Fannie Flagg - Me Muero Por Ir Al Cielo

Здесь есть возможность читать онлайн «Fannie Flagg - Me Muero Por Ir Al Cielo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Me Muero Por Ir Al Cielo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Me Muero Por Ir Al Cielo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Fannie Flagg, autora y guionista de la inolvidable Tomates verdes fritos, nos vuelve a llevar a los cálidos paisajes de Misuri para deleitarnos con las sorprendentes y prodigiosas experiencias de una octogenaria llena de vida, que hacen que una ciudad entera cavile sobre la vieja cuestión: ¿Por qué estamos aquí?
Elner Shimfissle sabe que no debe hacerlo, pero ha vuelto a subirse a la escalera para coger higos de su árbol. Esta vez es atacada por un enjambre de avispas y cae al suelo, y la siguiente cosa que sabe es que ha emprendido una aventura que jamás habría imaginado, en la que vivirá los encuentros más extraordinarios. Pero las mayores sorpresas las vivirán sus parientes, vecinos y amigos, una panda de personajes tan variopintos como entrañables. A medida que va desplegando esta comedia de enredo, cada una de las personas cercanas a Elner va descubriendo algo maravilloso, y lo mismo le sucede al lector.

Me Muero Por Ir Al Cielo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Me Muero Por Ir Al Cielo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Ida -dijo-. ¿Eres tú de verdad?

– Sí, claro -dijo Ida, mirando con desdén la vieja bata marrón a cuadros de Elner.

Elner estaba atónita.

– Pero, por el amor de Dios… ¿Qué narices estás haciendo en Kansas City? Todos pensábamos que estabas muerta. Dios mío, cariño, si hasta celebramos un funeral y todo.

– Ya lo sé -dijo Ida.

– Pero si estás aquí ¿quién era la mujer que enterramos?

Ida adoptó inmediatamente esa mirada incisiva de cuando estaba contrariada, que era casi siempre.

– Oh, era yo, naturalmente -dijo Ida-. Y por si no te acuerdas, lo último que le dije a Norma fue «Norma, cuando esté muerta, por el amor de Dios, que Tot Whooten no me arregle el pelo». Incluso le di el numero de mi peluquera y le pagué a la mujer por adelantado. ¿Y qué hizo Norma? ¡Pues lo primero que hizo después de que me morí fue llamar a Tot para que me peinara!

«Vaya por Dios», pensó Elner. En su momento, ella y Norma pensaron que Ida nunca se enteraría, pero evidentemente se equivocaron.

– Bueno, Ida -dijo Elner, con la esperanza de suavizar un poco las cosas-. A mí me pareció que te quedaba muy bien.

– Elner, tú sabes que nunca me hago la raya a la izquierda. Y allí estaba yo, delante de todos, con la raya en el lado equivocado, por no hablar de ese colorete que me puso. ¡Parecía un payaso en el desfile de Carnaval!

Si por un momento Elner había albergado alguna duda de que la mujer que tenía delante fuera su hermana, esa duda se había disipado. Era Ida, seguro.

– Vamos a ver, Ida -dijo-, intenta no enfurruñarte. Norma no tenía elección. Tot es una buena amiga. ¿Cómo puedes decirle algo así a alguien sin herir sus sentimientos? Apareció en el entierro con todos sus pertrechos. Creía que te estaba haciendo un favor. Norma no tuvo valor para decirle que no podía hacerlo.

Ida no se mostró comprensiva.

– El deseo de un moribundo es más importante que cualquier sentimiento herido en todo momento y lugar.

Elner suspiró.

– Bueno, quizá sea así, pero has de admitir que tuviste una buena despedida. Asistieron más de cien personas, fueron todos tus amigos del club de jardinería.

– Pues tanta más razón para tener mejor aspecto. Yo habría ido a la oficina del tanatorio y le habría explicado personalmente a Neva todos los pormenores; esto es lo que habría hecho yo.

– Bueno, en todo caso, cariño, me alegra muchísimo volver a verte -dijo Elner intentando cambiar de tema.

Ida compuso una sonrisa escueta y apretada, pese a estar todavía molesta por lo que Tot había hecho con su peinado.

– Yo también me alegro de verte, Elner. -Luego añadió-: Veo que has engordado unos kilos desde la última vez que te vi.

– Unos cuantos…, pero es la edad, supongo.

– Imagino que sí. Gerta también engordó cuando se hizo mayor.

Elner miró el pasillo de mármol y dijo:

– Ida, no entiendo qué está pasando. Si no estás muerta, ¿por qué no has vuelto a casa?

– Oh, sí estoy muerta. Ahora ésta es mi casa -dijo jugueteando con sus perlas.

– En todo caso, ¿qué es esto? -preguntó Elner mirando otra vez alrededor-. ¿Y qué estoy haciendo yo aquí? Debería estar en el hospital. Me tienes hecha un lío.

Ida la miró con aquella exasperante mirada de sabelotodo tan suya.

– Bueno, Elner, si estoy muerta y tú puedes verme, ¿qué te parece que significa esto?

Ahora Elner empezaba a sentirse inquieta.

– ¿Cómo voy a saberlo, Ida? Me he caído de la escalera, en este momento estoy totalmente aturullada, pensaba que acababa de ver a Ginger Rogers…, y ahora me dices que estás muerta cuando te estoy viendo en carne y hueso. Me habré dado un buen porrazo en la cabeza porque nada de esto tiene sentido para mí.

– Piensa, Elner-dijo Ida-. Yo, Ginger Rogers…

Elner pensó un instante; luego cayó en la cuenta. Ginger Rogers llevaba años muerta, igual que Ida. Y no sólo eso. De pronto reparó en que oía todo lo que Ida le decía ¡sin el audífono! Estaba pasando algo realmente extraño. Y entonces lo entendió.

– Un momento, Ida -dijo Elner-. No me digas que yo también estoy muerta.

– ¡Bingo!

– ¿Estoy muerta?

– En efecto, querida, muerta del todo.

– ¡Oh, no!… ¿Y estoy enterrada?

– No, todavía no, te has muerto hace sólo unos minutos.

– Por el amor de Dios, no hablarás en serio.

– Pues sí, hablo en serio. Y por poco te encuentras con Ernest Koonitz, que llegó ayer.

– ¿Ernest Koonitz? ¿El que tocaba la tuba en el «Show de la Vecina Dorothy»?

– Sí.

Elner se sintió mareada.

– Tengo que sentarme un momento y pensar en esto. -Fue y se sentó en una silla de cuero rojo que había junto a la puerta.

Ida pareció de pronto preocupada y preguntó:

– ¿Estás muy afectada, querida?

Elner la miró y negó con la cabeza.

– No, no es eso, más que nada sorprendida.

– Es lógico, a todos nos pasa. Sabes que va a suceder, pero por algún motivo no crees que vaya a sucederte a ti.

– Oh, yo nunca dudé de que pasaría -señaló Elner-. Pero me habría gustado que me avisaran un poquito antes. Para apagar la cafetera y el horno.

– Sí…, bueno, cada uno se lamenta de lo suyo, ¿verdad? -dijo Ida con tono mordaz.

Al cabo de un instante, tras recobrar la compostura y aceptar lo que parecía ser cierto, Elner miró a su hermana.

– Pobre Norma, primero tú y luego yo.

Ida asintió.

– Ya lo dicen, no hay vida sin muerte ni placer sin pesar.

– Sí, supongo, pero espero que no le haya afectado mucho, al fin y al cabo soy bastante mayor y esto tampoco habrá sido tan inesperado, ¿verdad?

– Sí…, no es como cuando me morí yo. Sólo tenía cincuenta y nueve años. Fue una absoluta sorpresa, y yo aún estaba en bastante buena forma, con toda modestia.

Elner soltó un suspiro.

– Ahora que estoy muerta, espero que Sonny esté bien. Macky decía que se ocuparía de él si alguna vez me pasaba algo, y no creo que un gato te eche mucho de menos mientras se le dé de comer. -Elner bajó la vista a sus manos y añadió-: Sabes, Ida, es curioso, pero no me siento muerta en absoluto, ¿y tú?

– No, no como pensaba que me sentiría. Ahora estás viva, y al cabo de un momento estás muerta, no hay mucha diferencia. Es mucho menos doloroso que dar a luz, te lo aseguro.

– No, no hay ningún dolor. De hecho, hacía años que no me encontraba tan bien; la rodilla izquierda me ha estado fastidiando, pero no se lo dije a Norma, pues me habría llevado prácticamente a rastras a un implante de prótesis; pero ahora no me duele nada -dijo levantándola y bajándola-. Así, ¿qué va a ser lo próximo? ¿Voy a ver a alguien más?

– No conozco todos los detalles; sólo me han avisado de que te recibiera y te llevara adentro.

– Te estoy inmensamente agradecida. Ver un rostro familiar enseguida lo pone todo más fácil, ¿verdad?

– Así es -admitió Ida-. Adivina a quién me encontré yo al llegar aquí.

– ¿A quién?

– A la señora Herbert Chalkley.

– ¿Quién es?

– La última presidenta del Club de Mujeres de Norteamérica, nada menos.

– Ah…, seguro que te encantaría.

Ida se levantó, abrió el cajón de arriba de la mesa y se puso a buscar algo mientras hablaba.

– Por cierto, me han llamado muy deprisa. ¿Qué ha sido, un ataque al corazón?

Elner pensó en ello y luego dijo:

– No lo tengo muy claro, quizá fueron las picaduras de un enjambre de avispas, o a lo mejor la caída, quién sabe; yo quería morirme en mi propia cama, pero supongo que no se puede tener todo.

– Creo que fue un ataque cardíaco. Es lo que mató a Gerta y papá. Desde luego mi corazón estaba perfectamente, pero claro, yo era más joven que tú y tu muerte ha sido repentina…, la mía no. El médico dijo que yo tenía una afección sanguínea rara, aunque bastante común en las familias reales de Alemania.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Me Muero Por Ir Al Cielo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Me Muero Por Ir Al Cielo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Lisa Jackson - Morir por ti
Lisa Jackson
Robert Silverberg - Muero por dentro
Robert Silverberg
Alexandra Marínina - Morir por morir
Alexandra Marínina
Fanny Wobmann - Am Meer dieses Licht
Fanny Wobmann
Marco Antonio García Falcón - París personal
Marco Antonio García Falcón
Felix Maier-Lenz - Lågomby
Felix Maier-Lenz
Juan de Mora - Mirando al cielo
Juan de Mora
Отзывы о книге «Me Muero Por Ir Al Cielo»

Обсуждение, отзывы о книге «Me Muero Por Ir Al Cielo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x