• Пожаловаться

Justo Navarro: F.

Здесь есть возможность читать онлайн «Justo Navarro: F.» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Современная проза / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Justo Navarro F.

F.: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «F.»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

F., a los treinta y cinco años, prometió no vivir más de cincuenta. Estaba con un amigo en una plaza de Reus, era una tarde de junio de 1957 y dijo que pensaba matarse antes del 20 de mayo de 1972, día de su cincuenta cumpleaños. Justo Navarro, poeta, traductor, crítico literario y novelista, persigue la deriva de una vida, sigue el rastro de las mujeres, de las lecturas, de los trabajos y los días de un poeta que creía más en la inteligencia que en la inspiración, de un escritor que afirmaba que el único tema que le interesaba eran las mujeres, y cuando las mujeres le abandonaban huía al estudio de las lenguas, el griego, el latín, el ruso, el polaco, de todas las lenguas germánicas, al estudio de otras palabras que borran aquellas que no pueden ser pronunciadas ni pensadas. Un crítico indispensable del que Gil de Biedma dijo que era el hombre más inteligente que había conocido, el hombre sin edad que seducía a los las jóvenes y había alcanzado una extraordinaria perfección en el arte de interpretarse a sí mismo en los cafés, el traductor que había traducido a destajo a Dashiel Hammett en la España franquista, cuando Hammett se preparaba para morir, acosado por el FBI, América, las deudas, la vida. Porque F. es Gabriel Ferrater, poeta, traductor, crítico literario y, al menos una vez, novelista. Y esta historia de F., esta indagación sobre Ferrater, esta novela o memoria, que puede leerse como el informe que escribiría un detective de Hammett que también fuera escritor, como Hammett, como F., como Justo Navarro, concluye en la fecha en que Ferrater fijó su destino. Todos los datos están aquí y, si hay un enigma, también está aquí. Aunque los personajes y lugares, reales o ficticios, sólo aparezcan como personajes y lugares imaginarios. Y la única respuesta sea la pregunta.

Justo Navarro: другие книги автора


Кто написал F.? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

F. — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «F.», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Isabel era la hija del médico de moda, y además la prima de su amigo y casi jefe, el editor Barral, pero también era la enamorada de un príncipe, o del principesco hijo de un príncipe de la poesía española en el exilio, Pedro Salinas. Jaime Salinas fue el confidente al que Ferrater prometió en 1957 no vivir más de cincuenta años. Isabel Rocha se enamoró de Salinas, un aristócrata de la inteligencia y la moral. Salinas no compartía con los españoles el pasado infame, el presente doloroso, el futuro inexistente, la vergüenza del miedo a la bofia, la paciente sordidez rutinaria de los días de 1956. Y Ferrater, más que cumplir con lo que se espera de un treintañero por encima de la clase media media, más que pasar por la boda obligatoria (había descubierto como paciente la enfermedad del apetito matrimonial: Es lo que da sentido y cohesión a mi vida, le escribió a un amigo, el afán de casarme, este itch, dice en inglés: itch, término médico, picor, sarna, ansia furiosa y frenética), Ferrater buscaba a la prima del amigo Barral, la fricción sexual entre primos y primas, esa atmósfera, y sobre todo el amor de Salinas, el deseo del amor de Salinas, es decir, del amor que pertenece a Salinas porque lo recibe o puede darlo, amor precioso como la vida de Salinas, veinte años fuera de España.

Entró Salinas por primera vez, desconocido aún, en el Bar Boliche una tarde invernal de lámparas nubladas, y Ferrater cuchicheó a la oreja de Yvonne, la mujer de Barral. Dominaba las distancias Ferrater, y por el momento excluyó a Salinas de su círculo más próximo: No perteneces exactamente a este mundo pero quizá puedas servirme mañana para que cuchichee en tu oído. Y le devolvió el saludo a Salinas, el saludo estricto que dictan las leyes de la buena educación. Esto le gustó a Salinas. Parece un extranjero o un francés, pensó Salinas, que parecía o era un extranjero recién llegado a Barcelona, huésped del Hotel Suizo. Procedía del mundo del cine en Francia, y actuaba como ayudante del ingeniero que iba a racionalizar la empresa de artes gráficas Seix & Barral. Sí, Ferrater parecía un extranjero, longilíneo, de ojos azules: hablaba brillantísimamente, pero titubeante o tartamudo, incapaz de pronunciar su propio nombre, las erres farragosas, y llamó la atención de Salinas, héroe en Europa durante la Segunda Guerra Mundial al servicio de una compañía americana de ambulancias, como Hemingway en la Primera.

10

Salinas dejó el hotel y alquiló una villa, donde esperaba a su amigo de siempre, un islandés escritor. Se instaló en una casa de crimen de novela inglesa, recordaba Barral, pero quizá aquel refugio se pareciera más a un escenario de novela negra americana, más rápida y menos lógica y no muy lejos de las clínicas privadas de traficantes de recetas y tranquilidad y euforia químicas. Entonces Ferrater traducía a Dashiell Hammett bajo la vigilancia de la madre disciplinal. El editor Lara le pagaba ocho pesetas por página, y Ferrater ponía el reloj al lado de la máquina de escribir y no le duraba una página más de veinte minutos. El piso materno era oprimente como el reloj junto a la máquina de escribir y la página de Dashiell Hammett que no debía durar más de veinte minutos (un acuchillamiento y dos pistoletazos, tres muertos en dieciséis minutos). Ferrater se asfixiaba en el piso materno, le confesó a Salinas la opresión del piso materno (Salinas, según Barral, merecía la confianza de todas las secretarias de la empresa, y la confianza de Barral y de todo el mundo. Todos se confesaban con Salinas, lloraban, pedían que Salinas fuera su espejo y que les devolviera una imagen mejor de sí mismos al final de la operación mágica, y por fin todos se veían mejor, incluso Salinas: ojos limpios, lavados por las lágrimas). Salinas invitó a Ferrater a trabajar en una habitación que daba al jardín, Ferrater traducía y tecleaba, y Salinas decía: Yo he visto a los reyes de la poesía universal, Eliot, Frost, Auden y Spender en el campus de la Johns Hopkins University. Y luego llegaban los amigos y la noche era una intriga de embajada: conversaciones en clave entre el salón y el jardín, en francés, inglés, catalán, español, alemán e islandés, y las palabras universales eran Gin Giró, etiqueta azul y plata en la botella redonda, la ginebra con la que Ferrater preparaba dry martinis de novela negra.

Isabel se enamoró de Salinas en el Bar Boliche, chiquilla necesitada de protección y consejo. El extranjero Salinas la invitó a cenar según las costumbres de América del Norte, e Isabel, viviendo una especie de comedia colegial, interpretó que recibía el primer signo de una declaración amorosa. Se celebró la cena en la misma mansión en la que Ferrater ganaba tecleando su dinero de ruina. La situación económica de Ferrater lo condujo cierto domingo de lluvia, gin Giró y tocadiscos a poner en venta su biblioteca: fue la situación económica o el aburrimiento (pero no sólo el aburrimiento de los discos, ni siquiera el brutal aburrimiento dominical, sino un aburrimiento de años, el aburrimiento de todos los discos, todos los libros, todos los amigos y todas las conversaciones de los últimos cinco años). Necesitaba dinero, necesitaba una nueva vida, despedirse de las viejas palabras, casarse, aunque también es posible que sólo quisiera darle un giro absolutamente inesperado a la conversación, a altas horas de la noche al final de un domingo. Entonces fueron al piso materno y Jaime Salinas compró algunos libros: Salinas tenía facilidad para que lo encontraran y le ofrecieran las palabras que uno guarda sólo para sí, incluso en una biblioteca.

También Isabel Rocha lo encontró, se enamoró de él: el presentimiento o la impaciencia de la hora nupcial pasó en aquellos días por el Bar Boliche. Salinas encantó el corazón de Rocha, y Rocha se hizo daño, y lloró, y se acercó a consolarla Ferrater: el ser lamentable que las hadas dejan en sustitución del maravilloso niño robado del palacio del rey. Salinas no podía querer a Isabel, que no podía querer a Ferrater, a pesar de su elegancia desbaratada, a pesar de la enciclopedia que llevaba en la cabeza, aprendida de memoria en la casa que había sido el gran Hotel Europa. Un fantasma de palabras plurilingües era lo único que había podido salvar del palacio familiar, y el largo cuerpo y la arrogancia de los ojos azules. Se acabó. No lo quería Isabel. He ganado tu amor haciéndote daño y haciéndome daño, pero no me casaré contigo, no habrá triunfo ni fiesta. Ella era el futuro, es decir, el mundo entero, y, excluida la boda, Ferrater se sintió condenado a morir o a vivir bajo un juramento de soledad fatal y final (y lo más terrible: no era Ferrater el que hacía el juramento, sino que las circunstancias lo hacían en su nombre). Había elegido el amor con los ojos de otro, aunque ni siquiera se había enamorado de la novia de su extraordinario amigo extranjero (tampoco era extranjero su amigo, pero era más que eso: un príncipe apátrida), su doble, podría decirse, pero mejorado, reposado, no infectado por el arrebato que muchas veces traspasaba a Ferrater y lo exaltaba o lo anulaba en un instante: gesticulación manual y facial, carcajada, frase fulminante, el arte de la exageración feroz, antes de encogerse dentro de sí mismo y desaparecer, como desapareció cuando lo despreció Rocha, a buscar en su limbo de lenguas, como dijo Salinas, las palabras para nombrar el amor despreciado.

11

Desapareció del Boliche, en la Diagonal, cerca de la calle Provenza, muy cerca de la casa que construyó Gaudí y otras casas magníficas y fechadas en la fachada (como pinturas de caballete: casas artísticas), la casa donde vivió el pintor Ramón Casas, por ejemplo, de 1898, en la Barcelona próspera de antes de la guerra de Cuba. Barcelona carecía de tradiciones profundas, esto lo dijo Ferrater en su estudio sobre Casas (también sabía mucho de pintura: fue durante cuatro meses crítico suplente del Diario de Barcelona, y la editorial Seix Barral le encargó una historia de la pintura española contemporánea): la falta de tradición era el secreto de la radiante originalidad de las formas barcelonesas (piedras ondulantes, flexibles, hierros retorcidos), pero por falta de tradición los poetas catalanes no tenían palabras para hablar de celos o instinto posesivo, y les costaba contar su vida al público. Y lo que nos interesa, decía Ferrater, es la vida de las mujeres y los hombres. Él quería decir cómo había llegado a tan mal sitio, el piso de su madre, sin Rocha, queriendo a Rocha y queriendo el amor que Rocha descargaba en Salinas, necesitando ser querido por Salinas y por Rocha. La madre se había ido a Londres, con su hija, que ahora llevaba el apellido Barlow de su esposo. Ni el mayor poeta catalán del momento, Riba, maestro y amigo de Ferrater, podía hablar de celos, de instinto de posesión total, de locura: al catalán, decía Ferrater, le faltan términos de descripción moral, no tiene la tradición novelística del francés o el inglés. Cómo decir Isabel Rocha, o no exactamente Isabel Rocha, sino esta sensación de no existir o de existir nulo sin Isabel Rocha, sin esperanza de Isabel Rocha: no es esto para lo que uno ha sido preparado, si ha sido preparado para algo.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «F.»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «F.» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Отзывы о книге «F.»

Обсуждение, отзывы о книге «F.» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.