– Verbena -dijo Elner-. Ya no estoy tan segura de la historia de Adán y Eva.
Verbena se quedó pasmada al oír algo así de una reputada metodista de toda la vida.
– Oh, Elner -exclamó Verbena mientras se agarraba a la encimera en busca de apoyo-. Esto que dices es tremendo… ¡La próxima será que te has vuelto atea!
– Oh, no, cariño, aún creo en Dios; sólo tengo una duda sobre lo de Adán y Eva.
Se disparó una alarma cuando Verbena captó las verdaderas repercusiones y las nefastas consecuencias de la palabra «duda». Habló con voz entrecortada.
– No estarás pensando en irte con los evolucionistas, a estas alturas; me sorprende precisamente de ti.
Elner estuvo de acuerdo.
– Bueno, yo también estoy un tanto sorprendida, Verbena, pero si alguna vez has dudado de que descendamos o no del mono, entonces tienes que ver el programa que vi ayer en la televisión sobre unos pequeños monos de nieve que hay en Japón. Están todo el invierno sentados en unas bañeras calientes, y, te lo juro, había uno que se parecía muchísimo a Tot Whooten; sólo le faltaba hablar. En serio, cariño, si le pusieras un vestido y un peine en la mano, te verías en apuros para distinguirlos. El bicho incluso llevaba sombra de ojos azul como Tot… ¡Y tenía su expresión y todo!
Verbena quedó muy afectada por la llamada. Sabía que en cuanto una persona tenía la menor duda sobre Adán y Eva, las historias que seguían -Caín y Abel, Noé y el Arca, etcétera- empezaban a caer como fichas de dominó. Quiso llamar a Norma inmediatamente y decirle que su tía estaba recibiendo peligrosas influencias de aquellos denominados programas educativos y que, si no tenía cuidado, la siguiente noticia sería que Elner estaría suscrita a The New York Times o ¡integrada en la Unión Americana para las Libertades Civiles! Verbena sabía que esa clase de ideas eran las que habían quitado la oración de las escuelas y a Jesucristo de la Navidad. Verbena habría llamado, pero tampoco tenía muy claro cuál era la postura de Norma sobre el asunto de la Creación.
Ida, la madre de Norma, había sido una presbiteriana estricta, pero después de su muerte, Norma entró a formar parte de una de esas iglesias new age, no confesional, de talla única y «hágalo usted mismo» que se habían apartado tanto de la Biblia que casi nunca la leían. Y cuando lo hacían, su interpretación de las Escrituras era demasiado vaga para satisfacer a Verbena. Ésta intentó advertir a Norma de que afiliarse a esa iglesia new age suponía un enorme riesgo para su alma inmortal. Norma no fue grosera, escuchó, y le agradeció la llamada, pero no regresó a la buena iglesia basada en la Biblia. Un montón de personas de la ciudad a las que Verbena había tratado de reconducir de nuevo hacia la Biblia se habían mostrado muy descorteses, llegando incluso a decirle que no se metiera en lo que no le importaba. Algunas habían llegado a cancelar su cuenta de crédito en la lavandería. La economía de Verbena se había resentido, y ésta aprendió que, si uno quiere llevarse bien con sus vecinos, es mejor no andar enredando con asuntos de religión. Pero otra razón por la que no había llamado a Norma era que, poco después de hablar con Elner, Verbena se conectó a internet. No había vuelta de hoja; Tot Whooten era, en efecto, exactamente como un mono de nieve. En su momento eso la había sorprendido, pero no había debilitado su fe; el Génesis 1:27 lo decía muy claro: «Y Dios creó al hombre a su imagen y semejanza», y era de todo punto imposible que Verbena creyera que Dios se parecía a Tot Whooten ni por asomo, ¡ni a ninguno de los Whooten, si vamos a eso!
En su momento, Verbena no había sido consciente de ello, pero el incidente del mono de nieve no era la primera duda que tenía Elner sobre lo de Adán y Eva. Años atrás, cuando aún vivía en el campo, mucho antes de haber visto el Discovery Channel, estaba escuchando en la radio el parte agrícola de Bud y Jay de primera hora de la mañana, cuando Bud formuló la pregunta del día: «¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?» Después del programa, Elner volvió a sus quehaceres domésticos durante un rato, y luego, mientras estaba dando de comer a sus gallinas, se detuvo en seco, dejó el cazo en el suelo, entró y llamó a Norma.
– Hola -dijo Norma.
– Norma, creo que en la Biblia hay un fallo. ¿A quién se lo digo, a Bud y Jay o al reverendo Jenkins?
Norma miró el reloj. Eran las seis menos cuarto y aún estaba oscuro.
– Espera un segundo, tía Elner. Voy a hablar desde la cocina. Macky todavía duerme.
– Oh, ¿te he despertado?
– No pasa nada, un momentito. -Norma se levantó de la cama y se dirigió a la cocina dando traspiés, encendió la luz y enchufó la cafetera eléctrica. Ya que estaba despierta, prepararía el café. Cogió el teléfono-. Aquí estoy, tía Elner. ¿Qué pasa?
– Creo que he descubierto un error grave en la Biblia. No sé cómo no lo había visto antes.
– ¿Qué error?
– ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?
– ¿Qué? Esto no está en la Biblia.
– Ya lo sé, pero contesta: ¿qué fue primero, el huevo o la gallina?
– No tengo ni idea -dijo Norma.
– Bueno, no te preocupes, dicen que es un problema antiquísimo que nadie es capaz de resolver, pero hace tan sólo un minuto que he hallado la respuesta, más clara que el agua… ¿Preparada?
– Sí -dijo Norma entre bostezos.
– Fue primero la gallina, evidentemente.
– Aaah… ¿Y cómo has llegado a esta conclusión?
– ¡Muy sencillo! ¿De dónde viene un huevo? De una gallina; luego el huevo va después de la gallina, el huevo no puede ponerse a sí mismo. Y entonces he pensado que si la gallina fue antes que el huevo… ¿Cómo es que fue primero Adán, si Eva era la única que podía dar a luz?
Norma cogió una taza del armario.
– Tía Elner, creo que olvidas que, según la Biblia, nadie dio a luz. Dios creó a Adán y después le arrancó una costilla y creó a Eva.
– Ya sé que dice esto, Norma, pero la secuencia es errónea… Es la gallina la que pone los huevos con el gallo dentro…, el gallo ni siquiera pone huevos.
– Sí, cariño, pero tiene que haber un gallo para fertilizarlos.
En el otro extremo de la línea se hizo un largo silencio. Luego Elner habló de nuevo.
– Bueno, en eso tienes razón. Creo que tengo que pensar algo más en este asunto. Jolín, creía que había resuelto uno de los grandes misterios de la humanidad; de todos modos, me parece que hay una posibilidad de que Eva fuera la primera y que los hombres que escribieron la Biblia lo cambiaran todo a última hora para poder ser ellos los primeros; y si esto es así, quizá tengamos que replantearnos la Biblia entera.
Aproximadamente a las siete y media, cuando Macky entró en la cocina, vio a Norma sentada a la mesa, totalmente despierta.
– ¿Qué haces levantada tan temprano? ¿No podías dormir?
Ella lo miró.
– Habría podido…, si no me hubiera despertado el teléfono antes de amanecer.
– Vaya -dijo Macky mientras alcanzaba su taza-. ¿Qué quería saber esta mañana?
– ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? -Macky se rio mientras Norma iba a la nevera por la nata-. Sí, ríete, Macky, pero estaba a punto de llamar a la emisora de radio y decirles que en la Biblia había un fallo; menos mal que la atajé.
– ¿Dónde cree ella que está el error?
– Está convencida de que Eva fue creada antes que Adán. ¿Te das cuenta del revuelo que habría provocado?
Macky sonrió.
– Bueno, al menos se puede decir en su favor que tiene una mente abierta.
– Oh, sí, muy abierta -soltó Norma-. Sólo desearía que no la abriera tan temprano. La semana pasada me despertó para saber si yo sabía cuánto pesaba la Luna.
Читать дальше