Elif Shafak - La bastarda de Estambul

Здесь есть возможность читать онлайн «Elif Shafak - La bastarda de Estambul» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La bastarda de Estambul: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La bastarda de Estambul»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Más que una ciudad, Estambul parece un gran barco de ruta incierta, cargado de pasajeros de distintas nacionalidades, lenguas y religiones. Esa es la imagen que acompaña a la joven Armanoush, que viaja desde Arizona para visitar por primera vez la ciudad y descubrir sus orígenes. Lo que la joven aún no sabe es que su familia armenia y la de su padrastro turco estuvieron ligadas en el pasado, y que la vida en común de los dos pueblos fue un día apacible.
Bien pronto Armanoush conocerá a ese clan peculiar, donde solo hay mujeres porque los hombres tuvieron a bien morir jóvenes o irse lejos para olvidar sus pecados. en el centro del retrato destaca Zeliha, la mujer reblede que un día se quedó embarazada y decidió no abortar. Fue así como nació Asya, que ahora tiene diecinueve años, y pronto será amiga de Armanoush. Completan la foto de familia otras señoras de armas tomar, que entretienen su tiempo cocinando, recordando viejos tiempos y encarándose al futuro de su país, cada cual a su manera.
La amistad entre las dos jóvenes acabará desvelando una historia vieja y turbia, una relación que nació y murió en la pura desesperación, pero las damas de la familia sabrán cómo resolver incluso este percance.
Sentando a esas maravillosa mujeres de Estambul delante de una mesa llena de platos deliciosos y algo especiados, elif Shafak cabalga con talento entre lo épico y lo doméstico, contándonos la historia de Europa a través de las mil historias que cada familia guarda en le baúl de los secretos.

La bastarda de Estambul — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La bastarda de Estambul», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

A pesar de que su nuevo negocio le daba dinero a espuertas y amigos con influencia, en 1925, cuando la Ley de Apellidos obligó a todos los ciudadanos turcos a llevar un apellido, Rıza Selim se inspiró en su primer oficio y decidió apellidarse Kazancı.

Aunque de elegante aspecto y definitivamente acomodado, dada su edad y el trauma de su primer matrimonio (quién sabe por qué le abandonó su esposa; tal vez era un pervertido, murmuraban las mujeres), Rıza Selim Kazancı era uno de los últimos hombres del mundo que la madre de Petite-Ma habría querido por marido para su adorada hijita. Sin duda tenía que haber mejores candidatos. Pero, ignorando las persistentes objeciones de su madre, Petite-Ma se negó a escuchar a nadie, salvo a su corazón. Tal vez porque vio algo en los oscuros ojos de Rıza Selim Kazancı que le hizo comprender que tenía un don del que carece casi todo el mundo: la capacidad de amar a otro ser humano más que a uno mismo. Pese a su juventud y poca experiencia, a los dieciséis años Petite-Ma tenía la suficiente sensibilidad para darse cuenta de la excepcional dicha que podría suponer ser amada y adorada por un hombre con tal don. Los ojos de Rıza Selim Kazancı eran tiernos y chispeantes, como su voz. Aquel hombre tenía algo que le daba seguridad, con él se sentía amada y protegida, aunque estuviera rodeado de turbulencias. Rıza Selim no la abandonaría.

Pero Rıza Selim Kazancı la atraía también por otra razón. La verdad es que su pasado la fascinó mucho antes que él. Percibía lo mucho que su alma había padecido por el abandono de su primera mujer, y estaba segura de poder restañar esas heridas. Al fin y al cabo, las mujeres disfrutan haciéndose cargo del sufrimiento ajeno. Petite-Ma enseguida tomó una decisión. Se casaría con él y nadie, ni siquiera el destino, podría evitarlo.

Rıza Selim Kazancı, a su vez, sería digno de la profunda e intuitiva confianza de Petite-Ma hasta su último aliento. Aquella mujer rubia de ojos azules que llegó a él con un esponjoso gato blanco como la nieve en lugar de una dote adecuada, fue la delicia de su vida. No hubo día en que se negara a complacer cualquier petición de ella, por muy caprichosa que pareciera. Sin embargo, no se puede decir lo mismo de su hijo: Levent Kazancı, que tenía seis años cuando se conocieron, jamás aceptó a Petite-Ma como madre. Se le resistió y la ridiculizó siempre que pudo durante años, hasta salir de la infancia con una amargura reprimida, si es que se puede salir de la infancia cuando uno lleva tanto rencor dentro.

En una época en que un matrimonio sin hijos era, si no una señal de enfermedad incurable, sí un sacrilegio, Petite-Ma y Rıza Selim Kazancı no tuvieron hijos. No porque él fuera demasiado viejo, sino porque al principio ella era demasiado joven y no tenía interés en criar niños, y cuando cambió de opinión, él sí era ya demasiado viejo. Levent Kazancı sería el único descendiente, un papel que no le entusiasmaba.

A pesar de que la acritud de su hijastro la entristecía y ofendía, Petite-Ma era una muchacha vital y extrovertida, de gran imaginación y una lista de ambiciones aún mayor. En este mundo había cosas mucho más interesantes que criar niños, entre ellas aprender a tocar el piano. Al poco tiempo destacaba en el mejor lugar del salón un piano Bentley hecho por Stroud Piano Co., Ltd., en Inglaterra. Con este piano Petite-Ma comenzó sus primeras clases con su primer profesor, un ruso blanco que se había instalado en Estambul huyendo de la revolución bolchevique. Petite-Ma era su mejor alumna. No solo tenía talento, sino también la perseverancia necesaria para que el piano se convirtiera en un compañero de por vida más y no en un fugaz pasatiempo.

Rachmaninoff, Borodin y Chaikovski eran sus favoritos. Siempre que estaba sola en casa, tocando con Pachá Primero en el regazo, interpretaba obras de esos compositores. Cuando tocaba para los invitados, sin embargo, elegía un repertorio totalmente distinto. Un repertorio occidental: Bach, Beethoven, Mozart, Schumann y, en las veladas especiales con oficiales del gobierno y sus afectadas esposas, sobre todo Wagner. Después de la cena los hombres se reunían junto a la chimenea con una copa en la mano para hablar de política mundial. Al final de los años veinte la política nacional solo podía ser venerada o reafirmada, y cuanto más alto mejor, puesto que las paredes oían. Por lo tanto, cada vez que surgía la necesidad de una discusión auténtica, la nueva élite política y cultural de la república turca se centraba al instante en la política mundial, que era un desastre en sí misma y en consecuencia siempre era interesante hablar de ella.

Mientras tanto las damas se arracimaban en el otro extremo de la casa, con su licor de menta en copas de cristal, inspeccionando la ropa de las demás. En la sección de las damas había dos clases de mujeres totalmente diferentes: las profesionales y las esposas.

Las profesionales eran las mujeres-camarada, el epítome de la «nueva fémina turca», idealizada, glorificada y defendida por la élite reformista. Estas mujeres eran las nuevas profesionales: abogadas, profesoras, juezas, directoras, oficinistas, intelectuales… A diferencia de sus madres, no estaban confinadas en casa y tenían la oportunidad de ascender en el escalafón social, económico y cultural, siempre que dejaran en el camino su sexualidad y su feminidad. Solían vestir trajes de chaqueta en tonos marrones, negros y grises, los colores de la castidad, la modestia y la militancia. Llevaban el pelo corto, nada de maquillaje, nada de adornos. Sus cuerpos eran asexuados.

Cada vez que las esposas se reían con esas risitas molestas y coquetas, las profesionales tensaban los dedos en torno a los pequeños bolsos de cuero que llevaban bajo el brazo, como si guardaran en ellos información secreta y hubieran jurado protegerla a cualquier precio. Las esposas, por el contrario, acudían a estas fiestas con trajes de noche de satén blanco, rosa pálido y azul pastel, los colores de la finura femenina, la inocencia y la vulnerabilidad. No les agradaban mucho las profesionales, a quienes consideraban más «camaradas» que mujeres, y a las profesionales les disgustaban ellas, a quienes consideraban más «concubinas» que mujeres. El caso es que nadie encontraba que las otras fueran lo bastante «mujeres».

Cada vez que se intensificaba la tensión entre camaradas y concubinas, Petite-Ma, que no se identificaba con ningún grupo, hacía una discreta señal a la criada para que sirviera licor de menta en copas de cristal y pasteles de almendra en bandejas de plata. Había descubierto que esta combinación era lo único que calmaba los nervios de todas y cada una de las mujeres turcas de la sala, independientemente del bando al que pertenecieran.

Ya avanzada la fiesta, Rıza Selim Kazancı llamaba a su mujer para que tocara el piano ante sus honorables invitados. Petite-Ma nunca se negaba. Además de los compositores occidentales, tocaba himnos nacionales que exudaban fervor patriótico. Los invitados vitoreaban y aplaudían. En 1933, cuando se compuso el himno del décimo aniversario, «La marcha de la República», tuvo que tocarlo una y otra vez. El himno se oía por todas partes, incluso en sueños le resonaba en los oídos. En aquella época hasta los niños se dormían en sus cunas con este animado himno a modo de nana.

Así que, en un momento en que las mujeres turcas vivían una transformación radical en la esfera pública gracias a una serie de reformas sociales, Petite-Ma saboreaba su propia independencia dentro de la esfera privada de su hogar. Aunque su interés por el piano no menguó jamás, Petite-Ma pronto ideó una serie de nuevas diversiones. En los años siguientes aprendió francés, escribió cuentos que nunca se publicarían, destacó en distintas técnicas de pintura al óleo, se emperifolló con lustrosos zapatos y vestidos de satén, arrastró a su marido a bailar, organizó extravagantes fiestas y jamás realizó una sola tarea casera. Rıza Selim Kazancı accedía sin reservas a cualquier cosa que su animada mujer le pidiera. Era por lo general un hombre sereno con gran estima por los demás y un profundo sentido de la justicia. Sin embargo, como les ocurría a muchas otras personas hechas con el mismo molde, si algo se rompía en su interior no podía ser reparado. Por eso sacaba lo peor de sí mismo cuando se hablaba de cierto tema: su primera mujer.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La bastarda de Estambul»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La bastarda de Estambul» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La bastarda de Estambul»

Обсуждение, отзывы о книге «La bastarda de Estambul» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x