Array Array - Lituma en los Andes

Здесь есть возможность читать онлайн «Array Array - Lituma en los Andes» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Lituma en los Andes: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Lituma en los Andes»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Lituma en los Andes — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Lituma en los Andes», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

— Usted sabe muy bien por qué, padrino–murmuró el muchacho, bajando los ojos con humildad-. ¿No se lo dijo Iscariote, acaso?

— ¿Estaban en un burdel? — preguntó Lituma-. ¿Con música y putas alrededor de la mesa? ¿Era allí tu padrino como el rey?

— Una medio discoteca, medio bar y medio lenocinio–aclaró Tomasito-. Sin cuartos para las parejas. Los tipos tenían que llevarse a las polillas al hotel del frente. Mi padrino era socio, creo. Yo ni me fijaba en nada, yo tenía los huevos en las amígdalas, mi cabo.

— Quiero oírlo de tu propia boca, hijo de la grandísima puta–ordenó el comandante, con ademán de emperador.

— Lo maté porque el Chancho le estaba pegando para darse gusto–susurró el muchacho, cabizbajo, con un hilito de voz-. Usted ya lo sabia, ya se lo contó Iscariote.

El comandante no se rió. Permaneció muy quieto, mirándolo desde detrás de sus anteojos oscuros, asintiendo ligeramente. Acompañaba el ritmo de la salsa golpeando la mesa con el vaso de whisky. Hasta que, por fin, sin volverse, cogió del brazo a una mujer de blusa tornasolada que pasaba. La obligó a acercarse, a inclinarse y le preguntó a bocadejarro:

— ¿A ti te gusta que tus cacheros te peguen, sí o no?

— Todo lo que tú me hagas me gusta, papacito–se rió la mujer, pellizcándolo en el bigote-. ¿Quieres que bailemos?

El comandante la devolvió a la pista de baile con un amable empujoncito. Y adelantó la cabeza hacia Carreño, que permanecía rígido en su silla:

— A las mujeres les gusta un poco de castigo en la cama, so cojudo, y ni te habías enterado. — Hizo un gesto de asco-. Lo que me jode es haber puesto mi confianza en un pelotudo sin roce y sin mundo. Merecerías que te mate, no por cargarte al Chancho, sino por estúpido. ¿Estás arrepentido, al menos?

— Estoy arrepentido de haber quedado mal con usted, al que tanto le debemos yo y mi madre–balbuceó el muchacho. Y sacando fuerzas, añadió-: Pero, perdóneme, padrino, por lo del Chancho no lo estoy. Lo mataría de nuevo si resucitara.

— ¿Ah, sí? — exclamó el comandante, sorprendido-. ¿Oyes lo que anda diciendo éste, Iscariote? ¿Tú crees que se ha vuelto todavía más cojudo de lo que era cuando entró aquí? ¿Oyes la furia que le tiene al pobre Chancho sólo porque le aflojó un par de manazos a su puta?

— No era su puta, sólo su amiga, padrino–lo interrumpió Carreño, suplicante-. No hable así de ella, se lo ruego, que ahora es mi mujer. Lo será pronto, mejor dicho. Mercedes y yo vamos a casarnos.

El comandante se quedó mirándolo un momento y, por fin, se echó a reír.

— Me volvió el alma al cuerpo, mi cabo–dijo Tomasito-. Esa risa quería decir que, a pesar de las mentadas de madre, comenzaba a perdonarme.

— ¿Él era algo más que tu padrino, Tomasito? — preguntó Lituma-. ¿No sería tu padre, por casualidad?

— Me lo pregunté muchas veces yo también, mi cabo. Es una duda con la que he vivido desde chico. Pero parece que no. Mi madre fue sirvienta en su casa más de veinte años, en Sicuani, en Cusco y en Lima. Vistió y bañó y dio de comer a la boca a la madre de mi padrino, que era inválida. En fin, no sé, tal vez sea mi padre. Mi viejita nunca ha querido decirme quién la embarazó.

— Seguramente lo es–dijo Lituma-. Después de lo que le hiciste al Chancho, no merecías que te perdonara. Hubieras podido comprometer a tu padrino, joderlo con los narcos. Si te perdonó debe ser tu padre. Esas cosas sólo se le perdonan a los hijos.

— Bueno, quedé mal con él, pero también le hice un favor–dijo Tomasito-. Gracias a mí, mejoró su foja de servicios en el cuerpo y hasta le plantaron una condecoración en el pecho. Se hizo famoso por haber acabado con ese traficante.

— Para que te hayas enamorado así, esa Mercedes debe tener un culo como una casa–dijo el comandante, todavía un poco risueño-. ¿Tú ya lo probaste, Iscariote?

— No, jefe, no. Pero, no se crea que es tan sensacional como dice Carreñito. Está enchuchado y la idealiza. Es una morenita de buenas piernas, nomás.

— Tú sabrás mucho de comida pero no de mujeres, gordo, así que sigue comiendo tu apanado y cállate la boca–dijo Carreño-. No le haga caso, padrino. Mercedes es la mujer más bella que hay en el Perú. Usted tiene que comprenderme, usted tiene que haber estado enamorado alguna vez.

— Yo no me enamoro, sólo cacho y por eso soy feliz–afirmó el comandante-. ¡Matar por amor en estos tiempos! Carajo, para que te exhiban en una jaula de circo. ¿Y a mí me dejarías probar ese culo, para saber si valía la pena hacer la cojudez que hiciste?

— A mi mujer no se la presto a nadie, padrino. Ni siquiera a usted, por más respeto que le tenga.

— No creas que porque te hago unas bromas estás perdonado–dijo el comandante-.Tu gracia con el Chancho a mí puede costarme el hermoso par de huevos que me dio Dios.

— Pero si hasta lo han condecorado por la muerte de ese narco–alegó, débilmente, Carreño-. Pero si ahora es usted un héroe nacional de la lucha contra el narcotráfico. No me diga que le hice un mal. Reconozca que le hice un favor, padrino.

— He tenido que sacar un bien de un mal, pedazo de cojudo–replicó el comandante-. De todas maneras, me has comprometido y puedo tener problemas. Si la gente del Chancho quiere venganza, ¿contra quién se va a ir? ¿A quién van a joder? ¿A un pichiruchi como a ti o a mí? ¿Tendrías remordimientos, al menos; si me mandan al cementerio?

— No me lo perdonaría nunca, padrino. Y le juro que iría a tomarle cuentas hasta el fin de la tierra al que le tocara a usted un pelo.

— Puta, me voy a poner a llorar de la emoción con tanto cariño que me tienes — dijo el comandante, bebiendo un trago de whisky y chasqueando la lengua. Y, sin transición, de manera que no admitía réplica, ordenó-: Antes de seguir hablando, y para ver qué penitencia te doy, anda, trae a esa Mercedes. Ahorita mismo. Quiero ver con mis propios ojos si ese culo justifica tanto bolondrón.

— Carambolas–exclamó Lituma-. Ya lo estoy viendo venir a ese pendejote.

— Yo me aterré, mi cabo–confesó Tomasito-. Qué podía hacer, qué iba a hacer si mi padrino se propasaba con Mercedes.

— Sacar tu pistolita y cargártelo a él también–dijo el cabo.

— Qué podía hacer–repitió su adjunto, removiéndose angustiado en su catre-. Dependíamos de él para todo. Para la libreta electoral de Mercedes, para que arreglara mi situación. Yo era, técnicamente, un desertor de la Guardia Civil, dese cuenta. Pasé un rato muy amargo, le digo.

— ¿Tú crees que yo le tengo miedo a ése? — se rió Mercedes.

— Es un sacrificio que tenemos que hacer para poder salir de ésta, amor. Será el mal trago de media horita, apenas. Ya se está aplacando, ya comenzó a hacerme bromas. Le ha picado la curiosidad y quiere conocerte. No permitiré que te falte el respeto, te lo juro.

— Yo puedo defenderme sola, Carreñito–dijo Mercedes, arreglándose el pelo, la falda-. A mí no me faltan el respeto ni los comandantes ni los generales. ¿Qué tal? ¿Paso el examen, caballero?

— Con sobresaliente–carraspeó el comandante-. Asiento, asiento. Ya veo que eres de las cancheras, hijita. Mejor. A–mí me gustan las mujercitas respondonas.

— ¿O sea que nos vamos a tutear? — dijo Mercedes-. Yo creí que te tendría que decir padrino, también. Bueno, tutiémonos, micifuz.

— Tienes buena cara, buen cuerpo y buenas piernas, concedido — dijo el comandante-.Pero eso no basta para convertir a un muchacho en asesino. Algo más debes tener, para haber puesto a mi ahijado patas arriba. ¿Se puede saber qué le hiciste?

— Lo peor es que no le hice nada–dijo Mercedes-. Yo fui la primera sorprendida con la locura que le vino. ¿No te ha contado? Primero lo mató y después me dijo que lo había hecho por mí, que estaba enamorado de mí. Yo no podía creerlo, todavía no puedo. ¿No ha sido así, Carreñito?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Lituma en los Andes»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Lituma en los Andes» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Lituma en los Andes»

Обсуждение, отзывы о книге «Lituma en los Andes» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x