En el proceso de socialización primaria, el niño y la niña inician su camino a la formación en ciudadanía en torno a la aparición del concepto del yo y de los otros. Esta experiencia está condicionada por diversos factores del ambiente, por lo que puede ser precaria o enriquecedora y tendrá una repercusión en la adhesión a los derechos humanos y a la práctica de los valores fundamentales para vivir en paz, en sana convivencia, en un ordenamiento democrático y participativo basado en el respeto a la dignidad humana.
La noción de ciudadanía tiene una profunda importancia para la psicología comunitaria, ya que la concibe como la conquista de derechos que es uno de los objetivos más relevantes de la acción y la intervención. Además, la ciudadanía se entiende ligada a las políticas de integración e inclusión social a las que se accede mediante el empoderamiento y la movilización social, acuñando un concepto de ciudadanía conectado con la facultad de constituirse en actor social proactivo y crítico.
Reforzar la dimensión socioafectiva en la niñez temprana permite desarrollar habilidades emocionales, sociales y axiológicas que son la base de la construcción de ciudadanía y la integración del respeto por los derechos de las personas. Sin embargo, algunas circunstancias del entorno social y familiar, de las familias en situación de vulnerabilidad, no permiten dar prioridad a esta formación en los niños y niñas, dado que los adultos cuidadores o educadores, deben atender principalmente necesidades de tipo económico, situacional y relacional que muchas veces terminan por ubicar a los niños y a las niñas en segundo plano.
Al enfrentar el tema de la construcción de ciudadanía en la niñez temprana, la psicología entiende que cuando los individuos pertenecen a familias víctimas de violencia y desigualdad social, se ven generalmente involucrados en situaciones de maltrato, temores, pobreza, resentimiento, abuso, inequidad de género, necesidades básicas insatisfechas, que los sitúan en una experiencia poco favorable para su salud mental y bienestar personal. Estas situaciones de vulnerabilidad facilita que los niños y las niñas adquieran conceptos negativos hacia el entorno social inmediato, afectando su desarrollo moral, motivación, comunicación y procesos cognitivos en general. Si bien, la igualdad y la justicia son principios fundantes de la ciudadanía, la realidad demuestra que las poblaciones en situación de vulnerabilidad socioeconómica se ven enfrentadas no solo a rotulaciones y estereotipos negativos, sino también a situaciones difíciles que marcan una diferencia en la formación ciudadana con poblaciones que tienen condiciones socioeconómicas más favorables. Esto no implica que los individuos que se encuentran en entornos socioeconómicos favorables no presenten problemas en la construcción de ciudadanía, pero éstos tienen manifestaciones diferentes de acuerdo con sus experiencias y recursos.
La ciudadanía en primera infancia como problema social
Las familias colombianas se enfrentan a diversas situaciones derivadas del contexto de violencia armada y desigualdad social que generan un ambiente difícil para la primera infancia en su desarrollo psicosocial y ciudadano. Dentro del núcleo familiar de los usuarios del cdi, se viven situaciones de pobreza, hacinamiento, violencia, abuso. Esto incide en que los niños y las niñas tengan dificultades en sus procesos de desarrollo cognitivo que afecta su formación ciudadana. Igualmente, en su entorno cercano de vecinos la situación no cambia, ya que sus pares viven situaciones similares.
De esta manera se observa una diferencia en las ideas que se construyen alrededor de las competencias ciudadanas tanto en los programas de gobierno como en las instituciones que los aplican. También a nivel individual entre docentes y formadores, padres de familia y ciudadanos en general, que van construyendo imaginarios y conceptos que se alejan del “ideal” planteado en los programas gubernamentales.
Los conocimientos, pensamientos, creencias e ideas que muestran los adultos en el ejercicio de formación de la niñez, se han erigido dentro de los distintos sistemas en los que están insertos; desde sus relaciones primarias hasta el sistema legal, económico y social del país y del mundo, lo que reclama una revisión sistémica del asunto. Todas estas circunstancias conllevan que las personas construyan representaciones sociales sobre el concepto de ciudadanía que, luego, son el fundamento de la educación de los niños y las niñas. Estas configuraciones cognitivas se alejan de los conceptos teóricos, y se ligan más bien a los preceptos culturales y las historias de vida que, en el ejercicio de formación de sus hijos, se reflejan en ideas y prácticas que no siempre favorecen la formación ciudadana.
Lo que ocurre en la temprana infancia es decisivo para el desarrollo de las personas en formación, que se traduce en la futura conformación del tejido social más amplio, todo lo cual queda determinado por las relaciones que el niño tiene con el ambiente que lo sustenta y que se reflejarán en la sociedad cuando se desempeñe como un ciudadano activo o pasivo dentro de ella.
La ciudadanía en primera infancia como problema del Estado
La participación y el ejercicio de la ciudadanía como derecho que facilita la realización del conjunto de derechos de los niños y niñas en primera infancia, constituye una de las orientaciones fundamentales de la política de atención integral a la primera infancia, que en el marco de la estrategia De Cero a Siempre adelanta el país con el propósito de generar las condiciones y ámbitos que promueven el desarrollo integral. (Castañeda & Victoria, 2012, p. 7)
Desde la perspectiva de la participación y los derechos de la infancia, y en atención al interés superior del niño, se han creado programas de atención integral para minimizar los problemas que afectan a la niñez en condición de vulnerabilidad socioeconómica. No obstante, se observa una brecha entre el discurso y la realidad en el desarrollo de dichos programas, pues requieren ajustes y acciones complementarias en su aplicación en poblaciones vulnerables y víctimas de la violencia. Esto en consideración de que los individuos son afectados negativamente por las condiciones de su entorno social y familiar, lo que puede llegar a anular o reducir el impacto de la formación impartida en los centros educativos en este sentido.
Para resolver este problema el gobierno atiende a la población infantil en condiciones de vulnerabilidad social mediante un proyecto denominado Centro de Desarrollo Integral (cdi) que reemplaza los anteriores Hogares comunitarios. El cdi es coordinado por el icbf y se desarrolla en múltiples sedes en todo el país.
Los cdi son descritos como
instituciones dirigidas a atender y promover un desarrollo integral a través de la educación inicial, con el apoyo de profesionales idóneos en temas relacionados con los diferentes componentes de la atención integral y cuidado y, de la generación de oportunidades de expresión y comunicación con pares y adultos, bajo las cuales se potencia el desarrollo en la primera infancia. (icbf, 2012, p. 7)
Con este programa se busca propiciar el desarrollo de competencias ciudadanas en la niñez. El icbf, en sus acciones de control y con aras de mostrar transparencia dentro del programa, centra su atención en la evidencia dispuesta en documentos y protocolos que buscan que los convenios establecidos con instituciones adscritas como cdi, no utilicen los recursos económicos que provee el Estado en acciones que no beneficien directamente a la población infantil acogida en la institución. Esto hace que se olvide la atención diferenciada de los niños de acuerdo con sus características personales, culturales, sociales y de historia familiar. La prioridad de la supervisión del icbf se centra en el manejo de los recursos económicos y en la revisión de los estándares consignados en fólderes con material probatorio.
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