Daina Jalil - La involución de un te quiero

LA INVOLUCIÓN DE

UN TE QUIERO

DAINA ABIDIN

LA INVOLUCIÓN DE

UN TE QUIERO

EXLIBRIC

ANTEQUERA 2021

LA INVOLUCIÓN DE UN TE QUIERO

© Daina Abidin

Diseño de portada: Dpto. de Diseño Gráfico Exlibric

Iª edición

© ExLibric, 2021.

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ISBN: 978-84-18730-20-7

DAINA ABIDIN

LA INVOLUCIÓN DE

UN TE QUIERO

A mi pequeña isla desierta, que es mi familia.

Gracias por rescatarme y nutrirme tras cada naufragio;

en especial, a mi barquito de papel, por hablarme de rumbos

respetando mi deriva, por prestarme sus hojas

y por educarme con su amor incondicional.

Solitaria

Me proclamé de la nada,

sin esperar nadie a cambio.

HOLA, AMOR

Tú a mí no me conoces. Ni yo a ti tampoco.

Hace años que te espero en cada esquina,

en cada cruce de miradas,

en cada playa, entre cada árbol;

en cada portal, en cada nuevo saludo,

en cada nombre desconocido,

en cada tímida sonrisa.

Hace tiempo que te pienso y te espero

en cada grano de café.

Te he dibujado en mi mente como idea.

No como un plan ni como una expectativa.

Sólo como idea.

Porque las ideas vienen, llegan, te encuentran,

ocurren y mantienen vivo el destino.

En cambio, los planes son sinónimo

de objetivo, de meta.

Se trazan, se perfeccionan;

las expectativas se buscan, se luchan,

se evita en ellas los errores

para no fracasarlas y después…

Después, el golpe duele más.

Las ideas dejan espacio a la improvisación,

a la inspiración, a la espontaneidad;

se cuidan, se miman.

Y en ellas cabe aún más el amor que el dolor.

Amor, he pensado en tus manos y en tus gestos,

en el color de tus ojos, en la textura de tus labios,

a veces en tus andares, en tu pelo, en tus ideales

y en el lenguaje e idioma de tu corazón.

Pero nunca he imaginado el tono de tu voz.

Ese detalle lo reservo como la sorpresa

que me anunciará tu llegada a mí.

De espaldas y, tal vez, en una estación o en algún avión.

Pero sé que vives en un letargo lejano a nuestra próxima,

aunque imprevisible, casualidad.

Lo sé, porque te leo a veces

y cada vez con más frecuencia

e intensidad en mis sueños.

Y sé que llegarás volando como la brizna de Lorca,

como cada verano implacable que se presenta.

Porque ya te siento y el amor es eso, ¿verdad?

Un presentimiento y algún que otro

preciso y acertado latido.

CAPÍTULO ÚNICO

Y entre medias…

el amor.

Congela

Primero el hielo.

Después la mirada.

Pierde

Primero el equilibrio.

De repente la vergüenza.

Arde

Primero llamas.

De pronto el corazón

Valentía

No te equivoques:

la valentía se corresponde con el valor

y la verdad que esconde la transparencia

de una lágrima caída a tiempo.

Y no con la fuerza que fracasa

en demostrar un cuerpo abatido.

UN CIELO SIN VALIENTES

Si no vas a arriesgarte,

entonces no me elijas.

Suelo sangrar incluso antes de la herida.

Aunque escueza, aunque arda.

Soy dolor mucho antes que golpe.

Si tienes miedo a las alturas

y te da vértigo caer,

entonces no seré tu opción.

Ni la mejor, ni la peor.

Pero si decides escoger mi mano,

tendrás que apretar fuerte

hasta crujirme los besos.

Porque serás tropiezo antes

de que aparezca la primera piedra,

porque llevarás los arañazos y las cicatrices

antes de sucedernos en guerra.

Y porque con más nudos

que preámbulos en las lágrimas,

no quiero un cementerio

con más héroes bajo tierra

que banderas por victoria.

Mi cielo está vacío de valientes.

LA ESPERA DE UN CAFÉ SOLO

Grita,

grita fuerte.

Espira aquello que tan intensamente

te muerde los pulmones.

No lo dejes sangrar por dentro.

No quiero más cafés a deshoras,

ni más cervezas calientes

con excusas baratas de amigos.

Ya vale de miradas cobardes y asustadizas.

Escupe aquello que tanto te acaricia la garganta,

armando sutil cosquilleo en tus entrañas.

Sé valiente.

Dime que me quieres,

que te gusta el mundo que se esconde en mis ojos

y el amanecer rosado de mi sonrisa.

Dime que quieres ser una más

de mis incomprendidas manías,

y entonces haré de tus brazos

mi más cálido abrigo.

Dime que lo sientes

y que quieres sentirme aún más.

Que quieres irte lejos,

muy lejos…

A mi lado, sé sincero.

Pues si algo he aprendido

de los instintos a primera vista

es que el temor no tiene cabida

en los rincones imprudentes

de un corazón atrevido.

Los te quiero no empapan bien la piel,

si no resuenan en voz alta alrededor.

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