Francisco Ledesma - Historia de Dios en una esquina

Здесь есть возможность читать онлайн «Francisco Ledesma - Historia de Dios en una esquina» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Historia de Dios en una esquina: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Historia de Dios en una esquina»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

El descubrimiento del cadáver de una niña, hija adoptiva de una rica familia, llevará al inspector Méndez a husmear por las viejas calles de Barcelona, una ciudad en continua reconstrucción, y por las ruinas eternas de Egipto.

Historia de Dios en una esquina — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Historia de Dios en una esquina», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Encendió el faria.

– Está usted triste, Méndez. O nervioso, no sé.

– Me siento fuera de mi ambiente, ¿sabe, Manrique? En mi barrio podía entrar en un bar, hablar con los clientes, entre ellos varios presuntos, y ver desfilar el tiempo. Yo tengo ideas viendo el humo, ¿sabe? El maldito humo de los cafés. Pero aquí, ¿dónde me meto? ¿Con quién hablo? En este maldito barco todo es convencional y lujoso. No tiene un solo lugar respetable.

Y exhaló una bocanada de humo. Manrique tosió.

– Me bastará con que no pierda de vista a la niña, Méndez -dijo en un susurro-. Sé que tiene usted razón: han matado a Quílez para que nosotros quedemos indefensos, pero si usted no pierde de vista a la niña, nada ocurrirá. Estamos en el único lugar seguro.

Méndez preguntó con voz burlona:

– ¿El Nilo…?

27 LA SALA DE LAS COLUMNAS

Estaban llegando a Luxor.

Méndez, que se hallaba en la parte de proa de cubierta, contempló el embarcadero, cerca del Hotel Sheraton, y se dio cuenta de que la ciudad le iba a gustar. No le importaban demasiado los templos, que junto con los de Abu Simbel eran seguramente los mejores de Egipto, sino el aire decadente de la tierra a la que estaban llegando. Méndez, especialista no en cosas que empiezan, sino en cosas que terminan, comprendió que Luxor tenía algo especial. Tenía viejos y señoriales hoteles, coches de caballos, damas inglesas que aún posaban sobre su cabeza una pamela y bazares en los que comprar una joya -seguramente falsa- a una desconocida. Tenía funcionarios que parecían haber inaugurado el Canal de Suez y momias de hombres rubios que aún brindaban por Su Graciosa Majestad. En toda la ciudad había un aire -le pareció a Méndez- de formalidad victoriana, de relojes parados, de citas para tés a los que no acudiría nadie o a los que faltaría la única dama. Se captaba en la ciudad un aire -seguía pensando- que convertía el turismo masivo en una profanación.

Pero seguramente no había un tugurio ni un viejo café. Méndez suspiró con desaliento mientras miraba al vacío.

Galán se acercó a él.

– ¿Va a bajar?

– Sí. Creo que daré una vuelta esta noche, para echar un vistazo. ¿Y usted?

– Depende del jefe.

– Puede dejarle unas horas. Mientras no tenga que cambiar de piso, él se mueve muy bien en su silla de ruedas.

– Sí -musitó Galán-. Tiene mucha habilidad. Y más fuerza de lo que todos creemos.

– Pues déjele en su camarote y usted dese un garbeo por ahí. ¿O tiene miedo de que a Salomón le ocurra algo?

Galán se encogió de hombros.

– ¿Qué le va a ocurrir? -musitó-. Este es un sitio seguro. Nadie puede subir al barco sin exhibir una credencial. Y la credencial sólo se la entregan a los pasajeros cuando bajan.

– No es exactamente así -dijo Méndez como si repasara sus propios pensamientos, pues había estudiado todos los aspectos inseguros del Nile Dream -. Dese cuenta de que estos buques atracan muchas veces uno al lado de otro, como automóviles estacionados en doble fila. ¿Qué quiere decir eso? Pues que los pasajeros del buque que está más al centro del río tienen que desembarcar a través del que está en el muelle. O sea que cualquier viajero de otro barco puede entrar en éste. No es un mundo tan cerrado ni tan seguro como parece a primera vista.

Galán sonrió.

– Yo diría que no quiere que le pase nada a Clara Alonso, esa mujer ciega. Y tampoco a la niña subnormal que va con ella.

– No me gusta que la llame subnormal -dijo Méndez.

– ¿Por qué no?

– ¿Qué es la subnormalidad en casos como el de esa niña? -preguntó Méndez en voz baja, siempre mirando al vacío-. ¿Falta de competitividad? ¿Y es tan importante en este mundo ser una persona competitiva? ¿Significa estar alejado de la verdad? ¿Y qué es la verdad? Quizás es que yo, como soy un maldito viejo, he empezado a hacerme unas malditas preguntas. Yo no creo que lo más importante sea estar por encima de los otros. A los que están por encima de ti se les puede matar con una sola cosa.

– ¿Con qué?

– Con la indiferencia.

Galán sonrió, pero su sonrisa era apagada, era una sonrisa de maniquí.

– No crea que no he pensado muchas veces en eso -dijo-. ¿De qué sirve triunfar si los demás no hacen caso? En fin, voy a seguir su consejo, Méndez. Le preguntaré a Salomón Gandaria si puedo bajar a tierra. Por cierto, ¿esta noche hay espectáculo de luz y sonido en el templo?

– Creo que sí. De todos modos, yo no voy a ir -dijo Méndez-. Oiga, los dos hermanos Gandaria no se parecen en nada, ¿verdad?

– En nada.

– ¿No participan en ningún negocio común?

– ¡Qué va! En ninguno.

– ¿Y la muerte de uno favorecería al otro? Me refiero, por ejemplo, a una herencia.

– ¿Por qué pregunta eso, Méndez?

– No sé… Son cosas que se le ocurren a un policía viejo que ya lo ha tenido todo menos el sida.

– Pues no, no creo que a Salomón le beneficiase la muerte de Ismael, y viceversa. Son hermanos que se han tratado muy poco, y me imagino que no se mencionan en sus testamentos. Pero no me haga demasiado caso. Yo no puedo estar enterado de esas cosas.

Hizo un gesto de saludo y se alejó.

Méndez siguió mirando al vacío.

Sabía que no iba a tener demasiado tiempo libre en Luxor. Era aquí donde la policía egipcia abriría el informe oficial sobre la muerte de Quílez. Era aquí donde le interrogarían a él, a Méndez, aunque nada nuevo podría decir. Y en fin, era aquí donde Cañada y Manrique tendrían que disponer la repatriación del cadáver. Después de todo, Quílez había sido algo así como un empleado suyo.

En aquel momento Galán penetraba en el camarote de Salomón Gandaria. El monóculo de éste despidió un relampagueo mientras se abría y cerraba la puerta.

– Luxor -dijo Galán.

– Sí. Ya veo que estamos atracando.

Galán miró hacia la gran ventana panorámica, que ocupaba casi toda una pared del camarote y desde la que se adivinaba la oscura superficie del río.

– Están llegando otros barcos -dijo-. Atracarán al lado.

– ¿Y qué?

– Nada. Sólo que la gente de los otros barcos pasará por el Nile Dream para desembarcar. Esto va a ser un tumulto.

– Mejor -dijo Salomón en voz muy baja-. Se va a producir un magnífico momento para acabar con Ismael.

– ¿Pero eso por qué? ¿ Por qué ?

Como si no le hubiese oído, Salomón continuó:

– De todos modos, sería una ingenuidad hacer el trabajo en el barco, que no deja de ser un lugar fácilmente controlable. Tengo otra idea.

– ¿Cuál?

– El espectáculo de luz y sonido en el templo de Karnak.

– ¿Cree que Ismael asistirá?

– Estoy absolutamente seguro. El ha venido aquí para protegerse, ya que piensa que en el barco no le acecha ningún peligro, pero de todas formas no renunciará a los placeres del viaje. Quiero decir que irá al templo, rodeado por la multitud. Me he informado bien de lo que pasa en un sitio semejante.

– ¿Qué pasa?

– En las pirámides, el espectáculo de luz y sonido es completamente distinto -dijo Salomón-. Estás sentado. Hay bastante claridad, después de todo. No te puedes acercar excesivamente a tus vecinos. Pero aquí, en Luxor, todo es distinto. Buena parte de la visita se hace a pie, o sea que hay una ingente multitud en marcha entre las columnas y las estatuas. Me han dicho que hay japoneses suficientes para invadir Filipinas otra vez. Seguro que hay hasta esquimales. Pero, en fin, se trata de una multitud que marcha a tientas. No se puede ni soñar un sitio mejor para acabar con un hombre.

Galán dijo con un hilo de voz:

– Comprendo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Historia de Dios en una esquina»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Historia de Dios en una esquina» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Historia de Dios en una esquina»

Обсуждение, отзывы о книге «Historia de Dios en una esquina» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x