No quiero ser
una muñeca rota
© del texto: Irene Alonso Álvarez
© diseño de cubierta: Equipo Mirahadas
© corrección del texto: Equipo Mirahadas
© de esta edición:
Editorial Mirahadas, 2021
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Primera edición: febrero, 2021
ISBN: 978-84-18649-83-7
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No quiero ser
una muñeca rota
Irene Alonso Álvarez
Pon un Neandertal en tu vida .
Prólogo Prólogo Nos encontramos por casualidad un día de invierno, y te quedaste prendado de mí. Eloise es una mujer fuerte y alta, quizás demasiado alta para la media, y por ello ve al resto de las personas sin mirarlas. Es curioso cómo Eloise ha cambiado tanto en tan limitado espacio de tiempo. Hace años, al salir del trabajo, marchaba con aire decidido y puede que, hasta arrogante, con sus tacones de alta costura y su blusa de seda auténtica, al encuentro de sus compañeros de trabajo en los mejores locales de Milán. Se comportaba de manera altiva y orgullosa. Con un semblante áspero que no dejaba traslucir ni una cantidad mínima de sentimientos. Era una piedra tan ardiente como hermosa. Pero todo aquello cambió. La máscara se cayó al suelo y se hizo añicos. Ahora mismo la estoy observando desde un pequeño hueco de una ventana. Llevo observándola una semana ya. Alquilé un pequeño ático destartalado, enfrente del parque. De esta manera, podía conocer todos y cada uno de sus movimientos evitando así que vuelva a escaparse. Ella no mira hacia arriba, está demasiado ocupada mirándose los playeros desgastados, removiendo sus alargadas pestañas con mirada perdida y sin mover un músculo. No entiende cómo he llegado a encontrarla otra vez. No entiende por qué no puedo dejarla atrás. Pero hay un aspecto que entiende a la perfección. Sabe que tengo que llamarla. Voy a llamarla. Tengo que hacerlo. Ya dijo la psiquiatra que era por su bien. Continúo contemplando cómo aquella figura tan bella se va desvaneciendo. Como si sus pensamientos fueran raíces entrelazadas que, poco a poco van formando una pequeña y delicada planta. Ahora entiende por qué no puedo dejarla atrás. La cruel resignación transforma por completo su hermoso rostro. Se encuentra tan absorbida por sus múltiples problemas, que solo puede observar cómo ocurre la desgracia. Sin caminos que tomar, sin ventanas que saltar, sin opciones. Ahora… Solo puede esperar mi llamada.
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Epílogo
Nos encontramos por casualidad un día de invierno, y te quedaste prendado de mí.
Eloise es una mujer fuerte y alta, quizás demasiado alta para la media, y por ello ve al resto de las personas sin mirarlas.
Es curioso cómo Eloise ha cambiado tanto en tan limitado espacio de tiempo. Hace años, al salir del trabajo, marchaba con aire decidido y puede que, hasta arrogante, con sus tacones de alta costura y su blusa de seda auténtica, al encuentro de sus compañeros de trabajo en los mejores locales de Milán.
Se comportaba de manera altiva y orgullosa. Con un semblante áspero que no dejaba traslucir ni una cantidad mínima de sentimientos. Era una piedra tan ardiente como hermosa.
Pero todo aquello cambió. La máscara se cayó al suelo y se hizo añicos.
Ahora mismo la estoy observando desde un pequeño hueco de una ventana.
Llevo observándola una semana ya. Alquilé un pequeño ático destartalado, enfrente del parque. De esta manera, podía conocer todos y cada uno de sus movimientos evitando así que vuelva a escaparse.
Ella no mira hacia arriba, está demasiado ocupada mirándose los playeros desgastados, removiendo sus alargadas pestañas con mirada perdida y sin mover un músculo.
No entiende cómo he llegado a encontrarla otra vez.
No entiende por qué no puedo dejarla atrás.
Pero hay un aspecto que entiende a la perfección.
Sabe que tengo que llamarla. Voy a llamarla. Tengo que hacerlo. Ya dijo la psiquiatra que era por su bien.
Continúo contemplando cómo aquella figura tan bella se va desvaneciendo. Como si sus pensamientos fueran raíces entrelazadas que, poco a poco van formando una pequeña y delicada planta.
Ahora entiende por qué no puedo dejarla atrás.
La cruel resignación transforma por completo su hermoso rostro. Se encuentra tan absorbida por sus múltiples problemas, que solo puede observar cómo ocurre la desgracia. Sin caminos que tomar, sin ventanas que saltar, sin opciones.
Ahora…
Solo puede esperar mi llamada.
Allá en aquellos tiempos querías averiguar qué luz escondía. Buscando, buscando… te encontré y me enamoré sin sentido.
Desde el primer momento que nos presentaron, Eloise se mostraba reticente. Rehusaba mis cumplidos y mis intentos de conversar en la intimidad, se alejaba en cuanto el decoro social se lo permitía, o mentía sobre su disponibilidad, si yo me encontraba en el mismo grupo.
Fui muy tenaz, necesitaba hablar con ella para transmitir el mensaje de nuestro padre.
—Entiendo que nos odie a muerte, de verdad. Nos portamos muy mal con ella, pero… No deja de ser mi hermana pequeña. —Sorbió los mocos que colgaban de su nariz chata—. Extraño tanto su presencia que me duele el corazón al respirar.
Hacía ya un par de días que la había llamado… Pero la muy perra había hecho saltar el contestador nada más escuchar mi dulce voz.
Mi padre me acribillaba a preguntas, y sentía a través de la línea telefónica que estaba tan desesperado como yo.
Tú no lo entenderías. Te encuentras sentado leyendo, sin mayor preocupación que pasar a la siguiente hoja o decidir qué vas a cenar hoy.
Pero mi Eloise lleva desaparecida años... Desde que decidimos llevarla al psiquiatra. Y ahora nos odia, nos detesta. Nosotros lo único que queremos es que vuelva al hogar familiar. Que vuelva todo a ser como antes… cuando ella y yo estábamos juntos y nadie se interponía en nuestro camino. Todo lo que queríamos lo conseguíamos, no había nadie ni nada capaz de pararnos, excepto nosotros mismos. Y eso fue lo que pasó… Eloise decidió abandonarme. Dejarme fuera de juego y robarme a los clientes y todo el dinero que guardábamos lejos de padre, por supuesto.
Por lo tanto, decidí que para no perder más el tiempo en mierdas inútiles iba a presentarme a la salida del edificio donde trabajaba.
Aprovechando que se encontraba con más compañeros de trabajo decidí inventar una historia tan angustiosa e inverosímil, como para que Eloise no tuviera más remedio que acompañarme en un viaje de una hora en coche.
Como decía mi padre… Todo lo que sueñes puede convertirse en realidad.
No podía creer mi buena fortuna, ¿era de verdad tan patética? O ¿solo era una niñata inconsciente? En todos aquellos años… ¿No había aprendido?
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