Joanne Harris - Chocolat
Здесь есть возможность читать онлайн «Joanne Harris - Chocolat» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Chocolat
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Chocolat: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Chocolat»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Chocolat — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Chocolat», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
He dicho a Caro que la Iglesia no respaldaría su campaña contra el festival del chocolate. Yo no pienso respaldarlo. Después de lo que ha hecho este hombre, el Comité ya no tiene credibilidad ninguna. Esta vez ha sido demasiado público, demasiado brutal. También ellos deben de haber visto su rostro como lo he visto yo, encendido de odio y de locura. Una cosa es saber que un hombre pega a su mujer… saberlo en secreto, pero contemplar el hecho con todo lo que tiene de sórdido… ¡No, ese hombre no sobrevivirá a esto! Caro ya está diciendo a todo el mundo que ella estaba al tanto de todo, que sabía cómo las gastaba. Procura salir lo mejor librada posible del asunto -«¡Qué engañada estuvo esa pobre mujer!»-, lo mismo que yo. Digo a Caro que hemos estado siempre demasiado involucrados. Que nos servimos de él siempre que nos pareció oportuno. Que ahora no debemos caer en lo mismo. Si queremos protegernos, debemos mantenernos en la retaguardia. No le hablo del otro asunto, lo de la gente del río, aunque la verdad es que lo tengo muy presente. Armande sospecha. Podría irse de la lengua por simple malicia. Y además está lo otro, tanto tiempo sumido en el olvido pero todavía vivo en sus viejos pensamientos… No, me siento indefenso. Peor, tienen que ver que contemplo el festival con indulgencia. De lo contrario comenzarán las habladurías y, ¿quién sabe en lo que podrían acabar? Mañana, en el sermón, predicaré sobre la tolerancia, daré la vuelta a esa corriente que yo mismo puse en marcha y trataré de cambiarles las ideas. Quemaré los folletos restantes. También tengo que destruir los carteles que había que distribuir desde Lansquenet a Montauban. Es algo que me parte el corazón, père, pero ¿qué otra cosa puedo hacer?
El escándalo acabaría conmigo.
Estamos en Semana Santa. Sólo falta una semana para el festival. Y ha salido vencedora ella, père, sólo ella. Un milagro es lo único que puede salvarnos.
34
Miércoles, 26 de marzo
Siguen sin llegar noticias de Muscat. Joséphine permaneció en La Praline casi todo el domingo, pero ayer por la mañana decidió volver al café. Esta vez la acompañó Roux, pero lo único que encontraron fue el caos en que había quedado todo. Al parecer se confirman los rumores. Muscat ha desaparecido. Roux, que ya ha terminado la nueva habitación que espera a Anouk en el desván, se ha puesto a trabajar ahora en el café. Ha colocado cerraduras nuevas en la puerta, ha arrancado el viejo linóleo del suelo y ha retirado de las ventanas las mugrientas cortinas. Cree que con un poco de esfuerzo -una capa de cal en las ásperas paredes, unas ligeras pinceladas en los baqueteados muebles y agua y jabón en abundancia- el bar podría convertirse en un lugar acogedor y agradable. Se ofreció a hacer el trabajo de balde, pero Joséphine no quiere ni oír hablar del asunto. Muscat, como no podía ser de otro modo, ha dejado a cero la cuenta que tenía conjuntamente con su mujer, pero Joséphine tiene algo de dinero propio y está segura de que el nuevo café será un éxito. Se ha retirado el deslucido letrero que durante los últimos treinta y cinco años ha anunciado el nombre del bar -Café de la République- y en su lugar se ha colocado un flamante toldo rojo y blanco, gemelo del mío, y un letrero pintado a mano procedente del almacén de Clairmont que reza Café des Marauds. Narcisse ha plantado geranios en las macetas de hierro forjado de las ventanas, que desbordan las paredes y cuyas flores escarlata estallan bajo el repentino calor. Armande contempla la casa con mirada de aprobación desde su jardín al pie de la colina.
– Es una buena chica -me dice súbitamente con sus maneras bruscas-. Se abrirá camino en la vida ahora que se ha sacudido a aquel indeseable de encima.
Roux se ha instalado provisionalmente en una de las habitaciones del bar, en tanto que Luc, para contrariedad de su madre, ha ocupado aquella donde él dormía en casa de Armande.
– No es sitio para ti -le espeta Caro con voz chillona.
Estoy en la plaza cuando salen de la iglesia, él con su traje de los domingos y ella con otro más de sus innumerables conjuntos color pastel y un pañuelo de seda sobre los cabellos.
La respuesta del chico es cortés pero inamovible.
– Sólo hasta la fi-fiesta -le dice-. No tie-tiene a nadie que se ocupe de ella. Po-podría tener otro ataque.
– ¡Todo eso son cuentos! -dice su madre en tono tajante-. ¿Sabes lo que pretende? Quiere poner una cuña entre los dos. Te prohíbo, escucha bien lo que te digo, te prohíbo que te quedes con ella esta semana. Y en cuanto a esa ridícula fiesta…
– No creo que debas pro-prohibirme nada, ma-maman.
– ¿Se puede saber por qué? No sé si lo sabes, pero eres mi hijo, nene, o sea que no te quedes ahí diciéndome que piensas obedecer a esa vieja loca antes que a mí.
La rabia llena sus ojos de lágrimas, le tiembla la voz.
– De acuerdo, maman -parece que toda esta exhibición no lo ha afectado en lo más mínimo, aunque rodea la espalda de su madre con el brazo-. No durará mucho tiempo. Sólo hasta la fiesta. Te lo pro-prometo. Tú también estás invi-vitada, ¿sabes? Ella se pondría muy contenta si vi-vinieras.
– Pero es que yo no quiero ir -dice con voz desdeñosa y lastimera a la vez, como una niña cansada.
– No vayas si no quieres -acepta con resignación, pero después no te que-quejes si no te hace caso cuando le pidas algo.
Se queda mirándolo.
– ¿Qué quieres decir?
– Me refiero a que yo po-podría hablar con ella, con-convencerla -ese chico es muy listo y conoce a su madre, la entiende más de lo que ella se figura-. Yo podría dar-darle la vuelta -dice-. Pero si no quieres probar…
– Yo no he dicho eso -obedeciendo a un impulso súbito, también ella lo rodea con los brazos-. Tú eres mi niño inteligente -dice, ya recobrada la compostura-. Tú podrías conseguirlo, ¿verdad? -le da un beso ruidoso en la mejilla y él lo acepta con paciencia-. Mi niño bueno e inteligente -le repite con voz dulce y se van paseando juntos y cogidos del brazo, el chico ya más alto que su madre y ella observándolo con la mirada atenta y tolerante que se dirige a un hijo casquivano.
Pero él sabe de qué va.
Como Joséphine está ocupada con sus asuntos, actualmente tengo poca ayuda en los preparativos de Pascua. Suerte que ya tengo casi todo el trabajo ultimado y sólo me quedan unas pocas docenas de cajas. Trabajo por las noches y me dedico a hacer pasteles y trufas, campanas de pan de jengibre y pains d’épices dorados. Echo de menos el leve toque de Joséphine para los envoltorios y adornos, pero Anouk me ayuda lo mejor que puede y se dedica a ahuecar los ringorrangos de celofán y a prender rosas de seda en innumerables bolsitas.
He cubierto el escaparate mientras preparo los artículos que expondré el domingo, por lo que la tienda se parece bastante a como era cuando llegamos, con la hoja de papel de plata cubriendo todo el cristal. Anouk la ha decorado con recortes de papel de colores que representan huevos y diversos animales y en el centro hay un gran letrero que anuncia:
GRAN FESTIVAL DEL CHOCOLATE
Domingo, Place Saint-Jérôme.
Como han empezado las vacaciones escolares, la plaza está llena de niños que se acercan a la tienda y aplastan las narices contra el cristal con la esperanza de atisbar los preparativos.
Ya he recibido encargos por valor de ocho mil francos -algunos de lugares tan apartados como Montauban y Agen- y siguen llegando, razón por la cual la tienda rara vez está vacía. Creo que la campaña promovida por Caro se encuentra en punto muerto. Guillaume me dice que Reynaud ha comunicado a la congregación de feligreses que el festival del chocolate goza de su apoyo incondicional pese a los rumores propagados por malévolos chismosos. A pesar de esto, a veces lo veo observándome desde su pequeña ventana con ojos ávidos y cargados de odio. Sé que no me quiere bien, pero en cierto modo el veneno que destilaba parece haberse secado. Hago unas preguntas a Armande, que sabe más de lo que dice, aunque se limita a mover negativamente la cabeza.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Chocolat»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Chocolat» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Chocolat» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.