En los años que siguieron a mi especialización en adicciones, comencé a prestar gran atención a las dinámicas familiares que se producían en las vidas de nuestros pacientes durante el tratamiento. Mi experta competencia en el cuidado y tratamiento de pacientes drogodependientes implica orientarlos y formarlos no solo a ellos, sino también a sus familias, con el fin de aplicar los cambios necesarios para que recuperen las riendas de sus vidas y superen su trastorno por abuso de sustancias, así como los comportamientos derivados de este. No tengo claro si a todos mis homólogos les ocurre lo mismo o si se debe más bien a mi personalidad, pero suelo crear estrechos vínculos con aquellos a quienes intento ayudar. Esto me ha llevado a desarrollar muchas relaciones maravillosas que sigo valorando en la actualidad.
Gracias a la atención con la que observo cómo se ve afectada una familia, he podido ser testigo de un amplio abanico de respuestas emocionales a la hora de lidiar con un ser querido que sufre de adicción a sustancias. He visto a gente que se informa lo máximo posible y a otra que, tras abandonar a sus seres queridos, decide no saber nada de ellos. He visto a familiares y a personas cercanas a los pacientes empezar a tomar las mismas drogas con el propósito de entender cómo puede resultar tan poderosa la atracción de algo inerte. He escuchado a ancianos suplicar entre lágrimas que su nieto «verdadero» regrese junto a ellos. He presenciado niveles de frustración que superan mi entendimiento. Me han llamado por teléfono algunas madres para comunicarme, con un tono escalofriantemente sosegado, que acababan de encontrar a sus hijos muertos por sobredosis en el sofá.
Sin embargo, lo que casi nunca he visto es que en una misma historia una persona comprenda de manera genuina la perspectiva de la otra persona. Y no será porque no lo han intentado. Muchas familias con las que he trabajado han asistido a programas familiares de fin de semana, se han unido a grupos de apoyo locales y han comprado libros sobre la adicción. No obstante, a lo que me refiero es a meterse de verdad en la piel de sus seres queridos para ver el mundo desde su perspectiva. Entiendo que les supone toda una proeza, casi una quimera.
Yo te quiero más ayuda a comprender mejor las diversas perspectivas y experiencias de familiares que han tenido que enfrentarse a esa terrible enfermedad llamada adicción. Así pues, el objetivo de este libro es convertirse en un vehículo que te permita introducirte en los cuerpos y las mentes de un adicto y su familia, para ver el mundo a través de sus ojos mientras viven una de las experiencias más tormentosas, descorazonadoras y llenas de dolor a las que tengan que enfrentarse jamás.
Desde la perspectiva de las madres, padres, hermanos y las propias personas que luchan contra su adicción, he ideado tres historias fáciles de leer que narran cómo percibe emocionalmente la situación cada miembro de la familia. Aunque se trate de historias ficticias, están salpimentadas con multitud de datos que he recopilado durante años de conversaciones con familias a las que ha ayudado. Utilizando experiencias propias y ajenas, así como información obtenida de entrevistas que he realizado, incluyo aquí tres relatos: uno de recuperación posterior a la adicción, uno sobre un joven que no puede dejar de drogarse pese a las terribles consecuencias que afronta y uno en torno al duelo que conlleva haber perdido a un hijo por sobredosis.
Nunca llegas a comprender de verdad la vida o las decisiones de otra persona a menos que te metas en su piel (y sudes la gota gorda con sus experiencias). Espero que este libro te ayude a profundizar en ello, tanto si eres familia de alguien que sufre drogodependencia como si eres tú quien la sufres o si, sencillamente, te interesa aprender más sobre los entresijos de la enfermedad de la adicción. Este libro te apela a ti, seas quien seas, y te permite vivir un día de la vida de alguien que convive con una enfermedad que afecta a millones de personas.
No existe cura para la adicción. No existe ninguna píldora mágica que pueda hacer que todo desaparezca; de hecho, tal vez sea precisamente una «píldora mágica» el motivo por el que una persona drogodependiente está intentando superar su adicción. Como mucho, lo que podemos hacer para ayudar a poner freno a esta creciente epidemia es educar y sensibilizar en torno a la enfermedad de la adicción. Podemos fomentar la comprensión y reducir el estigma que rodea los trastornos por consumo de sustancias. La gente juzga de antemano a quienes están hundidos en la adicción; es como un silencioso asesino que suele pasar inadvertido, a no ser que tengas la formación adecuada para detectarlo. Este libro te servirá como recurso educativo. Considéralo como una especie de gafas nuevas, una herramienta para cambiar tu modo de percibir la adicción, que te permitirá acercarte a quienes la padecen mostrándoles compasión, en lugar de desconcierto, desagrado o consternación.
Una vez leídos estos relatos, te recomiendo que leas también las preguntas de debate que aparecen al final, pues te ayudarán a ampliar tu perspectiva y a interconectarlos, a la vez que te facilitan la comprensión de las experiencias vividas por cada personaje. Dado que el objeto de esas preguntas es invitarte a reflexionar, procura no saltártelas. También podría venirte bien leer los relatos en voz alta o en grupo y luego usar las preguntas finales para abrir un interesante debate. Los relatos y las preguntas se pueden leer seguidos o de manera independiente, eso lo dejo a tu gusto. No hay una forma correcta o incorrecta de abordar la lectura.
Espero que disfrutes de Yo te quiero más y que te sea útil tal y como tú lo necesites. 
1.La expresión «a largo plazo» se refiere a que el alcoholismo o adicción es un trastorno que se mantiene durante toda la vida del adicto, es decir, no tiene cura. Generalmente, las personas con trastornos de adicción tienen presente su condición y conciben su proceso de rehabilitación como un continuum . (N. del E.).
2.Existen varios modelos que tratan de explicar los trastornos por abuso de sustancias. Uno de ellos es el modelo biológico que considera la adicción como una enfermedad cerebral. (N. del E.).
3.La adicción activa —o «estar en activo» como suele expresarse en España—se refiere al hecho de estar consumiendo. El paciente adicto considera que su trastorno es crónico y lo que diferencia la fase activa de la pasiva es el hecho de estar consumiendo la sustancia en ese momento. (N. del E.).
Recuperación 1
—PERO ¿se puede saber cuántas veces tengo que repetírtelo, Josh? ¡Quiero todos los frascos del botiquín sobre la mesa de la cocina, que papá está a punto de volver a casa! El coordinador de altas en rehabilitación dijo que debíamos deshacernos de todo aquello con lo que pudiera drogarse o que pudiera suponerle una tentación.
Sentado cómodamente en el sofá, Josh mira a su madre en la cocina y pone los ojos en blanco. Se levanta mientras deja en pausa lo que estaba viendo en el televisor y guarda el mando en el bolsillo trasero de los pantalones. Después, abandona la sala de estar para meterse en el baño principal.
Han transcurrido cuarenta y cuatro días desde que su padre, Roman, ingresó en rehabilitación por tercera vez; y la tensión que está provocando su regreso inminente tiene a toda la familia con los nervios de punta. Incluso su perro Einstein ha percibido que algo ocurre, a la vista de cómo ha deambulado inquieto por la casa durante toda la tarde.
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