Habían transcurrido tres días desde su llegada, y para él fueron los mejores momentos desde hacía mucho tiempo. Si no hubiera sido…
Él la miró.
Tras su regreso de Francia, recurrieron a todos los medios a su alcance para ayudar a Mattias. Chris había hecho referencia, gracias al consejo de Dufour, a la pequeña empresa ubicada en el sur de Alemania, donde salvaron a Mattias con éxito, implantándole en su hígado enfermo por vía de un catéter células de un hígado sano, las cuales se multiplicaron y curaron al paciente. Ina se había encargado en investigar y localizar a la empresa.
– Efectivamente, era Anna -la expresión de una sonrisa se paseó por su cara. Jasmin no lo podía creer todavía.
– ¿Funciona, verdad? ¡Lo veo en tu cara! -Desde que estaban allí, habían aguardado la llamada. Mattias llevaba casi dos semanas en la clínica.
– Sí -Jasmin asintió con la cabeza y sus ojos se le llenaron de pronto de lágrimas. Ella le tomó del brazo-. Anna dice que se encuentra mejor desde hace dos días. Ella al principio no lo creía y por eso no llamó. Sin embargo, todos están muy satisfechos.
Ellos se fundieron en un abrazo. Él pudo sentir su cálido cuerpo, y a continuación su propia excitación espontánea.
– ¡Te quiero! -soltó ella bajo un murmullo antes de darle un breve beso en la boca.
– Y yo a ti.
– ¿Me querrás para siempre?
Él la agarró con la mano debajo de la barbilla, sujetando su cabeza, y volvió a besarla. Él abrió los labios y empleó mayor arrojo, pero ella retiró la cabeza hacia atrás entre risas.
– Quiero una respuesta.
– Ya estamos de nuevo con la eternidad. Tú ya sabes lo peligroso que puede llegar a ser eso.
– Conozco ahí un buen claro… -ella reía mientras corría por la orilla del estanque.
* * *
Colonia, a mediados de agosto de 2005
Al mismo tiempo festejaban los cristianos católicos en Colonia el Día Mundial de la Juventud. El papa constituía entre júbilos el protagonista del evento.
Al margen de las numerosas misas, los múltiples rezos y las demás fatigosas intervenciones, el papa tuvo un encuentro en la catedral de Colonia, del que apenas un puñado de dignatarios iba a saber jamás.
Tan solo un anónimo y corpulento monje, quien había viajado desde Francia varios días antes, acompañó al papa a la catedral durante aquella hora tan temprana.
El desconocido monje fue recibido por un hermano a quien le habían llamado la atención las ásperas manos del monje francés.
– Hace dos días estaba trabajando todavía en la restauración de una pequeña capilla de la isla de Saint Honorat -respondió el monje a la pregunta de su hermano alemán.
Sin embargo, el desconocido monje procedente de Francia no relató que había emparedado trece tablillas de arcilla sumerias debajo del altar de la pequeña capilla.
El monje abrió la puerta y ambos entraron en la parte interior de la nave de la catedral, donde desde una mayor altura reinaba el relicario de oro.
El monje aguardó el gesto con la cabeza del papa, y a continuación abrió el relicario. El papa rescató de un cofrecillo los tres huesos del pastor Etana y los colocó junto a los restos mortales de los Tres Reyes Magos.
Finalmente, el papa tomó un último y pequeño trozo de hueso que descansaba en el cofrecillo. El desconocido monje lo empujó lateralmente hacia un rincón del relicario, donde resultaba imposible verlo. El fragmento era liso, casi negro, y en uno de sus extremos se tornaba blanco.
«Cuerno de carnero», pensó Jerónimo.
El signo de la reconciliación.
La idea y las primeras piedras angulares de la presente historia sobre la lucha entre la fe y la ciencia se forjaron en invierno del año 2004/2005, antes incluso de que hubiera un papa Benedicto. El detonante fueron las noticias procedentes de los Estados Unidos relacionadas con el debate cada vez más enérgico entre los creacionistas protestantes y los científicos sobre el hecho de que en las escuelas de ese país se enseñaba la Teoría de la Evolución en detrimento de la historia de la Creación. Al mismo tiempo me hallaba ocupado con la genética del envejecimiento y me topé con la noticia de que científicos trabajaban en sus laboratorios con un cromosoma 47 artificial.
A principios de otoño de 2006 me topé en un periódico alemán con la noticia que precede a esta historia. Esta confirmaba -la primera versión del manuscrito estaba escrita en dos terceras partes- las controversias que había provocado en el seno de la Iglesia católica el reconocimiento de la Teoría de la Evolución por parte del papa Juan Pablo II.
Al igual que en mi primer libro - Die Sirius Verschwörung - [69]me he esforzado por relatar una historia entretenida y de suspenso, que incorporara hechos actuales e históricos.
En este sentido, quiero destacar la fascinante historia sobre la excavación de Babilonia misma, a la que el arqueólogo alemán Robert Koldewey consagró más de veinte años de su vida. Que en 2005 hubiera una pequeña exposición especial en el Museo de Oriente Próximo de Berlín con motivo de su 150 cumpleaños, fue una agradable coincidencia de la vida; y su visita, un momento culminante muy personal. A todo aquel que desee explorar la dimensión que ocupó Babilonia durante la Antigüedad, se le recomienda una visita al Museo de Oriente Próximo de Berlín.
También la figura del mecenas de arte, James Simon, y su importante significado para la realización de las excavaciones babilónicas es histórica, así como los logros culturales a los que se hace referencia y el trato ingrato de Berlín hacia su persona. Eso quizás carezca de importancia para la presente historia, sin embargo, a mí me parece digno de mención. A Simon hay que agradecerle también que el busto de Nefertiti, seguramente el exponente más famoso del Museo Egipcio de Berlín, se pueda ver allí.
En estos momentos, la gratitud de Berlín hacia su mecenas de arte más importante ha evolucionado en el hecho de que Berlín lograra realmente en mayo de 2007 ponerle su nombre a un nuevo parque junto a la calle Burgstraße, situada enfrente de la Isla de los Museos.
Las explicaciones referentes al nacimiento del Antiguo Testamento y de los Diez Mandamientos se basan en análisis publicados de diferentes expertos de la Biblia. Las partes del presente relato que se inspiran en ellos, como por ejemplo el hallazgo de los Mandamientos en una forma arcaica escrita en una tablilla de arcilla sumeria, son ficticias.
Con respecto a las descripciones genéticas, he utilizado -referente a las telomerasas, el cromosoma Y del ser humano y las singularidades en ella existentes- solamente hechos recabados. Lo mismo puede decirse de los métodos descritos sobre la tecnología genética.
La descripción y el efecto por mí descritos del singular cromosoma 47, al igual que su hallazgo, son inventados.
La figura del rey sumerio y pastor Etana, su edad, su unificación del reino sumerio y su supuesta ascensión al cielo aparecen escritas en las listas reales sumerias. Según lo descrito, Etana fue el decimotercer rey después del Diluvio. Hay voces que confirman que él habría sido el primer rey y que sus doce antecesores habrían sido añadidos a posteriori por motivos políticos -antaño ya existían los pretextos-. Esto se deduce del origen nómada de su nombre, mientras sus doce predecesores llevaban nombres acadios.
Los textos de las tablillas de arcilla sumerias son una mezcla entre la fantasía y fragmentos aislados procedentes tanto de la Biblia como de escritos sumerios.
En caso de que se hubieran colado errores entre los hechos investigados, estos son exclusivamente responsabilidad mía.
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