– Usted es un pequeño y sucio egoísta, ¡nada más! -Jasmin vibraba por la excitación-. Usted es un tiburón de las finanzas, no un científico. A usted le falta el respeto al milagro de la vida, sin importar cómo haya surgido o quién lo haya desencadenado. ¡Usted se desentiende de cualquier tipo de responsabilidad! ¡De no ser así, usted nunca habría intentado probar por la fuerza la sustancia genética en Mattias! ¡Para usted solo existe su punto de vista, ni siquiera es capaz de imaginarse que todo, sin importar cómo se llame, parte de un determinado punto de vista! ¡A usted no le importa realmente el conocimiento! Usted quiere que el descubrimiento sea para su empresa. ¡Anhela inmortalizar su nombre y amasar dinero! ¡No desea nada más! ¡Es usted una vergüenza para la ciencia!
La risa desdeñosa de Thornten descompuso el aire.
– La fe y las humanidades tan solo reciclan viejas teorías de pensamiento. ¡Tomar las palabras de la Biblia en su sentido literal! ¡Eso equivale a no avanzar! Sin embargo, las ciencias naturales plantean preguntas. Y en lugar de ahogar nuestra sociedad en el pesimismo y valorar nuestra propia dimensión después de la devastación provocada, ofrecen optimismo, porque con cada nuevo conocimiento genera nuevas preguntas y nuevas propuestas. ¡En verdad, constituimos los nuevos humanistas de este mundo!
Chris reflexionó un momento, pero a continuación meneó la cabeza.
– No, Thornten, usted es igual de perjudicial que los fanáticos de la fe. Su camino no es ningún humanismo. Usted desprecia la humanidad. ¡Sin embargo, ni siquiera es capaz de comprenderlo! Debe existir una tercera vía…
– ¡Yo soy la tercera vía!
La voz del papa sonaba sosegada y convencida.
– ¿Usted? No sea ridículo -Chris meneaba la cabeza-. La infalibilidad del papa. Tan solo la pretensión le descalifica del mismo modo que a ese de ahí.
– Usted se olvida de que la Iglesia ha reconocido la Teoría de la Evolución. La Creación y la Evolución ya no son antagonistas. Juan Pablo II lo ha promulgado; y yo también defiendo lo mismo. ¿Qué prueba más convincente que no fuera el intento de reconciliar la Iglesia y la Ciencia podría imaginarse usted en pro del hermanamiento de ambas ideologías?
– ¿Y a pesar de todo, su misión consiste en destruir los huesos y la prueba? -Chris arrancó una amarga carcajada-. ¿Por qué? ¿Qué hay de reconciliador en ello?
El papa y Chris se escudriñaron hostilmente. Jasmin le zarandeó de nuevo del brazo, pero Chris no permitió que le tranquilizaran.
– Usted me postula como ignorante, pero olvida que he hablado con Ponti. Existe una decimotercera tablilla. ¡Y la tiene usted! Pero hasta ahora no la ha mencionado ni una sola vez. ¿Qué hay escrita en ella?
El papa permaneció observando a Chris durante largo rato. Finalmente, el papa sacó a relucir un pequeño cofrecillo que había permanecido oculto debajo de su sotana, y lo colocó sobre la plataforma rocosa. A continuación, rescató la pequeña tablilla de arcilla de la caja empleando movimientos infinitamente lentos para colocarla circunspecto al lado de las demás.
Instantes más tarde acercó a Chris un trozo de papel.
Chris reconoció el texto. Había visto el fragmento de una copia que le mostró la profesora en Berlín.
– El hermano Jerónimo encontró la tablilla y la traducción en nuestros archivos. Un mero recordatorio: según los textos procedentes de otras tablillas, Etana debía unir los diferentes pueblos o tribus en un solo reino. Esa era la voluntad de su dios. ¡Lea!
Chris y Jasmin se inclinaron sobre la hoja y comenzaron a leer:
Yo hablé: Señor, así sea. Yo te serviré y obedeceré.
Y el Señor me preguntó: «¿Cómo he de recompensarte, pastor?», y yo respondí: «Mitad dios, mitad hombre, busco la inmortalidad, al igual que los dioses».
Pero el Señor habló: «Pastor, hijo del hombre. Resígnate».
Él me condujo afuera hacia la llanura. Toda la tierra estaba cubierta de restos mortales. Entonces me preguntó el Señor: «Tú, pastor y hombre, ¿pueden estos huesos convertirse de nuevo en hombres con vida?».
Yo respondí: «Señor, eso lo sabes tan solo tú».
El Señor habló: «Habíale a estos restos mortales; diles: huesos marchitos, escuchad lo que el Señor os ha de decir: yo os vuelvo a la vida. Haré que os crezcan tendones y carne y os recubriré con piel. Yo os daré mi aliento para que volváis a la vida».
Yo hice lo que el Señor me hubo ordenado. Mientras hablaba escuchaba los crujidos. Los huesos se juntaron unos con otros tal como deben ir unidos. Yo vi cómo tendones y carne crecían sobre ellos y una piel se formaba encima.
Y hubo aliento en ello.
Entonces habló el Señor: «Observa, en ti reside la fuerza; sin embargo, eres y seguirás siendo un hombre. Te doy mil quinientos años para que mi voluntad viva y ocurra a través de ti. Y al final de tus días, tu espíritu subirá al cielo».
Chris posó pensativo la hoja en la tablilla.
– ¿Es de aquí de donde saca su misión?
El papa calló.
– ¡Este Etana era un pastor sumerio! Y usted es el líder del mundo católico.
El papa permaneció escudriñando la tablilla sin decir ni una sola palabra.
– Santo Padre, pienso que él ha de entender cuál es la cruz que está usted soportando -Jerónimo aguardó un breve instante antes de dirigirse a Chris-. Usted debe interpretar el texto en un contexto en el que se encuentren los principales fundamentos de la fe cristiana, si quiere entender al papa.
– Ayúdeme; yo no soy muy ducho en la Biblia -Chris vaciló-. Según lo descrito, este Etana poseía la fuerza de devolverles la vida a los muertos. Así es como lo he entendido yo.
Los ojos del monje se escondían detrás de un velo.
– Sí, parece ser así. Él puede devolverles a los demás la vida. Así podría interpretarse.
– Y él… él subirá al cielo…
Jerónimo agachó la mirada.
– Zarrenthin, según el dogma cristiano, solo existe una sola persona que sea capaz de devolverles la vida a los muertos y que subió al cielo.
Cartuja de la Verne, macizo de los Moros, sur de Francia,
mañana del miércoles
Chris no pudo evitar mirar hacia arriba. El fresco y centelleante azul de la mañana era de una claridad increíble; la misma claridad que ansiaba a su vez para sus pensamientos.
– ¿Acaso entiendo realmente a dónde quiere llegar? -Chris miró a Jasmin, cuyos ojos se habían engarzado en los labios de Jerónimo.
Jerónimo permaneció observando con semblante serio las tablillas.
– Pregunte lo que quiera.
– Etana es capaz de devolverles la vida a los muertos. Cristo hizo milagros: curó a enfermos, ¿pero resucitó algún muerto? Yo no lo recuerdo.
– Él resucitó la hija de Jairo, el hijo de Nain, y Lázaro, uno de sus amigos -Jerónimo hablaba con infinita paciencia.
– ¡Todo mentira! -vociferó Thornten en mitad-. La Biblia es una completa mentira. El Antiguo Testamento con sus diez mandamientos, y el Nuevo Testamento con Jesucristo sobre los que se construye toda la Cristiandad. Todo copiado de Sumeria. Incluso la resurrección de Cristo y sus curaciones a los muertos. Las tablillas lo demuestran. ¿No lo comprende, Zarrenthin?
El papa soltó un grito lleno de furia.
– Basta ya de mentiras desgraciadas. No permitiré que se continúen levantando calumnias contra nuestro Señor. ¡Entrégueme las tablillas! ¡Y las pruebas!
El pontífice estiró con actitud desafiante la mano.
Chris meneaba la cabeza.
– Esto no va a resultar tan sencillo. ¿Quién nos da el derecho a desaprovechar la oportunidad que se esconde en el descubrimiento de este cromosoma?
Читать дальше