Joanne Harris - Chocolat
Здесь есть возможность читать онлайн «Joanne Harris - Chocolat» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Современная проза, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:Chocolat
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:3 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Chocolat: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Chocolat»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
Chocolat — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Chocolat», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– Estupendo -he sentido una oleada de calor al ver su entusiasmo y comprobar que ha recuperado el buen humor. Tiene mejor aspecto, está más distendido y ya no tiene aquel semblante adusto, hostil y desconfiado, que infundía hermetismo a su expresión y la convertía en una especie de casa embrujada. Estas últimas noches ha dormido en casa de Armande a petición de ésta.
– Por si me da otro patatús -dijo Armande muy seria pero haciéndome una mueca muy cómica a espaldas de Roux. Comedia o no, me tranquiliza que Roux se quede con ella.
A Caro Clairmont, sin embargo, no le sucede lo mismo. El miércoles por la mañana vino a La Praline acompañada de Joline Drou, evidentemente para hablar de Anouk. Roux estaba sentado ante el mostrador tomando mocha. Joséphine, que todavía tiene miedo de Roux, estaba en la cocina empaquetando bombones. En cuanto a Anouk, terminaba de desayunar y tenía delante su tazón amarillo con chocolat au lait y medio croissant. Las dos mujeres no paraban de dedicar sonrisas dulzonas a Anouk y miradas desdeñosas a Roux. Éste se limitaba a echarles alguna que otra de sus ojeadas insolentes.
– Espero que no hayamos llegado en mal momento -dijo Joline con voz melosa, llena de solicitud y simpatía. Debajo de la actitud aparente, sin embargo, no había más que indiferencia.
– En absoluto. Estamos desayunando. ¿Quieren tomar algo?
– No, no. Yo no desayuno nunca.
Al mismo tiempo dirigió una sonrisa afectada a Anouk que, por tener la cara metida en el bol amarillo, no se dio por enterada.
– No sé si es momento para hablar con usted -me dijo Joline con voz afable-… pero en privado.
– Bueno, no es que sea imposible -le dije-, pero no lo encuentro necesario. ¿No puede decirme aquí lo que me tenga que decir? Estoy segura de que a Roux no le importará que hablemos delante de él.
Roux se rió disimuladamente y Joline puso cara de pocos amigos.
– Pues bien, la verdad es que es un asunto un poco delicado -dijo.
– ¿Está segura, entonces, de que es conmigo con quien tiene que hablar? ¿No sería más adecuado el curé Reynaud?
– No, quiero hablar con usted -dijo Joline frunciendo los labios.
– ¡Oh! -le dije, muy educada-. ¿De qué se trata?
– Tiene que ver con su hija -me dirigió una sonrisa irritada-. Como usted sabe, soy la encargada de su clase.
– Lo sé -serví otra mocha a Roux-. ¿Ocurre algo? ¿Está atrasada en los estudios? ¿Tiene algún problema?
Sé muy bien que Anouk no tiene el más mínimo problema escolar. Lee vorazmente desde que tenía cuatro años y medio. Habla inglés casi igual de bien que francés, legado de los tiempos de Nueva York.
– No, no, -me aseguró Joline-. Es una niña muy lista -disparó en dirección a Anouk una rápida mirada que mi hija, demasiado ocupada en terminarse el croissant, no recogió, aparte de que con disimulo y figurándose que yo no me daba cuenta acababa de coger un ratoncito de chocolate de los expuestos y lo introducía en la pasta que estaba comiendo seguramente con intención de hacerla más parecida al pain au chocolat.
– ¿Se trata entonces de su conducta? -inquirí con preocupación exagerada-. ¿Es díscola? ¿Desobediente? ¿Es maleducada?
– No, no. ¡Ni hablar! Nada de eso.
– Entonces, ¿qué pasa?
Caro me miró con cara avinagrada.
– El curé Reynaud ha estado varias veces en la escuela esta semana -me informó- para hablar con los niños sobre la Pascua y el significado de esa fiesta para la Iglesia y otras cuestiones relacionadas con el tema.
Moví la cabeza afirmativamente tratando de darle ánimos y Joline me dirigió otra de sus sonrisas comprensivas.
– No, lo que ocurre es que Anouk resulta que… -dirigió una mirada esquiva a Anouk-… no es que sea exactamente díscola, pero hace unas preguntas muy extrañas.
Su sonrisa se hizo más crispada, como si los labios se le hubieran quedado de pronto entre paréntesis o quisiera demostrar toda su desaprobación.
– Preguntas muy extrañas -repitió.
– Bueno -dije como quitando hierro al asunto-. Siempre ha sido una niña muy curiosa. No creo que usted quiera disuadir a ninguno de sus alumnos de que satisfagan su curiosidad. Y además… -añadí malévolamente-, no me diga que monsieur Reynaud no está bien pertrechado para responder a las preguntas que le hagan.
Joline me dedicó una sonrisa forzada, con lo que quería exteriorizar su actitud de protesta.
– Lo que pasa es que escandaliza a los demás niños, madame -dijo con voz cortante.
– ¿Ah, sí?
– Parece que Anouk les dijo que la Pascua no es, en realidad, una fiesta cristiana y que Nuestro Señor es… -se quedó en silencio como si lo que se disponía a decir fuera excesivo-… que la resurrección de Nuestro Señor es una especie de «atavismo» que se remonta a no sé qué dios de las mieses. Una deidad de la fertilidad de los tiempos paganos -soltó una risa forzada, aunque sonó glacial.
– Sí -dije acariciando fugazmente los rizos de Anouk-, esta pequeñaja lee mucho, ¿verdad, Nanou?
– Yo sólo pregunté por Eostre -dijo Anouk con firmeza-. Dice el curé Reynaud que ya no hay nadie que adore a ese dios y yo le dije que nosotras lo adorábamos.
Tuve que esconder una sonrisa con la mano.
– Me parece que él eso no lo entiende, cariño -dije a Anouk-. Quizá no habrías debido hacer tantas preguntas al ver que él se molestaba.
– Los que se molestan son los niños, madame -dijo Joline.
– No, no es verdad -replicó Anouk-. Jeannot dice que tendríamos que hacer una hoguera para celebrarlo y encender velas rojas y blancas y muchas cosas. Jeannot dice…
Caroline la interrumpió.
– Parece que Jeannot dice muchas cosas -observó.
– Seguramente se parece a su madre -tercié yo.
Joline pareció ofendida.
– Parece que usted no se toma muy en serio el asunto -dijo con una media sonrisa.
Me encogí de hombros.
– No lo veo un problema -le dije con voz tranquila-. Mi hija participa en los coloquios de la escuela. ¿Es eso lo que quiere decirme?
– Hay temas que no deben ser objeto de debate -intervino Caro y, por espacio de un momento fugaz, debajo de su dulzura acaramelada, vi a su madre en ella, imperiosa y dominante. Eso de que demostrara un poco de espíritu me gustó más que su actitud habitual-. Hay cosas que deben aceptarse a través de la fe y cuando un niño tiene los fundamentos morales adecuados… -se mordió los labios y dejó la frase en el aire, sumida en un mar de confusiones-. Nada más lejos de mis intenciones que decirle cómo debe educar a su hija -terminó con voz monocorde.
– Estupendo -dije con una sonrisa-, sentiría mucho tener que pelearme con usted en relación con este punto.
Las dos mujeres me miraron con la misma expresión de desconcierto.
– ¿Seguro que no quieren tomar un poco de chocolate?
Los ojos de Caro se pasearon con desdén por todo el surtido de pralinés, trufas, almendrados y turrón, éclairs, florentinas, cerezas de licor y almendras garrapiñadas.
– Me sorprende que la niña no tenga los dientes careados -comentó, muy tiesa.
Anouk se sonrió y mostró los dientes objeto de sospecha. Su blancura no hizo sino aumentar el descontento de Caro.
– Estamos perdiendo el tiempo -observó Caro con frialdad a Joline.
Yo no dije nada y Roux se rió disimuladamente. Desde la cocina llegaban los sones de la radio de Joséphine y por espacio de unos segundos no se oyó otra cosa que la voz metálica del locutor resonando en las baldosas.
– Vamos -dijo Caro a su amiga.
Joline parecía indecisa, insegura.
– ¡He dicho que nos vamos! -insistió con gesto irritado mientras salía de la tienda y Joline le seguía los pasos-. No se figure que no veo a qué está usted jugando -me escupió a modo de despedida, después de lo cual desaparecieron las dos y ya sólo oímos su taconeo sobre el empedrado al atravesar la plaza en dirección a Saint-Jérôme.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «Chocolat»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Chocolat» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «Chocolat» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.