YO TE QUIERO MÁS
BLAKE E. COHEN
LA ADICCIÓN DESDE LA PERSPECTIVA DE LA FAMILIA
Título original: I love you, more
Traducción autorizada de la edición inglesa. Esta traducción se publica y comercializa con el permiso del Autor, propietario de todos los derechos de la misma.
Publicado por primera vez en Estados Unidos en 2019.
© Del texto
Blake E. Cohen
© De la traducción
NEMO Edición y Comunicación, SL
© Next Door Publishers S.L.
Primera edición: marzo 2021
Editor: Oihan Iturbide
Diseño: Ex.Estudi
Corrección: NEMO Edición y Comunicación, SL
Next Door Publishers S.L.
c/ Emilio Arrieta 5, entlo. dcha., 31002 Pamplona
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www.nextdoorpublishers.com
ISBN: 978-84-124767-3-6
DEPÓSITO LEGAL: NA 174-2022
Gráficas Alzate
Impreso en España
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Los trastornos por adicción y consumo de sustancias suponen un grave problema de salud, cuyo tratamiento requiere atención médica profesional. Lo que este libro pretende ofrecer es meramente una guía de ayuda. Ni el autor, ni nadie asociado con Yo te quiero más o la información contenida en sus páginas consideran que este libro pueda ser un sustituto de ningún tipo de tratamiento o atención médica. Este libro debe considerarse una ayuda para ser más proactivo, preguntar dudas y hablar sobre las posibles opciones de tratamiento con grupos de apoyo profesionales. El autor, editor o cualquier persona asociada con el libro Yo te quiero más , el sitio web o cualquier entidad bajo este nombre no se responsabilizan de ninguna pérdida o daño que pudieran derivarse a partir de cualquier dato o sugerencia contenidos en este volumen. Nuestro único objetivo es educar a los lectores respecto a cómo la adicción y los trastornos por consumo de sustancias pasan factura a las familias, y con ello esperamos ayudarlos a llevar vidas más plenas, felices y saludables.
Unas palabras preliminares
Prefacio
Introducción
1. Recuperación
2. Perdido
3. Partida
Unas palabras para ti, que estás luchando
Unas palabras para las familias
La perspectiva de un padre
A mi familia, pues sin vosotros jamás habría llegado a ser quien soy.
A mi querida Chrissy, gracias por apoyarme siempre y por aguantarme.
A quienes seguís padeciendo la enfermedad de la adicción. Sabed que podéis salir de ahí.
A Dan Perry y a tantos otros a quienes esta enfermedad nos ha arrebatado. Siempre os recordaremos.
UNAS PALABRAS PRELIMINARES
Piensa por un instante en el queso más delicioso jamás producido en el corazón de las colinas italianas: tal vez un gorgonzola…, no, espera, un ricota… o, mejor todavía, un pecorino romano. Un auténtico bocatto di cardinale de sabor salado y aroma intenso que cruje de una manera deliciosamente sutil al morderlo. Y, ahora, imagina que alguien ha dispuesto un irresistible pedazo de este manjar italiano en una ratonera. Un canto de sirena deliciosamente aromático que promete una auténtica delicia culinaria, pero cuyo único fin es atraer a algún pequeño roedor para llevarlo a una muerte segura.
Nuestro confiado roedor se arriesga a que la muerte lo lleve por delante, pero aun así no puede resistir los encantos de lo que, con toda probabilidad, le brindará un placer inmediato. El embriagador aroma lo conduce hasta el mortífero artilugio de metal sobre el que reposa un pedazo de queso de oveja envejecido, pero justo entonces reconoce la trampa. De hecho, nuestro ratoncito ha visto horrorizado cómo muchos amigos suyos perecían a merced de artilugios similares.
Sin embargo, el irresistible aroma del queso logra engañarlo, haciéndole creer que logrará ganar en astucia a la trampa mortal. Ese premio final merece la pena que le plante cara a la ratonera y asumir el riesgo de emprender un viaje de ida al cielo de los ratones.
De hecho, el instinto animal de devorar la seductora mezcla de quesos acaba imponiéndose, así que opta por desoír los peligros y darle «un mordisquito nada más». Avanza muy poco a poco hacia el queso, se acerca lo suficiente como para darle un mordisquillo y… ¡caramba! Sí que está a la altura de las expectativas. Salado pero suave; consistente pero intenso y ahumado.
¿Y si le damos otro mordisquito? El ratón nunca había experimentado semejante euforia. Nada malo puede ocurrir por darle otro bocadito insignificante, ¿verdad? El ratoncillo acerca el hocico al queso, salivando con solo anticipar la siguiente oleada de sabor, cierra los ojos y lo envuelve con la boca cuando… ¡zas! La barra de acero de la ratonera aplasta su cuerpecito con un mortífero golpe. ¿Y todo por qué? Por un fugaz instante de placer apestoso. ¿Valió la pena sacrificar la vida por tal menudencia?
La adicción consiste en eso.
Fármacos para el dolor. Fármacos para la ansiedad. Heroína. Cocaína. Alcohol. Estimulantes. Tranquilizantes. Popper . Drogas sintéticas.
Al igual que le ocurría al ratoncito con los irresistibles encantos del queso, algunas personas se sienten tan atraídas por las falsas promesas de incontables placeres de estas sustancias que, aun siendo plenamente conscientes de sus peligros, están dispuestas a arriesgar su libertad, su familia e incluso sus vidas por un mero instante de placer fugaz. Y lo ponen en riesgo una y otra vez.
Blake E. Cohen
No estuve allí cuando Blake cayó en las fauces de la adicción. No conozco de primera mano en qué medida afectó aquello a su familia. Cuando conocí a Blake, ya se había enfrentado a sus demonios internos, había acudido a desintoxicación varias veces y cumplía los mínimos que nuestro centro exige de forma implícita, es decir, dos años de abstinencia sostenida y cumplimiento activo de un programa de recuperación. Aún hoy, nuestra filosofía es la misma que entonces: hay que estar curado antes de pretender ayudar a otros. Resulta muy sencillo juzgar desde fuera, considerar que la adicción la impulsa el fracaso moral y que no es realmente una enfermedad. En cambio, cuesta muchísimo mantener la mente abierta, tener en cuenta los pensamientos y sentimientos de los demás, y cambiar uno mismo. Lo que siempre me ha impresionado de Blake es que parece entender este concepto en toda su dimensión. Se esfuerza constantemente en crecer como persona y, durante el proceso, ha ayudado a muchos otros.
Yo era el director general del centro de desintoxicación donde Blake buscó empleo en la especialidad de drogodependencia. Él ya tenía experiencia en marketing , así como en el tratamiento de personas con trastornos mentales graves, pero eso no le impidió aceptar humildemente el cargo de técnico de salud conductual, en lugar de director de admisiones (que era el puesto que en realidad deseaba). Al parecer, tampoco le supuso ningún problema la significativa brecha salarial entre ambos cargos. Aquel día, durante la entrevista, me dijo que lo veía como una oportunidad de desarrollo personal y de mejor comprensión de los demás.
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