Alejandro Gándara - Nunca Sere Como Te Quiero

Здесь есть возможность читать онлайн «Alejandro Gándara - Nunca Sere Como Te Quiero» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Nunca Sere Como Te Quiero: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Nunca Sere Como Te Quiero»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Santander. Barrio pesquero y ciudad vieja. Dos mundos separados. De uno a otro pasa Jacobo. Hijo de un maestro reconvertido en marinero, estudia COU en el otro lado. Del Barrio forman parte su padre, que ahoga su desamparo en el alcohol, un par de amigos que vagabundean por el puerto, y Roncal, sustituto del padre. De la mano de Roncal llega Jacobo al instituto, un mundo extraño y amenazador… Pero el instituto es también un nuevo comienzo: la palabra estimulante de don Máximo, los ojos aguamarina de Christine…Nunca seré como te quiero narra la doble mirada con que un adolescente se sitúa en el mundo: la descomposición moral y física de un padre; la extrañeza ante el amor.

Nunca Sere Como Te Quiero — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Nunca Sere Como Te Quiero», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

No tenía la sensación de haberse quedado con nada. Por lo menos, con nada que perteneciese a otra persona. Había visto las zapatillas y había visto los pies de Christine. Luego, tal vez, le había parecido que aquella mujer que no se había decidido en la lucha entre lo alto y lo ancho, tampoco podría decidir que lo que había dentro de la caja era suyo. Tampoco había conseguido alcanzarla, aunque no era del todo cierto. La había alcanzado, pero quizá demasiado tarde. ¿Qué significaba «quizá demasiado tarde»?

Mientras bajaba otra vez hacia el Pasaje de Peña, Jacobo trató de recordar algo. ¿Demasiado tarde? Aceleró el paso. Ahora, empezó a correr. Le dio igual que el dolor del estómago fuese entonces como el de una aguja caliente que atravesaba y llegaba hasta la espalda. También le dio igual que al abrir la boca el aire no entrase por ella y que, cuando lo hacía, siempre como un soplo delgado, menos que una brizna, no llegase hasta el fondo de los pulmones y se quedara estancado en alguna parte entre la garganta y el pecho.

Salió de la calle peatonal, corriendo con la caja apretada contra el estómago que le dolía, notando que chocaba contra cuerpos ocultos en abrigos y gabardinas que no había visto o que había calculado que no estarían en su camino. Cruzó por delante del Pasaje de Peña y, antes de entrar en la Plaza del Ayuntamiento, con el dolor convertido ya en un ácido extenso y las piernas botando sin control en el suelo, miró lejanamente el reloj grande de piedra, con las manecillas afiladas de hierro, que observaba como un ojo, que le observaba a él como otro ojo suyo, desde el frontón blanco del edificio del Ayuntamiento. Las dos menos veinte. Demasiado tarde.

No, no era demasiado tarde. Ya no podría ver a Christine y contarle todo lo que tenía que contarle, sobre todo para que Christine no pudiera irse nunca, aunque quisiera. Pero tenía dos zapatillas doradas de bailarina que serían para ella. Y, si no podía contarle la verdad, si él nunca iba a llegar a tiempo para decirle lo que nunca le dijo, siempre tendría dos zapatillas para ella. Dos zapatillas que él había ganado y que serían de Christine, aunque fueran pequeñas, de niña, aunque por su culpa él no hubiera llegado a tiempo a la salida del Instituto.

16

Estaba seguro de no haber dormido en toda la noche. Por eso le sorprendió que en el tragaluz apareciesen nubes con los ribetes blancos que casi siempre se convertían en largos flecos de lluvia. El cristal había estado oscuro todo el tiempo, pero ahora empezaban a distinguirse, todavía dentro de la oscuridad, las maniobras del cielo. Ese cielo arrojaba en el cuarto retales de luz que iluminaban unas partes y dejaban otras a oscuras.

Se había acostado vestido, chaquetón incluido, con la caja de las zapatillas doradas al lado. El tragaluz estaba casi encima de su cabeza. Se acordó de la noche anterior y de la claraboya del rellano. Y, naturalmente, de Christine. Tenía las zapatillas y esas zapatillas también podían hacerle navegar hasta ella, mejor que con el cielo que unía las casas.

No recordaba mucho de la víspera. Después del episodio de la mujer con el peinado en forma de torre y abrigo de tortuga, había intentado ir a muchas partes y al final no había ido a ninguna. Por ejemplo, había intentado ir a casa de Christine y quedarse cerca con la caja de las zapatillas. También se le ocurrió quedarse paseando por donde lo hicieron el primer día, buscando a cada vuelta que ella saliera de casa y encontrarla. También pensó en acercarse hasta donde Fidel. Y en llamar a Roncal. Pero sólo recordaba haber estado, otra vez, como cuando salió disparado en busca de Christine, mirando el Gran Sol en la dársena de Maliaño con la caja de las zapatillas. Quizá había estado en todos esos sitios, pero se le había olvidado, o quizá no llegó a estar, pero se le quedó la memoria del intento. Cuando entró en casa por la noche olió al alcohol de quemar. Ni siquiera apartó las cortinas para echar un vistazo a su padre. Si el olor estaba, su padre estaba, y eso era todo.

Había decidido, sin saber cuándo, sin saber en qué parte de la noche en vela o del día anterior que no recordaba, ir al Instituto y darle a Christine las zapatillas doradas. A Jacobo le parecía que eso ya diría mucho de lo que él no se había atrevido a decir. ¿Lo solucionaba todo?

Debía de ser muy temprano. Cogió la caja, se levantó y fue hasta la cocina. Encendió el fuego y puso leche a calentar. Después, apagó el fuego, pero no hizo nada con la leche. Se quedó sentado en una banqueta con la extraña sensación de que lo que había sucedido era una puerta que se abría a lo que verdaderamente tenía que pasar. Seguía oliendo a alcohol de quemar y se acordó del tufo a gasoil como de un recuerdo sepulto.

No estaba buscando el dinero, quizá sólo había mirado hacia la caja que había dejado encima de la mesa, pero, a pesar de todo, abrió el cajón del dinero. Allí sólo encontró la servilleta de papel como la de los bares, transparente y rota por el bolígrafo, donde ponía:

«Ahora he tenido que irme. Como cuando siempre te he querido. Y no puedes buscarme. Tu padre.»

Jacobo la leyó muchas veces. Como si la entendiera y no la entendiera al mismo tiempo, pero siempre con una sensación extraña en el cuerpo, parecida a como si no llevara nada puesto, a como si no pudiera hacer nada con el frío o el calor. Entonces dijo en voz alta:

– Como no lo entiendo, tengo que buscar a alguien que me lo lea.

Tampoco entendió muy bien sus propias palabras. Ni por qué las había dicho en voz alta. Fue a la cueva donde dormía su padre, retiró las cortinas y se quedó mirando la cama deshecha.

– No ha hecho la cama. A lo mejor, vuelve para hacerla -dijo también en voz alta y sin entender mucho lo que decía.

Luego, miró en el armario y en la mesilla. El armario estaba vacío, pero en el cajón de la mesilla había quedado un lápiz rojo y plano, como el de los carpinteros. Estuvo observando ese lápiz en el cajón vacío y pensando que sin ese lápiz el cajón estaría menos vacío. Lo cogió y se lo guardó. Después, cerró las cortinas de golpe, agarró la caja y salió de la buhardilla con la servilleta escrita en el bolsillo. En su cabeza sólo se había quedado una idea: que alguien le leyese la carta y la entendiera.

Cuando salió a Marqués de la Hermida, aún no había clareado. Las luces de los semáforos estaban en ámbar intermitente y Jacobo pensó que avisaban de que todavía era de noche. Vio luz en el bar de Fitu y se acercó. Por el cristal observó las paredes amarillas y a media docena de hombres tomando café en la barra. Fitu estaba detrás, con el trapo al hombro y la boca escondida en los grandes bigotes. Jacobo se imaginó aquellos bigotes moviéndose como labios y leyéndole la carta que no entendía. Fitu era inteligente y siempre le había protegido en silencio, sin decirle nada, sólo mirándole o mirándole a él y a su padre. Quizá ahora hablase. Jacobo entró y se quedó en la barra, cerca de la puerta.

Fitu le echó una ojeada de arriba abajo. Esa ojeada duró segundos y pareció que Fitu se iba a quedar en ella, sin hacer nada más.

– ¿Te pongo un café? -preguntó, cogiendo una taza del fregadero-. ¿Qué llevas en esa caja?

Jacobo no contestó. El hombre voluminoso puso la taza en la cafetera y empujó la palanca.

– ¿No es un poco temprano? ¿O será que no te has acostado? -preguntó Fitu al volver a su sitio del fregadero.

– No -contestó Jacobo.

– ¿No? ¿No, qué?

– No -repitió Jacobo.

Fitu había empezado a secar vasos. Los secaba a la altura de la panza, pero no dejaba de mirar a Jacobo.

– ¿Dónde está tu padre? -dijo Fitu, de pronto, como si comenzase a saber algo, como si la presencia de Jacobo a aquella hora, con aquella caja, con aquel «no», estuviera ya diciéndole algo al hombre de los bigotes.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Nunca Sere Como Te Quiero»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Nunca Sere Como Te Quiero» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Nunca Sere Como Te Quiero»

Обсуждение, отзывы о книге «Nunca Sere Como Te Quiero» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x