Boris Izaguirre - Dos monstruos juntos

Здесь есть возможность читать онлайн «Boris Izaguirre - Dos monstruos juntos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Dos monstruos juntos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Dos monstruos juntos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Alfredo y Patricia siempre han vivido en medio del éxito y el privilegio. Alfredo es considerado una de las nuevas estrellas de la cocina española y Patricia, ay Patricia, es una mujer toda aristas. A los dos se les conoce como «Los infalibles bellos». Las circunstancias, el derrumbe de la sociedad del lujo, los cambios a los que se enfrentarán en su nueva vida en el Londres más actual pueden convertirlos en dos monstruos juntos.
Desde su gran capacidad crítica y con su elegante humor, Izaguirre retrata el fin de una época donde todo parecía fácil, tanto el éxito como la impunidad absoluta. Dos monstruos juntos es una novela intrigante que desnuda todos los misterios de la pareja y se adentra con agilidad e ironía en las recámaras que siempre anhelamos conocer.

Dos monstruos juntos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Dos monstruos juntos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Muchos amigos -expone la negra.

– Sí, muchos -responde afable Patricia.

– Espero que no esté la última en subirse a un aeroplano -continúa la negra, ahora sí equivocándose a propósito en la elección de palabras.

– No, tenemos un retraso -dice al final Patricia con la voz de niña educada que siempre emplea cuando quiere algo de alguien.

– Son treinta y dos dólares en total.

Patricia abre su bolso. Es bueno, pero sin marca, la negra observa. A todas las mujeres les interesa un bolso, concluye Patricia. El monedero también es muy bonito, japonés, tiene ganas de decirle. Extrae el cambio exacto. Patricia siempre tiene cambio exacto. Y se miran por última vez, la funcionaria dibujando una sonrisa que de inmediato se desdibuja y Patricia alejándose con un perfecto «Gracias, un placer», en castellano.

CAPÍTULO 2

POPEA AL FONDO DEL MAR

Un fallo en el motor del avión de la aerolínea británica los ha terminado por sentar en la aerolínea española. Todas pertenecen a la misma alianza, bautizada como «One World». Nunca existe un solo mundo. O, a lo mejor, si colapsa este que conoce, sí que empiece a existir uno solo donde todo esté perfectamente relacionado. Una peripecia provocará otra y una catástrofe será seguida por otra y una salvación por la siguiente, y los milagros acumulándose para estallar en múltiples repeticiones. Todo está conectado, Patricia, le repite esa misma voz, mitad hombre, mitad mujer mayor. Como en un menú, una entrada es seguida por un principal y de final un postre. Nada puede variar algo tan sencillo.

No hay casi británicos en el pasaje, lo lógico a esperar en un avión Nueva York-Londres. La mayoría son españoles, cargados de bolsas de Abercrombie & Fitch que comentan con aspavientos lo tirado que está el dólar. Peor aún, seis o siete han reconocido a Alfredo, «Ostras, el tío que les da de comer bien a los americanos». Se han hecho fotos y ella se ha refugiado en su larga melena. Está demasiado bien vestida como para dejarse fotografiar por freakies de la gastronomía.

Tiene por delante seis, casi siete horas de vuelo para pensar en si finalmente saludará o no al grupo de colegas de su pareja, que no marido. Pero ahora no quiere darle vueltas a eso. Desea despedirse de la que ha sido su ciudad los últimos siete años. Las seis de la tarde en Nueva York. Aunque sea 14 de septiembre es ya de noche. Al frente está la Estatua de la Libertad, luminosamente verde, con un último saludo antes de entregarlos al Atlántico. El avión gira y poco a poco la isla se convierte en una película y Patricia recuerda una canción que escuchaban repetidamente en Brasil aquellas vacaciones en Río como embajadores de la nueva cocina española en Nueva York. Era de Eliana Printes, hablaba sobre gente muy enamorada, como ellos, y cantada en ese portugués que recuerda atardeceres larguísimos. Aunque no llegue a escucharla de verdad, la recuerda perfectamente sobre ese Manhattan que la despide. «Qué regalos te daría -comenzaba- para iluminar los malos pensamientos.» Y se gira hacia él, para verle y compartir la despedida y allí está, rodeado por esa frase: Alfredo. Tan bello. No puede evitarlo, siempre la misma frase, día o noche, año tras año, triunfo tras triunfo, como un sortilegio: Alfredo… tan bello.

– Tienes cara de estar pensando algo muy malo -le dice. Patricia se sonríe y toma su mano, se incorpora un poco y alcanza a besarlo en la mejilla. La nariz tan recta y el sonido de su respiración, fuerte sin ser áspero, y el olor de su piel, a nada más que a él, a Alfredo. El espacio entre la nariz y la boca es un surco amplio, caben dos, casi tres de sus dedos de mujer enamorada. Y luego los labios, prominentes, generosos.

La Estatua de la Libertad sigue allí, ahora casi sonriente, y el Puente de Brooklyn baila rodeado de sus luces.

– ¿Por qué vais a abandonar Nueva York si a Alfredo le va de cine con el restaurante?

Patricia se refugia en su recuerdo, en la voz de su hermana Manuela durante su última visita a Nueva York, con las cajas de la mudanza a la puerta del 12.° B de la calle 16 con la Octava Avenida.

– Porque Nueva York está a rebosar de españoles. Queremos ir a una ciudad donde no haya españoles -recuerda Patricia haber respondido. Su hermana la miró como si se le hubiera ocurrido vomitar sobre su mejor vajilla durante una de sus cenas para cautivar nuevos inversores.

– ¿Estás hablando en serio? -preguntó Manuela.

– Sí, totalmente. Por eso hemos escogido Londres.

– Allí también hay españoles, Patricia. No me jodas.

– Pero no se quedan. Les asusta el clima. Llegan y lo primero que dicen es que no pueden con la lluvia y la falta de sol. Se quejan de la comida, de los horarios de los restaurantes. Londres les irrita. Vienen, van a las tiendas y todo les parece caro y al final regresan al sol de España, a la tortilla y al vino y al gin tonic a cualquier hora. Por eso nos vamos. Bye Bye, New York. Hello, welcome, London.

Patricia recuerda la frase completa, incluso cómo decidió terminarla con un brazo en alto, a lo Liza Minelli, y una sonrisa que fue apagándose ante la cara ofuscada y molesta de su hermana mayor.

– Te estás quedando conmigo -recuerda que bufó ella.

– Es una aventura, Manuela. Alfredo y yo vamos a iniciar una aventura, eso es todo. Siempre quieres explicaciones y esta es la mejor que tengo: Nueva York está lleno de españoles, nadie habla inglés anymore sino una mezcla absurda de los dos idiomas que parece una lucha intestina: cada lengua mordiendo a la otra para que al final no se hable ninguna. Necesitamos volver a Europa, Alfredo lo siente así y yo le acompaño, como he venido haciendo desde hace ya diez años.

– Doce -le corrigió su hermana-. O te has vuelto loca o todavía disfrutas tratando a los demás como si fuéramos más idiotas que tú, solo que creo que esta vez no puedes sostenerte un segundo más con una explicación tan absurda como esa.

– Vamos a aprovechar la convención de mix mixers, donde a Alfredo lo reciben cada año como si fuera Dios. Y entonces, en vez de regresar, nos quedaremos. Alfredo tiene cita con los inversores, está casi cerrado; nada más llegar tendremos llave en mano un maravilloso local entre Knightsbridge y Chelsea. Es una calle preciosa y, si sale bien, generará también un centro culinario.

– Un centro culinario en Londres es perder el tiempo. Todo el mundo dice que no hay dinero, Patricia, que se acabó el sueño.

– Tú siempre tan pesimista. Ellos apuestan por nosotros, tenemos cerrados ya mil detalles del proyecto. Será llegar, inaugurarlo, ponerlo en marcha y listo. No es tan complicado… Los ingleses se vuelven locos con Alfredo. Además, no tenemos hijos, podemos movernos de aquí para allá.

Alfredo empezó su carrera como mix mixer cuando todavía se le llamaba barman. Su físico, sus brazos y dientes le ayudaron mucho. Programas de televisión y una pasantía muy breve pero explotada al máximo en el restaurante del Innombrable, hicieron de Alfredo Raventós, el nuevo prodigio de la cocina española. O, para otros, el niño mimado, el eterno aspirante al puesto de segundo mejor chef innovador de toda España. Fuera de España sería el rey de las cacerolas en Manhattan, el cocinero más guapo o el «gorrito sexy», como le describieron una vez en una revista de modas y, al leerlo, Patricia supo que ese nombre le perseguiría para siempre. Tan pocos años, en realidad, y tantos nombres ya, tantos viajes, tanta información.

Patricia se dejaba llevar por un nuevo tren de pensamiento, como llamaba, tomando prestado del inglés, a sus ofuscaciones. Si pudiera ir también hacia atrás, se encontraría igual de rubia y delgada trabajando para un experto relaciones públicas de Barcelona y divirtiéndose con las locuras de David, el hermano de Alfredo, insuperablemente gay, indiscutiblemente menos guapo que su hermano heterosexual, castigado por esta cruel indelicadeza de la naturaleza. David y ella fueron inseparables, como les gustaba decir. Barcelona les adoraba por los vestuarios de ella, por el rubio de su pelo, por su aspecto de inmejorable pedigrí y la fealdad y quejica ternura de David. «Tienes que conocer a mi hermano, tienes que conocer a mi hermano, tienes que conocer a mi hermano», repetía cada noche David. Y Patricia poco a poco empezó a ver más y más fotografías de Alfredo y de los hermanos Casas en la prensa. Eran guapos los tres, dedicados a eso tan extrañamente sexy como la cocina. «Tienes que conocerlo, de verdad, Pat, de verdad», imploraba el perrito faldero gay, y ella sacudía la melena ajustándose un body lila debajo de una chaqueta azul eléctrico cuando ambos colores eran considerados lo peor de lo peor. «Divina, rebelde, única, Patty, Patricia van der Garde», exclamaba David con sus palmaditas y saltitos saliendo a la calle Verdi y de allí al corazón de la alta sociedad. «Tienes que conocer a mi hermano.»

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Dos monstruos juntos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Dos monstruos juntos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Dos monstruos juntos»

Обсуждение, отзывы о книге «Dos monstruos juntos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x