• Пожаловаться

Jaime Bayly: El Huracán Lleva Tu Nombre

Здесь есть возможность читать онлайн «Jaime Bayly: El Huracán Lleva Tu Nombre» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Современная проза / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Jaime Bayly El Huracán Lleva Tu Nombre

El Huracán Lleva Tu Nombre: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Huracán Lleva Tu Nombre»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Gabriel ama a Sofía pero también le gustan los hombres. Gabriel tiene mucho éxito en televisión, pero lo que ansía de verdad es huir del Perú y dedicarse sólo a a escribir, lejos de la ambigüedad y de la hipocresía que lo envuelven y lo limitan. El huracán lleva tu nombre es una singular historia de amor, dolorosa y gozosa a la vez, con una heroína, Sofía, que fascina por su capacidad de amar, y con un original antihéroe, el narrador, Gabriel, que expone al lector su conflicto a través de una sinceridad a veces hilarante y a veces conmovedora. Una novela que no va a dejar a nadie indiferente.

Jaime Bayly: другие книги автора


Кто написал El Huracán Lleva Tu Nombre? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

El Huracán Lleva Tu Nombre — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Huracán Lleva Tu Nombre», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Me levanto y me alejo de la mesa, procurando caminar con sobriedad para que mis hermanos, que son tan listos, no adviertan que estoy borracho a pesar de que sólo he tomado tres copas de vino, suficientes para inducirme a este estado de laxitud y buen humor que hacía tiempo no me permitía por temor a recaer en la cocaína. Voy al baño y me encuentro con mi tío Chris, el menor de los hermanos de papá, un tipo estupendo, un ganador, el más inteligente y exitoso de la familia con mucha diferencia, porque, nada más terminar la universidad, se fue a Nueva York, trabajó como banquero, ganó mucha plata y regresó a Lima con una reputación de primera y un trabajo espléndido en el mejor banco del país. Al verlo, recuerdo que mi padre, diez o quince años atrás, cuando yo era un niño y Chris todavía un muchacho, le decía chiquilín, y se lo decía con un aire burlón, condescendiente, mirándolo para abajo. El chiquilín creció y le dio una lección a papá, que ahora, por supuesto, ya no lo llama así, sino le pregunta muy respetuoso, levemente adulón, dónde compró esa camisa de seda tan fina y ese reloj de oro, y si es verdad que las playas de Saint Barts son las mejores del Caribe, mejores incluso que las de La Romana. Chris, saliendo del baño, los ojos risueños de siempre, el rostro mofletudo y regordete, palmotea mi espalda y ahora yo me siento el chiquilín porque es Chris el grandullón, el millonario, el que triunfó en Nueva York y regresó a Lima a disfrutar de su bien ganada fortuna. Y, Gabrielito, ¿qué planes tienes, en qué andas?, me pregunta cariñosamente y yo, con aire humilde, sabiendo que a su lado seré siempre un perdedor, ahí, jodido, esperando a que termine mi contrato en la tele para irme un tiempo afuera, y él, para mi sorpresa, buena idea, buena idea, ¿adonde quieres irte?, y yo a Miami o a Madrid, y él ¿a qué?, y yo no sé, a descansar de Lima y a escribir una novela, y él ¿por qué no te vas a estudiar mejor, por qué no te vas por ejemplo al Kennedy School of Government en Harvard?, y yo me quedo pasmado porque Chris tiene una pronunciación impecable en inglés y porque ¿cómo se le ocurre que yo, con veintiséis años, después de haber sido un coquero, un fumón y la oveja negra de la familia, voy a ser admitido en una universidad tan estricta como Harvard, a la que a duras penas podría entrar como limpiador de baños, asistente de cafetería o chofer de los carros para minusválidos? Buena idea, le digo, pero me quedo pensando que lo que quiero no es irme a Miami ni a Madrid sino, primero que nada, a echar una meada y luego escaparme de esta cena familiar y salir a recorrer la noche con ánimo pendenciero.

Bebí, me alivié y ya me voy, no me esperen para los postres, lamento no despedirme pero es mejor partir así, sin que nadie se dé cuenta. Al timón de mi auto sueco, grande y pesado como el de un ministro, extraño con desusada intensidad a Sofía, me invaden de pronto los recuerdos de la otra noche y me dirijo por eso al Nirvana, pero está cerrado, seguro que lo están fumigando o el dueño cayó preso por drogas. Dada la sed que me atenaza la garganta y las ganas que tengo de ver a Sofía, manejo a toda prisa, escuchando a Tracy Chapman, hasta otra discoteca, Amadeus, que está de moda, escondida en una calle apacible de los suburbios, cerca del museo de Oro. En otras épocas menos felices, no estaría buscando a una mujer a medianoche, sino aventurándome por barrios peligrosos para comprar un papelito de cocaína, pero los tiempos han cambiado y ahora sólo quiero juntar plata, sobrevivir al carnaval de la televisión y escapar ileso, o casi, de esta pérfida ciudad que no va a poder doblegarme y a la que voy a someter con la furia arrebatada de las historias que me perturban y que algún día, acallado el fragor histérico de la televisión, me atreveré a escribir. Entro a la discoteca, que lleva un nombre insólito, Amadeus, pobre Mozart, terminar apadrinando las titilantes luces de una discoteca con aires pretenciosos en los extramuros de Lima, y, aunque lo disimulo, estoy borracho y sólo quiero prolongar un rato más esta sensación de feliz y burbujeante aturdimiento. Por eso, sin saludar a nadie, y poniendo cara de pocos amigos, me dirijo a la barra, pido una copa de vino y me quedo allí, encorvado, los brazos apoyados sobre el espejo de la barra que me devuelve un rostro que no reconozco del todo, tal vez porque el alcohol me permite distinguir todas las mentiras, embustes y falsificaciones que llevo como caretas en este rostro de ex cocainómano, gay de clóset y borrachín por una noche.

La discoteca está llena de chicos lindos y chicas deliciosas y suena la música de moda y casi todos bailan y algunos colapsan los baños para meterse más cocaína, y yo no quiero ni acercarme a los servicios para que no me tienten esos malandrines peligrosos. Es entonces cuando, de la nada, como salida de los humos de colores que se confunden con las sombras de los que bailan, aparece a mi lado Sofía, bella y misteriosa, sin decir nada, sonriendo con esa cara de bailarina odalisca que me turba tanto, la mujer que estaba buscando con desesperación alcohólica, y sólo me dice, al verme con una copa de vino y esta camisa floreada que me compré en mi último viaje a Fort Lauderdale para parecer un escritor bohemio, ¿qué haces tú acá?, y yo buscándote, y ella ¿qué?, porque no oye, la música es un bullicio salvaje que te golpea las costillas, y yo grito en su oído estaba buscándote , y ella apenas sonríe y me mira con una dulzura que no merezco, y luego me grita al oído ¿por qué?, y yo también gritando para pedirte perdón, y ella me mira intrigada y vuelve a preguntar ¿por qué?, y yo porque la otra noche fui un desastre, lo siento, y ella no, para nada, ¿por qué dices eso?, y yo porque como amante soy un cagón, terminé en un minuto y tú no terminaste, lo siento, y ella se ríe y me acaricia el pelo con cariño, enternecida al parecer por esa confesión, y me toma de la mano y me lleva a la pista de baile, que es un hervidero de cuerpos sudorosos, un amasijo de lujuria y arrogancia, una masa movediza de apellidos de alcurnia, tetas gloriosas, vergas circuncidadas y sospecho que ninguna mujer virgen. Yo no bailo merengue, le grito a Sofía, muy nervioso, porque están tocando un merengue del gran Juan Luis Guerra, pero ella ni caso, se echa a bailar, me coge de la cintura, me lleva y me trae, cimbrea como una zamba dominicana en el malecón frente al Jaragua, se mueve y zigzaguea con una gracia deliciosa, y yo hago malamente lo que puedo para acompañarla mientras los parlantes se estremecen con el cántico inspirado de Juan Luis, ojalá que llueva café en el campo. Gracias a Dios estoy borracho. No podría bailar merengue si no lo estuviera. Pero así, ebrio, gozando este merengue, apiñado en medio de la muchedumbre concupiscente, hechizado por Sofía, atrapados mis ojos por los suyos, moviéndome como un bufón y aguantando los codazos y los pisotones del rubio guapo y arrogante que baila a mi costado, me siento mejor de lo que me he sentido en mucho tiempo. Por eso, nada más terminar, le digo a Sofía ¿con quién has venido?, y ella con unas amigas, y yo ¿podemos salir un ratito?, y ella claro, y la tomo de la mano y salimos a la calle y se despide de mí el moreno embutido en un uniforme guinda, un pobre hombre que tiene que tolerar los maltratos y las humillaciones de los muchachos altaneros que llegan a la discoteca en camionetas doble tracción. Entonces cae la noche fresca y neblinosa sobre nosotros, lo que es un agrado saliendo de aquel antro enrarecido, y caminamos hacia mi auto.

Es un placer sentir este silencio. No sé qué decirle a la mujer que me acompaña, no sé cómo decirle que estoy idiotizado por su belleza, por su capacidad de estar callada y decirme con una mirada todo lo que me hace feliz, y por eso no le digo nada, sólo la beso, la aprieto contra mi cuerpo esmirriado y devoro sus labios con un placer que Sebastián nunca podría darme con aquella barba que me raspa y su lengua vulgar, insaciable. Nos besamos de pie, recostados en mi auto, y ella me dice estás borracho, y yo le digo sí, pero es verdad que estaba buscándote, no sabía dónde encontrarte, no puedo creer la suerte que estuvieras acá, fui al Nirvana y estaba cerrado, y vine acá pensando que tal vez te encontraría, y ella se queda callada, como avergonzada, con una timidez que revela su fineza, y nos besamos nuevamente, y ella me pregunta ¿y Sebastián?, y yo me quedo en silencio, sorprendido, porque no sé si ella sabe lo que nadie debería saber, que Sebastián es mi amante, el primer hombre que me la ha metido, y yo no sé, no lo he visto desde la otra noche, creo que se molestó porque nos fuimos juntos a mi depa y lo dejé en el Nirvana, y ella Sebastián es un amor, a veces me llama y salimos juntos, somos muy amigos, y entonces yo me muero de celos, celos de que él quiera acostarse con ella y de que ella todavía sienta algo por él, y no sé por qué le digo ten cuidado con Sebastián, y ella sorprendida ¿por qué?, y yo no te puedo decir más, sólo te aconsejo que tengas cuidado con Sebastián, que no le creas nada, y ella ríe, me mira intrigada, como si supiera que le escondo algo, pero no me lo pregunta, sólo me dice tú sabrás, tú sabrás, y luego acaricia mi pecho, mis brazos y dice linda camisa, y yo ¿te gusta?, y ella sí, es original, y yo haciéndome el interesante me la compré el mes pasado en Fort Lauderdale, y ella me encanta, y yo, por borracho, para impresionarla, desabotono la camisa, me la saco y, el pecho descubierto, el aire de la madrugada acariciando mis tetillas, se la regalo, toma, es tuya, y ella ríe, me la devuelve, póntela, tonto, te vas a resfriar, y yo ¿vamos a mi depa?, y ella seria no, hoy no puedo, y yo no le pregunto por qué, pero pienso que soy un amante tan desastroso que Sofía no quiere humillarse una vez más conmigo, así que, resignado, descamisado, la beso nuevamente, me resisto a ponerme mi camisa y subo a mi auto, mientras ella me mira divertida y se pone, encima de la camiseta sin mangas que lleva puesta, mi camisa floreada y tropical, todo un gesto de complicidad.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Huracán Lleva Tu Nombre»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Huracán Lleva Tu Nombre» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Отзывы о книге «El Huracán Lleva Tu Nombre»

Обсуждение, отзывы о книге «El Huracán Lleva Tu Nombre» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.