Boris Izaguirre - Dos monstruos juntos

Здесь есть возможность читать онлайн «Boris Izaguirre - Dos monstruos juntos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Dos monstruos juntos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Dos monstruos juntos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Alfredo y Patricia siempre han vivido en medio del éxito y el privilegio. Alfredo es considerado una de las nuevas estrellas de la cocina española y Patricia, ay Patricia, es una mujer toda aristas. A los dos se les conoce como «Los infalibles bellos». Las circunstancias, el derrumbe de la sociedad del lujo, los cambios a los que se enfrentarán en su nueva vida en el Londres más actual pueden convertirlos en dos monstruos juntos.
Desde su gran capacidad crítica y con su elegante humor, Izaguirre retrata el fin de una época donde todo parecía fácil, tanto el éxito como la impunidad absoluta. Dos monstruos juntos es una novela intrigante que desnuda todos los misterios de la pareja y se adentra con agilidad e ironía en las recámaras que siempre anhelamos conocer.

Dos monstruos juntos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Dos monstruos juntos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Patricia se rio. Qué disparate, qué maravillosa era la vida que vivía. La única persona que de verdad podía soltar una liebre había menospreciado la capacidad de la televisión de mirar solo hacia donde le interesa mirar. Alfredo la vigilaba desde la cocina, las puertas del refrigerador reflejando el ajetreo del restaurante. Patricia entró en el twitter de Higgins, tenía uno, no muy activo, claro, porque acababa de salir de la cárcel. No podía dejarle allí ningún mensaje, demasiada exposición. Decidió enviarle un correo electrónico.

«Me ha encantado la parte de tu entrevista en Youtube. Has intentado algo muy loable, qué pena de programas en nuestra televisión. A lo mejor podría interesarles llamarte de nuevo si les enseñas estas fotografías.» Quiso pensar un instante antes de adjuntar los documentos. Realmente no sería capaz de tanto, ¿o sí? El adjunto tenía seis fotos de Higgins follando de aquella manera con el negro en la casa de campo. Lo que ella siempre temió era realidad, aquellos fogonazos de luz como faros de coches que pasaban eran flashes de un fotógrafo contratado por Marrero para pillar a Pedrito y a David, a ella y a la Higgins. «Good luck», escribió al final del mensaje, y dio a enviar.

De repente, en vez del último verano, era Haití, pero en avión privado. ¡Habían cambiado el azul! Patricia parecía no darse cuenta pero Alfredo no paraba de observar detalles. Ahora era todo plata, como un recuerdo de la Factory de Andy Warhol.

– Pedrito hijo, tu cuñado, ha dirigido la redecoración -dijo al fin Patricia.

– ¿Desde cuándo es decorador?

– Ha hecho unos arreglos discretos en la celda de su padre -sugirió Patricia-. Allí puso un papel pintado de las vacas de Warhol.

Alfredo viajaba incómodo. El plata es un tono demasiado frío. Te pone nervioso. Vuelve cada superficie en un espejo. Le recordaba los refrigeradores del Ovington. Cuando sintieron el tren de aterrizaje moverse debajo de ellos Patricia consiguió abrir los ojos después de aniquilar pesadísimas legañas. Alfredo la miraba aterrorizado.

– Recuerdo esta pista, es la Isla Prima. Hemos vuelto a la Isla Prima -dijo.

Al salir, asfalto muy negro, como si fueran lombrices avanzando sin rumbo, el verde de los arbustos volviéndose líquido y el cielo un flash sin cámara fotográfica. Unos hombres tan negros como el suelo, delgados, casi sin rostros, venían hacia ellos y hacia el equipaje hablándoles en un francés espeso y dulce a la vez. Eran los receptores de sus falsos programas de ayuda económica, pensó Patricia.

Subieron al jeep y Alfredo se sujetó fuertemente a Patricia. Arboles sin viento, ramas amenazantes y gente emergiendo detrás de ellos, zombis, apenas vestidos, ojos de cuencas blancas, manos estirándose hacia ellos. Una ráfaga de metralleta los disuadía, Alfredo apretó aún más la mano de su novia.

– Estuve aquí. Veía la misma gente, la misma metralleta. Detén el coche.

– No podemos, Alfredo.

– Me has traído aquí, de nuevo, ¿te lo han pedido ellos?

– Alfredo, es un viaje de solidaridad.

– Detén el coche o salto ahora mismo.

Patricia ordenó detener el coche.

No había nada. Ninguna ráfaga, ningún zombi. Solo ellos dos atrapados en sus medias verdades. Alfredo no sabía cómo solucionar la escena. Patricia esperó paciente. Con un gesto, al cabo de un minuto, indicó que reiniciaran la marcha.

Llegaron a un bungalow paradisíaco, en un complejo privado ¿propiedad del Cliente? ¿De Marrero? Al fondo, en el quieto Mar Caribe, tan azul como el cielo del aeropuerto, un crucero de lujo fondeaba. Alfredo seguía mal, receloso, confinado en sus pensamientos. Patricia estaba más delgada, el cuerpo más felino, el diminuto bikini una gominola masticable.

– Es el norte de Haití, Alfredo. ¿Recuerdas cómo nos lo vendía la gente de los Hamptons que siempre descubrían un sitio nuevo en el planeta? «El norte de Haití, nadie se lo espera y es realmente el paraíso.» -Los paraísos siempre están cerca de la muerte -respondió Alfredo.

– De donde más apesta a muerte, creo que es la frase correcta -corrigió Patricia.

Bailaron junto a las parejas del crucero en la piscina de fondo oscuro del bungalow. Todos parecían asustados. Patricia quería hablarles pero las parejas, todas heterosexuales, preferían refugiarse entre ellos. Tenían miedo de estar allí, como había dicho Alfredo, tan cerca de la muerte y disfrutando el paraíso aún vivos. De vez en cuando aparecían los esclavos, sí, camareros en trajes tan almidonados que hacían ruido al moverse. Ruiditos, toda la noche llena de ruiditos que parecían jugar con la música, con sus perfumes, con las canciones que bailaban.

– A que no te atreves a pedir a Barry Manilow -dijo de pronto Alfredo, y Patricia creyó encontrar una tregua en su petición. Fue hacia el dj, un apuesto escandinavo con el mismo rictus de pánico en sus pómulos. Tenía a Manilow, sí, Copacabana, y de inmediato lo pinchó. El efecto fue convulso. Shock al principio y con pasos tímidos, luego osados, el clan de bellas pasajeras blancas se entregó al cancaneo. «Her name was Lola», coreaban todos. Ciertas malas canciones jamás perecen, ni siquiera en paraísos de gente asustada.

Al día siguiente el crucero marchó Santo Domingo y a la normalidad. Christian y Cordelia aparecieron en la piscina de fondo negro.

– Es realmente una maravilla, solo que cómo les explicas a tus amigos que es Haití -dijo Cordelia.

– Feliz año nuevo, casi lo habíamos olvidado -dijo Christian, vestido con un remedo de los diseños Bauhaus de su tío-abuelo.

Pasaron el día mirando el mar aparentar tranquilidad. Patricia se cambió de bikini dos veces, Alfredo se quedó desnudo otro par, parecían los únicos habitantes en esa parte de la isla. Los negros llevaban y traían platos. Alfredo se interesó por la manera en que cortaban las frutas, siempre papayas y otras similares, de interiores verdes y naranjas. Podrían hacer un chutney estupendo mezclándolas. Ordenó varias bolsas, que recogería cuando regresaran de Haití.

– Haití. Esto también es Haití. Solo que norte. Ricos -dijo el negro.

– Sí -asintió Alfredo, maravillado ante la fortaleza dental de su interlocutor-. Iremos a Puerto Príncipe, una semana, luego regresamos aquí de camino a casa.

– Casa. ¿Europa? -preguntó el negro.

Alfredo prefirió sonreír antes que responder. Se había acostumbrado en nada a ser servido por las mismas personas que antes había temido. «Temido» quizá no era la palabra. Que antes le habían asombrado o provocado el último resquicio de respeto que su mente podía aceptar. Tenía tanta razón Patricia: te acostumbras a vencer cosas, el miedo, la aprensión, la alucinación y también te acostumbras a entender que puedes vivir una vida regalada, fácil, en el mismo territorio donde todo es dificultad.

Cordelia se quedó dormida ante el sol naranja y de un furibundo magenta al final de la tarde. Patricia charlaba y ofrecía ideas para la construcción de una escuela para niños haitianos siguiendo los cánones de la escuela Bauhaus. «Era el sueño de mi tío, acercar la arquitectura a los sitios donde solo pueden permitirse esos edificios las clases privilegiadas», manifestó Christian. «Mi tío siempre decía que el verdadero privilegio es la naturaleza.» Patricia miró hacia el horizonte despejado, la noche avanzando sobre el Caribe y la cintura de Alfredo acercándose, para refugiar su cabeza y sus miedos en esa piel. Todo empezó a ponerse lejos, como si el mar retrocediera y lo tragara el cielo sin azul, como si los árboles desaparecieran detrás de una rampa en un escenario, como si Christian y la galerista se fueran igual que habían venido, sin ruidos ni presentaciones. Y quedaron solos ellos dos, los monstruos del mundo fácil, los amores acostumbrados a recostarse uno sobre el otro. Patricia tomó su iPod y buscó «Space Boy». «Hello, space boy, ¿te gustan los chicos o las niñas? Es difícil estos días. Adiós, adiós…»

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Dos monstruos juntos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Dos monstruos juntos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Dos monstruos juntos»

Обсуждение, отзывы о книге «Dos monstruos juntos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x