Subo la rue d'Hauteville, iré al café de la plaza Franz- Liszt a leer el periódico y después volveré a casa. Rodrigue habrá ido al colegio, Hélène quizá haya vuelto a acostarse y entonces yo también me acostaré y haremos el amor de esa manera conyugal, apacible, un poco rutinaria, que nos inspira a los dos un deseo renovado sin cesar y que espero que sea inagotable. Haré de nuevo café que tomaremos juntos en la cocina, hablando de los niños, de la marcha del mundo, de nuestros amigos, de detalles domésticos. Ella se irá a trabajar y llegará el momento de que yo también lo haga. Cada mañana desde hace seis meses, voluntariamente, he pasado unas horas delante del ordenador para escribir sobre lo que más miedo me da en este mundo: la muerte de un hijo para sus padres, la de una mujer joven para sus hijas y su marido. La vida me ha hecho ser testigo de estas dos desgracias, una tras otra, y me ha encomendado, o al menos así lo he comprendido, dejar testimonio de ellas. Me las ha ahorrado, rezo para que siga haciéndolo. A veces he oído decir que la felicidad se aprecia retrospectivamente. Pensamos: no me daba cuenta, pero yo era feliz entonces. En mi caso no es cierto. He sido infeliz mucho tiempo, y muy consciente de serlo; hoy amo lo que me ha tocado en suerte, y no tengo mucho mérito porque es algo amable, y mi filosofía entera se resume en la frase que habría murmurado, la noche de la coronación, Letizia, la madre de Napoleón: «Con tal de que dure.»Ah, y además: prefiero lo que me acerca a los demás hombres que lo que me distingue de ellos. También esto es nuevo.
Al llegar al final de este libro, pienso que falta algo a propósito de Diane. Amélie y Clara han tenido la palabra en él, cada una escena propia, como una habitación para ella sola, pero Diane, cuando sucedió todo esto, era tan pequeña que aparece solamente como un bebé mudo o berreando en los brazos de su padre. Ahora tiene cuatro años, y pienso que se dirá lo que por otras razones se han dicho sus hermanas: es todavía más difícil para ella que para las demás. Porque es la pequeña, porque tuvo a su madre a su lado sólo quince meses, porque ni siquiera se acuerda. Nathalie, la mujer de Étienne, me contó que en su última visita en familia a Rosier, Diane reclamaba continuamente que Juliette la cogiese en brazos, y que Juliette la ponía constantemente en los de Patrice. Sólo le quedaba un mes de vida y decía: no tiene que acostumbrarse, porque después lo echará mucho en falta. Patrice, por su parte, cuenta que las primeras palabras de Diane fueron: ¿dónde está mamá?, y que la primera película que le gustó fue Bambi. Vio cien veces la escena en que Bambi comprende que su madre no volverá a levantarse, es la imagen más exacta que se hace de su propia historia. Patrice dice también que de sus tres hijas es ella la que hoy habla más de Juliette, y la única que le pide con mucha frecuencia que le enseñe las diapositivas. Bajan los dos al sótano, se sientan delante del ordenador y él lo pone en marcha. Empieza la música, desfilan las imágenes. Patrice mira a su mujer. Diane mira a su madre. Patrice mira a Diane mirándola. Ella llora, él también, hay dulzura en llorar así juntos, el padre y su hija pequeña, pero no puede ni ya podrá nunca decirle lo que los padres quisieran decir siempre a sus hijos: no es nada. Y yo, que estoy lejos, yo, que de momento soy feliz, y bien consciente de lo frágil que es, quisiera curar lo poquísimo que se puede curar, y por eso este libro es para Diane y sus hermanas.
El libro de Philippe Gilbert, Les Larmes de Ceylan, lo ha publicado Éditions des Équateurs, y Le Livre de Pierre, de Louise Lambrichs, ha aparecido en Éditions du Seuil.
Gracias a Colette Le Guay, Philippe Le Guay y Belinda Cannone por nuestras estancias estudiosas en Montgoubert y por su amistad; y a Nicole, Pascale y Hervé Clerc, por el Levron y por la suya.
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[1]Doscientos niños han muerto en la escuela del pueblo. (N. del T.)
[2]El mar, el agua, gran agua. Sí, muchas personas muertas, muy peligroso. ¿Se aloja en un hotel? ¿Qué hotel? ¿Eva Lanka? Bien, bien, vuelva allí, es seguro. Aquí, muy peligroso. (N. del T.)
[3]Referencia al protagonista de El adversario, obra del propio Emmanuel Carrère, publicada en esta colección, y de quien se habla un poco más adelante. (N. del T.)
[4]Editorial francesa especializada en textos de derecho y revistas jurídicas. (TV. del T.)
[5]En el sistema educativo francés, los exámenes se puntúan de 1 a 20. (TV. del T.)
[6]Publicado por Anagrama, en «Panorama de narrativas» en 1992 y en «Otra vuelta de tuerca» en 2009, con prólogos de Rafael Conte, Félix de Azúa y Manuel Rodríguez Rivero. (N. del T.)
[7]Office Public d'Aménagement et de Construction (Oficina pública de organización y construcción), institución que regula el urbanismo. (N. del T.)
[8]Impuesto sobre el flujo de capitales en el mundo sugerido por el economista premio Nobel James Tobin, cuya instauración a nivel internacional ha sido impulsada por el movimiento ATTAC (Asociación por la Tasación de las Transacciones y por la Ayuda a los Ciudadanos). (N. del T.)
[9]Símbolo nacional de la República Francesa. (N. del T.)
[10]Serie televisiva francesa de dibujos animados cuyo protagonista es un perro bastante tontaina. (N. del T.)