Andrés Trapiello - Los amigos del crimen perfecto
Здесь есть возможность читать онлайн «Andrés Trapiello - Los amigos del crimen perfecto» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Los amigos del crimen perfecto
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Los amigos del crimen perfecto: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los amigos del crimen perfecto»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Los amigos del crimen perfecto — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los amigos del crimen perfecto», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– Sí, todo está bien -dijo al cabo de unos minutos Poe.
Hanna estaba inquieta. Tendría que mentirle. Su vida se había convertido en ese doloroso rosario de trapisondas que es la vida cotidiana de un drogadicto, tanto si reconoce que lo es, como si se halla aún en esa fase en la que, como Hanna, trata de convencerse de que aún está a tiempo de volverse atrás en cuanto así lo decida.
Miró a Poe con tristeza. Seguía acariciando la mano que el joven no se atrevía a retirar. La misma fuerza que le atraía de ella, parecía repelerle. Sólo su corazón permanecía en tierra de nadie, agitado y expectante. El de ella, mortecino, se consumía en recuerdos, como el tallo de esa flor que ya no encuentra fuerza para absorber el agua y con ella la lozanía perdida.
– ¿Echas de menos aquellos días, Rafael?
También se tomó unos minutos para responder. Estaban en una habitación de paredes desnudas, sin más muebles que el esqueleto de una mesa camilla y dos sillas de madera de pino, recién compradas en el Rastro.
– ¿Y tú?
Poe sintió que le flaqueaban las fuerzas, y recordó súbitamente el llamazar de su pueblo. No, no quería adentrarse en un tremedal del que no pudiera salir o del que saliera tan maltrecho como había salido la primera vez, y se tomaba sus precauciones. En cuanto a Hanna, abordó las cosas por su lado más escarpado.
– Ha sido el hombre del que he estado más enamorada en mi vida. Teníamos los dos dieciséis años cuando nos conocimos, y ya luego seguimos juntos todo ese tiempo, la universidad, los mismos amigos, las primeras casas, el primer coche, no nos separábamos ni un minuto.
– Nunca te pedí que me contaras nada cuando vivíamos los dos en la Plaza de Oriente -dijo Poe.
– Pero ahora que no, quiero yo. Estábamos juntos desde que nos despertábamos hasta que nos acostábamos. Viajamos por medio mundo y todas las cosas importantes las conocimos a la vez. También lo de la droga. Pero yo me asusté, y lo dejé, fue cuando me vine a España. Pero seguía enamorada de él. No sabes cuanto. Al principio me costó mucho, fue dolorosísimo. Le dejé como en una leprosería, y me remordía la conciencia. Me parecía que no tenía derecho a huir, si él no podía seguirme. Era como dejar a un compañero herido atrás. Cuando te conocí pensé que había pasado ya todo. Los primeros años aquí viví como acorchada. No volví a salir con nadie, ni siquiera me apetecía, hasta que empecé a hacerlo con Jaime. Aquello fue una claudicación, yo me rendía, estaba harta de estar sola. Contigo fue la primera vez que volvía a sentirme viva. Y todo marchaba bien, de verdad. Pero fue verle de nuevo y no supe lo que me pasó. Yo te quería y creía que te iba a querer siempre, pero no contaba con que apareciera en Madrid. Me di cuenta desde el primer momento de que él también había dejado la droga, y no sabes cómo me alegró eso, pero al vernos sucedió algo muy extraño, como si los dos sintiéramos de nuevo nostalgia de aquel infierno. Y lo probamos una vez. Dijimos: no nos despedimos nunca de aquello; vamos a hacer una despedida como Dios manda. No sabíamos que aquello era la nostalgia de la muerte. No me digas cómo, pero los que estamos en la droga sentimos eso que los demás no sienten. Una nostalgia superior a toda cosa, porque es una nostalgia de algo que en el fondo no conoce nadie. Es la verdadera nostalgia del Paraíso. Y nos pareció maravilloso. Y dijimos: otra segunda vez, la verdadera despedida, lo anterior sólo fue un ensayo, y nos pilló desentrenados. La segunda será la definitiva. Al principio fue sólo los fines de semana. Era como un regreso escalonado al Paraíso, y se empezó a borrar todo lo de alrededor, y el Paraíso ya ves en lo que se ha convertido. Las cosas ahora han vuelto a ser horribles, Poe. Y Peter lo sabe y lo sé yo.
– Pero ¿estás enamorada de él?
Quien ahora meditaba la respuesta era Hanna. Quería ser sincera con alguien, siquiera fuese una vez. Meneó la cabeza.
– Cuando estás enganchado, el único amor es a tu dosis, ¿sabes lo que quiero decir? Es ya como un hábito: él, yo, el caballo, aquella habitación, mi casa, todo ha vuelto a teñirse de cosas que nos son familiares, como una torre de marfil. Y si todo fuese así siempre, todo estaría en su sitio.
– ¿Y lo necesitas todos los días?
– Desde luego que no…-respondió Hanna con firmeza, como si saliera al paso de una calumnia que la afectaba de manera directa. Luego pareció admitir la realidad, y añadió en el tono bajo de las confidencias y las derrotas-. En el fondo qué más da… Sólo los fines de semana… Peter tiene aún su trabajo, pero yo he dejado la Academia.
Poe sabía que le contaba aquello porque el viaje hacia el Paraíso tenía ya parada en todos los apeaderos de la semana, y que iba a pedirle dinero. Pero no dijo nada y Hanna tampoco supo cómo continuar. Se limitó a mirar con ternura a su amigo. Poe notó que volvía a acariciar su mano de una forma mecánica, como acariciamos a un gato o a un perro, mientras pensamos en otra cosa.
– ¿Te hace falta dinero? -preguntó Poe súbitamente.
Y Hanna dijo no, sí, no, bueno, sí, algo, sin saber muy bien qué estaba diciendo.
Poe entró en una habitación y salió con unos billetes que puso en el bolso de su amiga, colgado del respaldo de la silla.
Eso hizo que Hanna, que adoptó un tono jovial, cambiara bruscamente de conversación.
– ¿Cómo podéis vivir así? -preguntó como si fuese en efecto un capítulo distinto de su novela.
Abarcó con una rápida mirada las paredes vacías, dos cajas de cartón en el suelo con los libros, un par de zapatos que alguien había abandonado allí a su suerte, el frío terrazo sin alfombra, las ventanas sin cortinas, las paredes recién pintadas sin cuadros, la mesa camilla sin faldas, las sillas sin cojines y la habitación sin más muebles que esos tres trastos…
… Y nosotros sin mucho de qué hablar.
En esta frase Poe adoptó el mismo tono desenvuelto de su amiga.
– No, Poe. A mi manera yo te sigo diciendo muchas cosas, cuando no estoy contigo. Ya sé que no sirve de nada, pero a veces me imagino que sigues viviendo allí. Te veo como solías sentarte en el sofá, sin decir nunca nada, callado, tan dulce siempre, en tu rincón, en tu sombra. ¿Querrías venir de nuevo conmigo? Me ayudarías a pagar el alquiler. Ahora paso una mala racha. He dejado las clases.
– Ya me lo has dicho.
– ¿Vendrías conmigo? -insistió Hanna.
– ¿Para qué? ¿Te ayudaría eso a salir de ese lío? Al principio yo era el hombre más feliz. Me parecía imposible que algo así me estuviera ocurriendo a mí. Tú has sido la mujer más increíble con la que he estado jamás. En realidad has sido la primera y la única -y Poe hizo esta confesión bajando aún más el tono de voz-. Eres lo más parecido a un sueño. Me gustaba que fueses conmigo un poco como yo. Éramos como dos gatos de esos que se encuentran en un tejado. Me gustaba que fueses tan tranquila, tan silenciosa, tan metódica con todo, tan respetuosa, sin preguntar nunca nada, sin agobiarme nunca, con tu alegría a todas horas, andando por el caballete del tejado sin vértigo, silenciando todas las cosas con la almohadilla de tus patas…Pero supe desde el primer momento que yo no era para ti lo que eras tú para mí. Así ocurre casi siempre. Pero me bastaba, porque de eso no hablamos nunca. Y cuando suele uno hacer algo, ya nada tiene remedio.
– Pero ¿querrías venir a vivir de nuevo conmigo?
– Creo que no.
Fue entonces Poe quien buscó su mano para acariciarla, y el joven hubiera querido llorar, pero nunca lloraba, nunca había llorado, acaso porque en su casa no había visto otra cosa que a su madre llorando por todo. No le dio ninguna importancia a esas lágrimas que no llegaron, las dejó rodar por dentro sin ocuparse de ellas, como si fuesen parte de su mirada sobre las cosas. Hanna se levantó de la silla, se acercó a él y con una caricia quiso borrar el rastro de aquel dolor, pero sólo consiguió extenderlo por todo el cuerpo. Poe se sintió mal. Era incómodo permanecer allí a su lado, de pie, mientras Poe seguía sentado y Hanna se arrodilló frente a él.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Los amigos del crimen perfecto»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los amigos del crimen perfecto» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Los amigos del crimen perfecto» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.