Emmanuel Carrère - De vidas ajenas

Здесь есть возможность читать онлайн «Emmanuel Carrère - De vidas ajenas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

De vidas ajenas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «De vidas ajenas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

«En cuestión de pocos meses, fui testigo de dos de los acontecimientos que más temo en la vida: la muerte de un hijo para sus padres y la muerte de una mujer joven para sus hijos y su marido. Alguien me dijo entonces: eres escritor, ¿por qué no escribes nuestra historia? Era un encargo, y lo acepté. Empecé, pues, a contar la amistad entre un hombre y una mujer, los dos supervivientes de un cáncer, los dos cojos y los dos jueces, que se ocupaban de asuntos de sobreendeudamiento en el tribunal de primera instancia de Vienne (Isère). En este libro se habla de la vida y la muerte, de la enfermedad, de la pobreza extrema, de la justicia y, sobre todo, del amor. Todo lo que se dice en él es cierto». Así presentaba Emmanuel Carrère la edición francesa de este libro verdaderamente extraordinario: inolvidable, desgarrador, de una potencia narrativa inaudita. De vidas ajenas recibió el Premio Globe y otros galardones y la prensa cultural francesa lo eligió mejor novela del año.

De vidas ajenas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «De vidas ajenas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Al día siguiente del regreso a Rosier, Patrice tuvo que llevarla al hospital. De noche, en urgencias, ella se ahogaba. Le diagnosticaron una complicación de la embolia: tenía agua en la pleura, que era lo que la comprimía y le entorpecía la respiración. Pasó el día de Año Nuevo en el hospital de Vienne. Le drenaron los pulmones, evacuaron el líquido.

De nuevo le dejaron volver a su casa y le dijeron que ahora debería sentirse mejor. De nuevo pasaron días sin que mejorase. De nuevo la hospitalizaron, esta vez en la unidad de neumología de Lyon-Sur. De nuevo le drenaron los pulmones, le evacuaron el líquido de la pleura, pero esta vez analizaron el líquido, encontraron en él células de metástasis y le anunciaron que de nuevo tenía cáncer.

Aquella mañana, Étienne había acompañado a su hijo mayor, Timodié, a la clase de tenis. Sentado en un banco, detrás de la verja, le miraba jugar cuando le sonó el teléfono en el bolsillo. Juliette dijo lo que tenía que decir, a quemarropa. No le temblaba la voz, estaba tranquila, nada que ver con la llamada asustada de socorro de la clínica protestante, un mes antes. Étienne también se zambulló en la calma, como él sabe hacerlo, anclándose entero en el fondo de sus entrañas. Pensó en acudir corriendo a Lyon- Sur, pero se lo pensó mejor, a la vez porque trabajaba aquel día, porque ella le había dicho que estaba con Patrice, porque prefería verla a solas y, por último, porque sabe por experiencia que la última hora de la tarde es el momento más difícil y también de mayor intimidad en una habitación de hospital.

Llegó después de la cena. Ella le vio acercarse hasta el pie de la cama, pero no más. No era cuestión de inclinarse sobre ella, de besarla, de apretarle el hombro o la mano. Sabía que durante todo el día ella había podido abandonarse en los brazos de Patrice, escuchar esas palabras tiernas, irrisorias, apaciguadoras que le murmuraba al oído y que se dicen a una niña que se despierta de una pesadilla: no tengas miedo, estoy aquí, cógeme de la mano, apriétala, mientras me la aprietes no te pasará nada malo. Con Patrice podía permitirse ser una niña: era su hombre. Con Étienne era distinto, y ella era otra mujer: una mujer con cabeza que dirigía su vida y reflexionaba sobre ella. Patrice era su descanso, no Étienne. Pero tenía que cuidar de Patrice, no de Étienne. Debía ser valiente con Patrice, mientras que con Étienne tenía derecho a lo que nos prohibimos ante las personas que amamos: el miedo, la desesperación.

Parecía tan tranquila como por la mañana, al teléfono. Los dos se quedaron callados un momento y después ella dijo que no era cáncer de pulmón, sino de mama. El origen estaba en la mama, el pulmón era una metástasis. Por la tarde le habían hecho una escintigrafía para saber si también estaba afectado el hueso, y el resultado había sido incierto o quizá todavía no se habían atrevido a decírselo. De todas formas, era maligno.

Étienne pensó en una frase que le había impresionado en un libro del biólogo Laurent Schwartz: la célula cancerosa es la única cosa viva inmortal. Pensó también: tiene treinta y tres años. En lugar de sentarse en la butaca, cerca de la cama, apoyó las posaderas lo más lejos posible de Juliette, en el enorme radiador de hierro que difundía en la habitación un calor sofocante. Como ella ya no decía nada, habló él. Le dijo que a partir de aquel momento todo iba a cambiar todos los días: los tratamientos, los protocolos, las esperanzas, las falsas esperanzas, es lo más duro de la enfermedad y tenía que prepararse. Le dijo que limitase al máximo las visitas de personas bienintencionadas que lo único que hacían era robarte energía. Le dijo que lo esencial era aguantar día tras día. Ahorrar energías. Si se encontraba lo bastante bien para pensar en reanudar su trabajo, se acabóVienne, demasiado pesado, tendría que pedir el traslado a Lyon, como él. Fue muy autoritario a este respecto, llegó incluso a proponerle escribir él la carta y hablar del asunto con el primer presidente del tribunal de apelación, en Grenoble. No volvió a hablar de las niñas, ni de que se preparase para dejarlas, ni de prepararlas a ellas. Sabía que era en lo que pensaba Juliette, pero no tenía que decir por el momento nada más que lo que le había dicho la otra vez, en la clínica protestante, y se calló.

Hubo aún otro silencio y luego Juliette dijo que no quería que la desposeyeran de su enfermedad, como habían hecho a los dieciséis años. Sus padres habían puesto todo su amor, toda su energía, toda su ciencia en protegerla, si hubieran podido habrían sufrido el cáncer en su lugar, pero ella ya no quería que otros lo sufrieran por ella. Quería vivirlo plenamente, hasta la muerte, si es lo que la esperaba al final, como parecía probable, y contaba con Étienne para que la ayudase.

¿Te acuerdas de la primera noche de tu enfermedad, la primera vez?, le preguntó él. ¿La noche siguiente al día en que te dijeron que tenías cáncer?

No, Juliette no se acordaba. No se acordaba de haber oído las palabras: tienes cáncer. Tampoco se acordaba de haber comprendido, posteriormente, que lo que había tenido era un cáncer. Lo había comprendido, forzosamente, puesto que lo sabía, pero se le escapaba el momento en que había pasado de la ignorancia o de la confusión al conocimiento, el momento en que había sido pronunciada la palabra. ¿Comprendes lo que yo llamo verme desposeída de mi enfermedad?

Muy bien, dijo Étienne. Entonces tu primera noche es ésta. Voy a hablarte de la mía, es importante.

Ya he contado que al final de mi primer encuentro con Étienne, al cabo de dos horas de monologo, del que salí con la sensación de que me habían metido el cerebro en una centrifugadora, se volvió hacia mí y me dijo: esta historia de la primera noche es quizá para usted, piénselo. Lo pensé y me puse a escribir este libro. Él volvió a hablar del asunto después de nuestra primera entrevista a solas, y yo anoté con la mayor precisión que pude el relato de aquella noche en el Instituto Curie, con la rata que le devora y la frase misteriosa que le salva por la mañana. No entendí mucho de la historia pero pensé que sí, que era importante, y que volveríamos a hablarlo un día u otro, y que entonces quizá lo comprendiese mejor. Y hete aquí: tres meses más tarde, siempre en la cocina a cuya mesa nos sentamos delante de un café solo, me cuenta su visita a Juliette el día en que ella supo que tenía cáncer. Él me repite lo que le dijo a ella, y yo le escucho ávidamente pero la frase salvadora se me sigue escapando. Tomo notas. Al día siguiente busco en mi libreta anterior las que había tomado la primera vez. Son idénticas. Son, prácticamente, las mismas frases decepcionantes, privadas del fulgor de oráculo que brillaba, dice Étienne, en La verdadera frase. Pienso, desalentado: si no se ha vivido esta experiencia no se puede hablar de ella, y ni siquiera él, que la ha vivido, encuentra las palabras. Hojeo la libreta, me topo, algunas páginas más adelante, con otra frase, copiada de Bajo el signo de Marte, que yo releía entonces: «Como es sabido, los tumores cancerosos no duelen por ellos mismos; los que duelen son los órganos sanos que son comprimidos por los tumores cancerosos. Creo que puede aplicarse esta misma explicación a la enfermedad del alma: todo lo que me duele es mío.» Vuelvo a las frases de Étienne, por ejemplo a la siguiente: «Mi enfermedad forma parte de mí. Soy yo. Así que no puedo odiarla.» Se parece, pero no es del todo igual.

Fritz Zorn hunde el clavo más adentro: «La herencia de mis padres en mí es como un gigantesco tumor canceroso; todo lo que sufre por su causa, mi miseria, mi tormento y mi desesperación, soy yo.» Étienne no dice esto, no dice que una neurosis familiar o social haya adquirido la forma de un tumor que pesa sobre su alma, pero dice y repite en todos los tonos: mi enfermedad soy yo. No es exterior a mí. Ahora bien, lo que dice aquí, lo que dice en todo caso algo o alguien en el fondo de él mismo, es lo contrario de lo que dice a la luz del día, en voz alta. A la luz del día, en voz alta, dice lo mismo que Susan Sontag, que ha escrito al respecto un ensayo hermoso y digno, La enfermedad y sus metáforas: la explicación psíquica del cáncer es a la vez un mito sin fundamento científico y una vileza moral, porque culpabiliza a los enfermos. Esto es la tesis oficial, la línea del partido. En la oscuridad, en cambio, dice lo que dicen Fritz Zorn o Pierre Cazenave: que su cáncer no era un agresor externo sino una parte de él, un enemigo íntimo y quizá ni siquiera un enemigo. La primera forma de pensar es racional, la segunda es mágica. Puede sostenerse que llegar a hacerse adulto, a lo cual supuestamente ayuda el psicoanálisis, es abandonar el pensamiento mágico para adoptar el pensamiento racional, pero también se puede sostener que no hay que abandonar nada, que lo que es verdad en una planta del alma no lo es en otra, y que hay que habitar en todos los pisos, desde el sótano al desván. Tengo la impresión de que es lo que hace Étienne.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «De vidas ajenas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «De vidas ajenas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «De vidas ajenas»

Обсуждение, отзывы о книге «De vidas ajenas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x