Irene Alonso Álvarez - No quiero ser una muñeca rota

Здесь есть возможность читать онлайн «Irene Alonso Álvarez - No quiero ser una muñeca rota» — ознакомительный отрывок электронной книги совершенно бесплатно, а после прочтения отрывка купить полную версию. В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: unrecognised, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

No quiero ser una muñeca rota: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «No quiero ser una muñeca rota»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Eloise nació siendo una chiquilla aterrada en un pequeño pueblo del Sur de la Toscana. Hace unos años consiguió escapar de casa; cuando su familia intentó ingresarla en un centro de trastornos mentales. En la actualidad es una mujer triunfadora, meticulosa, atractiva y con una inmensa cuenta corriente. Hasta que, su hermano la encuentra y todo su mundo se derrumba. Pero no se da por vencida y continúa luchando con sangre y miedo para alcanzar su verdadero objetivo: La Felicidad. Pero ser feliz es más duro de lo que ella pensaba. ¿Qué serías capaz de hacer por ser feliz?

No quiero ser una muñeca rota — читать онлайн ознакомительный отрывок

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «No quiero ser una muñeca rota», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

«Yo sí que estoy flipando —pensó, mientras la risa disminuía, hasta convertirse en pequeños sonidos vacíos. Esos minutos que escuchó la conversación habían valido la pena—. ¡Dios, qué satisfacción!». Al poco rato de haberse calmado, sintió que empezaba a tener hambre y se dirigió con paso firme a un restaurante de la calle Fern Hill, Mackenzie Restaurant. Era un sitio muy elegante, podríamos decir que clásico y, por muy extraño que parezca, lo encontró acogedor.

—Después de comer un buen plato de carne a la piedra compuesta por pollo, cordero, cerdo y ternera y picotear un poco los pimientos y tomates asados, mi cerebro rugía desenfrenado por su dosis de cafeína. Así que salí muy satisfecha del restaurante y me dirigí a un antiguo edificio de madera, que según comentó el camarero era una casa de baños de la playa Lacustre. Admiré con ilusión la coqueta y amplia terraza al borde del lago con vegetación por doquier, mientras me suministraban mi deseado café que ansiaba como una pequeña yonqui.

Eloise admiraba el paisaje mientras observaba con poco disimulo a los otros clientes que estaban en la terraza, unas arrugas finas asomaron en su frente al darse cuenta de que ninguna persona hablaba con nadie, a menos que fuese una pantalla táctil. Los niños se encontraban pegados como moscas a las tablets con series infantiles, creadas como sistema para educar y evitar molestar. Los adultos no mantenían ninguna conversación porque estaban entretenidos con vídeos de gatos en Facebook o enviando fotos comprometidas a Tinder —con la pareja al lado, por supuesto— y los jóvenes… creo que ellos prefieren vivir a través de un filtro, de una cantidad infame de me gusta o imaginando ser popular por la cantidad.

No llegaba a entender cómo aquellas mujeres tan bellas se pintaban la cara para tener un rostro diferente, añadían silicona a sus labios ya hermosos o, aumentaban sin control sus pechos o culos…

—Creo que no tengo ni la más remota idea de lo que es la belleza hoy en día.

Eloise chasqueó otra vez la lengua contra el paladar, mostrando su disconformidad, pero sin hacer nada más.

Porque nuestra protagonista —recordad, incautos lectores—, no era ninguna heroína de momento.

Día TRES

—Hola, desconocida, me llamo Vanina Ferroni —saludó de repente una mujer de mediana estatura, con el pelo rubio rizado y un atuendo del todo desafortunado.

—Disculpe, ¿nos conocemos? —pregunté con denotada contrariedad.

—Por supuesto que no, te he estado observando e imaginé que te encontrabas sola en esta ciudad, y como yo también soy una turista solitaria he decidido que podríamos compartir el café en la misma mesa. Quizás hasta podríamos ser amigas de viaje. … Si te parece, claro… —puntualizó Vanina al comprobar que la expresión de mi rostro era desconcertada y dislocada.

Me encontraba demasiado aturdida —¿se comportaban de ese modo tan amistoso todos los turistas que viajaban solos?—. Lo estuve meditando durante lo que parecieron minutos enteros. Había prometido al comienzo del viaje ser sociable y nunca está de más conocer a otras personas, por muy diferentes que parezcan a simple vista. Asimismo, comenzaba a aburrirme de permanecer sola, con lo cual decidí aceptar su oferta. Observé a Vanina cómo se dirigía hacia la barra para pedir un café y regresar a la mesa para sentarse a mi lado.

—¿Quieres acompañarme a una galería de arte que está muy cerca de aquí? —preguntó Vanina con una voz alegre y desenfadada.

Esta vez no tardé tanto tiempo en pensármelo, acepté sin rechistar ni componer una mueca de contrariedad.

Al comenzar el recorrido, Vanina hablaba sin pausa ni respiración sobre lo que había aprendido de Queenstown.

—¿Sabías que pertenece a la región de Otago? ¿Has visto el Lago Wakatipu? Es un lago alargado con vistas fantásticas a las montañas. ¿Y las cuevas con luciérnagas? Me dijeron en recepción que eran una maravilla e imposible perdérselo. Yo decidí venir aquí, porque en la agencia de viajes la denominaron la capital mundial de la aventura, pero la verdad es que no me atrevía a hacer ninguna actividad sola, ¡qué afortunada he sido de encontrarte! Ahora podremos hacer todo juntas, ¿hasta qué día te quedas?, ¡espera, no me lo digas! ¡Viviremos la aventura con más riesgos, si no conocemos el final de ella!

—¡Mira, aquí está! —Vanina correteó alrededor de un pequeño edificio señalando todo y riéndose al mismo tiempo—. Este es mi lugar favorito. ¡Ven, vamos a entrar! ¡vamos, dame la mano! La galería de Julia es espectacular. La tienda está un poco apretada y tiene cuadros en cada espacio disponible, ¡pero son verdaderas obras de arte! Bueno, Eloise, ¿no te gusta hablar demasiado, verdad? ¡No importa! Ya hablo yo por las dos. Entonces… ¿Qué te parece mi pequeño rincón de Queenstown? ¿Te gusta?

—Tienes razón, Vanina, este sitio es una locura, me transmite la sensación de entrar en un lugar… —Eloise entrecerró los ojos buscando las palabras que necesitaba con la mente—. ¡Dramáticamente colorista! —concluyó con ímpetu y alegría.

Vanina se rio de la ocurrencia de su nueva compañera de viaje enseñando los dientes laterales que se encontraban un poco torcidos.

—Eloise, me alegro mucho de haberte conocido —soltó de repente Vanina sin venir a cuento (tal y como se había percatado Eloise, Vanina cambiaba tan deprisa de tema y sin sentido como un puercoespín de sombrero).

—Am… me alegro, Vanina, yo también me alegro, la verdad. Estoy disfrutando de tu compañía, y eso es bastante raro en mí —confesó Eloise con franqueza y una sonrisa muy agradable y amplia, que cambió su rostro a uno más bello (si fuera posible).

—¿Te parece si vamos paseando hacia tu hotel? Porque el mío está en una calle más abajo —preguntó con interés Vanina, toqueteando algo que tintineaba dentro de su bolso.

—Por supuesto, querida, voy a dejarte disfrutar de mi maravillosa compañía —bromeó Eloise con una sonrisa pícara.

Eloise observó a Vanina mientras caminaba, porque parecía como si estuviera flotando por encima del resto del mundo.

—Cada cinco minutos me sonríe y cuenta alguna anécdota divertida agarrando mi brazo y enlazando con su mano. Ya somos una pareja de turistas solitarias —pienso contenta, entretanto, mi cerebro decide aparecer con unos lazos de colores brillantes que danzan al son de Three Little Birds – Bob Marley.

—Te voy a hacer una pregunta que hago siempre a mis alumnos a comienzo de curso, ¿te parece? —preguntó Vanina con una mirada luminosa en la cara y una amplia sonrisa.

—¡Qué sorpresa! No te imaginaba ejerciendo de profesora, pensé que trabajabas de periodista, corresponsal de guerra… o algo similar —expresó Eloise con desconcierto.

—Jajaja, ¡eso es demasiado simple para mí! ¡Qué aburrido sería! —respondió Vanina divertida—. Soy profesora de filosofía en la universidad de Edimburgo. Tengo la bendita suerte de abrir los ojos a unas pocas personas, de esta manera, cuando me voy a dormir pienso que hay menos ovejas en este mundo tan robotizado. ¡Bueno, ahí va la pregunta! Prepárate y deja que tu mente disfrute: ¿Hace ruido el árbol que cae cuando no hay nadie para escucharlo? —Vanina esperó con paciencia su reacción.

Nuestra protagonista permaneció en un silencio espectral —jamás hubiese imaginado algo tan simple—.

—¡Es una pregunta trampa, profesora! —reprendió Eloise riéndose—. ¡Claro que no hace ruido el árbol! Si no hay nadie para escucharlo no existe ruido posible, ¿no?

—¡Piensas igual que Berkeley! Aunque él, además, planteó que ni siquiera el árbol existiría —añadió Vanina con una sonrisa socarrona que acentuaba su belleza natural.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «No quiero ser una muñeca rota»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «No quiero ser una muñeca rota» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «No quiero ser una muñeca rota»

Обсуждение, отзывы о книге «No quiero ser una muñeca rota» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x