• Пожаловаться

Array Array: Lituma en los Andes

Здесь есть возможность читать онлайн «Array Array: Lituma en los Andes» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Современная проза / Триллер / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

libcat.ru: книга без обложки

Lituma en los Andes: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Lituma en los Andes»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Lituma en los Andes — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Lituma en los Andes», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

— Menos mal–dijo, agitada, su pecho subiendo y bajando como si el corazón se le fuera a salir por la boca-. Porque haber hecho esta caminata por gusto… El ómnibus de Huancayo me dejó lejísimos. Me dijeron que sería una hora hasta Naccos. Pero me he demorado más de tres. ¿Ése es el pueblito, allá abajo? ¿Por ahí pasará la carretera?

— Por ahí iba a pasar–dijo Lituma-. Pararon los trabajos, ya no habrá carretera. Cayó un huayco hace unos días e hizo destrozos.

Pero a ella no le interesaba el tema. Escudriñaba la subida del cerro con ansiedad.

— ¿Lo veremos venir desde aquí? — No sólo su voz, también su persona, sus gestos, tenían algo familiar. «Las piuranas hasta huelen mejor», pensó Lituma.

— Siempre que no oscurezca antes–la previno-. El sol se mete temprano en esta época, vea, ya sólo le queda la colita afuera. Estará usted muerta con el viajecito. ¿Quiere una gaseosa?

— Lo que sea, me muero de sed–asintió ella. Sus ojos observaban las calaminas de los barracones, las piedras y la ladera alborotada por manchones de hierba-. Se ve bonito desde aquí.

— De lejos es mejor que de cerca–la desanimó el cabo-. Le traigo la gaseosa ahora mismo.

Fue a la choza y mientras sacaba la botella del balde en que dejaban las bebidas refrescándose a la intemperie, pudo examinar a sus anchas a la recién venida. Pese a estar tan salpicada de barro y con los cabellos tan alborotados, era una ricura. ¿Hacía cuánto que no veía una hembrita así? Ese color de sus mejillas, de su cuello, de sus manos, le traía una cascada de imágenes de su juventud, allá en su tierra. Y qué ojos, mamacita. Medio verdosos, medio grises, medio no sé qué. Y esa boca con los labios tan marcados. ¿Por qué tenía esa sensación de haberla conocido, o, por lo menos, visto? Cómo sería bien arreglada, con falda, zapatos de taco y aretes, los labios pintados rojo fuego. Las cosas que uno se perdía enclaustrado en Naccos. No era imposible que se hubiera cruzado con ella alguna vez, en alguna parte, cuando vivía en la civilización y el calorcito. El corazón se le aceleró. ¿Era la Mechita? ¿Era ella?

Salió a llevarle la gaseosa, excusándose:

— Lo siento, no tenemos vasos. Tendrá que tomársela de la botella, nomás.

— ¿Él está bien? — le preguntó la mujer, hablando entre sorbito y sorbito: un hilo de agua se le corría por el cuello-. ¿No ha estado enfermo?

— Tomasito es una roca, qué se va a enfermar–la tranquilizó Lituma-. Él no sabía que usted iba a venir, ¿no es cierto?

— No le avisé, quería darle una sorpresa–dijo la mujer, sonriendo con picardía-. Además, aquí no deben ni llegar las cartas.

— Usted, entonces, será Mercedes.

— ¿Carreñito le ha hablado de mí? — preguntó ella, volviéndose a mirarlo con cierta ansiedad.

— Bueno, algo–asintió Lituma, incómodo-. Mejor dicho, como un loro. Todas las noches me habla de usted. En este páramo, sin tener nada que hacer, qué queda sino hacerse confidencias.

— ¿Está muy enojado conmigo?

— No lo creo–erijo Lituma-. Porque, hablando de confidencias, me consta que, algunas noches, habla en sueños con–usted.

Al instante se avergonzó de haberlo dicho y buscó apresurado en su guerrera su cajetilla de cigarrillos. Encendió uno, con torpeza, y se puso a dar chupadas y a botar el humo por la boca y la nariz. Sí, era la que Josefino alquiló a la Chunga por una noche, la que luego desapareció. La Mechita. Cuando se atrevió a mirarla, ella estaba muy seria, examinando la ladera. En sus ojos había inquietud. «Con razón llorabas tanto por ella, Tomasito», pensó Lituma. Las casualidades de la vida, carajo.

— ¿Sólo ustedes dos están aquí? — preguntó Mercedes, señalando el puesto.

Lituma asintió, echando humo.

— Y ya nos vamos, gracias a Dios y a ese huayco que cayó. No hubiéramos aguantado mucho más esto. — Dio otra chupada, honda, al cigarrillo-. El puesto se cierra. El campamento también. Ya comenzaron a desmontar lo poco que queda. Naccos desaparecerá. ¿No salió en los periódicos de Lima lo del huayco? Destrozó maquinarias, enterró una aplanadora, deshizo el trabajo de seis meses. Pero no mató a nadie, por suerte. Tomás le contará, él vio bajar a las piedras desde aquí. Estos son nuestros últimos días en Naccos. A mí el huayco me cogió allá arriba y por poco me arrastra en su tobogán.

Pero Mercedes sólo tenia un pensamiento en la cabeza.

— Si se sueña conmigo, ya no me odiará tanto por lo que le hice.

— Tomasito la quiere mucho, más bien. Yo nunca conocí a nadie tan enamorado como está él de usted. Se lo juro:

— ¿Se lo ha dicho así?

— Me lo ha dado a entender–repuso el cabo, con prudencia. La miró de reojo. Seguía muy seria, explorando la ladera, de un extremo a otro, con sus ojos verdegrises. «Las cosas maravillosas que habrá visto Tomasito dentro de esos ojos, mirándolos de cerquita», pensó.

— Yo también lo quiero mucho–musitó Mercedes, sin mirar a Lituma-. Pero él todavía no lo sabe. He venido a decírselo.

— Le va a dar usted el alegrón más grande de la vida. Tomás le tiene a usted más que amor, algo casi enfermizo, le juro.

— Él es el único hombre derecho con el que yo me he topado–murmuró Mercedes-. ¿Seguro que volverá, no?

Estuvieron callados, observando ambos el fondo de la quebrada, en busca de Tomás. Oscurecía allá abajo, ya sólo lo verían aparecer cuando hubiera trepado medio cerro. Empezaba a hacer frío, también. Lituma vio que Mercedes se cerraba el sacón, levantaba sus solapas y se encogía un poco. Quién como su adjunto, un simple guardia civil y tremenda mujer se daba el trabajo de venir hasta este fin del mundo a decirle que lo quería. O sea, te arrepentiste de haberlo abandonado. ¿Tendría consigo los cuatro mil dólares? Te ibas a desmayar de la felicidad, Tomasito.

— Ha sido muy valiente de venirse andando sola desde la trocha, por la plena puna–dijo el cabo-. El camino no está señalado, hubiera podido perderse.

— Me perdí–se rió ella-. Me ayudaron unos indios. No hablaban español y tuvimos que entendernos como sordomudos. ¡Naccos! ¡Naccos! Me miraban como a alguien de otro planeta, hasta que por fin cayeron.

— También hubiera podido tener un encuentro desagradable. — Lituma arrojó el puchito quebrada abajo-. ¿No le dijeron que hay terrucos por esta zona?

— Tuve suerte–reconoció ella. Y agregó, sin transición-: Qué raro que me reconociera el acento piurano. Pensé que se me había quitado. Salí de Piura hace mucho, cuando era todavía una churre.

— El cantito piurano no se pierde nunca — -dijo Lituma-. Es el más bonito que conozco. Sobre todo en las mujeres.

— ¿Podría lavarme y peinarme un poco? No quiero que Carreñito me vea en esta facha.

Lituma estuvo a punto de responderle «Pero si está usted guapísima», pero se contuvo, intimidado.

— Sí, qué tonto soy, ni se me ocurrió — dijo, poniéndose de pie-. Tenemos lavador, agua, jabón y un espejito. No se espere un baño, aquí todo es muy primitivo.

La guió hasta el interior de la choza y se sintió un poco cortado al ver la desilusión, pena o disgusto con que Mercedes examinó los dos catres de frazadas revueltas, las maletas que hacían las veces de asientos y el rincón del aseo: un lavador desportillado sobre un barril lleno de agua, y un espejito prendido del ropero de los fusiles. Le llenó el lavador con agua limpia, le alcanzó un jabón nuevo y fue a descolgar del cordón del exterior una toalla seca. Al salir, para que ella se sintiera más cómoda, cerró la puerta tras él. Volvió al mismo lugar en el que había estado conversando con Mercedes. Unos minutos después, de las sombras ascendentes de la ladera emergió la silueta de su adjunto. Venía con el fusil en la mano, inclinado, trepando el cerro a trancos. Vaya sorpresa que te espera, muchacho. Éste iba a ser el día más feliz de tu vida. Cuando estuvo a unos pasos, advirtió que el guardia le sonreía, mostrándole un papel. «El radio de Huancayo», pensó, poniéndose de pie. Las instrucciones de la comandancia. Y, por la cara de Tomasito, eran buenas noticias.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Lituma en los Andes»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Lituma en los Andes» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Отзывы о книге «Lituma en los Andes»

Обсуждение, отзывы о книге «Lituma en los Andes» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.