Ignacio Carrión - Cruzar el Danubio

Здесь есть возможность читать онлайн «Ignacio Carrión - Cruzar el Danubio» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Cruzar el Danubio: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Cruzar el Danubio»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Premio Nadal 1995
"Cruzar el Danubio es una novela con distintos escenarios, pero uno de los más importantes es Viena, de ahí el título que hace referencia al Danubio", manifestó el periodista Ignacio Carrión que hasta ayer se hallaba en Suecia, realizando un reportaje para EL PAIS Semanal sobre los países recien incorporados a la CE. "La trama transcurre a lo largo de 30 años, con una alternancia constante del presente y el pasado. Hay un narrador objetivo cuando se refiere al pasado y un narrador subjetivo que habla del presente en primera persona. Los escenarios en los que transcurre la narración son España, Austria, Estados Unidos, Francia e India" Sarcástico
"El argumento cuenta la historia de un periodista, de algún modo poco convencido de la nobleza del oficio en si mismo, que trabaja con la convicción de que todo es un poco fraudulento, de modo que todas las situaciones están descritas de un modo muy sarcástico" añadió Ignacio Carrión, que interrumpió el reportaje que estaba realizando para asistir a la velada del Nadal. "El planteamiento es muy crítico con el momento actual del períodismo en España".
Ignacio Carrión nació en San Sebastián,en 1938. Estudió Periodismoen Valencia, ciudad donde regentó durante la dictadura franquista la librería Lope de Vega. Actualmente está separado -y tiene tres hijos: una hija también periodista, un hijo ingeniero y otro que estudia pintura en Nueva York.
Ha sido corresponsal del diano Abc en Londres y enviado especial del mismo periódico por todo el mundo. También trabajó como corresponsal de Diario 16 enEstados Unidos. Vivió un año en, Califórnia, y desde hace unos años trabaja.en EL PAÍS como autor de entrevistas y reportajes en el suplemento dominical. Carrión ha escrito un libro de relatos breves, Klaus ha vuelto, 11 historias, que tienen, según su autor "una presentación realista; algunas son medio oniricas y contienen recursos fantasmagóricos". Ha publicado una novela,. El milagro, en, la que integra la remembranza personal, la elaboración de lo autobiográfico, con la caracterización de nuestro pasado histórico. También es autor de tres libros de viajes frúto de su larga experiencia como corresponsal y enviado especial: India, vagón 14-24; Madrid, ombligo de España, y De Moscú a Nueva – York, ilustrado por Alfredo.
"El estilo de la novela es conciso, sin artificios, bastante en oposición a toda una suerte de literatura retórica y preciosista que se hace hoy en día", señaló también Carrión "Trato de mantener un cierto sentido de la economía del lenguaje, con frases cortas de lectura veloz y puntuación muy escueta (hasta el, punto de que tan sólo hay una coma en todo el libro), pues creo que hemos olvidado un poco que el idioma es una forma de comunicación muy directa. Por supuesto, la trama y las situaciones no son tan simples ni directas".

Cruzar el Danubio — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Cruzar el Danubio», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Ellos mismos se delatan. Su mirada decía a voces me estoy llevando un chaleco salvavidas en mi equipaje de mano. Me lo llevo y no me importa lo que pueda pasar cuando este avión vuelva a cruzar el océano y haya una emergencia y los pasajeros tengan que ponerse el chaleco salvavidas y uno de ellos no tenga chaleco salvavidas. Mala suerte. Yo quiero este chaleco salvavidas porque me gusta tener en mi casa un chaleco salvavidas.

Pero Juan sabía cómo proceder en estos casos. Miró al imberbe canalla moviendo la cabeza a un lado y otro.

No. Eso no se hace amigo mío. No. Eso no.

El otro trató de devolverle una sonrisa forzada. Se puso más colorado que un pimiento. Se agachó como para recoger algo a sus pies cuando en realidad se agachó para deshacerse del chaleco a toda prisa. Se colocó de espaldas a Juan que ahora podía contar las gotas de sudor que resbalaban por el pescuezo de aquel joven canalla que estaba verdaderamente hecho puré.

Juan sintió una gran satisfacción. Auténtica euforia moral. El orgullo se le escapaba por las narices como el relincho saludable de una caballería. ¿Quién sino él podía haber detectado una maniobra de robo tan refinada de no haber sido un consumado coleccionista de cuchillos de mantequilla de los hoteles Hilton?

Nadie. Porque nadie ha desarrollado el mismo olfato. Nadie ha afinado la vista así. Y nadie tiene esa autoridad para intervenir en el momento justo evitando el escándalo. Detestaba el escándalo.

Le tranquilizó comprobar que no sólo poseía las cualidades del perfecto cleptómano sino también la sagacidad del incansable detective. Ese joven canalla no dominaría nunca el arte de robar cuchillos de la mantequilla. Tal vez ni siquiera lo habría intentado. Su brutalidad le empujaba solamente a robar chalecos salvavidas en los aviones.

Uno dos. Uno dos.

Grabando.

Grabando Juan no esperaba encontrar tantos mutilados en los países islámicos. Gente sin dedos. Sin manos. Sin pies. Cuando Damas y Caballeros le envió a Dahran para cubrir las payasadas de la Guerra del Golfo se dio cuenta de que la mitad de la población saudí estaba mutilada. Aquello era mucho más impresionante que la guerra que aún tardó meses en estallar. El sirviente de Sri Lanka que limpiaba su habitación había perdido tres dedos. Nunca le confesó el motivo. No hacía falta.

El jardinero era manco.

A un mozo de equipajes le habían cortado prácticamente todos los dedos de las manos.

El portero empujaba la puerta con el codo.

De todas partes salían los mutilados. Habían robado. Habían sido castigados. Ya no robarían nunca más. Los clientes del hotel podían dejar las maletas abiertas. El dinero a la vista. Los objetos de valor encima de la mesa. Todo estaba seguro. Nadie tocaría nada. Nadie se arriesgaba a perder el resto de sus extremidades. Tanto si eran como si no eran seguidores del Profeta.

Los preparativos de la guerra inteligente resultaron ser de una torpeza insultante. En el Centro de Propaganda del Ejército norteamericano daban notas impublicables. Había despachos de las agencias totalmente idiotas que a falta de cualquier información los corresponsales de guerra copiaban y alteraban un poco para darles cierto estilo personal. Todo mentira. Aburridas crónicas de precalentamiento bélico a bordo del USS Wisconsin empezaban diciendo que en esta mañana muy soleada y calurosa disponemos de todo el espacio del mundo para disparar. Luego continuaban diciendo que habían disparado mucho. Y a continuación el responsable máximo de hacer esos disparos desde el USS Wisconsin respondía idioteces a las preguntas igualmente idiotas del periodista elegido para esa misión de propaganda. Los corresponsales se las ingeniaban para hacer creer a sus respectivos lectores que habían estado separadamente en el USS Wisconsin presenciando una sesión de tiro. Sandeces y más sandeces que el director de Damas y Caballeros publicaba en primera página para dejar patente desde el comienzo del conflicto bélico que uno de sus hombres esperaba el comienzo de la batalla en el frente. Se trataba nada más que de un fraude muy bien urdido por los periodistas cada mañana a la hora del desayuno en el hotel. Todos estaban dispuestos a transmitir cuantas exageraciones y embustes fabricaran sus mentes.

Periódicos de todo el mundo. Emisoras de radio de todo el mundo. Televisiones de todo el mundo esperaban el ansiado día D y la hora H mientras sus mentirosos asalariados mataban el tiempo oyendo las noticias de la BBC chapoteando en las piscinas orientadas hacia La Meca y bebiendo grandes zumos de naranja a precios exorbitantes servidos por los oscuros mutilados de la ley del Islam. Y un día tras otro allí no pasaba nada.

Hasta que por fin una mañana de tantas llegó soltando alaridos el reportero español con fama de traer la guerra total metida en la cámara.

Atención. Ya estoy aquí. La guerra va a empezar.

El reportero preguntó dónde había un tanque. Un tanque saudí o un tanque americano. Eso le daba igual. Un tanque con un gran cañón. Le dijeron que había un tanque decorativo en un acuartelamiento cercano. Entonces el reportero ordenó a su equipo de televisión que le acompañaran hasta el tanque. Una vez allí el corresponsal de guerra se colocó delante del cañón ataviado con ropa de camuflaje y mirándose el reloj sentenció que había empezado la cuenta atrás para la guerra.

Es inminente. Mañana. Pasado mañana. Incluso esta tarde.

Los iraquíes atacarían a las fuerzas aliadas con armas químicas y bacteriológicas. Tal vez atómicas. La guerra iba a ser devastadora. Escalofriante. Guerra de misiles. Misiles tierra mar. Misiles tierra aire. Misiles tierra tierra. ¡Trágame tierra! No había esperanzas de evitar esa lluvia de misiles.

Sin embargo la guerra no estalló al día siguiente tal como estaba anunciado. Ni al otro. Ni al otro. Ni al cabo de un mes. Ni de tres meses. Nada. El retraso de la guerra era ofensivo. Macabro. Decepcionante. A lo sumo algún soldado de la US Army moría atropellado por un camión también de la US Army. Y eso era todo.

Las tropas multinacionales fueron desplegadas lentamente en el desierto. Pero el reportero que llevaba la guerra en la cámara no perdía las esperanzas. Este retraso tenía una justificación. Este retraso era un retraso deliberado. Era una prueba de la magnitud pavorosa que alcanzaría la guerra en cuanto sonara el primer disparo. ¿Para qué estaba él en Arabia Saudí? ¿No era él un imán infalible para la guerra? ¿Cuántas guerras le habían fallado? Ninguna. Y alargaba su pescuezo y levantaba su nariz para olfatear los aires de la guerra. Entonces le apuntaban sus fieles cámaras.

Ya sopla el aire de la guerra. Ya percibo su intenso y putrefacto aroma dulzón. El olor de los cadáveres.

Entornaba los ojos.

¡Corta! Ya vale.

Mientras la guerra relámpago se aproximaba a paso de tortuga los corresponsales de guerra todavía sin guerra podían visitar a las tropas acampadas en el desierto. Allí podían entrevistar a los soldados en pie de guerra. Podían fotografiarlos apoyados en sus armas. Subidos a los carros de combate. Tumbados en los catres. O incluso mirando revistas de mujeres desnudas. Luego regresaban a sus hoteles en Dahran para tomar una buena ducha y una buena cena después de enviar una buena crónica.

Durante cuatro interminables meses el único pasatiempo que se ofrecía a la prensa eran unas agotadoras excursiones en dirección a la frontera kuwaití en autobuses militares saudíes. Se salía al amanecer y se regresaba antes de media noche. Este tipo de turismo escolar era muy del agrado de los reporteros japoneses quienes acudían en grupos numerosos y ocupaban ingenuamente las últimas filas del autobús sin sospechar que el perverso conductor saudí haría todo lo que estuviera a su alcance para desnucarlos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Cruzar el Danubio»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Cruzar el Danubio» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Steven Saylor - Cruzar el Rubicón
Steven Saylor
Alberto Ignacio Vargas Pérez - En busca del cuerpo personal
Alberto Ignacio Vargas Pérez
Ignacio Walker Prieto - Cambio sin ruptura
Ignacio Walker Prieto
Ignacio Olaviaga Wulff - Hace mucho
Ignacio Olaviaga Wulff
José Ignacio Cruz Orozco - Prietas las filas
José Ignacio Cruz Orozco
Juan Ignacio Correa Amunátegui - Cohesión social y Convención Constituyente 2021
Juan Ignacio Correa Amunátegui
Ernesto Ignacio Cáceres - Sin héroes ni medallas
Ernesto Ignacio Cáceres
Ignacio Di Bártolo - La palabra del médico
Ignacio Di Bártolo
Juan Ignacio Colil Abricot - Un abismo sin música ni luz
Juan Ignacio Colil Abricot
Ignacio G.R. Gavilán - La carrera digital
Ignacio G.R. Gavilán
Ignacio Serrano del Pozo - Después del 31 de mayo
Ignacio Serrano del Pozo
Отзывы о книге «Cruzar el Danubio»

Обсуждение, отзывы о книге «Cruzar el Danubio» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x