por La Patria» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Lucharon Por La Patria: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Lucharon Por La Patria»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Lucharon Por La Patria — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Lucharon Por La Patria», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Pieria, a veces dices cosas sensatas -exclamo Sviaguintsev con una amplia sonrisa-. Desde luego, si a mí me pusieran a tu lado, por poner un ejemplo, como jefe de estado mayor, ya me cuidaría de que no hicieses demasiadas burradas. Sí, yo considero que soy una persona seria, mientras que tú, y no te ofendas porque te lo digo, tienes la cabeza llena de pájaros. Naturalmente, estando yo a tu lado las cosas irían mejor'.

Lopajin, con un gesto de sentida amargura, hizo oscilar la cabeza antes de replicar:

– Sviaguintsev, eres un mal bicho. Pensar que has vuelto del revés todas mis palabras para que te favorezcan a ti…

– ¿Volverlas del revés? -preguntó Sviaguintsev con tono sorprendido.

– Sí, las has empleado en tu propio beneficio, ni más ni menos. Y eso no está bien.

– Bueno, espérate un momento; tú has dicho que al comandante las cosas le van mucho mejor cuando dispone de un jefe de estado mayor inteligente. ¿Has dicho eso o no lo has dicho?

– ¡Lo dicho, dicho está, no me echo atrás! -replicó Lopajin con aire de resignación-. Desde luego, está claro que un comandante resuelve las cosas mucho mejor cuando tiene a su lado un buen jefe de estado mayor. Pero nuestro caso es muy diferente y las cosas serán al revés: yo seré el comandante sensato y tú, aunque ya sé que no tienes nada en la cabeza, serás, a pesar de todo, mi jefe de estado mayor. Y ahora te explicaré, porque seguro que te interesa saberlo, por qué he decidido nombrarte jefe de estado mayor, siendo tan bobo como eres. Para empezar, sólo te nombraré a ti cuando de todo el regimiento no nos quede más que el maldito cocinero, Pietia Lisichenko. Él tendrá que empuñar el fusil y cumplir las órdenes; y tú desarrollarás mis ideas estratégicas y guisarás las gachas; y además te arrastrarás en mi presencia como un hijo de perra. Y si además de Pietia Lisichenko quedan todavía más soldados del regimiento, ni se te ocurra pensar que puedes alcanzar los poderes de jefe de estado mayor. Como máximo llegarás a tener las obligaciones de ayudante mío, ordenanza y ayudante al mismo tiempo. Tendrás que limpiar mis zapatos, irás a la cocina a buscarme el rancho, la vodka… todas esas cosas domésticas.

Sviaguintsev, que le escuchaba atentamente, escupió con rabia y se mantuvo en silencio. Un soldado que caminaba al lado de Lopajin se rió en voz baja. Al cabo de un rato Sviaguintsev se recuperó y dijo:

– Lopajin, eres exactamente igual que una balalaika. ¡Ojalá no tenga que servir nunca a tus órdenes! Tienes la cabeza vacía. Si yo tuviera un servicio así, me ahorcaría, pues tú harías tantas burradas al cabo del día que yo necesitaría una semana para deshacerlas.

– Oye, oye, a ver si hablas con más respeto, que si no no te tomaré ni como ordenanza.

– Lopajin, ¿has sufrido alguna desgracia? -preguntó Sviaguintsev.

Lopajin bostezó tranquilamente antes de replicar:

– Sí, ahora tengo una. ¿Por qué lo dices?

– Pues porque no se te nota.

– Yo no exhibo mi desgracia.

– Vamos, dime cuál es esa desgracia.

– La normal en las circunstancias en que estamos: los alemanes han tomado mi querida Bielorrusia, y Ucrania, y la zona del Don, y seguro que ya se han apoderado de mi pueblo, donde están mi mujer, mi viejo padre, la mina en que trabajaba yo… Además, he perdido para siempre a muchos camaradas por culpa de esta guerra… ¿Entiendes?

– ¿Ves qué clase de hombre eres? -exclamó Sviaguintsev-. Tienes semejante desgracia y encima te quedan ganas de bromear. ¿Se te puede considerar un hombre serio después de esto? Nada de eso, eres un hombre vacío, todo fachada, sin nada por detrás. Todavía me extraña que te hayan hecho tirador antitanque. Ser de antitanques es cosa de responsabilidad y eso a tu carácter no le va. Tu carácter es atolondrado, alegre, digamos que sólo servirías para tocar los platillos o la flauta… o incluso el tambor.

– Sviaguintsev, piénsalo bien. Y reconoce que has dicho tantas tonterías porque estás medio dormido, si no ya verás la que te espera -dijo Lopajin con rabia.

Pero Sviaguintsev estaba ya perfectamente despejado y hablaba con animación. De vez en cuando se volvía hacia Lopajin y le miraba a los ojos.

– Pietia, tú no estás en un puesto adecuado para ti por culpa de algunos jefes que tienen un carácter como el tuyo; es decir, que son unos cabezas huecas. Por ejemplo, ¿puede saberse por qué me han mandado a mí a infantería, si soy tractorista especializado y lo que más me va son los motores? Yo en realidad tendría que estar con los tanques y sin embargo me veo en infantería cavando trincheras y arrastrándome por el suelo como un topo. Y a ti, que tan bien te iría tocar el tambor para alegrar a la gente, te diré que puedes estar satisfecho de que te hayan alistado en antitanques; y además, como primer proveedor. Y aún hay cosas más extrañas. La primera unidad en que yo estuve se formó en una pequeña ciudad de la ribera del Volga. La guarnición de la plaza era un regimiento cosaco de caballería. Luego llegó el reemplazo del Don y de la provincia de Stavropolsk. Los cosacos y los de Stavropolsk fueron destinados a infantería, con nosotros; y más adelante los cosacos pasaron a zapadores, a telefonistas… ¡Qué demonios podían hacer allí!

»Los carpinteros que habían sido reclutados en Rostov fueron destinados a caballería; les dieron pantalones de montar con raya roja, casacas azules y todo eso. De manera que los cosacos daban hachazos, hacían labor de pontoneros y cuando veían un caballo, se ponían a suspirar; mientras tanto, los de Rostov, hombres que antes de la guerra tenían oficio, carpinteros, albañiles y demás, tenían que trajinar con caballos, con los que estaban tan poco familiarizados que hasta les daban miedo; pues aquellos hombres en tiempos de paz no veían caballos ni en pintura. Y por si fuera poco aquellos caballos, de tres años de edad, provenían de Salsk, en las estepas de los kalmucos, y estaban sin domar. Ya puedes imaginártelo que sucedió. Hubo risas y lamentos. Aquellos carpinteros y albañiles ensillaban un caballo salvaje; y el maldito animal, rodeado de gente, se ponía a saltar, desmontaba al jinete, le mordía y lo dejaba hecho unos zorros por el suelo. Imagínate, qué situación.

»Un día que yo estaba de guardia en un almacén de ferrocarriles vi que se preparaba un escuadrón para marchar al frente. El comandante mandó ensillar; unos cuarenta de entre aquellos ciento cincuenta hombres eran carpinteros y albañiles de Rostov y no sabían ni ensillar un caballo. De verdad, yo mismo lo vi. El comandante del escuadrón se echó las manos a la cabeza y se puso a jurar de un modo terrible. Pero en realidad la culpa no la tenían aquellos albañiles y carpinteros. ¡Ya ves qué cosas pasan! Y el motivo es que en ocasiones hay comandantes como tú, con la cabeza, llena de serrín.

– Vaya, parece que te he molestado -dijo Lopajin con un suspiro aparatoso -. Te has mosqueado y ahora sólo dices bobadas para tranquilizarte y demostrarme que yo no puedo llegar a comandante. Pues aunque no lo quieras seré comandante y te quitaré toda la tontería que tienes en la cabeza. Te tendré a raya, me obedecerás a pies juntillas. Antes de que llevaran al hospital a Kolia Streltsof, me encargó de que cuidara de ti. Me dijo: «Ocúpate de ese Sviaguintsev, que está medio sonado. De otro modo le matarán por cualquier tontería.» Por eso no quiero perderte de vista. «¡Bueno -me dije -, le hablaré para distraerle de sus tristes pensamientos!» Pero siento haberte hablado. Fíjate, llevo un rato pensando en cómo taparte la boca a ver si te callas un rato. Por ejemplo… ¿Quieres una rebanada de pan?

– Bueno, dame una.

– Torna, ahí tienes dos. Lo único que te pido a cambio es que te calles y que no discutas más. No me hace ninguna gracia que un subordinado me lleve la contraria.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Lucharon Por La Patria»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Lucharon Por La Patria» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Lucharon Por La Patria»

Обсуждение, отзывы о книге «Lucharon Por La Patria» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x