Jaime Bayly - El Huracán Lleva Tu Nombre

Здесь есть возможность читать онлайн «Jaime Bayly - El Huracán Lleva Tu Nombre» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Huracán Lleva Tu Nombre: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Huracán Lleva Tu Nombre»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Gabriel ama a Sofía pero también le gustan los hombres. Gabriel tiene mucho éxito en televisión, pero lo que ansía de verdad es huir del Perú y dedicarse sólo a a escribir, lejos de la ambigüedad y de la hipocresía que lo envuelven y lo limitan. El huracán lleva tu nombre es una singular historia de amor, dolorosa y gozosa a la vez, con una heroína, Sofía, que fascina por su capacidad de amar, y con un original antihéroe, el narrador, Gabriel, que expone al lector su conflicto a través de una sinceridad a veces hilarante y a veces conmovedora. Una novela que no va a dejar a nadie indiferente.

El Huracán Lleva Tu Nombre — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Huracán Lleva Tu Nombre», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Ahora Sofía y yo cargamos la cuna blanca, con un colchoncito amarillo adentro, y parecemos una pareja feliz, bien avenida, del todo heterosexual y con planes de procrear. Un par de señoras nos miran al pasar, se enternecen y una de ellas dice good luck!, you’ll make a gorgeous baby, y Sofía sonríe fascinada y yo pongo mi mejor cara de tonto feliz y cargo la cuna arrastrando un resfrío que no cede y empeora con los minutos.

Ni bien entramos al departamento, Sofía me pide que llevemos la cuna a la habitación. La dejamos al lado de la cama, y ella viene, me abraza, sonríe con aire maternal y me dice ¿no está linda? Yo pienso: esta mujer se ha vuelto loca, anoche aceptó que irá a abortar y ahora compra una cuna, ¿quién la entiende? Sí, está muy bonita, pero no sé para qué carajo va a servir, pierdo la paciencia y me separo de ella. No seas aguafiestas -dice, sin perder el buen humor-. Simplemente la vi y me enamoré de ella y no pude evitar comprarla, añade, despreocupada. Pero ¿vamos a ir a la clínica mañana, no?, pregunto. Ay, no seas pesado, por ahora no quiero hablar de eso, dice, acomodando la cuna en un rincón. ¡Cómo que no quiero hablar de eso! -levanto la voz, indignado-. ¿Se puede saber qué carajo te pasa? ¿Vas a abortar mañana sí o no?, grito. Ella no se deja intimidar, se lleva las manos a la cintura y me mira desafiante: ¡Ya te dije que voy a ir a tu maldita clínica! ¡Ya te dije que voy a tratar de abortar! ¡Pero no sé si voy a poder! ¡Y me dio la gana de comprarme esta cuna, y si no te gusta, déjame sola y no me sigas amargando la vida! Ahora camina de prisa, entra al baño y cierra la puerta con llave. ¡Deberías ir a devolver la cuna donde ese par de pervertidos con los que has estado coqueteando toda la puta mañana!, grito en la puerta del baño. ¡No la voy a devolver! -grita ella más fuerte-. ¡Voy a quedarme con la cuna porque es linda y me hace feliz! No le doy tregua: y si abortas mañana, ¿de qué carajo te va a servir? Ella responde, agitada: ¡No sé, ya veré, pondré una muñeca o un monito, ahora ándate a comprar el periódico y déjame en paz! Antes de salir, grito: ¡Gracias por joderme el día!

Tiro la puerta y me voy caminando de prisa por la calle 35. Al llegar a la esquina de la 33 y Dent, compro el Washington Post en la tienda de la mujer turca y me siento a una mesa afuera. Trato de leer el periódico pero no lo consigo, porque estoy demasiado crispado.

Lunes, siete de la mañana. Suena el despertador, lo apago en seguida y salto de la cama. Sofía sigue durmiendo. Voy al baño, me doy una ducha caliente y me visto en silencio para no despertarla. Es temprano. A las nueve tenemos la cita en la clínica. Con salir media hora antes, llegaremos a tiempo, pues queda cerca de Dupont Circle y un taxi desde acá no demora más de quince minutos. Me siento en la cocina y tomo desayuno: jugo de naranja, tostadas con queso cremoso, yogur cero grasa y un pedazo de dulce de guayaba. Sofía no podrá comer esta mañana, tiene que ir en ayunas. Me acerco a la ventana y veo a los niños que, bien abrigados, enguantadas las manos, juegan en los columpios y la resbaladera, antes de entrar a clases. ¿Quiero realmente que Sofía aborte nuestro bebé? ¿Estoy seguro de lo que estamos haciendo? Sí. No soy feliz, no quiero quedar atado a ella para toda la vida, no puedo ser padre cuando me siento tan gay, no al menos con una mujer que, sospecho, quiere hacerme padre para impedirme ser gay. Me da pena, porque este bebé cuya vida vamos a interrumpir en pocas horas podría ser un niño que juegue en unos años en este mismo patio frente a mi ventana, una persona sana y alegre que disfrute de la vida ignorando que su padre se acobardó cuando ella estaba en el vientre de su madre, que fui un traidor y preferí escapar antes que sacrificarme por darle vida.

Eso soy, un cobarde y un traidor, y por eso no quiero ser padre, porque mi hijo tendrá vergüenza de mí y prefiero que no me conozca, que no venga al mundo, que de un zarpazo quirúrgico deje de existir. Estoy llorando frente a la ventana porque esos niños que juegan abajo, en el frío, me recuerdan una felicidad que mi bebé no conocerá. En pocas horas, ese bebé que fue procreado en un momento de amor, de amor loco y desmesurado, será sólo un feto sin vida, una promesa rota, un cuerpecillo a medio hacer que terminará en un pomo o envuelto en la basura. ¿No me queda un poco de compasión, una pizca de dignidad? ¿Voy a llevar a rastras a mi novia para que aborte a mi bebé? ¿Tan condenadamente egoísta soy? ¿Me arrepentiré toda la vida por haber organizado este aborto contra la voluntad de Sofía? No lo sé. Prefiero no pensarlo. Ahora sólo tenemos que ir a la clínica y salir de este trámite odioso pero necesario. Voy de prisa al cuarto y despierto a Sofía. Son las ocho -le digo-. Levántate. En una hora tenemos que estar en la clínica. Ella me mira con un aire de fragilidad que me conmueve. No me hagas esto, por favor -me ruega, tomándome de la mano-. No me lleves a la clínica. No puedo abortar. No seas malo. Yo saco lo peor de mí: Tenemos que ir, Sofía. No me hagas escenas, por favor. Este embarazo es una locura y tú lo sabes mejor que yo. Levántate y vístete. Te espero en la cocina. Ella me mira desolada y yo me levanto, camino a la cocina y pongo el agua a calentar para servirme un té. Soy una mierda, pienso. Estoy destruyendo a esta pobre mujer. Al no oír ruidos, regreso a los pocos minutos y la encuentro en la cama. Me siento a su lado, le acaricio el pelo y la veo sollozar. ¿Qué te pasa?, le digo. No puedo levantarme -dice ella-. No puedo hacer esto. Mi bebito está vivo acá adentro. No puedo ir a que me lo arranquen a la fuerza. No puedo, dice, llorando. Yo apelo a la carta más ruin y hablo con frialdad: Si no vamos a la clínica, hago mis maletas, me voy y no me ves más. Elige: el bebito o yo. Si te quedas con el bebé, no me verás nunca más, te juro que nunca más. Si vamos a la clínica, me habrás dado una prueba de amor y me quedaré contigo y quizá algún día podremos tener un hijo, pero en las circunstancias apropiadas. Sofía me mira desgarrada, una pena infinita en sus ojos cafés, y yo me levanto, vuelvo a la cocina y bebo mi té de mandarina.

Un momento después, sale vestida y con anteojos oscuros. Está pálida, la mirada hundida, bruscos y ásperos los movimientos. Dice secamente: Vamos. Me pongo un sacón y un gorro y salimos a la calle. Miro el reloj, son las ocho y cuarto. Es temprano, estamos bien de tiempo. Caminamos hacia la avenida Wisconsin en busca de un taxi. La tomo del brazo pero ella rechaza mi mano. Nunca te voy a perdonar que me hayas hecho esto, dice, el rostro adusto, amarga la voz. Me quedo en silencio, no quiero decir nada que pueda poner en peligro el aborto. Pensé que me querías, ahora ya sé que no me quieres, dice ella, la voz quebrada. No digas eso, claro que te quiero, respondo, y trato de tomarla del brazo pero me rechaza otra vez. No mientas -dice ella, y me dirige una mirada furiosa-. Si me quisieras, no me harías esto. No me conviene discutir, pienso. Cuanto menos hablemos, mejor. En cualquier momento, se arrepiente, me manda a la mierda y vuelve sobre sus pasos. Estiro el brazo, detengo un taxi y subo con cuidado para no golpearme la cabeza. Le digo al taxista la dirección de la clínica. Te la sabes de memoria, qué vergüenza -dice Sofía, cuyo enfado parece crecer con los minutos-. No te acuerdas de los cumpleaños de nadie, pero sí te sabes de memoria la dirección de la clínica. No puedo creer lo egoísta que eres. Me quedo callado, mirando hacia la calle, ignorando sus quejas.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Huracán Lleva Tu Nombre»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Huracán Lleva Tu Nombre» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Huracán Lleva Tu Nombre»

Обсуждение, отзывы о книге «El Huracán Lleva Tu Nombre» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x